En un ameno artículo – estimulado por los deseos de Rebelión de acercar más la realidad de la vida cubana, es decir, aquella que no develan los artículos de opinión, aquella «otra realidad», o sea aquella que puede no reflejar los avances de la Revolución o que llega a mostrar los obstáculos de la viabilidad […]
En un ameno artículo – estimulado por los deseos de Rebelión de acercar más la realidad de la vida cubana, es decir, aquella que no develan los artículos de opinión, aquella «otra realidad», o sea aquella que puede no reflejar los avances de la Revolución o que llega a mostrar los obstáculos de la viabilidad de su Proyecto -, un artículo pleno de buena voluntad política hacia lo que significa el Proyecto Socio-Político de la Revolución, en tanto alternativa a las modelaciones capitalistas de sociedad, economía y estado, Javier Mestre comete el mismo error de apreciación política que, cortés o tímidamente, le atribuye a la Revolución: el paternalismo estatista que sobre su propio modelo cultivan el partido y el estado cubano. Es decir, una de las causas de fondo de los problemas que más en mayor que en menor grado vienen frenando y amenazando con hacer inviable el Proyecto Socio-politico.
Conocer y concienciar los problemas de las modelaciones capitalistas tanto en países de mayor desarrollo industrial como en aquellos destinados a su periferia, incluso considerando el agotamiento de sus posibilidades como sistemas que puedan generar progreso socio-humano sostenible, no justifica los problemas de la modelación cubana ni valida sus formas de hacer ni sus propósitos y objetivos.
En una serie de artículos y en un ensayo (actualmente en proceso de reelaboración con el propósito de que alguna editora lo llegue a publicar y pueda ser dado a conocer también en Cuba) publicados por Rebelión y otros medios electrónicos alternativos he querido llamar la atención e incitar a un debate constructivo pero crítico acerca de la viabilidad del Proyecto Socio-Político de la Revolución Cubana, sin más compromiso que el de la entera honestidad política e intelectual y la plena libertad de pensamiento. Así como la sección Cuba contra el Imperio en Rebelión constituye un espacio de importante soporte a la lucha del pueblo y el estado cubano, un espacio Cuba a debate podría coadyuvar de forma específica e inapreciable a ese imperativo diálogo del pensamiento progresista crítico y comprometido con lo que muchos consideramos una alternativa no-capitalista única de desarrollo socioeconómico y cultural.
Más allá de que tal «llamado» pueda parecer una petulancia intelectual estoy convencido que el pensamiento progresista comprometido tiene esa responsabilidad. En primer lugar es una responsabilidad que recae sobre los hombros y las mentes de los propios cubanos, los que desde adentro luchan y construyen, sufren y sueñan. Es una responsabilidad indelegable del partido y el estado cubano. Pero el hecho de que ése sea el epicentro primero de tal responsabilidad no invalida ni puede prohibir que el debate sea encarado desde la más amplia zona del pensamiento progresista, no el frustrado como declara Javier Mestre, sino del que inspirado y pensante sigue convencido que la alternativa es realmente posible, pues la propia Cuba lo viene demostrando.
Quiero exponer varias ideas-problemas en torno a los cuales, según pienso y repienso, se decide la viabilidad del Proyecto Socio-Político de la Revolución.
Primero, deseo alertar sobre el equívoco de entender que hablar de viabilidad es ex-temporáneo (y hasta para muchos «contra-revolucionario») puesto que la Revolución ha demostrado su fuerza de resistencia y su capacidad de triunfo. La tesis o pretensión de que la consolidación y, por tanto, la viabilidad del Proyecto están logradas, es radicalmente falsa y por naturaleza altamente contra-revolucionaria. Ni el desarrollo de las fuerzas productivas ni el desarrollo del nivel de industrialización internos permiten defender dicha tesis. Tampoco lo permite el supuesto de una conciencia política acrisolada en divorcio con los dos factores anteriores. Pero además tampoco permite la defensa de dicha tesis la correlación de fuerzas internacional.
El hecho de que los gobiernos de los EEUU hayan persistido ya por más de 45 años y sigan poseídos por la política de la asfixia económica a través del bloqueo económico-financiero más perseverante y retorcido que la historia conoce, demuestra sin dos gotas de tinta en exceso la importancia que se le presta al hecho del desarrollo de las fuerzas productivas y de la industrialización del país, Cuba, como factor definitorio, entre otros de igual importancia, de la viabilidad política de la alternativa socioeconómica.
Con lo anterior no expreso que el partido, el estado y la sociedad cubana no lleguen a estar conscientes de la importancia de estos factores. Pero tampoco digo que los mismos no estén siendo subestimados o siendo considerados como no cruciales, definitorios. De ninguna manera puede subestimarse, por otra parte, la capacidad de sacrificio del pueblo cubano y su voluntad política en defensa del proyecto de la Revolución, puesto que ello constituye un factor de su viabilidad.
Una ojeada analítica a los problemas de esa «otra realidad» cubana a la que se ha referido el artículo mencionado y por la que honestamente se preocupa Rebelión y millones de cubanos honestos y revolucionarios dentro pero también afuera, y sobre la que escriben veneno los enemigos de oficio de la Revolución, dentro y afuera, demuestra que la inmensa mayoría de los problemas subjetivos de hace 35 años, aquellos que conciernen al comportamiento del ser social dentro del sistema de relaciones políticas y económicas en que se encuentra, persisten aún hoy día. Pero persisten no por artes desconocidas, sino porque el sistema de relaciones socioeconómicas no ha cambiado su naturaleza, es decir, no ha superado sus propias barreras. Y ello guarda estrecha relación con el hecho de que tampoco ha cambiado la naturaleza del modelo económico, es decir, no se ha superado a sí mismo el modo de funcionar la economía.
No cabe interpretación oportunista alguna sobre lo anterior. No estoy afirmando que no ha existido una evolución positiva en la manera de administrar la economía, tanto en nivel macro como micro económico. Baste mencionar el llamado proceso de rectificación de errores, el periodo especial en tiempos de paz y otros procesos posteriores de perfeccionamiento de la macro y micro economía. Pero la evolución se da dentro de cotas que definen a priori el nivel de eficiencia alcanzable. Y ese nivel de eficiencia de la economía visto no como abstracción estadística sino como resultados que incidan en la elevación del nivel de cultura material de la sociedad, del pueblo cubano, puede definirse simbólica pero objetivamente por realidades muy concretas.
El hecho de que a 45 años de funcionamiento de un modelo económico sean necesarias decisiones centrales para lograr la oferta normal y necesaria de una simple pieza de repuesto de un común utensilio doméstico, habla sobre la marcada ineficiencia del modelo económico cubano, aunque pueda parecer desproporcionada la relación. El hecho de que esté prohibida la tenencia de equipos reproductores de videos (sin hablar ya del tipo de tecnología en cuestión), puesto que ni se comercializan ni se autoriza su libre entrada al país, por ejemplo, demuestra el grado insano de verticalidad y administración del movimiento de la economía y de la existencia socio-material de la población. Pudiéramos multiplicar y multiplicar los hechos que, como éstos, están muy lejos de ser casuísticos y vienen a demostrar profundas falencias estructurales y sistémicas del modelo socioeconómico.
El movimiento autónomo de la economía a nivel micro económico y la autonomía ciudadana (democracia ciudadana) están destinados a superar esas insuficiencias y satisfacer esas necesidades socio materiales de la sociedad. La economía no se mueve en función de una abstracción política sino concretamente en pos de elevar el nivel de vida material y social de la sociedad. Una economía socialista lo ha de lograr con arreglo a la plena justicia social y al máximo eco-equilibrio, entre la naturaleza y los factores del desarrollo. Y esas necesidades materiales de la sociedad son esenciales, pero además, como sabemos, siempre crecientes, sin que necesiten ser sobre estimuladas por algún alienado sistema de valores consumista, como el que siempre podremos criticar en los países capitalistas. Así lo demuestra tercamente esa «otra realidad» cubana.
La profunda desvinculación del nivel de conciencia social del nivel de vida material es generadora del relajamiento de los conceptos de responsabilidad ciudadana y conlleva paulatina pero decididamente al deterioro y la inmoralidad de los comportamiento sociales. El divorcio sostenido entre los esfuerzos que se realizan y las expectativas sobre el nivel de vida material que se crea la sociedad llegan a erosionar la creencia en la superioridad del sistema socio-político por el que se trabaja. Y esas desviaciones no podrán ser corregidas ni por mecanismos administrativos ni políticos, siempre que dicha dicotomía perdure.
Los niveles de inversión económica que centralmente puedan ser alcanzados no podrán ser sostenidos sin la alta eficiencia del funcionamiento de la propia economía. Ahí está el reto y ahí el factor de viabilidad de la modelación económica. Tiene campechana y meridiana razón la interlocutora del periodista cuando afirma que sin capacidad para generar piezas de repuesto (propias o adquiridas) no vale mucho importar equipos y maquinarias. Pero sin capacidad de aprovecharlos de manera óptima en cuanto a la eficiencia sostenida de su explotación, tampoco adelanta mucho. Y para ello el modelo económico ha de transformarse en un sistema capaz de funcionar autónomamente y de forma indefectiblemente eficiente.
Aclaremos una vez más lo falso de la tesis de que el desarrollo endógeno es imposible por el bloqueo económico de los EEUU. Ya la propia salida de la crisis económica de principios de los noventa y la trayectoria de crecimiento que se ha logrado conseguir, sirve para derrumbar la naturaleza de dicha tesis. De lo que se trata es de la necesidad de optimizar de manera sostenible el comportamiento de los factores internos de desarrollo, precisamente considerando como una constante en la ecuación la existencia del bloqueo económico estadounidense u otros que puedan aflorar en el futuro. Estamos hablando de las barreras internas que auto limitan la expansión y la eficiencia del sistema socioeconómico y que lo convierten en una especie de realidad sisífica.
En consecuencia, es imperioso destacar que la inconsistencia del modelo económico hace sensiblemente frágil la consistencia de los procesos de inversión y desarrollo socio-humano (infraestructura educacional y médica y capital humano). Los programas sociales avanzados no podrán sustentarse por mucho más tiempo al margen de una sostenida eficiencia de la economía. Puede arriesgarse la tesis de que el modelo económico no justifica los programas sociales que se han venido desarrollando y se que se expanden. El modelo económico redunda en una viciada dependencia importadora en el sector de las industrias básicas. Mientras que los servicios «exportables» centralizados se convierten en subsidiadores de la ineficiencia crónica de dicho modelo.
Sin pretender agotar lo que pudiéramos considerar las claves de la viabilidad de la alternativa, deseo exponer aquellas que considero de crucial importancia, es decir, aquellas sin las cuales no. Estas cuestiones tendrán que ser debatidas y enfrentadas por las actuales generaciones o en su defecto – y con las consecuencias de largo alcance del atraso estructural en el desarrollo y la sostenida vulnerabilidad de la alternativa – por las venideras generaciones de cubanos:
• El carácter del sistema de propiedad está ante la necesidad de evolucionar dinámicamente del actual sistema estatal hacia un sistema mixto de propiedad social autónomo.
• La descentralización del funcionamiento de la economía a nivel micro económico está urgida a sustituir la ortodoxia de la centralización administrativa del movimiento de la economía a este nivel.
• La planificación económica, coherentemente con la clave anterior, no puede ser más que sinónimo de planificación estratégica del desarrollo económico y social.
• El escenario integrador está en la plena autonomía ciudadana y la democracia económica, los cuales deberán ganar espacio como principios claves de la cualidad política del Proyecto de alternativa.
• El funcionamiento del mercado en el marco de un sistema mixto de propiedad social y un sistema de micro economía autónomo en su funcionamiento – bajo los principios de democracia económica y autonomía ciudadana – deviene un mecanismo imprescindible para la eficiencia de la economía.
• En consecuencia, el patrón de acumulación estatal de capital deberá evolucionar hacia un patrón mixto de acumulación social de capital.
• La eficiencia de la comunicación ciudadana, y por lo tanto el impacto positivo en la cualidad del funcionamiento social, económico y político, se da sólo en un escenario donde la verticalidad del manejo de la información y de la política editorial ha de ceder el camino a la plena autonomía de expresión de los medios de comunicación y a la autonomía decisoria del movimiento editorial como factores que deciden sobre el modelo de afirmación cultural y política de la nación.
He hablado de claves de la viabilidad de la alternativa y no de la prefiguración de un modelo definitivo o de un proceso sociopolítico que pueda preenlatarse. Destrabar el proceso allí donde permanece atrapado significa asumir de manera creativa los retos y desafíos que los nuevos factores desencadenarán. El debate, entonces, no posee cotas.