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Entrevista a Sydney Brenner, Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 2002 y referente de la biología en el siglo XX

«La historia nos enseña que no te puedes fiar de la religión»

Fuentes: Público

Sydney Brenner (Germiston, Suráfrica, 1927) es un referente de la biología en el siglo XX. Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 2002 por sus trabajos sobre la regulación genética del desarrollo celular, Brenner es un infatigable investigador que reivindica la ciencia como la «mejor manera de solucionar los problemas». El científico, que firmó su […]

Sydney Brenner (Germiston, Suráfrica, 1927) es un referente de la biología en el siglo XX. Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 2002 por sus trabajos sobre la regulación genética del desarrollo celular, Brenner es un infatigable investigador que reivindica la ciencia como la «mejor manera de solucionar los problemas». El científico, que firmó su primera investigación en solitario con tan solo 19 años, visitó la pasada semana Donostia para pronunciar una conferencia con el título «La nueva biología humana: interpretando el genoma» en el foro Zientzia Foroa, organizado por Fundación Ikerbasque y Jakiunde.

Hace años, muchos creían que una vez se conociera la secuencia completa del genoma (conjunto de genes) se entendería todo sobre el ser humano, pero no ha sido así. ¿Qué falta para ello?

Tenemos que aprender a interpretar el genoma, saber qué significa, porque ahora es como un montón de letras. Sabíamos que secuenciar el genoma era fácil y que interpretarlo iba a ser lo más difícil. Lo que hemos hecho es como mandar a alguien a la Luna, es lo fácil. Lo difícil es traerle de vuelta. Es como si tienes allí, en la Luna, toda esta tira de genes, pero no sabemos realmente qué significa. Esa es la principal tarea ahora. Intentar interpretarlo.

Más del 90% de la biología humana sigue sin entenderse. ¿Por qué cuesta tanto descifrar, por ejemplo, por qué el hombre tiene capacidad de razonar, hablar, agarrar cosas o caminar erguido?

Esta pregunta realmente trata de dos cosas: de la evolución y del cerebro. Creemos, por ejemplo, que el genoma de los chimpancés, que son los más próximos al ser humano, es muy parecido a nuestro genoma, pero tiene que tener algo distinto. Y no entendemos, realmente, cuáles son los cambios que se produjeron, quizá hace un millón de años, y que provocaron que una de las ramas llegara a los chimpancés y la otra a nosotros, a los seres humanos. Incluso, realmente no entendemos qué diferencias implican, en el campo de las funciones, los cambios que se produjeron en los genomas.

¿Se han producido avances significativos dentro de la interpretación del genoma la última década?

Yo creo que no muchos. Lo que ha ocurrido es que ahora tenemos la capacidad de estudiar muchos genomas porque es barato secuenciarlos. Eso sí ha sido un descubrimiento tecnológico. En cualquier caso, creo que el gran hito que se ha producido recientemente es que podemos coger una célula de su piel y convertirla en una célula madre o en una célula pluripotencial. Y creo que va a ser posible coger esa célula de grandes capacidades y convertirla en cualquier cosa. Se trata de una célula con su genoma. Ese va a ser el gran nuevo descubrimiento. Quizá no tanto, por ejemplo, para tratamientos destinados a reemplazar tejidos, si no más bien para que nosotros entendamos cómo podemos crear estas células especializadas de nuestro cuerpo.

¿En qué centraría su carrera si fuese ahora un joven investigador?

Yo sigo haciendo investigación (sonríe). Es lo que hago y lo me gustaría hacer si iniciara ahora mi carrera. Me interesa muchísimo el cerebro, que es lo más importante, lo que marca la diferencia entre los simios y nosotros. Hay que intentar entender qué cambios se produjeron en el genoma que nos hicieron capaces de ser como somos. Y también quiero saber, con las nuevas técnicas de experimentación, cómo funcionan la retina o el glóbulo del ojo. Y, además, cómo han evolucionado también los distintos componentes, desde el ojo primitivo hasta el globo ocular que tenemos ahora. Ese es el gran reto para mí.

Usted ha defendido que se puede investigar, en lugar de con ratones, con seres humanos.

Esto no quiere decir que tratemos a los seres humanos como animales para hacer investigación, pero, por primera vez, se puede investigar con nosotros mismos e intentar entender cómo hace millones de años se produjo ese cambio en el genoma.

¿Qué beneficios reportaría la investigación con seres humanos? ¿Podría avanzarse más rápido en las investigaciones?

Yo creo que significaría mucho para la ciencia porque, quizá, se podrían abordar directamente algunos de sus problemas. Creo que también significaría mucho para la propia sociedad. Cambiaríamos la manera de ver las cosas.

¿A qué se refiere?

Ahora vemos que el hombre es el único animal que puede cambiar su medio. Hasta que aparecieron los seres humanos, todos los animales estaban a merced del medio; si no se adaptaban, se extinguían. Por ejemplo, cuando ocurrió la época glacial, solamente pudieron sobrevivir los animales que desarrollaron mucho pelo. Los seres humanos, que hacía muchísimo tiempo que habían perdido el pelo, no habrían podido sobrevivir. Sin embargo, lo que hicieron es salir a su medio y conseguir la piel que no tenían. Entonces fue cuando los seres humanos empezamos a aprender a controlar el medio.

Pero ¿a qué se refiere cuando plantea un cambio en la manera de ver las cosas?

Los animales siguen estando a merced del medio, pero nosotros, los seres humanos, no. Lo que podemos aprender de todo esto es a vernos en el contexto total, que es nuestra biología, y ver cómo todas las actividades humanas forman parte de un complejo. Parece que hace unos cientos de miles de años los genomas dejaron de evolucionar, por lo que ya no están adaptados al medio que nosotros mismos, los seres humanos, hemos creado. Nuestros cuerpos, nuestra bioquímica, nos dice todavía: «Come todo lo que puedas siempre, cuando tengas comida. La comida se convierte en grasa y se almacena. La grasa es una manera muy buena de almacenar la energía. Entonces, si llega un periodo sin comida, tus posibilidades de sobrevivir son mayores». El cuerpo nos dice que hagamos eso. Seguimos comiendo y comiendo.. Sin embargo, ahora nos damos también cuenta de que hay que comportarse de una manera más sostenible, llegar a un equilibrio entre lo que tenemos y lo que el medio nos puede proveer. Debe producirse ahí una gran transformación de la cultura. No sé cuándo ocurrirá, pero debe producirse.

¿Cómo puede corregir el ser humano ese instinto, por ejemplo, por la comida?

Los temas básicos, relacionados con el instinto, están alojados en el hipotálamo, una parte del cerebro, y ahí es donde usted, como ser humano, sigue siendo el animal que vive en usted. No obstante, también tiene un córtex frontal que hace que pueda cambiar lo que usted hace. Tenemos una tecnología para controlar lo que se hace a partir del córtex frontal, que se llama educación. Así que vamos a tener que cambiar la manera en que nos vemos a nosotros mismos. Tenemos que aprender de cómo uno se mueve, cómo envejece… y todo eso debe ir embebido en lo que hacemos. Toda nuestra actitud ante la cultura, ante la educación, debe ser considerada como una. Esto no quiere decir que todo el mundo vaya a cambiar, pero realmente lo que siempre vemos que hay que hacer es seguir adelante.

Las reticencias a investigar la interpretación del genoma con seres humanos, ¿es un síntoma de la contraposición ancestral entre la religión y la ciencia?

Eso también requiere un cambio de actitud. En el último siglo, se ha hablado de una integración total de lo que era el universo, del origen del universo. Ahora, por los estudios en astronomía, todos sabemos cómo es la cosmología, que todo empezó con el Big Bang y que el universo se sigue expandiendo. Con la capacidad de nuestro cerebro, hemos llegado a entender cómo es la materia y la energía en el universo. En la era de la biología, vamos a tener que hacer lo mismo: entender la continuidad de las formas vivas, de dónde venimos, que es la evolución. Y para ello hay que utilizar algo que sea realmente integrador. Precisamente, la ciencia va a contribuir a eso. Tenemos que basar nuestra vida en la ciencia, porque es la mejor forma que conocemos para resolver los problemas.

¿Qué quiere decir exactamente?

Hace miles de años hubo personas que empezaron a pensar de dónde vienen las estrellas. Y se inventaron cosas, algunas de las cuales resultaron ciertas. Ahora, en cambio, sabemos mucho más sobre el universo. Tenemos pruebas gracias a la ciencia. Y como la ciencia siempre está buscando la verdad, debe ser la parte que domine nuestra cultura. Hay un cierto conflicto entre la ciencia y la religión, pero debe desaparecer. Yo suelo decir que lo que la historia nos enseña es que la magia no funciona, que no te puedes fiar de la religión. Sin embargo, la ciencia sí funciona, y lo sabemos ya desde hace 500 años.

¿Es un problema para la ciencia la dificultad existente para la difusión de las investigaciones y sus resultados en la sociedad?

Sí, es muy difícil comunicar estas cosas. Cuando el tema se convierte en algo muy técnico y se habla en un lenguaje especial, es difícil que la gente lo entienda. Pero si se enseñara como parte de la cultura general, sería distinto. Necesitamos un tipo de educación distinta para que entendamos realmente cómo se integra nuestra vida con la tecnología, con la ciencia. Y, sin embargo, esto no se ha hecho así, en absoluto.

¿La actual crisis puede poner en peligro investigaciones importantes?

Siempre ocurre algo así. Cuando la gente tiene que dejar de gastar dinero, se quitan de en medio algunas cosas, las más fáciles. Es parte de la actividad humana. La crisis no va a poner en peligro la ciencia, sino que la va a desacelerar, a ralentizar. La gente se adaptará porque la ciencia ya es una actividad muy grande y organizada. Hay grandes instituciones con estructuras especiales, funciona a gran escala. No obstante, si nos remontamos a todos los grandes hitos, los grandes cambios, los grandes descubrimientos, realmente surgen de grupos muy pequeños. Una o dos personas pueden llegar a un gran descubrimiento. Sí es importante ser tolerante, porque no se puede organizar todo totalmente como a mucha gente le gustaría. Hace falta algo de libertad para que la gente pueda pensar de una manera nueva. Eso es lo que produce los cambios.

Fuente: http://www.publico.es/ciencias/410558/la-historia-nos-ensena-que-no-te-puedes-fiar-de-la-religion