Según un despacho de EFE, aparecido hoy en el libelo de la mafia anticubana de Miami, El Nuevo Herald, los elementos más reaccionarios radicados en La Florida, han preparado un plan alternativo al ofrecido por el Arzobispo Thomas Wenski, para que los cubano americanos asistan a los eventos relacionados con la visita de Benedicto XVI […]
Según un despacho de EFE, aparecido hoy en el libelo de la mafia anticubana de Miami, El Nuevo Herald, los elementos más reaccionarios radicados en La Florida, han preparado un plan alternativo al ofrecido por el Arzobispo Thomas Wenski, para que los cubano americanos asistan a los eventos relacionados con la visita de Benedicto XVI a Cuba, el cual, además de no ser consultado con los organizadores de las actividades religiosas -entiéndase Cuba y la Iglesia Católica.- tiene un claro y evidente contenido provocador.
Como el capitán Garfio y sus piratas, elementos de la flotilla Democracia confirmaron el montaje de una nueva provocación, en aguas internacionales, con un despliegue de luces frente a las costas cubanas. Sin remilgos, Norman del Valle, vicepresidente del Movimiento Democracia, declaró: «Estamos analizando seriamente la posibilidad de organizar una flotilla para celebrar la visita del Papa y recordarle que también hay una diáspora que cree en Dios y que no se le permite entrar a su patria». (…) «La idea es tener presencia frente a La Habana y esperando que nos dejen entrar. Nos imaginamos que no nos permitirán entrar, pero nosotros estaríamos en aguas internacionales aplaudiendo la visita del Papa».
Unos días antes, el 17 de diciembre pasado, el jefe mafiosos de esta organización, Saúl Ramón Sánchez Rizo, reunió en Miami a varios de sus compinches para montar este show mediático, intentando usarlo como elemento de presión contra el gobierno cubano y sabotear deliberadamente tan magno acontecimiento, en el que primará la hermandad entre los cubanos, la sana reflexión sobre el futuro, el humanismo, la paz, y la apuesta por la bondad y el respeto común entre los hombres
Es obvio que estos provocadores se sintieron frustrados al conocer que la Archidiócesis de Miami había sido elegida como legítimo promotor de estos viajes a Cuba y, viéndose desbancados de sus aspiraciones malsanas y protagónicas, no quisieron quedarse con las manos cruzadas, tal como advertimos recientemente en un artículo titulado «La Iglesia le propina un golpe a la mafia anticubana de Miami».
Por otra parte, envalentonados por el apoyo por parte del gobierno de Obama a su peligrosa incursión del 9 de diciembre pasado, en que lazaron luces artificiales, que pocos cubanos vieron, supuestamente en apoyo a la exigua e irrepresentativa contrarrevolución interna dentro de la Isla, pretenden realizar dos acciones poco recomendadas y peligrosas: la primera de ellas será lanzar fuegos artificiales frente a Cuba y tratar de penetrar en nuestras aguas nacionales, trayendo consigo a un centenar de embarcaciones aproximadamente; la segunda, es realizar un bojeo por la Isla y lanzar estos mismos artilugios luminosos frente a las ciudades costeras cubanas.
Cuando en Santiago y La Habana reine un sentimiento de amor entre los hombres y los fieles expresen libremente, sin ataduras, la confirmación de su fe religiosa, estos provocadores arguyen que vendrán a traer un mensaje de paz a los cubanos. Falaz pretexto y dudosa intención.
Esta opción alternativa de la línea dura de los mafiosos de Miami, erigida sobre la base de la más detestable campaña contra el arzobispo Thomas Wenski y la jerarquía eclesiástica, a quienes llegaron a irrespetar en varias oportunidades y tildarlos de promover un simple «viaje turístico» a Cuba, carece de sentido y fuerza moral. Por ello, no será reconocida por Cuba.
En mi opinión, Cuba, por su parte, expresa su repudio a esta maniobra de la extrema derecha y anticubana radicada en Miami y reafirma que abrirá sus puertas solo a quienes vengan a su territorio de buena fe y siguiendo los procedimientos de traslado, previamente acordados con la Iglesia Católica. Ese es su legítimo derecho y lo hará valer.
Cuba, a la vez, apuesta por la reconciliación nacional entre los cubanos, siempre que se respete la opinión generalizada de su pueblo en apoyo a su sistema social, refrendado por todos nuestros ciudadanos constitucionalmente, opino yo.
Es también mi criterio, que recaerá sobre el gobierno norteamericano la responsabilidad por los eventos que se deriven de esta provocación, si llegara a autorizar la salida de las embarcaciones asociadas al Movimiento Democracia.
No cabe dudas, que todos los cubanos radicados en la Isla podrán expresar libremente al Pontífice sus opiniones y puntos de vista y respetaremos ese derecho, si la Iglesia así lo estima necesario y en correspondencia con la cargada agenda del Pontífice.
La visita del Papa a Cuba es esperada con gran expectativa y respeto por todo nuestro pueblo, amable y solidario, respetuoso más allá de sus propias creencias religiosas y siempre presto a dar al visitante bueno una calurosa acogida.
Quien intente sabotear este crucial evento, tendrá la respuesta que merece.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.