Charlamos con Esther Morales, política boliviana y hermana de Evo Morales, Rosario Panoso, de la Federación de Mujeres de El Alto (Bolivia) y la peruana Leddy Mozombite, de las Trabajadoras del Hogar. DIAGONAL: Perú (Alan García) y Bolivia (Evo Morales) tienen gobiernos muy diferentes. ¿Cómo se refleja esa diferencia en el día a día de […]
Charlamos con Esther Morales, política boliviana y hermana de Evo Morales, Rosario Panoso, de la Federación de Mujeres de El Alto (Bolivia) y la peruana Leddy Mozombite, de las Trabajadoras del Hogar.
DIAGONAL: Perú (Alan García) y Bolivia (Evo Morales) tienen gobiernos muy diferentes. ¿Cómo se refleja esa diferencia en el día a día de la lucha por la igualdad de las mujeres?
LEDDY MOZOMBITE: La situación de las mujeres en Perú es que todos sus derechos son vulnerados. Por eso cada día nos organizamos. Por ejemplo, en la Campaña del Vaso de Leche, más de 5.000 mujeres se manifestaron y pararon la ciudad [Lima].
Según el Gobierno no hay crisis en el Perú. Lo que estará bien son los empresarios y el Gobierno. De hecho, Alan García está tan gordo que cuando salimos a las calles gritamos: «No hay leche, no hay pan, no hay azúcar, Alan a la olla».
D.: ¿Cómo ha afectado el cambio de Gobierno a la situación de la mujer en Bolivia?
ROSARIO PANOSO: En nuestra nueva Constitución se han aprobado artículos a favor de la mujer, derechos demandados a lo largo de nuestra historia. Antes las mujeres no tenían derecho a títulos de propiedad de tierras. Tenemos derecho a un seguro social todos, hombres y mujeres. El artículo 138 es fundamental a la hora de reconocer el trabajo del hogar. Se pretende erradicar la violencia de género: violaciones, torturas, discriminación, y todo tipo de abusos psicológicos y físicos.
D.: ¿Cuál es la postura de la oposición boliviana respecto a la mujer?
R. P.: La oposición en mi país ha estado buscando todo tipo de alianzas para reforzarse sin interesarle el tema de género. Algunas mujeres han sido utilizadas. Es lamentable decir que la oposición usó a la indígena Sabina Cuellar, una prefecta de Sucre que no sabía leer y aprendió con el proyecto de alfabetización Yo Sí Puedo. Fue elegida asambleísta de la Constituyente por el partido oficial, pero sirviéndose de esta señora ahora de repente la oposición dice: «Nosotros tampoco discriminamos a los indígenas, les damos espacio».
D.: ¿Cómo ha sido la experiencia de Esther Morales como mujer indígena al estar tan cerca de las estructuras del poder, de un Gobierno del que fue nombrada primera dama?
ESTHER MORALES: En primer lugar no soy ninguna dama, simplemente soy la hermana de Evo Morales. Las mujeres que venimos del medio rural hemos sido explotadas por los patrones. Yo, para llevar mi vida adelante he trabajado y en la noche estudiaba corte y confección. Esto sigue ocurriendo pero ahora estamos en ese proceso de cambio en que mi hermano sirve a su pueblo. Antes los gobernantes para conseguir el voto caminaban con un kilo de arroz, con un litro de aceite, regalándolo a los votantes. Eso ha acabado.
D.: ¿Qué papel puede jugar la mujer en el nuevo orden mundial que se está formando con potencias emergentes como China o India o los profundos cambios en Latinoamérica?
L.M.: Ese cambio también lo hemos hecho las mujeres. Nuestro grito va a ser escuchado. Se dice que la pobreza tiene rostro de mujer. La mayoría de las víctimas de la guerra de Iraq son mujeres y niños. Hemos sido discriminadas durante siglos. Yo creo que la mujer con su lucha está protagonizando el cambio.
E.M.A.: En aymara chachawarma significa hombre y mujer a la lucha. La mujer tiene un trabajo doble, trabajar, traer el pan a casa, cuidar a los niños… Antes había machismo, pero todo eso lo hemos vencido. Ahora luchan marido y mujer, juntos.
Quizá un poquito de compasión tienen por nosotras. Mientras nos gasifican adelante, los hombres por detrás están preparándose con hondas. Las mujeres solas tampoco vamos a conseguir nada. La lucha es hombre y mujer por eso decimos la palabra chachawarma.
R.P.: Vemos que muchos gobiernos están girando a la izquierda. Antes era sólo un gobierno, ahora no sólo podemos decir que hay apenas dos países gobernados por la derecha sino que, además, sus movimientos sociales están ya promoviendo un cambio. Eso se ha visto en Colombia con la Minga [trabajo comunitario] de los campesinos. En Perú también se ha visto en el norte o en la selva cuando les quitaron sus tierras a los campesinos y se las dieron a las transnacionales. Las mujeres vemos desde la óptica de la alimentación, que es crucial para la supervivencia social. Es lo que nos preocupa, tanta hambre, tanta pobreza, por el simple hecho de que alguien tiene que tener la hegemonía.