La propuesta de renta básica con carácter universal cuenta con una enorme potencialidad. La vigencia y actualidad de la idea era impensable hace sólo cinco años. De hecho, la renta básica puede encontrarse -con más o menos claridad- en los programas de las principales organizaciones políticas a la izquierda del PSOE y en movimientos sociales […]
La propuesta de renta básica con carácter universal cuenta con una enorme potencialidad. La vigencia y actualidad de la idea era impensable hace sólo cinco años. De hecho, la renta básica puede encontrarse -con más o menos claridad- en los programas de las principales organizaciones políticas a la izquierda del PSOE y en movimientos sociales como el 15-M. Y eso no sucede únicamente en el estado español. Sabido era conocido el interés de la iniciativa en la academia y su estudio por parte de economistas, sociólogos, antropólogos o politólogos. Ahora, sin embargo, la renta básica ha salido de los «laboratorios» de pensamiento para ingresar en el debate político.
A la hora de formular la propuesta, conviene aclarar algunos equívocos, ha afirmado Daniel Raventós, doctor en Ciencias Económicas, profesor en la Universidad de Barcelona, presidente de la Red Renta Básica y miembro del Consejo Científico de ATTAC. Raventós ha participado en una conferencia-coloquio organizado por el Foro de Participación Ciudadana de la Agenda 21 Local de Benetússer (Valencia).
En Estatutos de Autonomías como los de Andalucía y Extremadura figuran artículos en los que se menciona formalmente la renta básica. En la comunidad extremeña se ha desarrollado, en la andaluza se está en ello, pero en ninguno de los dos casos se trata de la idea que propone la Red Renta Básica, y que apoyan la izquierda política y los movimientos sociales. En otras autonomías (además de Andalucía y Extremadura) se recogen nociones similares, como la «renta garantizada de ciudadanía» (Cataluña) o el salario social en Asturias. Pero el problema, en todos estos casos, subraya Daniel Raventós, es que se trata de subsidios públicos condicionados (a ser pobre, estar en situación de desempleo o padecer algún tipo de discapacidad).
Por el contrario, la renta básica -tal como la considera el economista- es una asignación universal y, por tanto, incondicional, es decir, no se requiere ninguna condición para percibirla salvo la de ciudadanía. Formulada la propuesta, se plantean habitualmente objeciones e interrogantes. Una de las más usuales: ¿Es justo que perciban la renta básica los ricos? O ¿Hay recursos para financiarla? Lo cierto es que la renta básica serviría de muy poco si no se alterara de ningún otro modo el estado de cosas, o en otros términos: «Los ricos deberían pagar muchos más impuestos de los que pagan actualmente». Es decir, no puede financiarse la renta básica sin una reforma fiscal, que, de hecho, se hace todos los años, sea de mayor o menos envergadura, recuerda Daniel Raventós. Además, se trataría de integrar la renta básica en una política económica que beneficiara a la mayoría de la población.
Para demostrar la viabilidad de la idea, tres economistas hicieron los «números» con 250.000 declaraciones de IRPF catalanas correspondientes al año 2010. A partir de estos datos, con una profunda reforma fiscal y la eliminación de ayudas y subsidios públicos de montante inferior a la renta básica universal, se podría financiar una renta básica en Cataluña de 7.968 euros anuales para la población adulta, algo superior a lo que marca el umbral de la pobreza; y 1.593 euros al año para los menores de 18 años. Es decir, puede financiarse la renta básica universal.
Otro punto esencial remite a la política económica, que, al contrario de lo que hoy ocurre pero como bien denota la expresión, primero es «política» (a quién favorece o perjudica) y sólo después se arbitran las medidas económicas que la hacen posible. Por eso, subraya Raventós, «es rotundamente falso que sólo haya una política económica». De hecho, «y siempre ha sido así, no hay una sola medida económica que beneficie o perjudique al conjunto de la población, haga referencia a salarios, pensiones, tipos de interés, etcétera». Ocurre lo mismo con la noción de «mercado» (en singular), que carece de sentido. Lo adecuado sería referirse a los «mercados» (en plural), dado que no tienen nada en común un mercado municipal o de libros de ocasión con los mercados financieros. Lo importante es que no existe un solo mercado que no esté políticamente configurado, de ahí que la tan predicada «libertad de mercado» exista únicamente en los libros, en los manuales de las facultades de Económicas. En conclusión, afirma Daniel Raventós, ¿Cómo va a explicar la crisis una teoría económica pensada para que el sistema funcione sin problemas? Cada vez más estudiantes se revuelven contra estos dogmas oficiales.
La renta básica universal en su contexto. La propuesta no puede entenderse fuera de una política económica determinada, de carácter radicalmente distinta a la que ha venido aplicándose en los últimos 30-40 años. Raventós cuestiona el tópico del 1% de la población frente a la inmensa mayoría (el 99%). Lo que ha ocurrido realmente en las tres o cuatro últimas décadas es que el 0′ (seguido de muchos ceros, no el 1%) se ha apoderado de los recursos en detrimento de la mayoría. En este punto habría que poner el foco. Muchos informes y estudios se centran en los pobres, pero muy pocos en la minoría de potentados, ha afirmado en alguna ocasión la investigadora y miembro de ATTAC, Susan George.
Daniel Raventós ofrece algunas cifras que arrojan luz sobre la minoría opulenta. Según el informe de la Unión de Bancos Suizos correspondiente a 2013, sólo 2.170 personas (las más ricas del mundo, que no son ni de lejos el 1% de las 7.500 millones de personas que habitan el planeta) contaban en 2013 con una renta equivalente a todo el PIB mundial con la excepción de China y Estados Unidos. En el estado español, algo más de 20 personas disponen de una renta que equivale al 5% del PIB español.
Por eso, subraya el economista, una de las grandes justificaciones de la «libertad republicana» (que se remonta al menos 2.400 años) es que una persona no puede ser libre si no tiene la existencia material garantizada. «La idea de la renta básica la entiendo, siguiendo ese hilo ideológico, como un modo de garantizar la existencia básica de la población, y sin la cual una persona no puede ser libre», afirma Daniel Raventós. Esto se contrapone claramente a la noción de libertad «liberal», que procede de las Cortes de Cádiz y sólo cuenta con dos siglos de existencia.
En el parlamento español se ha debatido en dos ocasiones la idea de una renta básica universal. La derecha ha captado de inmediato todo su potencial y ha advertido, con mucho acierto, que el problema no son los números ni la viabilidad de la iniciativa. Porque los números cuadran. El problema es mucho más de fondo, como perfectamente entiende la patronal: los trabajadores, con la renta básica universal, tendrían un arma para la negociación en la empresa de la que no disponen actualmente. «Por eso la renta básica pone nerviosa la patronal, señala Raventós, que se opone siempre a cualquier mejora, igual que en su día rechazó también que los trabajadores tuvieran vacaciones pagadas».
Ejemplos para componer el argumentario. El único lugar del mundo donde se aplica la renta básica, desde aproximadamente tres décadas, es Alaska. En este estado de Estados Unidos la renta básica no está financiada públicamente, sino por una gran fundación, y tiene carácter universal. Al principio hubo reticencias a la implantación (una sociedad tan individualista como la norteamericana no entendía una prestación estatal a cambio de nada), pero ahora nadie se plantea su eliminación. Entre los ejemplos parciales de renta básica, destaca desde hace una década México DF. Toda persona censada en la capital mexicana (la ciudad más grande del mundo) recibe una cantidad idéntica al salario mínimo interprofesional. La derecha no se atreve a proponer su eliminación. Una conquista inapelable.
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