Reuniones culturales y conciertos fueron la forma cubana de festejar el 53 aniversario de la revolución. Gobiernos amigos del mundo la saludaron con admiración. Y el imperio rechinó los dientes, con odio. La conmemoración de la revolución tuvo de todo en La Habana y otras ciudades. Apegados a la tradición, se dispararon 21 tiros de […]
Reuniones culturales y conciertos fueron la forma cubana de festejar el 53 aniversario de la revolución. Gobiernos amigos del mundo la saludaron con admiración. Y el imperio rechinó los dientes, con odio.
La conmemoración de la revolución tuvo de todo en La Habana y otras ciudades. Apegados a la tradición, se dispararon 21 tiros de cañón en la Fortaleza San Carlos. Posiblemente esos cañonazos quisieran decirles a los enemigos que quien invada Cuba, como sentenció Antonio Maceo, «recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha». A los amigos, esas salvas pueden despabilarlos, por si alguno se durmió en los laureles…
La fiesta no se vistió del militar verde olivo. Tuvo mucho de cultural, como corresponde a una nación que ostenta un alto grado de desarrollo científico e intelectual. En la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana, el Ballet Nacional de Cuba dirigido por la longeva Alicia Alonso interpretó Cascanueces. En la calle, en la Tribuna Antiimperialista «José Martí», actuó el premio nacional de Música 2011, Pachi Naranjo y su orquesta Original de Manzanillo. En Holguín hubo cena gigante, bailes, etc. En Santiago de Cuba, niños y jóvenes hicieron una imitación de la marcha de los guerrilleros de 1959.
En fin, cañones y cultura, de puntería y calidad, sirvieron como herramientas para anunciar a los 11.2 millones de cubanos que la revolución está vivita y coleando. Bloqueada en forma impiadosa por el mal vecino estadounidense, de todos modos Cuba va. En el camino quedaron burgueses como Manuel Urrutia y José Miró Cardona, algunos traidores como el general Raúl Arnaldo Ochoa. Y fueron superados los 638 intentos de la CIA por asesinar a Fidel Castro, que desafiaba a Wall Street y el Pentágono a sólo 90 millas de La Florida.
La dirección de un proceso revolucionario es un asunto capital
Los soviéticos perdieron a Lenin por enfermedad en 1924, tras ser baleado por una activista socialista-revolucionaria, «de izquierda», apenas a siete años de la insurrección de Petrogrado. Los cubanos, en cambio, han tenido la eficacia de haber conjurado esos centenares de intentos de matar al comandante. Y éste llevó las riendas del gobierno con la sapiencia de un estadista, hasta 2006, cuando cayó enfermo y fue reemplazado por el entonces segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, Raúl Castro.
Incluso hoy cuando está retirado de cargos en el gobierno y PCC, Fidel provee apoyo intelectual. En 2011 escribió 49 Reflexiones sobre diversos temas: el primero «¿Qué diría Einstein?», del 6/01/2011 y el último de esta serie «Cinismo genocida», del 14/11/2011. Contar con un dirigente excepcional fue una bendición de la revolución cubana, que explica en parte las victorias. En 1898, cuando caía en batalla José Martí, el ruso Jorge Plejanov escribía «El rol del individuo en la historia». Si hubiera conocido al nacido en Birán el 13 de agosto de 1926, lo habría puesto de ejemplo. La masa hace la gran parte de esta historia, por supuesto, pero necesita una buena dirección. Cuba la tuvo. Y la tiene como se vio en el VI Congreso del PCC.
Vaso medio lleno
Para evaluar los logros de un gobierno hay que ver los resultados de su gestión y el contexto en que fueron alcanzados. Una cosa es que no haya bloqueo imperial y otra es si se sufren todas sus consecuencias. El balance tiene que tomar en consideración los datos del país. ¿Tiene una pampa húmeda como la Argentina capaz de producir alimentos para 400 millones de personas? ¿O la riqueza petrolera de una Arabia Saudita o Venezuela? ¿La revolución heredó un aparato industrial de primer nivel al que sólo debió cambiar de rótulo, de «Sociedad Anónima» a «Socialista»?
La sola enunciación de esos criterios anticipa la buena nota de quienes en 1959 encontraron las arcas del Banco Nacional vaciadas por la banda de Fulgencio Batista en fuga hacia República Dominicana. Que arrancaron con un pueblo estragado por el analfabetismo y tremendo atraso en los bohíos campesinos. Su industria era coja, caminaba con la pata de los ingenios azucareros. No tenía petróleo y a lo sumo refinaba en empresas norteamericanas hasta que éstas dijeron No.
Hablando del «oro negro», en base a su esfuerzo y los contratos firmados con empresas extranjeras -un cambio que viene de varios años atrás- en 2011 Cuba produjo 4 millones de toneladas de petróleo y gas. Y van a ser muchos más si progresa la exploración de sus socios internacionales en zonas propias del Golfo de México (van fifty-fifty en lo que se halle). La gusanería de Miami con bancas en el Capitolio, como la republicana Ileana Ros-Lehtinen, clama para que EE UU lo impida so pretexto de precaverse de derrames petroleros que afecten al golfo y La Florida.
Haber erradicado el analfabetismo a fines de 1961, puso a la Mayor de las Antillas a la vanguardia -en el buen sentido sarmientino- de «educar al soberano». Y el impulso llega hasta hoy: 500.000 estudiantes comenzaron el pasado 5 de setiembre el año lectivo en 50 universidades.
Muchos de esos alumnos son extranjeros. Miles de becarios de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) estudian gratuitamente con el compromiso de volver como médicos a sus poblaciones. Ya van por la séptima promoción, desde que en 2005 se graduó la primera. Antes de 1999 la isla mandaba sus médicos a las naciones afectadas por una epidemia o terremoto, y luego pasó a formarles sus propios profesionales. Esto no significa que los galenos cubanos no sigan yendo donde se los necesita: 40.000 especialistas están en 70 países, muchos son médicos. Fueron a Haití y Pakistán, pasando por Venezuela y Angola. Donde hay un intenso dolor humano, un médico cubano lo atiende.
Los gobernantes norteamericanos tratan de comprar a esos médicos cubanos, como a los atletas. De vez en cuando logran un pescado, pero el grueso de los tentados no se traga el anzuelo. ¿Prueba? Cuba ocupó el segundo lugar en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, con 58 medallas de oro.
Todo lo que falta
Si la revolución social ha avanzado a pesar de tanto bloqueo, «cordón sanitario», invasiones, intentos de asesinatos, atentados terroristas, propagación de dengue, campañas mediáticas y labor de zapa de los «quintacolumnistas», etc, es porque goza del apoyo de la amplia mayoría de la población. Esto no es algo fortuito. Esa gente protagoniza la revolución y la apoya porque conoce sus bondades. Un círculo virtuoso.
La tasa de mortalidad infantil en Cuba es inferior al 5 por cada mil nacidos vivos. En Argentina, donde también hubo progresos, es de 12 por mil, por lo que resta mucho por hacer, tal como le recomendó Fidel Castro a Néstor Kirchner en la cumbre del Mercosur en Córdoba, en 2006.
En setiembre pasado el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) divulgó el informe «Progreso para la Infancia un Balance sobre la Nutrición». Allí se alertaba que en el mundo existen 146 millones de niños menores de cinco años con problemas de graves de desnutrición infantil. Ninguno de ellos es cubano. UNICEF confirmó que Cuba es el único país sin desnutrición infantil. Por su parte la UNESCO reconoció que el 99,8 por ciento de los cubanos mayores de 15 años saben leer y escribir.
¿Acaso sólo se ocupan de los niños? No. La esperanza de vida de los isleños es de 78 años y eso significa que los adultos también son bien tratados, bien alimentados y bien medicados.
Cuando la ONU haga en 2015 el racconto de los Objetivos del Milenio de salud y educación, la isla estará en el podio. Su canciller Bruno Rodríguez manifestó en la ONU: «en Cuba, las metas previstas en la Declaración del Milenio han sido cumplidas prácticamente en su totalidad, y en algunos casos superadas con creces».
Antes se dijo que el vaso de la revolución estaba «medio lleno». También afronta sus dificultades, problemas y errores, y en este sentido también se lo puede ver «medio vacío». El VI Congreso partidario, los consejos de ministros, la Asamblea Nacional, etc, han hecho un serio llamado contra el burocratismo, el delito, la corrupción, la indisciplina laboral, el fraude, el cuatrerismo y una serie de deformaciones. La situación es grave, al punto que Raúl Castro ha denunciado que «la corrupción equivale a la contrarrevolución».
Pugilísticamente hablando, los cubanos han aplicado «un-dos» a ese enemigo interno: en abril de 2010 fue el VI Congreso y en enero realizarán la Conferencia nacional. No podrán decir que están cansados. El 1 de enero de 1959, su comandante en jefe habló ante la multitud reunida en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba y advirtió: «la Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros». Tal cual.
Fuente original: http://www.laarena.com.ar/