Me he servido de este refrán del ilustre escritor español Don Miguel de Cervantes y Saavedra para titular este artículo, y evaluar a la vez, el comportamiento de los grupos más recalcitrantes del autotitulado exilio cubano y de algunos de sus asalariados de la contrarrevolución interna, en torno a un hecho que ha alcanzado especial […]
Me he servido de este refrán del ilustre escritor español Don Miguel de Cervantes y Saavedra para titular este artículo, y evaluar a la vez, el comportamiento de los grupos más recalcitrantes del autotitulado exilio cubano y de algunos de sus asalariados de la contrarrevolución interna, en torno a un hecho que ha alcanzado especial importancia mediática por estos días: la liberación de decenas de miembros de la quinta columna pro imperialista dentro de Cuba, como resultado de la decisión soberana del Gobierno de Cuba y de las gestiones hechas en torno a esta problemática asumidas por el gobierno español y la Iglesia Católica Cubana, particularmente por parte del cardenal Jaime Ortega Alamino y del ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.
La noticia del proceso de liberación de los 52 presos contrarrevolucionarios fue dada a conocer en los primeros días de julio del presente año, hecho que ha ido consumándose tal como fue previsto por las autoridades cubanas y españolas, así como la jerarquía eclesiástica de la Isla. Hasta el momento fueron excarcelados 26 contrarrevolucionarios que ya emigraron a España y un nuevo grupo de seis lo hará en los días venideros. Otro contrarrevolucionario marchó a Chile y otro, Ariel Sigler, viajó hacia los Estados Unidos, a la par que el propio vocero del Departamento de Estado, Philip Crowley, no excluyó que aquellos contrarrevolucionarios que sean excarcelados puedan emigrar a los Estados Unidos si lo desean.
La República Checa, oficioso servidor de Washington, se sumó a los países que han ofrecido albergue a los contrarrevolucionarios cubanos excarcelados, proponiendo la aceptación de algunos de ellos y sus familiares, concediéndoles el estatus de refugiados políticos, permiso de residencia y trabajo, así como ayudas económicas y plazas escolares para sus hijos.
A pesar de los esfuerzos desinteresados de las partes en las conversaciones que condujeron a la excarcelación de los contrarrevolucionarios, respaldados por el propio Vaticano, los gobiernos de varias naciones como Estados Unidos y la propia Unión Europea, un grupo de miembros de la contrarrevolución interna, siguiendo indicaciones de los grupos intolerantes radicados en Miami e interesados en mantener a toda costa una actitud de hostilidad hacia Cuba, enviaron una carta al papa Benedicto XVI, en la que enjuiciaron injustamente los buenos oficios de la Iglesia Católica Cubana, empleando términos ofensivos y que muestran su catadura como personajes soberbios y malagradecidos. Valga también para retratar a estos ingratos otro refrán expresado por Duc de Levis, el cual reza: «La ingratitud no descorazona a la verdadera caridad, pero sirve de pretexto al egoísmo».
En la tendenciosa misiva, cargada de mentiras y falsas acusaciones, tratan de denigrar el papel de la Iglesia, implicándola en la complacencia ante un supuesto incremento de la violación de los derechos humanos en Cuba. Tal fue la muestra de desagradecimiento expresado por la gusanera dentro de Cuba que la propia Iglesia respondió enérgicamente a dichos ataques. En una nota de prensa del Arzobispado de la Habana, emitida el pasado 20 de agosto en respuesta a la calumniosa carta de la contrarrevolución al Papa Benedicto XVI, se expresa:
«Cuando la Iglesia aceptó la misión de mediar entre los familiares de los presos o damas de blanco, y las autoridades cubanas, sabía que esta mediación podría ser interpretada de las más disímiles maneras y provocar diversas reacciones: desde el insulto y la difamación, hasta la aceptación y el agradecimiento. Permanecer inactiva no era una opción válida para la Iglesia por su misión pastoral.»
Más adelante, puntualizó: «La acción de la Iglesia a favor del respeto a la dignidad de todos los cubanos y la armonía social en Cuba no comenzó hace veinte años, y ha sido una acción que no se ha apoyado, ni se apoyará nunca, en tendencias políticas, ni en las del gobierno ni en las de quienes se le oponen, sino en su misión pastoral. La Iglesia en Cuba no desviará su atención de aquello que la motivó a actuar en este proceso: el reclamo humanitario de familias que han sufrido por el encarcelamiento de uno o más de sus miembros.»
Por su parte, el pasado 23 de agosto, la revista católica Espacio Laical puso en su cabal dimensión el papel de la contrarrevolución interna como saboteadora del proceso actual de diálogo promovido entre la Iglesia católica y el gobierno cubano. Sin tapujos, desnuda la mala intención de la carta enviada al Papa y la mala fe explícita al juzgar el papel de los jerarcas eclesiásticos cubanos, acusándolos de haber evitado, a lo largo de este tiempo, propiciar un posible diálogo político con las autoridades de la Isla.
Los mafiosos en el Congreso patalean contra Cuba.
La batuta de los ataques anti cubanos, contra el gobierno español y contra la Iglesia ha sido dirigida por los cavernarios congresistas de la mafia terrorista como Ileana Ros-Lehtinen, y los hermanos Lincoln y Mario Díaz-Balart, Albio Sires y el senador Robert Menéndez, ambos demócratas de New Jersey, quienes el 16 de agosto apoyaron a los participantes en una provocación contrarrevolucionaria realizada en las escalinatas de la Universidad de la Habana, con la clara pretensión de seguir alentando las campañas mediáticas contra la Isla y de agriar el ambiente de distensión surgido con posterioridad al inicio del proceso de liberación de los presos contrarrevolucionarios. Llegaron al extremo de expresar que los representantes de la Iglesia en Cuba «están constantemente en culto de alabanza a los hermanos Castro, y pidiendo recompensas monetarias para los Castro en gratitud a sus actos criminales». Parte de sus ataques en el Congreso fueron dirigidos contra el propio gobierno de Obama, luego del anuncio de algunas medidas para flexibilizar su política hacia Cuba. En una carta a Obama, expresaron igualmente: «Queremos llamar su atención a las partes pertinentes de las leyes de Estados Unidos y, de acuerdo con estas, pedir respetuosamente que su administración reconsidere emitir cualquier determinación alterando políticas de los Estados Unidos que tienen como objetivo la dictadura cubana».
Uno de los más enconados detractores de la Iglesia dentro de Cuba ha sido Oswaldo Payá, jefe del grupúsculo contrarrevolucionario conocido como Movimiento Cristiano Liberación, quien el 17 de junio pasado criticó a la misma en un comunicado denominado Transparencia para Cuba. A él se han sumado varios firmantes de la tendenciosa carta como Vladimiro Roca, Marta Beatriz Roque, Idania Yánez Contreras, Jorge Luís García Pérez («Antúnez»), Pedro Arguelles Morán, Arnaldo Ramos Lauzurique, Roberto de Miranda y Marcelo López Bañobre. Por su parte, las llamadas Damas de Blanco se desmarcaron de los ataques lanzados por una parte de la contrarrevolución interna, respaldaron la labor de la Iglesia y expresaron su fe en la continuidad de las excarcelaciones.
La mafia de Miami promueve la ingratitud
Hasta España, con las maletas cargadas de odio visceral contra Cuba y falsas promesas de apoyo, acudió presurosa Silvia Iriondo, presidenta de la Asociación Madres y Mujeres Antirepresión (MAR por Cuba), para encontrarse con algunos de los contrarrevolucionarios recientemente liberados y para frenar el descontento reinante entre ellos con un poco de dinero, y quienes se creían merecedores de toda la gloria del mundo y padecían de una obcecada y visible frustración ante el sencillo recibimiento propiciado por la Cruz Roja española. Allí, ante sus oficiosos y ahora dubitativos servidores, Iriondo lanzó una nueva clarinada de guerra ideológica contra Cuba, anunciando sabotear el levantamiento de la Posición Común hacia Cuba por parte de la Unión Europea, lo que se ha convertido en proyecto político ideológico de los intolerantes enemigos de la Revolución. Para cumplir este cometido, Iriondo anunció una gira de mafiosos anticubanos por varias ciudades de la vieja Europa.
La presidenta de MAR por Cuba esgrimió su verbo falaz para atacar el criticado «arreglo» entre el gobierno de Raúl Castro y la Iglesia Católica cubana, que favoreció la excarcelación, y posterior llegada a España, de más de 20 contrarrevolucionarios. Aunque fue cauta, dejó entrever una tácita acusación contra la Iglesia Católica Cubana.
El 12 de agosto de 2010, otro representante de la flor y nata del terrorismo anticubano, Ernesto Díaz Rodríguez, Secretario General de Alpha 66, declaró de forma descompuesta y golpeado por una rabia frustrante: «No sólo para mí, sino también para muchos luchadores por la libertad de Cuba, la máxima autoridad de la iglesia católica cubana, el cardenal Jaime Ortega Alamino, ha sido una figura gris, decepcionante en su actitud ante las injusticias de la dictadura comunista de Cuba.»
El junio 23 de 2010, la directiva de la recalcitrante organización Vigilia Mambisa lanzó igualmente enconados ataques contra Ortega Alamino, de quien expresó: «…en total vigilancia por los intereses de nuestra patria esclava. Hemos preparado este documento en el cual denunciamos ante el pueblo y la prensa varios puntos referentes a personas y entidades como en el caso del Cardenal Cubano Jaime Ortega Alamino que utilizan la tragedia de la familia cubana para sus propios propósitos y no está al lado de los justos y de los débiles.»
Luego continuó su enconado ataque, con la misma saña que cuando destruyó los discos de Juanes en la Calle 8 de Miami: «El Cardenal Cubano que radica en la iglesia en la Habana, Jaime Ortega Alamino, está muy vinculado a la política de los brazos abiertos a los hermanos Castro y sirve de ayuda y faro de guía, a un desgobierno que tiene como cargo criminal mas de 300,000 muertos y desaparecidos desde 1959 hasta 2010. (…) El Cardenal no es una persona sincera frente al dolor de sus feligreses, los presos políticos y opositores que languidecen en las mazmorras de las cárceles Cubanas.»
Por su parte, la terrorista organización Cuba Independiente y Democrática no se quedó atrás en la histeria anti eclesiástica en su Blogspot: «En Cuba hay todo un pueblo, secuestrado al que infames como Moratinos y seamos mas suaves, el Cardenal Ortega cumpliendo tan urgentes misiones del generalato para el cual no se atreven a mencionar y reclamar derechos, libertades y justicia.»
Ninoska Pérez-Castellón, miembro del Consejo por la Libertad de Cuba, salió en defensa de los contrarrevolucionarios internos emisores de la carta al Papa, argumentando que: «Si la carta es ofensiva para ellos, las víctimas también tienen derecho a ofenderse». No es la primera vez que el terrorista CLC ataca a la Iglesia cubana. Recuérdese que en marzo de 2008, el CLC criticó la política del Vaticano con respecto a Cuba en los momentos previos a la visita del Papa Benedicto XVI a Estados Unidos. Horacio Salvador García Cordero, presidente del CLC y consumado terrorista, explicó que su grupo imprimiría 20 mil postales criticando las declaraciones del Secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, en su visita a Cuba a finales de febrero de ese año.
La FNCA, actuando esta vez con extremada cautela y cuidado, evitó apoyar los ataques a la Iglesia, usando otra vez el disfraz de oveja, al declarar el terrorista Francisco José Hernández Calvo: «Comprendemos la frustración de los disidentes» (…) «Y comprendemos también que la influencia de la Iglesia es muy limitada con el régimen castrista, que aprovecha todas las posibilidades para adelantar su agenda».
La intolerancia de la extrema derecha anticubana de Miami, el servilismo a ultranza de sus empleados contrarrevolucionarios dentro de la Isla, artífices de provocaciones y falsedades, han mostrado su verdadero rostro y la inconformidad enfermiza de los oportunistas, al tratar de boicotear el ambiente de franco diálogo entre la iglesia y el gobierno cubanos.
La verdad es que si Séneca estuviera vivo, no vacilaría en revivir aquella frase suya tan elocuente y que reza: «No puede el codicioso ser agradecido», al conocer el contenido de la actual carta que un grupo de mercenarios del imperio, descontentos con el fruto de las gestiones de la Iglesia Católica y del gobierno español para lograr su excarcelación, gracias a la comprensión, buena voluntad y decisión soberana del Estado cubano, en la que expresan al Papa Benedicto XVI un malsano mal agradecimiento por las gestiones hechas por sus representantes en la Habana. El irrespetuoso tratamiento con que se tilda la buena fe de la Iglesia con epítetos «lamentable» y «bochornosa», sirve de marco para que casi un centenar de contrarrevolucionarios y oportunistas como Vladimiro Roca, Jorge Luís García, «Antúnez», y Martha Beatriz Roque, pongan en tela de juicio los esfuerzos eclesiásticos por lograr la reconciliación nacional entre los cubanos, sobre la base del respeto de la legislación vigente y aprobada por la gran mayoría de los cubanos.
No cabe duda que en el trasfondo de esta misiva provocadora están las orientaciones de los representantes de la más cavernaria intolerancia contrarrevolucionaria radicada en Miami, quienes dirigen tras bambalinas a sus asalariados internos. Muchos de ellos, en abierta provocación han tratado de sabotear los acuerdos entre la Iglesia, el Gobierno español y el Estado cubano, unos creando nuevas provocaciones, falsas denuncias de represión por parte de las autoridades cubanas o tratando de apresurar el lógico proceso de excarcelación previamente acordado.
En abierto chantaje e infame soberbia, típica de los mafiosos, pretenden que la Iglesia asuma posiciones políticas ajenas a sus principios religiosos, presionándola a una ilógica radicalización en sus posiciones de diálogo y a la promoción de un indeseado y nocivo enfrentamiento con el gobierno.
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