El pasado mes de julio leíamos en Energías Renovables un atrevido artículo que nos hablaba de las ventajas de un sistema energético ultraconectado. En concreto se trataba de una propuesta consistente en implantar a gran escala un corredor de interconexión eléctrica Norte-Sur, el desarrollo de proyectos de acumulación eléctrica por bombeo y la producción de hidrógeno a partir de los excedentes. Esta es la respuesta de la Red de Apoyo Mutuo en respuesta a los Megaproyectos Energéticos al citado artículo de Antonio de Lara.
Y decimos atrevido porque,
si bien presenta suficiente material para humedecer los sueños de cualquier
tecnófilo, el autor cae en la práctica habitual de mostrar demasiada pasión por
lo suyo: sobreestimar los beneficios de su propuesta, ignorar sus impactos e
implicaciones y, finalmente, suponer que no hay alternativa al statu quo.
A estas alturas de la película, pocas personas dudan de la necesidad de
descarbonizar los sistemas energéticos y esto pasa por el desarrollo de una
infraestructura de producción renovable. De hecho, tampoco encontraremos
grandes resistencias en reconocer los problemas que presentan las energías
renovables: grandes necesidades de superficie para su implantación, una
producción intermitente y un elevado consumo de unos materiales cada vez más
escasos y, por supuesto, no renovables.
Los consensos se rompen poco después, cuando una importante parte de los
ideólogos de la transición energética oficialista son incapaces de ver que
estos condicionantes impiden seguir pensando en el nuevo sistema como una
extensión del sistema actual. No pueden ver que semejantes diferencias
cualitativas no pueden abarcarse mediante un mero enfoque cuantitativo, es
decir mediante un incremento de escala: mediante soluciones cuantitativas de
hacer “más y más grande”. A lo largo de este texto, vamos por tanto a analizar
lo que queda fuera del análisis.
Una de las principales tesis del artículo es que la actual apuesta por las
interconexiones eléctricas entre países de la UE es insuficiente. En
contraposición, propone construir un corredor Norte-Sur de Ultra Alta Tensión,
prácticamente triplicando la tensión de las líneas actuales de interconexión a
Muy Alta Tensión (400 kV). La justificación es integrar la producción renovable
del norte y del sur y distribuirla a través del sistema energético actual, es
decir, un salto mortal con tirabuzón por encima de la actual propuesta europea.
Los beneficios de este gigantesco corredor energético no son más que la
integración de los servicios energéticos de producción, acumulación y
transformación de energía renovable. El truco para vender la moto es
convencernos de que esto es para el beneficio de todos; Europa ya lo vio claro
con aquello de los Proyectos de
Interés Común (PIC), pero ¿quién se beneficia de esto?
Propuestas de infraestructuras como este macrocorredor sirven como lubricante
para mover la maquinaria capitalista. Ejemplos como la Nueva Ruta de la Seda o
el corredor
transístmico mexicano muestran la capacidad de crear infraestructuras
que beneficien a los grandes inversores, pero prácticamente nada a la
ciudadanía. Por el contrario, esta misma ciudadanía recibe los impactos
asociados sobre el medio ambiente y sobre la salud, muchas veces combinados con
acaparamiento de tierras y desplazamientos de población. La particularización
al ámbito de la electricidad añade que tal proyecto sería financiado por la
ciudadanía a través de dos vías. Por un lado, tal como estamos viendo
actualmente con los proyectos de interconexión eléctrica y gasística, la
llamada al bien común abre la vía para la recepción de
subvenciones públicas. Por otro lado, el propio negocio de la venta de
electricidad hace recaer sobre la factura eléctrica de los y las consumidoras
los costes de
inversión en infraestructura.
El propio autor saca pecho al destacar que “[…] para España supondría, además,
la llegada de grandes inversiones para instalar fábricas en las que obtener
productos para la nueva economía ecológica”. Sin embargo, no queda nada claro
cómo esto podría revertir en la ciudadanía. Estaríamos hablando de posibilitar
que grandes fondos de inversión acaparen grandes superficies de tierra para la
producción eléctrica. Estos inversores se beneficiarían de una red de
transporte pagada por todos que contribuiría a colocar la electricidad
producida al mejor postor, independientemente de la distancia entre los centros
de consumo y los impactos locales producidos. Es decir, ni siquiera permitiría
asegurar el suministro a la población local, como está ocurriendo con los
megaproyectos eólicos en el istmo de Tehuantepec, que ni siquiera
están conectados a las redes de las comunidades donde se alojan. Estos
problemas se agudizarían en un escenario futuro donde las renovables sean
incapaces de asegurar el suministro tradicionalmente respaldado por tecnologías
fósiles.
Gran parte de la justificación técnica de la propuesta, pasa por sobrevalorar
el potencial de compensar la intermitencia de las renovables considerando el
desacople existente entre la producción renovable y el consumo en distintas
partes de Europa. Entre la bibliografía existente al respecto, en el
estudio “Considerations for an EU-wide use of renewable energies for
electricity generation”, a partir de un análisis de series temporales, el
autor justificaba que este desacople es prácticamente inexistente en el caso de
la producción
solar y, en el caso de la eólica, favorece la exportación de energía
eólica desde España. Es decir que contribuye a abastecer al centro y norte de
Europa, concentrando los impactos en la periferia.
Hasta el momento no hemos mencionado uno de los problemas clave que entraña la
propuesta; entendemos que debido al resplandor que arrojan todos los beneficios
anteriores. En concreto, estaríamos hablando de los impactos que supondría la
materialización de las líneas de Ultra Alta Tensión y, si bien el autor
reconoce que no existe actualmente la forma de integrar satisfactoriamente
estos sistemas de tan alto impacto, confía en que “el problema no parece ser
insoluble visto desde la física”. Un argumento de peso que nos invita a cerrar
los ojos y ofrecer al fuego del progreso cualquier sacrificio que exija la fe
cientifista.
Como hemos dicho, el problema que surge muchas veces a la hora de invocar a
estos dioses es no pararse a realizar un diagnóstico adecuado y hacer una
lectura parcial que sustente el discurso de uno mismo. Toda la propuesta del
megacorredor se hace olvidándose completamente del propósito último de un
sistema energético, el propósito que le dio origen. Las actuales redes nacieron
con el objetivo de asegurar el suministro a la ciudadanía, a partir de ahí, se
fue construyendo la infraestructura necesaria. El progreso y la fiesta
desarrollista fue paulatinamente sustituyendo este objetivo por el de crear y
optimizar un espacio para la creación de beneficios: un gran mercado de la
energía. Este planteamiento encajaba perfectamente con el paradigma fosilista,
requiriendo concentración geográfica y de capital para establecer las
centrales. En oposición, las energías renovables, intermitentes, modulares,
distribuidas…, si bien permiten continuar por esta senda, abren la posibilidad
de que el nuevo sistema energético no sea una continuación del viejo. No es de
extrañar que sean actores del viejo paradigma fosilista los principales
defensores de una transición renovable centralizada; al fin y al cabo, no saben
pensar de otra manera.
Sin embargo, teniendo en cuenta todos los aspectos tratados anteriormente,
estaríamos construyendo un sistema energético altamente injusto. A su vez,
estaríamos olvidando que las energías renovables abren la posibilidad de
establecer un verdadero sistema energético renovable distribuido y participado
por la ciudadanía. Es posible que este modelo por sí solo presente limitaciones
a la hora de asegurar nuestras necesidades energéticas (con las actuales tasas
de consumo, de esto no se
salva nadie), pero siempre tendremos tiempo de recurrir
puntualmente a alguna de las soluciones tecnológicas que apuntaba el autor. Si
bien no es el objeto de este texto ahondar en los detalles de este sistema
distribuido; antes de plantear cualquier respuesta es importante que formulemos
las preguntas adecuadas. En todo caso, esto pasa por adecuar las soluciones
tecnológicas a las necesidades energéticas de las personas y no al contrario,
tal como hace el autor, empezando la casa por el tejado.
Fuente: https://www.energias-renovables.com/panorama/empezar-la-casa-por-el-tejado-la-20201005