El 8 de Marzo de 2017 pasará seguramente a la historia por la dimensión internacional que tuvo y, sobre todo, por las masivas movilizaciones por la igualdad y contra la violencia de género. Por primera vez se convocaba un paro a nivel mundial el 8 de marzo por mujeres de cuarenta países. Su movilización y […]
El 8 de Marzo de 2017 pasará seguramente a la historia por la dimensión internacional que tuvo y, sobre todo, por las masivas movilizaciones por la igualdad y contra la violencia de género. Por primera vez se convocaba un paro a nivel mundial el 8 de marzo por mujeres de cuarenta países. Su movilización y protagonismo está creciendo desde que las argentinas se echaron a la calle en 2015 con su «¡Ni una menos!»; después han seguido en otros países como México, Perú y Brasil contra el feminicidio y las violaciones. También en la India o en Turquía, en Polonia contra el ataque al derecho al aborto, en Francia defendiendo la igualdad salarial frente a los recortes del gobierno. O en Estados Unidos nada más ser elegido Trump por su actitud reaccionaria, machista y racista.
Con el paro del 8-M se intentaba visibilizar la importancia social de las mujeres en la reproducción, la producción y los cuidados, y plantear sus demandas de igualdad, de rechazo de la sobreexplotación y de todo tipo de violencias. Las mujeres han decidido que no van pagar la crisis económica y no van a permitir que se recorten sus derechos y los avances conseguidos tras mucha lucha por la oleada neoconservadora que vive el mundo.
No hay datos agregados del paro y es difícil de medir su dimensión porque afectaba a todo tipo de actividades, pero a tenor de la asistencia a las manifestaciones, la jornada fue un éxito. El periódico El País titulaba en primera página -eso sí, debajo de la remontada del Barça- que habían participado cientos de miles de personas en el mundo. Sólo en Madrid hubo cientos de miles de personas, en la manifestación más grande en mucho tiempo, que recordaba las grandes marchas contra la guerra de Irak. Ya en 2016 fue impresionante la manifestación de Madrid, cuando las organizaciones convocantes decidieron pasar de la estrecha calle Atocha, donde tradicionalmente se realizaban, a desfilar por las grandes avenidas, el Paseo del Prado el año pasado, en 2017 en la calle Alcalá y Gran Vía. El País devaluaba la manifestación, pero al menos decía algo, y es que ha sido una vergüenza el apagón informativo de una manifestación que algunos han llegado a cifrar en un millón de personas. Gracias a algunos medios digitales como cuartopoder.es, se ha aportado objetividad a lo sucedido.
Nada pasa por casualidad. La gran afluencia a la manifestación la explica el gran trabajo que se viene haciendo desde hace años. También había circunstancias especiales en esta ocasión. En dos meses de 2017 asesinaron a una veintena de mujeres, según uno de los observatorios más objetivo sobre el tema. Por eso un grupo de mujeres mantuvo una huelga de hambre de 27 días hasta las vísperas del 8 de Marzo. Se desconvocó ante el compromiso de los partidos políticos de crear una subcomisión parlamentaria y abordar la negociación de un Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Hay una gran ofensiva de un patriarcado porque cuando se siente acorralado en sus privilegios, reacciona violentamente. Los avances en la liberación y en la mayor igualdad de las mujeres tienen que ver con este repunte de la violencia extrema y la agresividad en las redes sociales contra el feminismo.
Desgraciadamente la violencia no cesa. A algunos les resulta cansino que se hable de ello, pero lo que realmente colma el vaso es que sigan asesinándolas A modo de ejemplo, veo dos noticias cuando escribo estas líneas que son espeluznantes: Detienen a un violento individuo cuando pretendía agredir a su expareja armado con un machete en Calasparra y Detenido un hombre en Tetuán por dar 10 martillazos en la cabeza a su pareja. Pasa todos los días. A veces hay suerte y la intervención policial o de los vecinos impide la desgracia, pero no siempre.
Es importante un Pacto de Estado, las medidas judiciales y policiales, las ayudas económicas, laborales y psicológicas a las víctimas. Pero el tema es más de fondo y hay que dudar sobre si habrá recursos suficientes para evitar lo que se debe calificar como terrorismo machista. La cuestión es, como decía Iñaqui Gabilondo, ¿qué telarañas tenemos los hombres en la cabeza? Cambiar la mentalidad machista coloca a la educación en primer plano.
Nuestra experiencia en el instituto Villa de Vallecas es muy interesante. Llevamos años trabajando el tema de la igualdad, cada vez con un enfoque diferente: el trabajo y la igualdad, la violencia de género, desmontando mitos del amor romántico, los micromachismos, etc. Elaboramos un dossier anual, se organizan talleres, se empapela el centro y se montan instalaciones, videoarte, lectura de poemas, etc. Los platos fuertes son las charlas de una hora que dan grupos de alumnas y alumnos mayores a todas las clases de 1º y 2º de la ESO. Es una concienciación de ellas y ellos mismos en cascada. Un aprendizaje entre iguales que ya está dando sus frutos. En la mesa redonda de cierre del día este año participaron mujeres del grupo «Ve la Luz», que apoyó la huelga de hambre de Sol, y una feminista histórica. El debate posterior fue muy rico e intenso. En un centro con esta sensibilización, no es extraño que trescientos alumnos de los cursos superiores participasen en el paro simbólico convocado a nivel mundial. No nos engañamos, sabemos que nos queda mucho trabajo por hacer, pero estamos orgullosos del alumnado y del trabajo en valores que se realiza en la enseñanza pública. Es nuestra pequeña aportación para avanzar, poco a poco, en la formación de una ciudadanía con la conciencia clara de que la igualdad empieza en nosotras, las mujeres, y todas las personas de bien.
Fuente: http://www.cuartopoder.es/laespumaylamarea/2017/03/18/la-igualdad-empieza-nosotras/1886