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La solidaridad con la Revolución Bolivariana de Venezuela continúa por el estado español

‘La Revolución no será televisada’ conmueve y despierta conciencias

Fuentes: Rebelión

Durante la pasada semana fue presentado en diversas ciudades el documental ‘La Revolución no será televisada’ de los realizadores irlandeses Kim Bartley y Donnacha O’Briain, que relata las circunstancias que rodearon el fallido golpe de estado en Venezuela ocurrido en abril de 2002. Las presentaciones tuvieron lugar en Vitoria-Gasteiz, Sestao, la Facultad de periodismo del […]

Durante la pasada semana fue presentado en diversas ciudades el documental ‘La Revolución no será televisada’ de los realizadores irlandeses Kim Bartley y Donnacha O’Briain, que relata las circunstancias que rodearon el fallido golpe de estado en Venezuela ocurrido en abril de 2002.

Las presentaciones tuvieron lugar en Vitoria-Gasteiz, Sestao, la Facultad de periodismo del País Vasco -Leioa-, Bilbao, Donostia y Pamplona-Iruña, y fueron organizadas por el Komite Internacionalista y Rebelión.

Centenares de personas asistieron a las distintas proyecciones del citado documental, y pudieron comprobar, de primera mano, el burdo montaje de la desquiciada oposición al gobierno venezolano. Dos cosas llaman la atención en este documental, la grosera injerencia -y colaboración necesaria- de los EE.UU. en el derrocamiento de un gobierno democráticamente elegido; y el papel protagonista que los grandes medios de comunicación de Venezuela adoptaron durante la organización y ejecución del golpe de estado. Medios que se vieron (y aún se ven) legitimados y respaldados por gobiernos y grupos mediáticos extranjeros.

Fue precisamente la necesidad de conocer la otra versión -la verdadera narración de lo que realmente sucedió- lo que animó a muchísimas personas a presenciar la emisión del documental.

Es este un documento que no deja indiferente. Por el hecho de que el equipo de grabación se encontrara dentro del palacio presidencial durante las horas en que se consuma el golpe de estado y la detención del presidente Hugo Chávez; porque además aporta imágenes -censuradas en los grandes medios- donde se comprueba que los militantes chavistas no dispararon a manifestantes pacíficos sino a francotiradores de la Policía Metropolitana de Caracas, dirigida por el Alcalde Alfredo Peña (furibundo opositor y cómplice en el golpe); y también por la demostración del pueblo venezolano que, no resignándose a ser atropellado, consiguió desbaratar los planes de la oligarquía, de los grandes medios de comunicación y del Departamento de Estado norteamericano.

Las distintas proyecciones depararon circunstancias comunes que, aun repetidas, fueron tremendamente emotivas. En todos los actos hubo presencia de ciudadanos venezolanos. Y si a estos les sorprendía el profundo interés que el público demostraba por su país, al resto de los espectadores les tocaba la fibra sensible el nivel de conciencia y de organización que el pueblo venezolano demostraba tener en apoyo de su Revolución.

Hubo espectadores que se desplazaron decenas y aun cientos de kilómetros para asistir a la proyección. En Gasteiz se contó con la presencia de la corresponsal de Cubavisión, quien durante el golpe del 2002 se hallaba en La Habana siguiendo los acontecimientos, y relató su experiencia como periodista durante aquellos días. En Donostia tuvimos asistentes que llegaron desde Zaragoza. Un joven venezolano se desplazó desde la lejana localidad donde residía animado por su padre, quien desde Venezuela le había escrito un correo electrónico emplazándole a que asistiera y conversara el miembro de Rebelión encargado de las presentaciones. En Iruña, otro joven latinoamericano confesó que este periódico le había cambiado la vida, pues gracias a Rebelión le había nacido la conciencia. Y contó cómo otros gobiernos del continente entregan a sus pueblos, atados de pies y manos, a los «amos del norte».

Pero también hubo venezolanos pro-golpistas. Fue en Bilbao, en sesión de mañana y de tarde. «Liberados» (gentes a sueldo), al parecer, de una organización denominada Resistencia Nacional. Demostraron, eso sí, tener el guión bien aprendido. Siguiendo siempre el mismo esquema, con sus insidiosos 20 puntos. Allá donde van siempre presentan idénticos falaces argumentos, sin sonrojarse de tanta mentira, sin vergüenza, sinvergüenzas.

Demostraron también su falta de respeto por la verdad, por la justicia y por los asistentes. Con esas caras tan tristes, y sus malos modos y sus gritos y sus insultos, no consiguieron conmover en su papel de víctimas. Y aunque trataron de confundir a los poco informados con argumentos marrulleros, revelaron, paradójicamente, la verdadera cara de la oposición venezolana, que se autodenomina democrática pero, que sólo desea mantener sus privilegios a costa de mantener en la pobreza al 80% de sus compatriotas.

Fueron la anécdota, la excepción a una regla: la de la solidaridad con la revolución bolivariana del pueblo de Venezuela. Cada conversación fue una muestra de respeto por la soberanía y la dignidad de un pueblo que ha levantado la cabeza y ya no está dispuesto a bajarla.

Fue como sembrar una semilla. El ejemplo continúa y en muchos otros pueblos y ciudades del estado español ya se trabaja para poder emitir el documental y para que cada vez más personas puedan conocer la realidad del fallido golpe de estado en Venezuela y la manipulación mediática que rodea a este país. Y conseguir, de este modo, que aumente el apoyo a un pueblo todavía acosado por el fascismo.