Recomiendo:
0

La historia no contada

Fuentes: Argenpress

A pesar del injusto y criminal bloqueo económico que Estados Unidos impuso a Cuba desde hace medio siglo, en este país no existe la indigencia, no hay gente durmiendo en la calle ni cubano que no tenga qué comer. Hay necesidades, es cierto. Pero también hay dignidad y entereza para enfrentar la realidad. Si el […]

A pesar del injusto y criminal bloqueo económico que Estados Unidos impuso a Cuba desde hace medio siglo, en este país no existe la indigencia, no hay gente durmiendo en la calle ni cubano que no tenga qué comer. Hay necesidades, es cierto. Pero también hay dignidad y entereza para enfrentar la realidad. Si el cubano no fuese lo que es este pueblo ya hubiera desaparecido.

Apuntes de la vida cotidiana

El estudio con una remuneración económica del Estado se ha convertido por primera vez en el mundo, en una oportunidad para todos los jóvenes de 17 a 30 años de edad que no estudiaban ni poseían empleo.

Cualquier ciudadano tiene la posibilidad de realizar estudios que lo conduzcan desde el preescolar hasta la obtención del título de Doctor en Ciencias sin gastar un solo centavo.

Cuba cuenta hoy con más de 30 graduados universitarios, intelectuales y artistas profesionales por cada uno de los que existían antes de la Revolución. No existe en Cuba ni siquiera el analfabetismo funcional.

Una profunda revolución se lleva a cabo para acercar los servicios médicos a la población, a fin de facilitar su acceso a los centros de asistencia, preservar vidas y aliviar dolores.

Los cubanos disponen del mejor sistema médico del mundo, cuyos servicios continúan recibiendo gratuitamente. La seguridad social abarca al ciento por ciento de los ciudadanos del país.

Otras realidades

El 85 por ciento de la población es propietaria de la vivienda, libre de todo impuesto. El 15 por ciento restante paga un alquiler absolutamente simbólico, que apenas se eleva al 10 por ciento del salario.

El uso de drogas alcanza a un ínfimo número de personas, y se lucha resueltamente contra él. La lotería y otras formas de juego lucrativo fueron prohibidos desde los primeros años de la Revolución para que nadie cifrara sus esperanzas de progreso en el azar.

La televisión, la radio y los periódicos no practican la publicidad comercial. Cualquier promoción está dirigida a cuestiones de salud, deporte, educación, cultura, educación física, defensa del medio ambiente y a la lucha contra las drogas.

No se rinde culto ni se exaltan los ‘valores’ de las sociedades de consumo.

Derechos Humanos

En Cuba no existen fuerzas paramilitares ni escuadrones de la muerte, ni se ha usado nunca la violencia contra el pueblo, ni se realizan ejecuciones extrajudiciales, ni se aplica la tortura. Se cultiva la fraternidad y la solidaridad entre los hombres y los pueblos dentro y fuera del país.

El tema de la inseguridad está prácticamente erradicado. No es común que alguna persona sea asaltada en su casa o por cualquier calle o barrio cubano.

La Policía Nacional Revolucionaria (PNR) tiene un trato muy respetuoso para con el ciudadano. No existe el abuso de autoridad ni maltrato alguno, como suele ocurrir en muchos países.

La era de la decadencia (1920-1958)

Antes del triunfo de la Revolución, Cuba era una especie de Disneylandia carnal, en particular la ciudad de La Habana. Iban por el camino de convertirse en símbolos internacionales del placer decadente. El flujo de estadounidenses que durante los años de la Ley Seca viajaban a Cuba en busca del Sol y sexo se convertiría en una auténtica inundación después de la Segunda Guerra Mundial. En La Habana los clubes nocturnos refinados causaban furor y sus casinos rivalizaban con los de Las Vegas; altas mulatas bailaban en el escenario del Tropicana para un público borracho de daiquiris, mientras los más aventureros se dirigían a los espectáculos de sexo en vivo de los alrededores ( uno de los espectáculos regulares favoritos era el de Superman, que medía su impresionante erección alineando doce dólares de plata uno al lado del otro).

La Habana pronto se convirtió en la capital de la prostitución del hemisferio occidental. Los hombres de negocios escogían su mulata de fin de semana a partir de las fotos que les mostraban en el aeropuerto. La industria cinematográfica de Hollywood contribuyó a exportar esta imagen de Cuba como capital mundial del sexo.

Y la fiesta continuaba, remojada en ron, al ritmo del mambo, la rumba y el son. Las orquestas cubanas de doce instrumentos con músicos engalanados con esmoquin eran solicitadas desde Manhattan hasta California, aunque quienes hicieron más dinero en La Habana fueron los grupos de jazz estadounidenses y los cantantes de primera línea, como Nat King Cole y Maurice Chevalier.

Sin embargo, la ciudad se vio invadida por personas que llegaban de las provincias sin dinero pero llenas de esperanza. Y todo eso iba en contra del sórdido trasfondo de la política nacional cubana: una serie de regímenes corruptos, brutales y autoritarios que contribuían e incitaban a la decadencia en espiral de La Habana.