El 17 de julio de 2005, el programa de la BBC In Our Time organizó una votación entre los espectadores para elegir el mayor filósofo de la historia, y éste fue el resultado: 1. Carlos Marx, 27,93%. 2. David Hume, 12,67%. 3. Wittgenstein, 6,80%. 4. Nietzsche, 6,49%. 5. Platón, 5,65%. 6. Immanuel Kant, 5,61%, etc. […]
El 17 de julio de 2005, el programa de la BBC In Our Time organizó una votación entre los espectadores para elegir el mayor filósofo de la historia, y éste fue el resultado: 1. Carlos Marx, 27,93%. 2. David Hume, 12,67%. 3. Wittgenstein, 6,80%. 4. Nietzsche, 6,49%. 5. Platón, 5,65%. 6. Immanuel Kant, 5,61%, etc. (Diego Guerrero, 2008)
Por esta razón, el análisis marxiano da una importancia fundamental a lo que Marx denomina la ley absoluta, general, de la acumulación de capital: «Cuanto más importante es la riqueza social, teniendo en cuenta el capital, su volumen y su crecimiento (…), más considerable es el ejército industrial de reserva». Esta relación entre acumulación de capital, ejército activo de personal asalariado y ejército industrial de reserva, tiene como consecuencia, «encadenar al obrero al capital de forma aún más sólida de la que Hefesto encadenó a Prometeo a una roca». Por esta razón, Marx, enemigo declarado de las cadenas modernas de explotación del trabajo humano, se alinea incondicionalmente del lado de «la cooperación sistemática entre clase obrera ocupada y personas paradas para que rompan o debiliten las dramáticas consecuencias de esta ley natural de la producción capitalista sobre su clase (…). Porque cualquier solidaridad entre personas ocupadas y personas paradas perturba la acción de esta ley». Recapitulemos: 1º Se trata de una ley y no de un accidente pasajero ni de una disfunción ocasional del capitalismo, intrínsecamente vinculada a la producción capitalista; 2º Únicamente la lucha unitaria del proletariado ocupado y de personas paradas puede oponérsele. La omisión de esta doble conclusión, a la vez histórico-teórica y política significa falsificar burdamente el pensamiento de Marx (Pietro Basso 2019).
Finalizamos el capítulo VI: «La circulación del capital», pp. 175-184, uno de los más breves del libro. Tres apartados, en el tercero de ellos: » La reproducción del capital social global», pp. 181-184.
Una nota final sobre un libro de Manuel Martínez Llaneza.
Recordemos el compás inicial del capítulo. En el proceso de valorización del capital, señala MH haciendo un resumen de resultados ya alcanzados, el capital adopta las formas de mercancía y dinero. Como se desprende de la fórmula general del capital, D-M-D’, el proceso de valorización comprende actos de producción y de circulación. De ambos. El autor alemán nos recuerda que el proceso de producción fue expuesto por Marx en el libro I y que la investigación del proceso de circulación del capital es asunto del libro segundo. En este capítulo, el VI, nos advierte que solo va a comentar y exponer algunos conceptos de esta investigación -la de Marx del segundo libro-, solo los conceptos necesarios para la comprensión del contenido del libro III.
Entremos en el tercer apartado.
Los ciclos de los capitales individuales están entrelazados los unos con los otros y se presuponen mutuamente. El ciclo de un capital presupone que encuentra en el mercado los productos de otros capitales (medios de producción, así como los medios de vida que pueden consumir las fuerzas de trabajo empleadas por él). Si el capital individual ha producido él mismo mercancías, necesita que estas mercancías ingresen en el ciclo de otros capitalistas como medios de producción o medios de vida.
Por lo tanto, la reproducción de un capital individual no puede considerarse aisladamente, solo es posible como parte de la reproducción del capital social global, el cual está constituido por la totalidad de los capitales individuales.
Para que se pueda reproducir el capital social global, el producto total tiene que presentar una determinada proporcionalidad material: por una parte, tienen que producirse tanto medios de producción como necesiten en total los capitales individuales; por otra parte, tienen que producirse tantos medios de vida como consuman las familias de trabajadores y los capitalistas (MH clasifica-divide en estas dos clases el conjunto de la sociedad).
Pero dado que los medios de producción y los medios de vida no se distribuyen, sino que se intercambian, las partes del producto social global materialmente determinadas tienen que presentar también una determinada proporcionalidad en la magnitud del valor, de manera que los medios de producción y los medios de vida puedan ser pagados.
MH señala que se puede ver esta proporcionalidad en un ejemplo extremadamente simplificado. El siguiente:
1. Supongamos una economía en la que toda la producción está organizada de forma capitalista, en la que solo hay capitalistas y trabajadores.
2. Prescindamos del capital fijo. Supongamos que dentro de una determinado período (digamos un año) se consume todo el capital constante y su valor se transfiere al producto.
3. En esta economía hay multitud de sectores distintos (textil, acero, etc) que a su vez puede dividirse en multitud de ramos parciales.
4. Para nuestros fines distingamos dos grandes sectores: el sector I: produce medios de producción; sector II: que produce medios de consumo.
5. La diferencia entre ambos sectores se encuentra en el uso de sus productos: los productos del sector I entran en los procesos de producción ulteriores; los del segundo sector entran en el consumo de trabajadores y capitalistas.
6. Una serie de productos (los automóviles por ejemplo) son apropiados para ambos tipos de uso.
6.1. En nuestro ejemplo simplificado, los automóviles para que se usan como medios de producción se producen en el sector I. Los que se entran en el consumo privado son producidos en el sector II.
7. Para que se pueda reproducir el capital global, los productos de ambos sectores no pueden estar en una relación de cantidad y de valor cualquiera.
8. Vamos a investigar su necesaria proporcionalidad. En primer lugar, bajo el supuesto de reproducción simple (prescindiendo de la acumulación): suponemos, por tanto, que todo el plusvalor ingresa en el consumo de los capitalistas.
Sean ci y vi, el capital constante y variable del sector I y pi el plusvalor producido en ese sector. Análogamente cii, vii y pii para el sector II. El valor total del producto será:
en el sector I: ci + vi + pi
en el sector II: cii + vii+ pii
El producto del sector I está constituido materialmente por los medios de producción.
Si tiene ser que ser posible la reproducción simple, este producto tiene que reembolsar los medios de producción consumidos en ambos sectores. Por consiguiente tiene que cumplirse la siguiente relación de valor:
(1) ci + vi + pi = ci + cii
El producto del sector II está constituido por los medios de consumo. Tiene que cubrir el consumo de trabajadores y capitalistas de ambos sectores. Por eso tiene que cumplir:
(2) cii + vii + pii = vi + vii + pi + pii
De ambas ecuaciones, sostiene MH, se sigue en ambos casos (eliminando miembros idénticos en ambos lados de la ecuación):
(3) cii = vi + pi
Así, pues, el valor del capital constante consumido en el sector II tiene que ser igual al valor del capital variable y del plusvalor del sector I.
Dado que los capitales individuales plantean su producción independientemente los unos de los otros, las condiciones que se acaban de formular, sostiene MH, solo pueden cumplirse de manera casual. Lo normal es que se presente una cierta desproporción entre cada uno de los sectores.
MH pasa a considerar la reproducción ampliada:
1. Supongamos ahora que hay acumulación, es decir, transformación de una parte del plusvalor en nuevo capital.
2. Podemos hacer las mismas consideraciones que en el supuesto anterior pero ahora el producto del sector I no solo tiene que ser suficiente para reembolsar los medios de producción consumidos en el sector I y en el sector II sino que tienen que producirse aún más medios de producción para hacer posible la acumulación de ambos sectores.
3. Lo mismo vale para el sector II: ahora no solo tienen que producirse tantos medios de vida como consuman los trabajadores y los capitalistas sino que tienen que producirse medios de vida adicionales para cubrir el consumo adicional de las fuerzas de trabajo empleadas.
4. Para hacer posible la acumulación ambos sectores tienen que producir más que lo que se ha consumido hasta ese momento.
5. La acumulación de unos capitales individuales presupone la acumulación de otros capitales individuales y este es un doble sentido: por un lado, el capital individual que quiere acumular tiene que encontrar más productos que antes en el mercado; por otro lado, en la acumulación misma se produce una mayor cantidad de mercancías a las cuales solo se les puede dar salida si otros capitales individuales acumulan a su vez.
6. También en este caso solo casualmente se cumplen las condiciones correctas y las desproporciones entre los sectores constituye la regla.
En la historia de los debates marxistas, señala finalmente MH, los esquemas de reproducción ampliada desempeñaron un importante papel a comienzos del siglo XX. En base a ellos se discutió si era posible un capitalismo sin crisis y qué perspectivas de desarrollo tenía el capitalismo en países con escaso desarrollo capitalista como Rusia en aquellos años (Aquí MH remite a libros de Rosdolsky y Milios/Economakis. El segundo no está traducido. El primero sí: Génesis y estructura de El Capital de Marx (Estudios sobre los Grundrisse) [1968], México, Siglo XXI, 1978)
En esas discusiones, en opinión de MH, se otorgó demasiada potencia explicativa a esos esquemas. Si bien es cierto que exponen una visión global de la producción y la circulación capitalistas, no son ni mucho menos una representación de la reproducción capitalista tal y como esta se presenta empíricamente.
La unidad del proceso de producción y de circulación expresada en los esquemas de reproducción solo constituye la base sobre la que pueden ser tratadas de la manera apropiada categorías como el beneficio, el interés, la ganancia empresarial, el capital accionarial, etc., en las cuales se expresan relaciones más concretas.
Hasta aquí el capítulo VI.
El siguiente capítulo del libro se titula: «Beneficio, beneficio medio y la «ley de la caída tendencial de la tasa de beneficio», pp. 185-199. Tres apartados también.
PS. Lo comentado en este resumen puede verse con más detalle y desarrollo en los apartados 4.2.2. y 4.2.3. de un libro que les recomiendo con «todas mis fuerzas intelectuales» y con toda mi convicción teórica: Manuel Martínez Llaneza, Valor y precio en Marx. A propósito de El orden de El Capital de Fernández Liria y Alegre Zahonero. http://www.rebelion.org/docs/148273.pdf . ¡No se lo pierdan!
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