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La Ley 52/07 (de la Memoria Historica)

Fuentes: Rebelión

No recuerdo quien de los dos fue el que lo contó, extremo sin importancia, pero sucedió que Garcia Marquez, siguiendo por lo visto una costumbre de colegas, remitió, antes de publicarse, el manuscrito de CIEN AÑOS DE SOLEDAD a Carlos Fuentes y Julio Cortazar. Tras leerlo como un poseso, Fuentes telefoneó a Cortazar y la […]

No recuerdo quien de los dos fue el que lo contó, extremo sin importancia, pero sucedió que Garcia Marquez, siguiendo por lo visto una costumbre de colegas, remitió, antes de publicarse, el manuscrito de CIEN AÑOS DE SOLEDAD a Carlos Fuentes y Julio Cortazar. Tras leerlo como un poseso, Fuentes telefoneó a Cortazar y la conversación fue, mas o menos, así:

-¿has leído lo que te mandó Gabo?

-Si, che, de un trago, ¿y ahora? ¿a que nos vamos a dedicar?

-Tendremos que cambiar de oficio.

En su intervención al recoger el Premio Cervantes, Juan Gelman aludió a la memoria histórica, y lo hizo con tal elegancia y puntería que le quitó las ganas hasta al mas voluntarioso de decir nada mas sobre el asunto: …nuevamente a una España empeñada en rescatar su memoria histórica, único camino para construir una conciencia cívica sólida que abra las puertas al futuro…la nuestra es la verdad del sufrimiento. La de los asesinos la cobardía del silencio…

Por lo que a mi respecta lo que sigue ya estaba escrito cuando Gelman nos quitó la palabra para decirlo todo cien veces mejor.

La ley 52/07 del 26 de diciembre, llamada de la memoria histórica, como se ha insistido desde muchos ángulos, resulta manifiestamente disociada de lo que pretende regular, e incluso incongruente entre lo que dice que regula y su propia articulación.

Se comienza, a mi juicio -es una opinión que comparto-, con una calificación equivocada del presupuesto hecho en que descansa la norma.

La noche trágica del franquismo no fue, como se dice, un tiempo de violación de los derechos humanos; fue un periodo de crímenes contra la humanidad, o de crímenes de lesa humanidad como también se pueden calificar aquellos tiempos de piedra de acuerdo con lo establecido en el art.7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional.

Cuando por la vía del eufemismo se rebaja ficticiamente la entidad del delito, la reparación de sus consecuencias, y la propia función ejemplificadora que se le supone al derecho, resultara insuficiente, cuando no deformante. En el caso, la desproporción entre los hechos y la norma reguladora resulta clamorosa. La montaña parió un ratón.

La Ley es prodiga en perlas. Así, por ejm. tendrán derecho a ser indemnizados los que padecieran mas de tres años de presidio (¡¡), ¿Y los encarcelados menos de tres años? Seguramente los legisladores hayan echado sus cuentas y lo sufrido en prisión en tiempo inferior a tres va para cubrir gastos, no en vano todo era, como si dijéramos, a pensión completa, y con alguna coquetería añadida, como aquella natilla que se obsequiaba, de suplemento, los domingos, festivos y fiestas de guardar. ¿Conocieron sus ilustrísimas señorías las cárceles y las comisarias franquistas? ¿sabían, aunque fuera por un casual, por referencias quiero decir, que en aquellas circunstancias no ya tres años, sino tres días, eran una eternidad?

Cuando se pasea por la Toscana, por Paris, por Praga, por Belgrado, por Lisboa, por Atenas, y por tantas otras ciudades de Europa, y se advierte el sentido recuerdo a los héroes de la resistencia, y a las victimas del fascismo, no puede uno dejarse de emocionar por ellos, y sobre todo por la ausencia de memoria por los nuestros… que en España fue mucho peor.

Desde luego no parece que la transición fuera tan ejemplar. Aquí no hubo ruptura, aquí no hubo ni siquiera reconciliación entre las fuerzas de la democracia, aquí lo que hubo fue una reconciliación con una derecha que no rompía con el pasado, sino que se distanciaba de el como forma de gobierno que le había nublado el horizonte y le amenazaba con males peores. Tal vez durante años hayamos confundido la libertad con el largo de la soga que tenemos sujeta al cuello.

La reserva fascista no fue destruida, ni en el estado, ni en la sociedad civil, ni en los poderes económico-ideológicos, y eso oprime y sigue oprimiendo como una losa funeraria al régimen democrático. Se trata de un legado no destruido que se reproduce de manera recurrente, que infiltra profundamente a la derecha y a sus instrumentos de consenso social, a niveles que no tienen parangón en Europa

La Ley 52/07 es tributaria de esas servidumbres… y de otras. En mi opinión en el legislador ha pesado tanto el temor a una reacción, que realmente existe, como la valoración amanerada del fascismo propia de quienes ni lucharon realmente contra la dictadura -salvo excepciones- ni tampoco han comprendido su naturaleza.

Como la seriedad no esta reñida con el humor, de la Ley se podría afirmar lo que decía Mario Moreno, Cantinflas, de si mismo:

Oiga, doctor, que yo con el deber soy persona cumplida, si debo, debo.

-¿Y en lo del pagar?

– Eso ya es otra vaina caballero.

La ley tiene, sin duda, componentes positivos. No nos referimos solo a las reparaciones de algunos colectivos de victimas, al trato de los exiliados y sus descendientes, al lavado de imágenes del fascismo… que aunque insuficientes, y a veces mezquinas, son más de lo que había. Lo mejor de esta ley es que, como la de Alfonsín no solo no pone punto final sino que tiene el efecto de avivar el conocimiento y la conciencia sobre las formas más criminales del dominio de la derecha.

Lo fundamental será entender que el fascismo no es un accidente, ni la expresión del cuadro clínico, sádico y criminal, de este o cualquier caudillo de la derecha. Ni tampoco, como se gusta argumentar, para diluir responsabilidades en el mundo de la metafísica, un episodio de la dialéctica hegeliana, una suerte de perversión de las ideas, que se apodera del cerebro de los vivos, no se sabe como.

No fue nada de eso. El fascismo, esencialmente, es la forma de gobierno que la derecha, incluyendo la aparentemente más civilizada, escoge, alimenta o legitima, sin detenerse ante crimen alguno, cuando los intereses de la oligarquía que representa y que mueve los hilos, se sienten en peligro. A esto se refería, sin decirlo, Gil Robles cuando escribía NO FUE POSIBLE LA PAZ. No fue posible por el derecho de huelga, por la movilización campesina, por el movimiento obrero, por el frente popular…Nada hubiera pasado si se hubiese cultivado la virtud de la resignación, si se hubiera dejado al altísimo ajustar las cuentas a la hora que toca, en el juicio final, allá por el Valle del Eufrates.

Es verdad que hubo gentes de la derecha que no participaron en el holocausto, pero en esto sucede como en los desiertos, que no por tener oasis dejan de ser desiertos, es mas, condición de los desiertos es tener oasis.

Sin entender aquel antagonismo la memoria tendrá una falsa representación del pasado, y en consecuencia será poco útil para el presente y para el futuro. Cuanto menos, tan importante es para la historia social saber lo que pasó, como saber porqué pasó.

Poco antes de morir en 1939, ligero de equipaje, Antonio Machado volvía a conmovernos cuando escribía en realidad, cuando meditamos sobre el pasado para enterarnos lo que llevaba dentro, es fácil que encontremos en él un cúmulo de esperanzas, no logradas, pero tampoco fallidas…un futuro, en suma objeto legitimo de profecía. Profecías que no descienden de las cumbres del Sinaí, sino que están en las entrañas mismas de la historia.