Human Rights Watch (HRW) una vez más carga tintas contra la Revolución Cubana en un vano intento por manchar la impecable obra de la Isla a favor de la dignidad y los verdaderos derechos humanos de más de 11 millones de cubanos.
Este miércoles HRW, en una cansona reiteración del mensaje anticubano, acusó a la Isla de no mejorar su «comportamiento» en materia de derechos humanos e incluso, se da el lujo de señalar, mintiendo aún más, que en algunos casos ha empeorado.
No hay peor ciego que el que no quiere ver y es evidente el intento de tirarle el salvavidas oxigenante a una menguada y desprestigiada contrarrevolución interna, aupada y pagada por el lobby anticubano en el gobierno de EE.UU., y en particular de la mafia de Miami, que cada año se torna más irrelevante y dependiente del dinero del contribuyente norteamericano.
Así, acudiendo a la ciencia ficción, y con su sempiterno disfraz de organización no gubernamental, HRW elaboró un largo «informe» en el que pretende presentar una vez más al gobierno cubano como un represor sistemático y creador de un clima penetrante de terror, como si nuestras calles estuviesen tomadas por fuerzas militares y los ciudadanos sin contar con derecho alguno fuesen azotados brutalmente.
No tienen ni imaginación. Es el mismo guión que ya hemos visto muchas veces a lo largo de estas cinco décadas y que persigue el malsano propósito de justificar el fracasado y genocida bloqueo económico, comercial y financiero norteamericano contra nuestro país, política que por décimooctava ocasión consecutiva condenó abrumadoramente la Asamblea General de la ONU, a finales de octubre pasado por 187 votos a favor.
HRW, con el genuflexo José Miguel Vivanco al frente, hacedor de entuertos contra todo lo que huela a independencia frente a Estados Unidos (es lo mismo contra Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba) y los personeros de la mafia de Miami, se encuentran desesperados y frustrados ante una Cuba cada vez más sólida, a pesar del bloqueo y los huracanes, con un creciente prestigio internacional, lo cual ha propiciado el avance de una tendencia en la sociedad norteamericana que pide un cambio de política hacia La Habana, que se ejemplifica en la iniciativa, con respaldo bipartidista, del congresista Richard Lugar (Indiana) para eliminar todas las prohibiciones de viaje a la Isla de los ciudadanos estadounidenses.
La subordinación de HRW a la política yanki es de tal naturaleza que desconoce olímpicamente que el 5 de febrero pasado Cuba presentó con éxito su informe ante el mecanismo de Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos, donde recibió un abrumador reconocimiento a su obra humana y social y al desempeño en esta esfera.
Claro, esta vez en Ginebra se puso de manifiesto que, en el contexto de un ejercicio de participación universal y de naturaleza objetiva, Estados Unidos no puede doblegar voluntades mediante presiones, ni aun con la secuaz colaboración de organizaciones como HRW. La verdad de Cuba no pudo ser silenciada.
Un grupo de 60 delegaciones, de las 104 que se inscribieron, hizo uso de la palabra en el diálogo interactivo de aquella ocasión, en la cual 51 reconocieron los esfuerzos y resultados de nuestro país en materia de promoción y protección de derechos humanos.
Los éxitos obtenidos por Cuba en el área de los derechos económicos, sociales y culturales merecieron un abrumador respaldo. La cobertura universal, la gratuidad y la excelencia de los sistemas cubanos de salud y educación concitaron reiterados elogios.
HRW sabe, a pesar de su manifiesta dependencia a la política imperial yanki, que Cuba tiene un digno y muy amplio historial en materia de cooperación con todos los mecanismos de derechos humanos. Nuestra nación es Estado Parte en 41 de los tratados más importantes en esta esfera y ha cooperado, históricamente, con los mecanismos de derechos humanos que se aplican de forma universal y sobre bases no discriminatorias.
El «Jefe para las Américas» de HRW, el chileno José Miguel Vivanco residente en Washington, busca como recurso para defender su vasallaje, la acostumbrada presentación del víctima y de que es atacado, porque a los gobiernos latinoamericanos que forman el ALBA no les gustan que los critiquen.
Vivanco quiere acudir a esa materia oscura, porque sabe que tiene muchos trapos sucios, como lo ha desnudado nuestro colega Jean Guy Allard, al mencionar sus dudosas relaciones con la fauna del Capitolio de Washington vinculada a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), los más recalcitrantes «pitiyanquis» venezolanos y con la mafia cubano americana, y, por supuesto, sus estrechos lazos con Reporteros Sin Fronteras y con otras organizaciones «internacionales», cuya vinculación con la CIA está ya establecida.
No son ataques, sino verdades que pican. Así son esos genuflexos.
Fuente:http://www.granma.cubaweb.cu/2009/11/19/interna/artic05.html