En política, es un clásico prometer una cosa y hacer otra distinta con todo descaro. Veamos un ejemplo, Felipe González dijo estas palabras en julio de 1982: «A cualquier ministro se le puede seguir la pista para comprobar que del Consejo de Ministro se va al Consejo de Administración de una gran empresa; es decir, […]
En política, es un clásico prometer una cosa y hacer otra distinta con todo descaro. Veamos un ejemplo, Felipe González dijo estas palabras en julio de 1982: «A cualquier ministro se le puede seguir la pista para comprobar que del Consejo de Ministro se va al Consejo de Administración de una gran empresa; es decir, que no sale de ese triángulo del poder (…) Tenemos que producir el espectáculo nuevo, público, de un ministro que sea capaz de salir del Consejo de Ministros e irse a su casa, o a su trabajo concreto, olvidándose de cualquier otra prebenda. Si logramos cambiar este esquema, habremos superado uno de los mayores problemas de la Historia de España: el control oligárquico del poder político y del aparato del Estado». Luego él mismo se iría de la Presidencia del Gobierno al Consejo de Administración de Gas Natural, compañía a la que había regalado la empresa pública Enagás privatizada a precio de ganga.
Creo que Ciudadanos va a batir todos los récords en lo que se refiere a la contradicción entre el programa electoral y el discurso con la práctica política. Ya lleva unas cuantas incoherencias, especialmente entre su teórico alegato regenerador y su práctica de sostener a un partido trufado de corrupción. La próxima es el 17 y 18 de mayo al apoyar la investidura de Ángel Garrido como presidente de la Comunidad de Madrid, designado por Rajoy como sustituto de Cristina Cifuentes. Veamos quién es Ángel Garrido, para ver qué es lo que apoyará el partido de Albert Rivera.
Su historial en el PP es muy largo, y meteórico con Cristina Cifuentes. Estudió en el colegio Tajamar del Opus de Dei; se tituló como ingeniero de minas pero, como él mismo dice, es «político por vocación»: lleva 23 años como cargo público del PP. Fue concejal de Parla y de Madrid desde 1999, se encuadró en el grupo de Esperanza Aguirre en los enfrentamientos con Gallardón. Llega en 2015 a diputado autonómico en la Asamblea de Madrid y será consejero de Presidencia y Justicia en el gobierno de Cifuentes.
Ha estado con Aguirre contra Gallardón, con Cifuentes contra Aguirre… su volatilidad política se refleja en los cambios de bando o banda, en las intrigas internas para ver cómo se colocaba mejor dentro del partido. Ángel Garrido ha sido acusado de machista por la oposición por sus palabras y actitud cuando hacía de escudero de la expresidenta en la moción de censura que presentó Podemos contra ella.
Su actividad en las redes sociales retrata perfectamente a Garrido. Una exhaustiva recopilación de sus tuits demuestra que se ha movido entre hacer la pelota a sus jefes y la agresividad hacia el resto de fuerzas políticas. Destacan, singularmente, sus ataques a la educación pública. Veamos algunos ejemplos de las lindezas que decía.
Ensalzó los recortes de 2011 en educación y calificaba las movilizaciones de la Marea Verde de «jornada de fiesta y verbena para la izquierda que quiere destruir la educación pública»; hace críticas continuas a la enseñanza pública y loas a la privada sostenida con fondos públicos; insultaba a todo el mundo: a la Marea Verde la llama «marea roja», se mete con los sindicatos continuamente, con los «vendedores de camisetas»… También se hace el graciosillo y dice cosas como esta: es una «marea roja por una enseñanza cejil»; «A las mú güenas tardes a tós! (es para que os hagáis idea de un modelo de enseñanza sindical)». También defiende cosas tan impresentables como la supresión de 3.300 empleos públicos por Gallardón (26-6-2011).
Se repiten los tuit haciendo la pelota a Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes, Lucía Figar… Y para hacer méritos, están los ataques sectarios a otros políticos (Rubalcaba, Rosa Díez, Guerra…) y a artistas como los Bardem, etc. Solo una persona mediocre necesita recurrir a estos métodos para conseguir lo que no puede por su propia valía para ascender en una empresa o en la política. En fin, da mucha vergüenza ajena.
Hay otro tuit que es, cuando menos, inquietante después de lo de Cifuentes: «¿Llevarse el albornoz de los hoteles es robar?». Y no cito barbaridades y el uso de palabras gruesas que se pueden encontrar en los tuit recogidos por los medios de comunicación.
Por último, Ángel Garrido era consejero general de Caja Madrid, en representación del Ayuntamiento de Madrid, cuando le concedieron un préstamo de 310.000 euros del que ocultó información en su declaración de bienes y rentas, y por el que parece que recibió las privilegiadas bonificaciones establecidas en la entidad para sus consejeros.
El Partido Popular es un partido liquidado como indican las encuestas: pierde un tercio de los votos. Pero ahora el peligro para la mayoría social está más en lo que pudiera venir, que en lo que se va por el sumidero de la historia. Ciudadanos llegó como una operación de la oligarquía española para que se produjera un vaso comunicante de los votos perdidos por el PP hacia un receptáculo que los reutilizara al servicio del poder económico. Ciudadanos se ha creado para impedir cualquier cambio político y regeneración verdadera, para ser el recambio neoliberal de la derecha conservadora quemada por la corrupción y los recortes.
Ciudadanos, en bastantes cuestiones, representa posiciones de extrema derecha camufladas bajo una falsa apariencia de modernidad. Hay quien dice que deberían gobernar doce años para que se supiera lo que son capaces de hacer, pero sería un coste muy alto para este país. Estemos atentos a sus actuaciones: Ciudadanos será responsable de que Ángel Garrido sea presidente de la Comunidad de Madrid, un mediocre delfín de Cifuentes, de fidelidad perruna, que significa más de lo mismo. Por tanto, que Ciudadanos no nos cuente lo de la regeneración y la limpieza democrática, porque si hay algo que hable más alto que las palabras son los hechos.
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