Se cumple el quinto aniversario de las protestas estudiantiles conocidas como la «Primavera Valenciana». Las movilizaciones, que alcanzaron relieve internacional, comenzaron el 13 de febrero de 2012 cuando los estudiantes del Instituto Luis Vives de Valencia salieron a la calle -en una «sentada» pacífica- para denunciar los recortes educativos promovidos por el Gobierno Valenciano, entonces […]
Se cumple el quinto aniversario de las protestas estudiantiles conocidas como la «Primavera Valenciana». Las movilizaciones, que alcanzaron relieve internacional, comenzaron el 13 de febrero de 2012 cuando los estudiantes del Instituto Luis Vives de Valencia salieron a la calle -en una «sentada» pacífica- para denunciar los recortes educativos promovidos por el Gobierno Valenciano, entonces en manos del PP. Las primeras acciones reivindicativas ya terminaron con cargas policiales. En la ciudad de Valencia -y después en el País Valenciano y el estado español- se generó una importante corriente de solidaridad con el movimiento estudiantil. Se propagaron las imágenes de la represión en la capital valenciana: «Una brutalidad no vista -al menos públicamente- desde los tiempos de la dictadura», recuerda la Assemblea per les Llibertats i contra la Repressió-València sense Mordassa. Pasado un lustro, unas 70 personas con el apoyo de una treintena de organizaciones sociales, sindicatos y partidos de izquierda organizaron un acto conmemorativo el 16 de febrero en el centro de Valencia.
Los activistas cortaron simbólicamente la calle Marqués de Sotelo, frente al Instituto Luis Vives, tal como hicieron los estudiantes hace cinco años. Una pancarta con la consigna «De la Primavera Valenciana a la Llei Mordassa, 2012-2017» recordaba la actualidad de aquellas movilizaciones. La portaban ciudadanos con las camisetas verdes de «Stop Desahucios», chalecos amarillos de Yayoflautas, «chapas» contra la central nuclear de Cofrentes y los carteles de la convocatoria. De modo espontáneo, una de las asistentes se acercó y pintó con una tiza sobre el asfalto: «Som i serem. Primavera Valenciana. No tenim por». La pintada actuó como un reclamo para los fotógrafos.
El comunicado de la Assemblea per les Llibertats i contra la Repressió recordó la responsabilidad de los altos cargos de la época, hoy desaparecidos de la primera línea política. Entre otras, la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana entre enero de 2012 y junio de 2014, Paula Sánchez de León, «quien ejerció con toda la fuerza la represión contra el pueblo». Los activistas calificaron de «brazo ejecutor» de la exdelegada del Gobierno a quien fuera jefe superior de la policía en la Comunidad Valenciana, Antonio Moreno; a este alto cargo policial, relevado cinco meses después, se le achaca «un nivel totalmente desproporcionado de represión, identificaciones, retenciones, detenidos y heridos». Moreno se dio a conocer por las palabras pronunciadas durante una rueda de prensa al calor de las protestas, cuando se le preguntó por el número de agentes desplegados: «No es prudente desde el punto de vista de la táctica policial que yo le diga al ‘enemigo’ cuáles son mis fuerzas». Los activistas extendieron las responsabilidades al expresidente de la Generalitat, Alberto Fabra (se refirió a las «violentas protestas» y al riesgo de un «efecto llamada»); y a la fallecida alcaldesa de Valencia, Rita Barberá (señaló una «estrategia premeditada de la izquierda radical»).
En el turno de los parlamentos, una de las abogadas que se implicó en la defensa de los jóvenes subrayó, de espaldas a la fachada del instituto, «cómo este edificio hervía hace cinco años». «Se aplicaron recortes en educación, cultura e investigación, la política de la derecha castigaba todo lo relacionado con el pensamiento crítico; y los estudiantes salieron a la calle pidiendo mejoras». Para connotar la actuación policial, la letrada y activista recurrió a los adjetivos: cruel, atroz, sádica… En febrero de 2012 se vivieron escenas que rememoraban a los «grises» reprimiendo a los opositores a la dictadura. Persecución de jóvenes por las calles de Valencia, palizas, detenciones… «Como si estuvieran cazando conejos». Un grupo de entre 15 y 20 abogados han colaborado de manera voluntaria y gratuita durante cinco años en la defensa de los jóvenes denunciados.
Dada la gravedad de los hechos, los movimientos sociales organizaron una asamblea ciudadana en la Societat Coral El Micalet de Valencia, y constituyeron la Assemblea per les Llibertats i contra la Repressió. La conocida como Assemblea «El Micalet» ha venido convocando acciones de denuncia en la calle (contra la reforma del Código Penal y la «Ley Mordaza»), pero también ha afrontado los procedimientos judiciales y las sanciones de los jóvenes de la «Primavera Valenciana». Fuentes jurídicas destacan que los estudiantes ganaron prácticamente todos los litigios en los juzgados, y muchas de las sanciones recurridas fueron anuladas. La mayoría de los juicios se produjeron por supuestos delitos de resistencia y atentado a la autoridad, desobediencia y lesiones a agentes policiales. Constituyó otro hito en la actividad antirrepresiva el concierto organizado en septiembre de 2012 en el municipio de Godella, con músicos que actuaron de manera voluntaria y cuya recaudación se destinó a afrontar la defensa de los encausados.
«Posiblemente la ‘Primavera Valenciana’ representó el principio del final del PP en el País Valenciano», recalca una de las activistas. Éste llegaría tras las elecciones municipales del 24 de mayo de 2015, en las que el Partido Popular perdió el poder en la Generalitat y en las tres capitales de provincia. Toma la palabra un joven militante del Bloc d’Estudiants Agermanats (BEA), que señala los motivos para que hoy prosiga la movilización. «Nos enfrentamos a la ‘Ley Mordaza’, a la elitización de la educación y a la subida de las tasas; de hecho, hoy nuestra universidad es exageradamente cara en comparación con otras en Europa: eso también es violencia». Otra activista de Acontracorrent, sindicato al que pertenecían tres de los detenidos durante el primer día de las protestas, señala lo que fue una explosión reivindicativa por una educación pública y de calidad: «Ocupamos y dormimos en la facultad, donde organizamos asambleas y nos apoyaron los profesores, porque a ellos también les afectaban los recortes». La joven coincide en que queda mucho trabajo pendiente, de ahí la huelga general educativa convocada para el próximo nueve de marzo.
En el acto conmemorativo participó el colectivo Estrela Roja de Benimaclet, que acompaña las reivindicaciones sociales en el País Valenciano con la música autóctona (el ‘tabal’ y la ‘dolçaina’). «También estuvo presente en la ‘Primavera Valenciana’ y nos llenaba de coraje con su música», señala un portavoz de la Plataforma «València Sense Mordassa», encargado de la presentación. «Dolçaines y tabalets hicieron callar a verdugos de traje y corbata». Otro de los artistas invitados fue el cantautor Pau Alabajos, quien el 18 de febrero de 2012 contribuyó a popularizar la causa con el siguiente tuit: «Vos tenim preparada una #PrimaveraValenciana, que vos aneu a cagar!» En la lectura final del comunicado, muchas de las referencias se dirigieron a la «Ley Mordaza», que los activistas calificaron como «antisocial» y relacionaron con la legislación franquista.
Con la distancia de los años, la perspectiva se modera. Pero en aquellas fechas históricas de 2012 los portavoces estudiantiles recibían llamadas de medios informativos rusos, franceses y latinoamericanos. Las redes sociales bullían en un proceso de vértigo, acelerado por una represión que no encontraba tregua. Pasada una semana, el balance señalaba 37 personas detenidas (en libertad con cargos), de las que siete eran menores; heridos, contusionados, golpes, palizas, insultos y vejaciones de la policía formaban parte de la agenda diaria. Aparecieron las pelotas de goma, los «punzones» y los helicópteros, que sobrevolaban la ciudad, mientras quien podía trataba de esconderse en los comercios de las cargas policiales. El 20 de febrero se produjeron siete horas de persecuciones y agresiones, también dentro de la Estación del Norte. Dos días antes, en la comisaría de Zapadores los agentes formaron un «cordón» en el que retuvieron a 150 personas, la mayoría menores. Durante las protestas hubo lugares que se convirtieron en punto de referencia, como la Facultad de Geografía e Historia de Valencia, donde los estudiantes celebraron asambleas permanentes. Llegado el momento políticamente oportuno, el Ministerio del Interior decidió retroceder. Ante las imágenes de inusitada violencia, Rajoy apeló desde Londres, durante una rueda de prensa con David Cameron, a la tranquilidad y mesura «de todo el mundo».
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