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La socialización de la propiedad, alternativa insoslayable para el renacimiento del socialismo

Fuentes: Rebelión

«Socialismo no es calco, sino creación heroica» José Carlos Mariátegui A manera de Introducción En el discurso que pronunció en Esquipulas, Guatemala, el presidente de Ecuador, Rafael Correa Delgado, entre otras cosas, planteó:  «El error del neoliberalismo es pensar que todo lo resuelve el individuo y el error del socialismo tradicional fue pensar que todo […]

«Socialismo no es calco, sino creación heroica»

José Carlos Mariátegui

A manera de Introducción

En el discurso que pronunció en Esquipulas, Guatemala, el presidente de Ecuador, Rafael Correa Delgado, entre otras cosas, planteó:

 «El error del neoliberalismo es pensar que todo lo resuelve el individuo y el error del socialismo tradicional fue pensar que todo lo resolvía el Estado…

«La persona es muy importante para el desarrollo, pero la sociedad también lo es. Demasiado individualismo destruye la sociedad y demasiado estatismo destruye al individuo. Y ambos son necesarios para el desarrollo, ese es el socialismo moderno, pero se requiere de una acción colectiva, eso está claro».

«Yo sinceramente creo que para una región tan desigual como América Latina, no hay mejor alternativa que el socialismo». 

I

El colapso-implosión económico, político y social, que derribó a La Unión Soviética y al muro de Berlín, acompañado del duro golpe recibido por el ideal socialista gracias a ello, se percibió y reflejó en el mundo como una gran explosión.

Con esto, una de las cuestiones que más llamó y llama la atención es que en la URSS no hubo fuerzas internas capaces de defender las conquistas y logros de su revolución socialista; más aún si se tiene en cuenta que la misma la transformó, de ser un país atrasado semifeudal, de semianalfabetos, a ser una de las grandes potencias mundiales tres cuartos de siglo después.

Nadie, ni los propios militantes del partido que la hizo y condujo, fueron capaces. de defender el socialismo que esa revolución había implantado, por primera vez en la historia, para el bien de los trabajadores.

¿Por qué el socialismo soviético fue tan frágil?, Por qué los trabajadores no lo hicieron suyo y prácticamente no hicieron nada por defenderlo?

Revelar y entender lo sucedido, proponer soluciones alternativas a partir de eso, así como introducirlas en la práctica social debe ser tarea de primer orden para evitar que se reproduzcan los males que destruyeron aquel socialismo.

Es una forma de contribuir al progreso social que necesitan los hombres para salir del callejón sin salida a la que los han llevado los intereses de la oligarquía universal.

El socialismo soviético, bondades aparte, tuvo muchos problemas, que eran conocidos, que no se debatieron públicamente y que se justificaron por unos u otros motivos e intereses.

Corresponde ahora, después de la debacle producida, discernir sobre ellos y darlos a conocer abiertamente para que no se repitan errores e incompatibilidades que dieron al traste temporalmente con una de las más grandes esperanzas sociales de la humanidad.

II

Fueron muchas las contradicciones incompatibles que se generaron dentro del modelo del socialismo soviético que llevaron a su destrucción, evidenciando así la necesidad de buscar y encontrar soluciones para una materializar una nueva alternativa de socialismo.

Alternativa esta que sea compatible y responda, en primera instancia, a los intereses y necesidades de los pueblos, para que tengan una guía concreta a seguir porque luchar y lograr un adecuado modelo político para generar una nueva inversión social.

Sí, improductividad, ineficiencia, carencias y desabastecimiento, subconsumo, descontrol, mala calidad de productos e inadecuada presentación de los mismos y de obras terminadas; maltrato en la atención además de deterioros, desorden productivo, mermas, derroches, desperdicios y otras constituyeron el efecto de un desinterés manifiesto, generador a su vez de indisciplinas laborales y sociales, pérdidas de principios y valores, que provocaron a su vez delitos, corrupciones e ilegalidades…

Es innegable que existieron en el pueblo soviético fenómenos como el alcoholismo, la indolencia, la desidia, la apatía, la indiferencia, la abulia, y la negligencia, creadoras de catástrofes como la de Chernobil.

Factores y hechos estos que, en su conjunto y con la existencia de mecanismos burocráticos administrativos hiperbolizados, se entronizaron en la sociedad soviética imbricados en un par dialéctico de causa-efecto que fue mortal para ella.

Fueron males que, entremezclados, reinaron al unísono por doquier y corroyeron, enfermaron y descompusieron el entramado material y moral de aquella sociedad y que indicaban ya la necesidad de transformar las estructuras económicas, políticas y sociales de la misma.

Todos estos factores negativos convocan ahora a aclarar y explicar sus causas. para, una vez esclarecidas, proponer nuevas estructuras de todo tipo en aras de lograr una alternativa de socialismo de mayor valía.

No se debe negar que hubo factores externos, que siempre existieron y afectaban el sistema, pero las causas fundamentales de la implosión-explosión fueron las internas, de corte económico fundamentalmente, que son las que determinan, en última instancia, las actitudes de la actividad humana.

Vale recordar que, a raíz de la caída de la URSS y del ya antiguo campo socialista, se le dio mucho calor a la idea del factor subjetivo (Gorbachov, Yákovlev,Yeltsin, otros), como el causante principal del desastre ocurrido, así como se destacó el papel de las ONGs y de la propaganda y subversión enemigas. Se culparon a los factores subjetivos que, aunque importantes e influyentes, no siempre son los únicos.

Se pasaba por alto el principio de que cuando las condiciones materiales están creadas, surgen los hombres y las organizaciones que llevan a cabo los cambios. Se obviaban las causas objetivas económicas, que son las fundamentales.

Se olvidaba de que una Formación Económica Social pasa a otra, cuando su modo de producción es superado por el nuevo.

Desde luego, si el nuevo modo no supera al modo de producción antiguo, hay una vuelta atrás y ocurre lo que sucedió en la URSS y en los llamados países socialistas de Europa del Este.

Sin embargo, se debe dar a conocer y reconocer que en círculos académicos y no tan académicos cubanos, hubo un primer atisbo al respecto: se manifestaba que en la URSS los trabajadores no se sentían los dueños de los medios de producción, como se cacareaba oficialmente, tomándose a esta como una de las causas principales del retroceso histórico al no existir el móvil principal que condujese a superar el modo de producción capitalista.

Así las cosas y teniendo en cuenta que en última instancia todos las actores sociales se encuentran determinados por el factor económico, la cuestión de las diversas formas de propiedad sobre los medios de producción y de las consecuencias sociales que la adopción de una u otra de ellas lleva implícita, resulta clave en el esfuerzo por revelar y resolver los inconvenientes que obstaculizaron el socialismo soviético.

La inevitabilidad histórica de la universalización de la propiedad social sobre los medios de producción debe ser la base económica fundamental del socialismo.

Solo un sistema socialista, con una base económica sólida y fuerte socializada y bien fundamentada, podrá servir como estímulo y tendrá la voluntad política para tomar las decisiones necesarias para su propio desarrollo superior ulterior.

Pero ocurrió que esa propiedad social en la URSS prácticamente se identificó y materializó casi exclusivamente con la propiedad estatal sobre casi todos los medios de producción. Se instituyó así un verdadero megamonopolio del Estado sobre la vida material y espiritual de la nación.

Grave cuestión esta pues el Estado socialista reprodujo características propias del capitalismo monopolista de Estado en las condiciones del socialismo.

Se manifestaron entonces las contradicciones inherentes a ese sistema pero deformadas: se acentuó la tendencia hacia la reglamentación estatal de la producción y su distribución, convirtiendo al Estado en un interventor permanente en el proceso de la producción y los servicios, en el propietario único de la fuerza y medios de trabajo, que asumió todas las funciones de un gerente que compraba los productos y los distribuía incluyendo las materias primas y que impuso un plan de producción.

De esta forma el Estado socialista se vio promovido por «necesidades políticas-económicas inevitables» como empresa, de primer orden, pero de una empresa que lo concentró todo y puso a su disposición toda la industria y casi toda la agricultura con su sistema de koljoses y sovjoses.

Una vez asimilada esta función, el Estado ya no pudo desinteresarse de la organización de la producción y se vio obligado a intervenir para controlar y ver si todo este andamiaje bajo su total jurisdicción estaba bien administrado.

De esta manera el supercontrol estatal «socialista» sobre la economía nacional se convirtió en una verdadera traba en las relaciones de producción que frenó e impidió el verdadero desarrollo del socialismo.

La empresa socialista que debió ser más libre, de acuerdo a los postulados marxistas, sin traba alguna al prescindir de sus propietarios y pasar a manos de los trabajadores, quedó aherrojada por los mezquinos compromisos e intereses de la burocracia estatal.

Este hecho de la absoluta propiedad estatal se reflejó en la base como un modo de propiedad que no estimulaba a nadie e incentivaba muy poco a trabajar, pues «todo era de todos y nada era de nadie», lo que provocó que se conjugaran los factores, objetivos y subjetivos, externos e internos, que afectaron al sistema establecido.

Surgieron entonces las dificultades y contrariedades de este modelo condicionadas por el hecho de que «nadie era dueño de nada» y por lo tanto psicológicamente ninguna persona se sentía dueño de nada y no poseía ese sentido de propiedad. Surgió una cleptomanía social que se manifestó en todos los niveles de la sociedad y llegó a convertirse en hábito producto de que «todos eran dueños de todo». Se creó como un limbo de la propiedad social.

El hecho de que completamente se estatalizara la economía por el sistema soviético trajo como consecuencia el desarrollo y fortalecimiento de una burocracia estatal que introdujo una serie de vicios, comodidades y privilegios que la apartaron y divorciaron completamente de su pueblo.

Se formó una casta de dirigentes que no tenía nada que envidiarle a la de la oligarquía mundial.

Burócratas que vivían en barrios reservados para altos funcionarios, tiendas especiales para sus compras, automóviles oficiales casi de su propiedad, lugares urbanos y naturales excepcionales donde pasaban sus vacaciones, salones de espera exclusivos en las terminales de cualquier tipo de transporte, asientos especiales reservados para viajar, hospitales y policlínicas para una atención especializada dirigida, tanto para ellos como para sus familiares y otras atenciones dirigidas, que hizo que el pueblo soviético los denominara irónicamente como los «esclavos del pueblo» pues como esclavos trabajaban para el pueblo y por eso recibían tantas esmeradas atenciones.

Todo eso trajo como consecuencia también la introducción de una mentalidad y actitudes pequeño burguesas en la mayoría de los dirigentes soviéticos que implantaron dentro del socialismo muchos elementos de la economía capitalista: de la propiedad privada, del mercado y sus formas y mecanismos políticos que a la larga, dieron al traste con el sistema establecido,

Es por todo esto, como quedó demostrado por el propio derrumbe de la URSS que, tamaña concentración del poder económico en el aparato estatal conllevó a un sobredimensionado poder político de sus dirigentes.

Esto ocasionó la fusión e imbricación de la burocracia con el poder estatal que a la larga trajo como consecuencia que la burocracia estatal soviética cometiera el artero homicidio contra el socialismo en ese país.

Entonces, lo que se precisa ahora es que con todos los factores y elementos naturales del sistema socialista, diversificar la propiedad social sobre los medios de producción en todas sus formas, medios y manifestaciones para enriquecerla.

Se hace necesaria la socialización de la propiedad para regenerar la vida de una nueva sociedad socialista.

Sí es verdad que en ningún momento ningún clásico del socialismo marxista planteó que fuese la propiedad estatal sobre los medios de producción la única y la que debía prevalecer como un super monopolio que lo dominara todo, en la práctica fue lo que sucedió por varios motivos.

El Estado, en vez de irse debilitando (como órgano de represión, y de otras funciones de control y coacción fundamentalmente) hasta su total desaparición en la fase comunista de desarrollo de la sociedad (ver Lenin en el «Estado y La Revolución»), paradójicamente se fue fortaleciendo hipertrofiadamente en la fase socialista.

Desde luego que no hay que ser idílico y pensar que su actual desaparición es posible. Las condiciones de casi total predominio del Imperio Mundial no lo permiten, aunque si es posible ir creando algunas premisas para ello. e ir descentralizando, desglosando y cediendo funciones estatales a comunidades y organizaciones sociales y empresariales.

Por otro lado, la resistencia natural al cambio presente en situaciones objetivas excepcionalmente difíciles como la del acoso real a que estuvo sometida la Revolución de Octubre desde el principio por parte del enemigo histórico, coexistiendo con una burocracia con intereses creados que no se pudo limitar ni controlar, como lo quisieron intentar en su momento Lenin y Trotsky (ver Trotsky L.D. en «La Revolución Traicionada»), hicieron muy difícil el proceso de la construcción del socialismo en aquel país.

Pero por muy difícil que esto sea o parezca es posible y habrá que intentarlo de nuevo para que no desaparezca esa salvadora idea social.

Esto condicionó a encontrar esta explicación, la más objetiva posible de lo sucedido, para después tratar de encontrar la alternativa donde el sistema sea más factible de realización y poner en práctica mecanismos, métodos y formas que permitan su correcto y mejor funcionamiento para eliminar los males que se crearon.

En definitiva, no fue el ideal el que falló. El fallo fue de quienes tuvieron la responsabilidad histórica de implantarlo en la práctica social y llevarlo adelante.

Solo que ahora casi sin lugar a dudas se puede decir que no es socialismo la sola estatización -de la gestión económica- de la propiedad, ya que lo conduce a una contradicción teórico-práctica incompatible con el propio sistema y lo hace perecer.

Se requiere entonces obligatoriamente diversificar la propiedad social e ir a la socialización diversa de la misma.

III

La propiedad social diversa debe ser la base económica más profunda sobre la cual se asiente el socialismo como base de justicia social. Para que pueda servir de incentivo y cree la voluntad política necesaria de tomar las decisiones para su propio desarrollo superior posterior.

De lo que se trata es de andar por sendas totalmente inéditas para el sistema cuya fuerza social debe radicar, constantemente, en el poder y apoyo de las masas populares para dar soluciones a los problemas que se enfrente no encontrándose en ninguna experiencia socialista anterior.

Las diferentes formas de la propiedad social deben estar representadas, de forma general y sin entrar en detalles, de la siguiente manera:

– la propiedad estatal propiamente dicha (que no se debe negar su existencia en el socialismo, pero que debe limitarse a las grandes ramas estratégicas de la economía nacional como la electricidad, las comunicaciones, la explotación de los grandes recursos naturales y otras),

– las empresas estatales autónomas,

– las cooperativas agrícolas; industriales y de servicios,

– las empresas mixtas estatales, estatales autónomas y cooperativas entre sí o de una con otra,

– las tierras y empresas dadas en usufructo,

– la de micro propiedad privada de corte familiar. o micro colectiva, dada en usufructo o no,

– la propiedad privada individual,

– las empresas mixtas de empresas estatales, autónomas y de cooperativas con las de la inversión extranjera,

– la producción y servicios individuales.

Se debe señalar que la ampliación del productor privado particular, aunque puede ser necesaria y no se debe eliminar, lejos de crear conciencia socialista trae como consecuencia y resultado la presencia de una psicología y acciones egoístas, individualistas y pequeño burguesas por lo que debe ser atendida.

Recuérdese que en el Manifiesto Comunista se proponen diez medidas concretas para la instauración de la propiedad social y se declara que el objetivo final de su establecimiento es una «una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno, será la condición del libre desenvolvimiento de todos», concibiéndose un orden social que asegura la soberanía individual sin propiedad privada ya que esta agudiza los egoísmos y la injusticia social.

Para lograr que la propiedad social cristalice de forma esencialmente nueva se requiere de una mentalidad nueva donde el trabajador no vea a la fábrica y a su centro de trabajo como ajenos y se despliegue en cada uno, individualmente de forma natural, la motivación laboral por el cumplimiento de los objetivos de trabajo junto a su colectivo y su participación real, directa en el proceso de la toma de decisiones de su entidad.

Esto debe fomentar el sentido de que su entidad les pertenece, que será la vía para que el trabajo se convierta en una forma de realización personal. Por lo tanto, se debe contribuir a formar una conciencia de esto haciéndolos los verdaderos dueños.

La formación de la conciencia en los productores de que son los verdaderos dueños y beneficiarios de la riqueza social debe ser la brújula para el camino en que el socialismo se afiance en el proceso de su materialización en la producción y los servicios que presupone que facilitará la asimilación de lo más avanzado del proceso de trabajo y del desarrollo científico técnico mundial en ese momento.

Esto es un verdadero reto que debe contribuir a salvaguardar los principios generales estrechamente vinculados a la propiedad social y a la realización del concepto de propietario colectivo preservando la individualidad dentro de el y en función del desarrollo económico donde se eleve el nivel de vida y el desarrollo social para consolidar los valores materiales y espirituales con el fin supremo del mejoramiento humano.

Hasta que el socialismo no supere la gran limitación que es la subordinación del trabajo a la burocracia estatal y logre imponer una subordinación real del mismo a los trabajadores como los propios dueños de su fuerza laboral y medios de producción, no surgirá en lo fundamental la disciplina y la organización del nuevo modo de producción.

Es la condición sine qua non para que sean verdaderos trabajadores libres y hasta ese momento, no se podrá hablar, en sentido estricto, del triunfo del proceso de producción socialista que entrañe una verdadera relación de propietarios entre los trabajadores.

Se hace necesario reexaminar la virtud crítica y antidogmática que encierra la visión de Antonio Gramsci (Cuadernos de la Cárcel,), que trató aspectos relacionados con los del proceso de reorganización socialista de la sociedad, de la hegemonía proletaria y del «pueblo dirigente» para hacer efectiva la democracia social.

En la perspectiva gramsciana toda la teoría y la práctica de la construcción socialista debe partir de la formidable tarea de conquistar la hegemonía de los trabajadores desde el poder político.

Hegemonía esta que debe ser ejercida desde las fábricas y las comunidades, con la selección de un personal coherente con el socialismo que se irradie luego hacia el resto de la maquinaria del Estado y que, aunque surja «desde abajo», debe ser controlado, para que no sea desvirtuado por los cantos de sirena del poder, como se ha demostrado en innumerables ocasiones.

IV

Se hace necesario entonces establecer un «know how» adecuado que se corresponda con estas ideas y que nos indique el como llevar a la práctica social dicha propuesta, no tan sencilla como parece en las actuales circunstancias y que debe ir acompañada, como es lógico, con nuevas reglas de juego económicas y legales para que se haga efectiva y la gente comprenda y pueda sentir que serán los verdaderos dueños de su propia fuerza de trabajo y de sus medios de producción.

Como primera aproximación, y sin negar la posible existencia de otros métodos, los pasos que deben regir estos cambios en la nueva alternativa de modelo socialista que se propone deben ser que:

· El colectivo de trabajadores-dueño de la propiedad socializada deberá designar, mediante elecciones, directas y secretas, quién será su Director o Administrador, que deseablemente debe surgir de ellos mismos.

· Tanto el Director como el resto del equipo de dirección, deberá ser propuesto por los trabajadores del Centro en Asamblea General, teniendo en cuenta el criterio del ejecutivo sindicato y otras organizaciones del Centro, para ser votado y aprobado o no, por los trabajadores, en las elecciones antedichas posteriormente.

· Los beneficios ó pérdidas que se obtengan por la realización o venta de la producción y /o del servicio de una entidad dada se distribuirán entre los trabajadores de la misma sin que medie un salario fijo.

· El beneficio obtenido por un trabajador o empleado estará acorde con su capacidad productiva general y la importancia que tenga dentro del proceso de producción o servicios.

· De los beneficios obtenidos (ganancias), una parte se tomará para resarcir las correspondientes partidas, para el pago de impuesto al Estado, la de inversiones para la reposición y renovación tecnológica y/otras inversiones, así como para estimulaciones, premios y otras.

· Se realizará, por los electos, una rendición de cuenta periódica al colectivo laboral dueño que lo designó.

· Esta rendición de cuenta puede servir para su ratificación o revocación, tanto del Director como del equipo de dirección central,..Esto será un verdadero control a la burocracia así como un verdadero ejercicio de la democracia obrera.

· En caso de haber algún descalabro o gran afectación a la producción y a los servicios, se podrá convocar a una Asamblea Extraordinaria de los trabajadores, para tomar una decisión, al respecto. que podría conllevar a la revocación del Director o algún otro dirigente, sin esperar a la Asamblea de Rendición Periódica Ordinaria.

Con esto de las Asambleas de rendiciones de cuenta se podrá decir que esto no es ninguna novedad, que este fue el mecanismo de trabajo administrativo y de control que funcionó siempre en el modelo de socialismo que existió.

No obstante, si se dice esto solamente, se omitiría un importante detalle y es que de esta manera los directivos serían designados «desde abajo» por todo el colectivo laboral y que pueden ser revocados a propuesta y por decisión del mismo colectivo que lo propuso y eligió. Le tendría que responder a este y no al estamento burocrático que siempre los designó «desde arriba».

Lo que sucedió en la práctica del modelo soviético fue que para las designaciones de los directivos y la toma de decisiones fundamentales en una fábrica no se tenía prácticamente en cuenta al colectivo de trabajadores, a pesar de ser el más impactado con las mismas y ser teóricamente el dueño de todos los medios de producción.

Esto, desde luego, debe traer como consecuencia que la mayoría de los cuadros dirigentes surjan del propio centro de trabajo, de la propia base.

El mecanismo operante establecido que existía estaba prácticamente de cabeza con respecto a la teoría que seguía, no estaba en concordancia con ella ni respondía a ella. Se encontraba al revés y los dirigentes se designaban «desde arriba» y de lo que se trata ahora es ponerlo al derecho, sobre sus pies, en correspondencia con su teoría y que sean designados directamente por los trabajadores, «desde abajo», respondiendo a los intereses concretos de los mismos y ser controlados por ellos.

Desde luego, este no debe ser un proceso anárquico, y el mismo deberá estar dirigido metodológicamente por la organización política y la sindical central del país, organizaciones que deben ser las rectoras y conductoras metodológicas de estos procesos de manera general, previa y jurídicamente legalizados y reglamentados.

El Partido tendría entonces que introducir nuevos cambios y transformaciones dentro de sí, en su propia estructura, organización y funcionamiento internos, lo que conllevaría a regenerar y renovar verdaderamente sus métodos y estilos de trabajo en su atención a estas nuevas formas de dirección colectivas autónomas e independientes.

A su vez el Gobierno tendría a su cargo emitir y controlar, mediante las regulaciones legales pertinentes, las disposiciones que permitan el traspaso de la propiedad a las nuevas formas socializadas de ella, cuando proceda; así como las leyes, decretos leyes y reglamentos que normarán las relaciones internas y externas de las nuevas formas de propiedad y de sus miembros.

Este cambio de régimen de propiedad deberá evitar o reavivar y reanimar a una sociedad socialista del letargo en que fue sumergida completamente por el anterior, tradicional ya, modelo, despertando el interés y haciéndole sentir a su gente y habitantes que son realmente los dueños de todos sus bienes, lo que determinará que:

· Todos se interesen por el trabajo en aras de obtener beneficios para su centro laboral o entidad, de los cuales son dueños y por ende, para ellos mismos, ya que es en definitiva son de ellos y para ellos.

· Las pérdidas, asimismo, deberán ser asumidas por ellos también. Se originaría un régimen natural de tensión y responsabilidad laboral que haría que todos se interesaran en el trabajo.

· Exista incentivo y motivación para trabajar.

· Desaparezca el robo frecuente y generalizado (nadie normal se roba a sí mismo) que existió en el modelo soviético.

· Se sienta la necesidad del trabajo como provecho propio en todos los sentidos y no como castigo.

· Desaparezca «el dueño temporal» del centro de trabajo o empresa que en la práctica asumieron directores y administradores, comportándose como tales mientras ejercían esos cargos y funciones.

· Aumente la eficiencia y la productividad.

· Aumente el interés por cumplir y sobrecumplir las metas – planes de producción y servicios.

· Haya un verdadero e interesado control, por parte de la base de trabajadores y empleados, de la situación económica del centro y en general del país.

· Posibilite un verdadero control desde la base, de los dirigentes, evitándose la corrupción, el delito e ilegalidades que pulularon por doquier en el anterior modelo, tanto entre dirigentes como entre subordinados.

· Se fortalecería la defensa del país mientras sea necesario mantener la existencia del Estado como tal, pues, si el colectivo y la sociedad se sintiesen como los verdaderos dueños de sus fábricas o centros laborales, y de los bienes muebles e inmuebles fundamentalmente, no habrá nadie, por muy fuerte que sea, que la pueda venir a reclamar o quitar algo.

· Motivaría una verdadera descentralización y autonomía empresarial.

· Provocaría una verdadera reorganización político social del país.

· La necesaria transformación cívica y moral que fue afectada por el modelo anterior.

· Tener una razón más para luchar por y para defender el socialismo.

De lo que se trata ahora es en crear una nueva sociedad socialista, para desarrollar y destrabar las fuerzas productivas, liberando a la pequeña y mediana empresa de la estatización, pero sin privatizarla, y de aplicar también cierto grado de socialización de la dirección en los propios colectivos de trabajadores y obreros como parte de ella y lograr que se alcance su funcionamiento.

A modo de Epílogo

Condicionado por otras circunstancias históricas y sin proponérselo en Cuba se reprodujo,en parte el sistema de gestión económica del modelo soviético, con las consecuencias y proyecciones económicas, políticas y sociales negativas a que este condujo en el plano nacional.

No por gusto el mismo Fidel Castro en sus palabras dirigidas a los estudiantes universitarios en la facultad de Derecho de la Universidad de La Universidad de La Habana, el 17 de Noviembre de 2005, advirtió sobre la posibilidad de que el socialismo en Cuba fuera derribado por nosotros mismos.

¿No fueron los soviéticos los que derribaron el suyo?

No obstante, precisamente y además de la advertencia y la alerta dadas por Fidel, ya en Cuba no basta con el reconocimiento de lo que sucedió, sucede o sucederá. Ahora lo importante no es decir y reconocer una y otra vez las deformaciones existentes, sino llamarlas por su nombre, debatirlas públicamente y solucionarlas mediante medidas y acciones concretas, como las propuestas, para evitar que vuelvan a repetirse. Hacer es la palabra de orden. Hacer para componer, renovar y renacer si se quiere. Es necesario para nuestra propia supervivencia.

No por gusto quizás, más recientemente, el héroe de la República de Cuba, preso en la cárcel del Imperio, Ramón Labañino, en «A Modo de Prólogo», para el libro «Socialismo Traicionado» de los autores norteamericanos R. Keeran y T.Kenny. escribió:

 «Salvando las grandes diferencias históricas,sociales, políticas, culturales y hasta geográficas existentes entre aquel gigante euroasiático y nuestra amada isla caribeña, hay detalles que asombran sobremanera por su parecido a nuestra realidad actual«.

Es por todo esto que la experiencia soviética debe ser bien estudiada y analizada en nuestro país para que nos permita corregir aquellos males pues hoy son otras las condiciones en las que se debe posibilitar el desarrollo integral de las fuerzas productivas, aún con la existencia del bloqueo y de su no inmediata eliminación.

Sin embargo, dado el grado de adormecimiento y letargo, además de complicidad e indiferencia con lo mal hecho, desde los niveles de base hasta las mas altas esferas existentes, inducido precisamente por esa burocracia que constantemente anatematizamos, es lo que hace difícil la puesta en marcha o funcionamiento de cualquier nuevo modelo. Sin embargo, pese a todo esto, es posible y se puede hacerlo funcionar

Lo que se debe hacer para la solución de este problema que nos aqueja, es acabar de poner en práctica la teoría marxista que nos ocupa y acabar, de una vez por todas de convertir a los trabajadores en los verdaderos dueños de sus medios de producción. No solo que digan que lo sean, sino que piensen concientemente y ellos mismos sientan que lo son, para terminar con la falta de interés y decaimiento actualmente existentes.

Serán ellos entonces los encargados de trabajar más y mejor, con mayor ahínco y entusiasmo, eficiencia y calidad, protegerán su trabajo por lo que puedan percibir o dejar de hacerlo; y serán los que determinen quienes van a ser sus directivos, así como puedan revocarlos ellos mismos directamente cuando sea necesario. Así se verá como ellos podrán ser los encargados de organizarse para proteger su producción y a los ciudadanos consumidores o clientes del pueblo.

No por gusto en una estrofa de la Internacional se dice:

«Donde tienen los proletarios.

El disfrute de su bien,

Tenemos que ser los obreros

Los que guiemos el tren»

Hay que acabar de empoderar a los trabajadores, y que sean ellos los que designen y determinen, junto al resto de los pasajeros, al maquinista del tren y a los responsables de cada vagón.

¡Todo el poder a los trabajadores!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.