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Chile

La historia que no queremos olvidar: Monumento a las mujeres víctimas de la represión política

Fuentes: Feministas Tramando

María Isabel Joui tenía diecinueve años cuando la detuvieron y torturaron en la Villa Grimaldi. Nada más se supo de ella hasta que apareció en el «listado de los 119», nómina de detenidos y desaparecidos que según la dictadura habían sido asesinados por sus propios compañeros de partido. Luego se sabría eran parte de la […]

María Isabel Joui tenía diecinueve años cuando la detuvieron y torturaron en la Villa Grimaldi. Nada más se supo de ella hasta que apareció en el «listado de los 119», nómina de detenidos y desaparecidos que según la dictadura habían sido asesinados por sus propios compañeros de partido. Luego se sabría eran parte de la represión coordinada entre las  dictaduras del cono sur: la operación Cóndor.

 

«Nosotras, las que nos hicimos del Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER- que era parte del Movimiento de Izquierda Revolucionario MIR), éramos como una repetición de la María Isabel Joui, hasta en la ropa, porque ella usaba ropa como de batalla: parca, blue jeans rectos en vez de patas de elefantes y  bototos. Era como anti moda, y nosotras nos vestíamos igual, porque al igual que ahora la ropa era muy importante para lo que queríamos decir», recuerda Soledad Aránguiz, ex presa política y compañera de colegio de María Isabel.

 

María Isabel estudiaba economía y estaba recién casada con un estudiante de medicina que también pertenecía al MIR, y quien ni siquiera apareció en la lista de los 119, aunque se sabe que fueron torturados juntos en la Villa Grimaldi.

 

Así como María Isabel y Soledad, muchas otras mujeres sufrieron la violación de sus derechos humanos en la dictadura de Pinochet. Las comisiones encargadas por los gobiernos concertacionistas, Rettig y Valech, han reconocido la existencia de 73 detenidas desaparecidas, 126 ejecutadas y 3.399 mujeres sometidas a torturas y/o prisión política.

 

En memoria de todas, el  12 de diciembre a las 19:30 horas se inaugurará  el monumento «Mujeres en la Memoria», en el bandejón de Los Héroes, en la intersección de Alameda con la Carretera Panamericana.

 

«Es un  Monumento a las mujeres víctimas de la represión política, a las desaparecidas, a las ejecutadas, a las sobrevivientes, a las exiliadas,  a todas a quienes les truncaron la vida y sus sueños», nos cuenta Raquel Díaz, una de las gestoras del monumento. Cómo nace el monumento

 

Llevar adelante este proyecto no fue una tarea fácil, nunca lo es el rescate de la memoria Conseguir fondos y luego instalar el Homenaje-memorial tendría muchos tropiezos. «Esta iniciativa comenzó en 1992, en que se mandó una iniciativa de ley para concretar esta idea. Obviamente durmió el sueño de los justos y se archivó. En mayo de 2003, a propósito de los 30 años (de conmemoración del golpe de estado), 34 mujeres que se reunían en la  Casa de la Hormiguita (Delia del Carril) nos juntamos para ver cómo concretábamos la idea», señala Raquel.

 

Luego se constituyeron como «Comité Pro Monumento a las Mujeres Víctimas de la Represión», amparándose institucionalmente en la Corporación Por La Paz Villa Grimaldi.

 

La campaña para buscar fondos para la ansiada obra fue apoyada por el gobierno y las bancadas en el Congreso se mostraron abiertas a entregar aportes, por lo que la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi abrió una cuenta en el Banco del Estado para recibir recursos de particulares.

 

Hasta entonces el Monumento se levantaría en el Paseo Bulnes, entre las calles Alonso Ovalle y Tarapacá,  y se inauguraría en el Día Internacional de la mujer 2005. A pesar del apoyo político, y a poco de conmemorarse ese 8 de marzo, el alcalde de Santiago, Raúl Alcaíno, no dio los permisos para la instalación de la obra. Su respuesta: El lugar era complejo para una construcción de ese tipo, y la Municipalidad no contaba con fondos ni personal para responsabilizarse del cuidado del Memorial.

 

«El cambio de lugar se dio porque Alcaíno desconoció de un Decreto Municipal que había dictado Lavín a fines del 2004. Vinieron las elecciones de Alcalde y cuando fuimos a pedir el permiso de edificación para comenzar a construirlo, nos salió con que él no permitiría el Monumento en el paseo Bulnes y en ningún espacio de la comuna»,  explica Raquel.

 

A pasos del Día Internacional de la Mujer las organizadoras comenzaron a ponerse nerviosas.  Decidieron aceptar el nuevo lugar que se les ofrecía: la explanada de  Los Héroes.  El nuevo emplazamiento presentaba otros desafíos porque  el terreno era mucho más grande lo que repercutía en la obra. «Si bien aceptamos el cambio de lugar había que adecuar el terreno ya que era mucho más grande que el anterior. Esto se logró concretar legalmente a mediados del 2005»,  recuerda Raquel Díaz.

 

El cambio de lugar  significó también aumento en el presupuesto, puesto que en las nuevas condiciones la construcción debía tener iluminación propia. Y así se pasó el 2005. Juntando los nuevos recursos y adaptando los planos para comenzar la construcción en marzo de 2006.

«Hemos caminado juntas  con la esperanza de materializar la Memoria,  porque si no lo hacemos las mujeres para las nuestras, nadie lo hará», reflexiona Raquel, quien en los ochenta  participó en el movimiento de mujeres,  y que hoy conforma el Comité junto a Lucía, Sandra, Tita, Cheli, Mireya, Mónica, Erika, María Isabel y Amanda. Los dolores que no queremos olvidar

 

Las mujeres que resistieron activamente a la dictadura fueron parte de aquellas que no siguieron el curso normal y esperable de sus historias. Rompieron con lo establecido y fueron protagonistas aunque para eso debieron meterse en asuntos «de hombres». La trasgresión  fue advertida por la dictadura, que no sólo reprimió política sino también moralmente a las mujeres,  reinstalando el modelo de madre despolitizada, abnegada y protectora del núcleo familiar en la sociedad,  en contraposición a la liberación y participación política activa que las mujeres vivieron durante la Unidad Popular.

 

Según los testimonios recogidos por la Comisión Valech sobre prisión política y tortura, la  mayoría de las mujeres sufrió  violencia sexual. Una manera de castigo extra, para aquellas que no sólo lucharon contra un modelo político y económico,  sino que también desestructuraron los moldes del patriarcado defendido a ultranza por  los militares y la oligarquía dictatorial.

 

Las violaciones, muchas de las cuales terminaron en embarazos, fueron una de las experiencias  más duras  para las mujeres. Las violaciones no sólo estaban a cargo de torturadores, sino también se utilizaron perros  y  ratas introducidas por la vagina. Esta no era la única forma de ejercer la violencia sexual, las  amenazas de violaciones, abusos u obligación de tener relaciones sexuales con familiares,  según consta en el informe Valech, también fueron parte del repertorio de  la tortura.

 

El disciplinamiento hacia las mujeres sumó la violencia sexual al exilio, la cárcel, otros tipos de tortura, asesinatos, desapariciones y vidas que debieron rearmarse o que nunca más pudieron ser.

 

El pánico frente a lo que se quería silenciar con métodos tan brutales levanta sospechas acerca de lo iluso de los proyectos de estas mujeres y sus compañeros de lucha. ¿Si eran tan disparatadas las ideas y tan poco concretables los proyectos de otro mundo para qué tanta violencia? Si la actitud de estas mujeres no era capaz de mover el piso de muchas otras ¿para qué castigarlas especialmente?

 Las que están presentes

 

El monumento Mujeres en la Memoria quiere ser un homenaje a todas las que fueron parte  de la lucha contra la dictadura, las que ya no están presentes, pero también las que siguen vivas en un país que a veces no tiene espacio para ellas, quienes años atrás se la jugaron en contra de la dictadura.      

 

Arinda Ojeda, militante del MIR,  fue exiliada, torturada y presa política por más de ocho años. Frente al monumento, que también le pertenece, señala «Me parece bien que se construya ese y otros monumentos, memoriales, y todo recordatorio que traiga hasta el presente esa parte de nuestra historia  y eso se trate de homenaje a mujeres, a estudiantes, a niños, a cualquier grupo humano que haya  sido reprimido».

 

Así como Arinda muchas cargan hasta hoy con secuelas de la tortura que por no ser evidentes se vuelven invisibles. Pero además las que tienen procesos abiertos, al igual que sus compañeros de la época, aún no tienen derecho a voto, no pueden obtener trabajos en el Estado, no pueden salir del país ni obtener permisos de conducir sin solicitar permisos especiales. Porque legalmente cargan con malos antecedentes y son peligrosos para la sociedad.

 

Soledad Aránguiz, quien fuera compañera de colegio de María Isabel Joui, hoy está viva y  su  lucha contra la dictadura más que agradecimientos le trae problemas. Hace menos de diez años tuvo que viajar a Concepción para demostrar ante una sicóloga -como parte del proceso- que no era peligrosa para la sociedad.

 

Arinda Ojeda recuerda su resistencia contra Pinochet con orgullo, y ha construido una nueva vida tras los dolores de esos años. Para ella, además de monumentos sería importante recoger también las acciones de quienes lucharon: «Me parece que no es suficiente con construcciones materiales. Creo que la memoria debe estar viva y eso implica movimiento. Significa espacios donde reunir lo que podría llamar «historia de la resistencia», porque esa es la otra cara de la represión. Lugares donde se pueda encontrar la creación que en distintos ámbitos y disciplinas se fue construyendo en las poblaciones, en las cárceles. Todo ese proceso creativo, desde el barretín al afiche, con música, pintura, artesanía, arte. Me parecen bien los monumentos, pero no es suficiente, porque al final se termina pasando por el lado sin verlo, y ahí estoy pensando a años futuros.»

 

Arinda imagina un lugar donde la memoria se encuentre viva, que socialmente sirva para aprender de los errores pasados, y también de los aciertos: «Bueno, ese es un poco mi sueño: tener lugares donde la memoria viva y habite, donde encuentres la historia de los que cayeron y la historia de los asesinos, donde encuentres todo lo que se pueda reunir, rescatar, de las dos caras: represión y resistencia.  Que nos sirva para dolernos y para aprender, para rememorar y sacar lecciones». 

 

Sobre el monumento «Mujeres en la Memoria», Arinda destaca la importancia de la especificidad: «En cuanto a que sea para las mujeres, me parece muy bien que se haga un reconocimiento a quienes también les dieron «extra» por meterse en cosas de hombres».

 

El doce diciembre Mujeres en la Memoria será inaugurado oficialmente. Estarán presentes las sobrevivientes y las que no alcanzaron a verlo. Pasarán por su lado quienes ni se han enterado -o no han querido enterarse- de esa memoria que esconde este país, dolorosa pero también fértil,  y quizás por casualidad lean un poco de qué se trata, y se sorprendan al conocer a tantas mujeres  protagonistas de la historia de Chile.

 

www.feministastramando.cl