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Entrevista a Albert Recio, de la Federación Vecinal de Barcelona

«La sociedad está desarmada sólo hasta cierto punto»

Fuentes: Diagonal

Desde el barrio de Prosperidad de Barcelona y después de tres décadas en el movimiento vecinal, Recio repasa algunos de los cambios que ha vivido la ciudad gracias a la acción de las asociaciones de vecinos, defendiendo la necesidad de éstas en el contexto actual. «Profesor titular del Departamento de Economía Aplicada de la Autónoma […]

Desde el barrio de Prosperidad de Barcelona y después de tres décadas en el movimiento vecinal, Recio repasa algunos de los cambios que ha vivido la ciudad gracias a la acción de las asociaciones de vecinos, defendiendo la necesidad de éstas en el contexto actual.

«Profesor titular del Departamento de Economía Aplicada de la Autónoma de Barcelona, miembro del consejo editor de la revista Mientras Tanto…». El entrevistado enseguida hace un gesto negativo y pide otro tipo de presentación, más acorde con su trayectoria social, de militante en las luchas vecinales. Trayectoria que hoy se concreta en su trabajo para la asociación de su barrio, Prosperidad, y para la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona, de la que es vicepresidente y que aglutina a práctica totalidad de las existentes en la ciudad. «Nací en Barcelona en 1949. Soy oriundo del barrio de Gràcia, una zona céntrica, de larga tradición asociativa. Tras el servicio militar, participé en los comienzos de su asociación de vecinos y en 1974 me trasladé al barrio de Prosperidad, un territorio de aluvión, donde se asentó la inmigración andaluza y extremeña de los ’60 y ’70».

DIAGONAL: ¿Ha cambiado mucho el barrio desde 1974?

ALBERT RECIO: Sí. Cuando llegué el tejido asociativo era muy precario, y había una gran cantidad de carencias visibles: la mayoría de las calles no estaban asfaltadas, aparte de falta de servicios de todo tipo. El asociacionismo fue creciendo precisamente como producto de la lucha contra esta realidad tan dura.

D.: Pero ahora ha dado un giro de 180º…

A.R.: Sí, las políticas públicas cambiaron algo con la llegada de la democracia. La mejora en cuanto a equipamientos, urbanismo, etc. ha sido notable. Las personas de mi edad o incluso mayores tenemos la sensación de que se ha avanzado mucho, lo cual no significa que estos avances hayan sido suficientes.

D.: ¿Estas mejoras han sido fruto de la lucha o de la concesión?

A.R.: En una primera fase fueron resultado de la lucha. Pero lo que ocurre es que las luchas influyen en la configuración de las políticas públicas. Y una de las «gracias», por así decirlo, de la democracia, es que los políticos tienen que ganar votos, y eso les fuerza a hacer concesiones. Otra cosa es que éstas sean demagógicas. Si añadimos a la presión social el hecho de que los partidos tienen que pasar por las urnas, obtendremos la explicación. Pero hay una excepción.

D.: ¿Cuál?

A.R.: Cuando menos funciona esta conjunción de lucha vecinal y necesidad de cosechar votos por parte de los políticos es cuando hay grandes operaciones de intereses privados de por medio. Ahí sigue predominando lo particular sobre lo público.

D.: ¿Qué me dice del movimiento vecinal? Porque da la sensación de que vivimos en una sociedad moralmente entregada, donde cada cual busca su propio interés…

A.R.: El fenómeno es algo más complejo. El movimiento vecinal nace a finales de los ’60 y responde a unas necesidades muy concretas y muy apremiantes. Los barrios obreros fueron la «punta de lanza» en esta lucha, tal vez porque la mentalidad de clase media es más individualista y competitiva. Pero en toda Barcelona han surgido movimientos sociales y cívicos que han defendido patrimonio y servicios. Por ejemplo, un barrio tan burgués, si atendemos a los índices de datos, como Les Corts, ha generado una de las luchas más importantes contra la especulación, y además en este caso el especulador es el Barça, que quiere recalificar terrenos que sólo pueden ser destinados a equipamientos (donde hoy se ubica su Mini-Estadio) para construir viviendas, oficinas y un hotel. ¡Con el poder simbólico y cultural que en Catalunya tiene este club! Es decir, que la nuestra es una sociedad desarmada hasta cierto punto.

D.: ¿No cree que se trata de casos aislados?

A.R.: En todos los grandes procesos especulativos de la ciudad hay conflictos abiertos, como es el caso de los Cuarteles del barrio de Sant Andreu, de la denominada zona 22@ o de Can Ricart. Siempre se trata de lo mismo: destinar espacio para equipamientos a fines más lucrativos, violentando incluso conjuntos arquitectónicos valiosos, como Can Ricart. Es decir, que hay una historia, una continuidad, pero con luchas puntuales que surgen cuando se presenta la ocasión.