Activista incansable, psicóloga, profesora, delegada sindical y ex portavoz de USTEC-STES, Rosa Cañadell es autora de numerosos libros y de un gran numero de artículos publicados en revistas nacionales e internacionales. Nuestra conversación se ha centrado en su última obra, editada por El Viejo Topo en su colección «Preguntas (y respuestas) más frecuentes». *** Claro, […]
Activista incansable, psicóloga, profesora, delegada sindical y ex portavoz de USTEC-STES, Rosa Cañadell es autora de numerosos libros y de un gran numero de artículos publicados en revistas nacionales e internacionales.
Nuestra conversación se ha centrado en su última obra, editada por El Viejo Topo en su colección «Preguntas (y respuestas) más frecuentes».
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Claro, informado, excelentemente argumentado, mejor escrito… Una joya. Felicidades Rosa. Empiezo por el preámbulo. Señalas en él que la educación, por definición, ideológica. ¿Qué significa eso de que la educación es ideológica? ¿Por qué es así y debe ser así?
La educación transmite conocimientos pero también valores. La selección de estos contenidos, la metodología utilizada, los valores que se pretende transmitir, la organización de los centros… todo ello define una opción ideológica.
De hecho esto es algo que saben todos los gobiernos, tanto de derechas como de izquierdas, y la prueba es que cuando hay un cambio social y político importante, lo primero que se cambia es la educación. Esto sucedió durante nuestra última República y lo mismo con la dictadura franquista. Esto sucedió en la dictadura de Pinochet y en la revolución de Nicaragua.
En la sandinista, en el primer sandinismo, allí nos conocimos y allí empecé a admirarte.
Partes, señalas, de que la educación es fundamental para «el desarrollo integral de nuestros chicos y chicas». ¿Qué es eso del desarrollo integral de nuestros niños y jóvenes?
Implica que el objetivo de la educación no es solamente transmitir conocimientos «útiles para trabajar», sino también útiles para una vida en sociedad. Que la educación trata de hacer personas cultas, sensibles, creativas, solidarias… y no sólo «buenos trabajadores». Para ello es importante, no sólo los contenidos instrumentales, sino todo aquello que pueda desarrollar el espíritu crítico, la capacidad de intervenir en la mejora de la sociedad, la capacidad de ordenar la propia vida, de disfrutar con la música, el arte, etc.
Afirmas que la educación es esencial para la «cohesión social de nuestra comunidad». ¿Por qué? ¿Cómo se alcanza esa cohesión social?
La educación pública tiene (o debería tener) como objetivo dar las mismas posibilidades de desarrollo personal e intelectual a todos los niños y niñas, independientemente de su origen social, económico o cultural. Es lo que se llama, lo que llamamos igualdad de oportunidades. Cuando esto no es así, la división y segregación social a partir de los recursos económicos y culturales de las familias, se consolidan y se aumentan las desigualdades, con lo que la sociedad está cada vez más dividida y segregada.
Señalas en el libro que la educación debe servir para conseguir un trabajo digno y tener una vida plena. Pero ¿cómo puede ser eso posible si los trabajos que se ofrecen aquí y allí tienen muy poco que ver con la dignidad y con la posibilidad de tener una vida mínimamente digna?
Varias cosas. Por un lado, incluso en momentos de crisis y paro desorbitado, los y las jóvenes con estudios tienen un porcentaje mayor de encontrar un puesto de trabajo. Así, según datos del INE, en 2011, un 43% de los jóvenes entre 25 y 30 años que no habían aprobado la ESO estaban en paro, mientras que este porcentaje se reduce hasta el 17 % en el caso de los jóvenes que terminaron la universidad. Y por otro lado, la vida va más allá del trabajo, y una educación global, que estimule la lectura, la imaginación, el placer por el arte, la música, la capacidad de relacionarse, de implicarse socialmente, etc. ayudan a tener una vida más digna y más satisfactoria.
La crisis, señalas en el primer apartado del libro, ha sido la excusa perfecta para implementar un modelo neoliberal en el ámbito de la educación. ¿Nos explicas brevemente las características de ese modelo? ¿Por qué lo aceptamos si lo aceptamos?
El modelo neoliberal parte de la base que la educación es un bien individual y su valor es básicamente económico y, por lo tanto, debe estar sujeto a las leyes del mercado como cualquier otra mercancía. La educación, así entendida, pasa a estar al servicio de la economía en su doble vertiente: por un lado, debe estar «adaptada» a las necesidades de las empresas y del mundo laboral y, por otro, debe ser «rentable», o sea, gestionada con criterios empresariales y ser susceptible de negocio privado. Este modelo educativo no considera ya que es el Estado el que garantiza el derecho a la cultura y a la formación, sino que son los individuos los que deben «invertir» en educación, con lo que los «educandos» o sus familias, se convierten en los nuevos «clientes», con derecho a elegir y a exigir resultados satisfactorios que rentabilicen su «inversión». Y los educadores, a su vez, pasan a ser meros trabajadores al servicio de las demandas del mercado, que se limitan a implementar currículos y metodologías que los «expertos» decidieron y que los nuevos gestores de los centros educativos llevan a la práctica de forma «eficaz»: más resultados con menos recursos.
Se trata, en definitiva, de desmantelar la educación como servicio público. Pero, además, esta estrategia neoliberal, no trata sólo de disminuir el dinero público destinado a sanidad, educación, servicios sociales, etc. sino que responde, también, a otros objetivos que forman parte igualmente de la doctrina neoliberal, como es el desmantelamiento de nuestro incipiente estado del bienestar y la privatización de todos los servicios.
En este sentido los laboratorios de ideas financiados por entramados financieros, empresariales e instituciones políticas contemplan los servicios públicos como un obstáculo para sus intereses. Cualquier instrumento susceptible de compensar desigualdades, que sea gratuito, universal, con garantías laborales y que resulte, a la vez, fuente de ocupación pública es acusado, contra toda evidencia, de poco productivo, oneroso, escasamente dinámico y obsoleto. Esta creencia ha sido vehiculizada por los medios de comunicación controlados por el empresariado o las fundaciones privadas, y ha influido enormemente en la opinión pública, lo que está dificultando una oposición masiva.
Apuntas una paradoja en tu ensayo: el profesorado de la enseñanza pública es uno de los colectivos más valorados por la ciudadanía, sin embargo la educación pública ha sido reiteradamente criticada y desvalorizada. ¿Por qué, por quiénes, con qué objetivo?
Las razones son las mismas. Los medios de comunicación y una gran mayoría de políticos se han dedicado a desprestigiar la educación pública, con datos y estadísticas que no siempre se corresponden con la realidad, y que están muy lejos de la experiencia real que tienen la mayoría de padres y madres que sí valoran la educación que reciben sus hijos en las escuelas públicas.
El objetivo, evidentemente, es desprestigiar lo público para poder privatizar sin demasiada oposición.
¿Por qué crees que tantos alumnos españoles no tienen estudios post-obligatorios? ¿Es sistema público fracasa en este nudo?
No es el sistema público el que fracasa en este sentido sino el sistema educativo en general. En este país tenemos un problema con la formación profesional, que está desprestigiada y poco promocionada. Por un lado, no ofrece ni suficientes plazas gratuitas ni suficientes incentivos para que los jóvenes cursen estos estudios, y, por el otro lado, durante los últimos 10 años, el mercado de trabajo ofrecía ocupación bien remunerada (sobre todo, en la construcción y turismo) a muchos jóvenes sin preparación, lo que desincentivaba enormemente el continuar estudiando.
El fracaso escolar y el abandono prematuro son dos de los males más importantes en nuestro sistema educativo, que, además, se concentran generalmente en las clases sociales menos favorecidas. Pero no es sólo un problema educativo sino también de mercado de trabajo.
Cuando se habla de la doble o triple red, uno se queda más que sorprendido. ¿Por qué España es campeona mundial, sin apenas competidores, en asuntos de escuela concertada? ¿Por qué es tan importante la privada concertada en el País Vasco, en Navarra, en Cataluña, y más concretamente, en la ciudad de Barcelona?
Los conciertos en el Estado español son consecuencia de los 40 años de abandono de la educación pública por parte de la dictadura. De hecho, la educación en este país, durante todo el franquismo, se dejó en manos de la Iglesia y sólo para aquellos que se la pudieran pagar.
Con la democracia, con la nueva situación, se hizo un gran esfuerzo en construcciones y profesorado para cubrir una educación pública y gratuita de calidad.
Pero ante la dificultad de construir suficientes centros públicos, frente a la gran demanda de plazas escolares, el PSOE aprueba una ley en el año 1985, la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la Educación), en la que se establece que allí donde no lleguen los centros públicos, el estado podrá «concertar» (subvencionar con dinero público) los centros privados que cumplan una función social y que funcionen bajo los criterios de gratuidad y no segregación en la admisión de alumnos.
Allí donde no lleguen y mientras no lleguen.
Exacto. Sin embargo, el objetivo inicial de estos conciertos se ha desvirtuado con el paso del tiempo y, finalmente, los centros concertados (salvo algunas honrosas excepciones) acaban siendo centros privados que funcionan como tales, que cobran cuotas a los padres y madres y que seleccionan al alumnado, sin que por ello dejen de estar subvencionados con dinero público (unos 3.900 millones de euros al año).
¡Casi 4 mil millones!
Exacto, no me he equivocado. En Cataluña, los 23 años de gobierno de la derecha nacionalista (CiU) sirvieron para aumentar progresivamente el número de estos conciertos. Y, últimamente, otras comunidades autónomas con gobiernos de derecha, como Madrid y Valencia, están aumentando también los conciertos. No es más que una cuestión de ideología política de aquellos sectores más directamente vinculados con los poderes de la Conferencia Episcopal y de las patronales religiosas. Algo del todo infrecuente en los demás países de la Unión Europea.
Por cierto: ¿la privada concertada no es una contradictio en sus términos desde un punto de vista incluso neoliberal? ¿Dinero público para financiar un negocio privado frente a otros negocios sin apoyos públicos? ¿No va en contra de la sagrada ley de la competencia? Por cierto, ¿cuánto dinero público llega a las escuelas privadas?
Sería una contradicción si nuestra derecha política fuera realmente «liberal». El problema es que el neoliberalismo, de hecho, no defiende prescindir del estado, sino construir un estado que esté al servicio de sus intereses.
En este país, cuando se habla de privatización, sea de la educación o de la sanidad, nunca se habla de empresas privadas, sino de «gestión privada» del dinero público, o sea, enriquecimiento de las empresas a partir del dinero de todas y todos. De la misma manera que se están «salvando» los bancos y no las personas, se están financiando empresas privadas (de salud y de educación) con el dinero público. Solamente en educación, como antes señalaba, se destinan unos 3.900 millones de euros públicos anualmente a financiar centros privados.
Hablas de escuela privadas sin concierto. El president Mas y sus hijos fueron a una de ella. Aula concretamente. ¿Cuánto cuesta una de estas escuelas privadas? Por cierto, ¿se practica la denominada inmersión lingüística en esas escuelas privadas?
Siento mucho no poder contestar a esta pregunta. La verdad es que no tengo ni idea de lo que puede costar la escolarización en un centro privado no concertado, es algo que está muy lejos de mi entorno. Este tipo de centro acostumbra a ser muy elitista y no religioso. Y normalmente se estudia en varios idiomas. Desconozco si hay inmersión lingüística, pero imagino que no.
No, no la hay o no la había, yo fui profesor de teoría de la argumentación durante dos cursos en los años noventa. Afirmas que en Finlandia el 97% de los estudiantes acuden al sistema público. ¡El 97%! ¿No estás equivocada? ¡No puede ser! ¿Pero no dicen que está demostrado que la privada forma mejor y luego se dice también que Finlandia es el país del mundo con mejores resultados escolares?
No estoy equivocada, es un dato muy relevante que normalmente se les «olvida» a los «especialistas» en educación. La verdad es que, no solamente Finlandia, sino la mayoría de países europeos tienen un sistema público que llega a casi toda la población. Como no existen los conciertos, los centros privados son muy caros y muy minoritarios.
En todo caso, no hay ningún estudio que demuestre que la educación privada es mejor que la pública, de hecho todos los informes demuestran que si bien en algunos indicadores los resultados escolares en los centros privados concertados son mejores, ello no se debe a una mayor calidad en la educación que imparten sino a que concentran el alumnado que proviene de familias con mejores condiciones económicas y culturales, pero todos los indicadores (PISA incluido) demuestran que, a igualdad de condiciones socioeconómicas, el alumnado obtiene resultados similares en centros públicos o privados.
¿Por qué, como creo que defiendes, el derecho a elegir no debería existir en un servicio público como la educación?
En realidad, no sólo lo defiendo yo, sino que incluso desde la misma OCDE se alerta: «la introducción de mecanismos de elección en las escuelas puede dar lugar a la segregación y a más desventajas para los que están en peor situación» De hecho, en la mayoría de países europeos, el lugar de residencia de la familia y su cercanía a la escuela es el elemento fundamental para asignar el centro, tanto en primaria como en secundaria.
El derecho a elegir, cuando hablamos de servicios públicos, no debería existir por varias razones: primero porque no es posible que la Administración pueda garantizar todas las preferencias individuales; segundo, porque el dinero público no puede utilizarse para satisfacer los intereses personales, sino que debe servir para garantizar la igualdad del servicio para todos los ciudadanos y ciudadanas; y tercero, porque el derecho a elegir no es más que el privilegio de unos pocos que tienen la posibilidad de hacerlo, bien porque su dinero se lo permite (y pueden pagar un centro privado o privado concertado) o bien porque su situación social les permite tener acceso a mayor información, con lo que pueden buscar las estrategias adecuadas para matricular a sus hijos en el centro que deseen.
Es muy pertinente lo que señalas y argumentas.
La libertad de elección no es más que una estrategia para situar a la educación dentro del mercado y, como todo lo que funciona según las leyes del mercado, los efectos negativos recaen siempre sobre las clases con menos recursos.
Te pregunto a continuación por la heterogeneidad de la educación pública…
Un bien en sí mismo. Cuando quieras.
Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)
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