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Análisis del comportamiento político y electoral de IU

La transfusión roja y el destino trágico

Fuentes: Rebelión

Puede que ese viejo caserón esté lleno de ratas; si es así, tengo aquí el antídotoBram Stoker, Drácula Parece -es una impresión- que a la izquierda le gustan las palabras: las elegantes metáforas cargadas de fuerza expresiva y mágicas resonancias; los irónicos juegos verbales, las ingeniosas gracietas infantiles y los requiebros musicales. También parece -pero […]

Puede que ese viejo caserón esté lleno de ratas; si es así, tengo aquí el antídoto
Bram Stoker, Drácula

Parece -es una impresión- que a la izquierda le gustan las palabras: las elegantes metáforas cargadas de fuerza expresiva y mágicas resonancias; los irónicos juegos verbales, las ingeniosas gracietas infantiles y los requiebros musicales. También parece -pero es sólo una impresión- que detrás de muchas de estas expresiones -aquí está el drama- no hay nada. Ni una idea nueva, ni una propuesta económica anticapitalista, ni envergadura política, ni convicciones reales capaces de consolidar el voto y fortalecer la organización, ni fuerza ideológica capaz de contribuir al rearme -casi en sentido militar- de la conciencia de clase. Detrás de algunas palabras, es sabido, no hay nada.

Hoy estoy contenta, y escribo sentada en el banco del cementerio. Lucy se encuentra mucho mejor. La pasada noche durmió bien, y no me despertó ni una sola vez. Parece haberle vuelto el color a las mejillas, aunque aún está muy pálida y ojerosa. Si estuviese anémica, lo comprendería; pero no lo está. Tiene buen humor y se la ve llena de alegría y de vida. Bram Stoker, op. cit.

En las pasadas elecciones, sometidas a la fuerte tensión emocional producto del trágico atentado de los trenes proletarios camino de la estación de Atocha, Izquierda Unida ha perdido votos y diputados al tiempo que el PSOE -que ya venció, aunque estos días se olvide, las últimas elecciones municipales- ganaba de manera (más o menos) sorprendente. La transfusión roja, declarada por Llamazares, ha contribuido al irresistible impulso -la marea humana- que ha llevado al dirigente menos cualificado de la historia del socialismo español hasta la presidencia del gobierno. Realizado el escrutinio, IU ha perdido algo más de 100.000 votos, sufragios que -quizá, es posible- hayan integrado las filas del PSOE. Analizadas las cifras, la transfusión roja es, en realidad y pese a la incomprensible alegría de los dirigentes de IU durante la noche electoral y días sucesivos, sólo la cantidad necesaria para un triste análisis de sangre. Eso sí, pura sangre roja-ecosocialista. La teoría del voto útil, esgrimida por la festiva dirección como único escudo frente al aluvión de previsibles críticas, queda invalidada a la luz de los números, pese a tener en consideración -no podía ser de otra forma- a los nuevos votantes de IU procedentes de la abstención y las incorporaciones provenientes del aumento del censo electoral que han engrosado las filas de esta plural y curiosa formación. Algunas empresas de sondeos -el CIS sería la mejor referencia- avanzan ya la (razonable) posibilidad de que IU haya perdido unos 300.000 votos -útiles- y que haya ganando unos 180.000-200.000 cuyo origen sería la suma de los surgidos de la abstención y de las incorporaciones primerizas. Es un supuesto posible. En cualquier caso, y dando como buena esta hipótesis de trabajo, el resultado electoral ha sido muy malo -catastrófico- para una fuerza alternativa al sistema económico, social y cultural dominante.

Entonces me entraron unos deseos locos de conseguir la llave a cualquier precio; decidí descolgarme por el muro otra vez y entrar en la habitación del conde. Quizá me matara, pero la muerte me parecía ahora el más afortunado de todos los males. Bram Stoker, op.cit.

A la espera de más estudios concretos que confirmen alguna de las posibilidades que se están barajando estos días sobre la posible transferencia de votos entre partidos, parece sensato afirmar que el PP, pese a todo, ha perdido poco. Más de nueve millones y medio de electores han confirmado la implantación de las ideas defendidas por los dirigentes de la derecha nacional. El PSOE, por su parte, ha recibido un apoyo muy superior al previsto (quizá 2 ó 2,5 % más que el calculado en sus mejores hipótesis privadas) La participación, siendo importante, no ha alcanzado cuotas históricas. ¿Cómo se puede explicar, al margen de la palabrería de los responsables, el desastre de IU? Observando los números -cosa siempre recomendable para no decir (demasiadas) tonterías ante de un micrófono- y pese a aceptar (con reservas) el trasvase comentado líneas arriba, es fácil comprobar que varias opciones minoritarias han subido (PNV, ERC, IC, Chunta, Nafarroa Bai) mientras que IU ha bajado.

Esta visto que el trasvase de votos o voto útil ha afectado de manera sensible a IU -y un poco al BNG, aunque esto requeriría detenerse en la situación local- frente a otros partidos o agrupaciones que, si bien podrían haber sufrido la misma marea socialista, han conservado la fidelidad de su electorado. El caso de IU es significativo. Al no tener consolidado su voto y ser una formación poco verosímil en términos electorales, cualquier brisa contraria le produce una gripe. Al perro flaco -flaco por la inconsistencia programática, ideológica y cultural de la dirección de IU, todo se le vuelven pulgas (voto útil o lo que sea)

Todo esto, sumado a la empresa que tenemos entre manos, es capaz de poner a cualquiera los nervios de punta. Bram Stoker, op. cit.

Tras el desastre electoral de IU, sólo comparable al recordado fracaso de 1982 (el PCE pasó de 23 a 4 diputados frente a la aplastante mayoría absoluta socialista de la utopía cuatrocaminera de Felipe Glez.) se esconden muchas y diferentes razones. Desde la carencia de un discurso ideológico alternativo y no subsidiario del expresado por el PSOE, a los problemas con las diferentes federaciones, pasando por la fragilidad intelectual y organizativa de una dirección autista incapaz de concebir un proyecto político radical. En este caso concreto, pese a lo atípico de estas elecciones de marzo de 2004, los dirigentes de IU son responsables directos del fracaso electoral. O al menos lo son en la medida que se les puede exigir. Pero su responsabilidad -una suerte para algunos- ha quedado aplastada por la inmensa presencia en el imaginario colectivo del atentado, un hecho que, sin duda, ha cambiado el sentido de miles de votos. El horror de Atocha y la manipulación informativa del gobierno del PP durante los días siguientes han sido dos de los factores (sin olvidar la huelga general, la guerra de Iraq o el desastre del Prestige, entre otros) que han motivado la absoluta humillación de Aznar. El atroz asesinato colectivo -comparable, por su gravedad, a los indiscriminados bombardeos sobre indefensas poblaciones a los que tan acostumbrados estamos gracias a las (siempre) censuradas imágenes de televisión- y el consiguiente (sic) trasvase votos ha salvado, por el momento, a la dirección de IU. El recurso dialéctico a la transfusión roja (voto útil) o al destino trágico (la lucha antifranquista de los comunistas no refrendada en escaños con la llegada de la democracia) en boca del coordinador general sólo puede entenderse como una excusa. Arte menor de políticos.

Finalmente, el silencio se hizo angustioso. Miré a mis compañeros, uno tras otro, y por sus caras encendidas vi que soportaban las mismas torturas que yo. Había una incertidumbre nerviosa en todos nosotros; como si una terrible campana, en lo alto, se hubiese puesto a doblar poderosamente cuando menos lo esperábamos. Bram Stoker, op. cit.

El PSOE, en las urnas, por voluntad popular, ha derrotado al PP. La dirección actual de IU ha alejado -en parte- el fantasma de la crisis interna. En estas extremas circunstancias, el equipo dirigente que ha conducido a IU al desastre electoral pretende salvar los muebles con apelaciones retóricas ajenas a cualquier razonamiento empírico. Si Al-Qaeda, o quien se esconda bajo esa denominación de origen, no hubiera colocado las bombas en los trenes, si la muerte no hubiera irrumpido en las vidas de cientos de personas, es posible -probable- que el resultado de IU no hubiera sido diferente. Las encuestas realizadas antes de la tragedia -salvo curiosas excepciones- auguraban al movimiento político-social ecosocialista una horquilla porcentual situada entre el 5 y el 7%. Un mal resultado. A la espera de la resolución de unas cuestiones técnicas relativas a un acuerdo con fuerzas políticas baleares, IU ha obtenido el 4, 96%. A tenor de estos números, y dando por válidas (con las naturales reservas) las encuestas preelectorales, la sanitaria transfusión roja y el unamuniano destino trágico ha supuesto para IU -en el peor de los casos- dos puntos porcentuales. Un punto de transfusión roja y un punto de destino trágico. Dicho así, hasta el reparto parece democrático, asunto de economistas liberales. La dirección de IU es responsable, sin duda, de conducir a la formación a esta situación. Es responsable, y aquí se debería hacer una fuerte autocrítica -si supieran en qué consiste- del estado de unas siglas cuyo voto no está consolidado, una organización que, con los dos años transcurridos proclives a las ideas de la izquierda, no ha crecido. En resumen, la dirección es responsable de llevar a IU a un abismo electoral y al descrédito político alimentado por una catarata de inconsistentes justificaciones.

Se me encogió el corazón, porque veía que nos esperaba una dura prueba. Sin embargo, no podía hacer nada; de modo que me armé de valor, y le dije que era mejor que nos diésemos prisa, ya que se nos estaba yendo la tarde. Bram Stoker, op.cit.

IU no sabe dónde va. El resultado electoral, con todas las salvedades anotadas, sólo confirma una clara y dramática tendencia de la izquierda ecosocialista: menos estructura política y menos presencia reconocible en la calle o en los centros de trabajo (no es posible afirmar la preeminencia de IU en todo el proceso de toma de conciencia ciudadana en contra la guerra de Iraq o en el desastre del Prestige sin caer en el ridículo o en el intento de manipulación) a cambio de una significativa -menor en este caso- visibilidad en las instituciones. Para consolidar el voto, para ser creíbles, para evitar que cualquier convulsión social arrastre al movimiento político-social, no se puede estar todo el día entrando a los trapos mediáticos y a las polémicas de las formaciones mayoritarias, contestando a cosas ajenas a los presupuestos ideológicos (¿cuáles?) de IU (en muchos casos, sin criterio político definido por la organización) con tal de aparecer en los medios de transmisión y propaganda de la ideología dominante o reclamando, desde no se sabe qué extraño principio democrático, un muñeco del sofisticado guiñol de Canal +. Así no se consolida nada, así sólo se ahonda en el ridículo y el voto (nunca firme) se escapa a la mínima agitación social. Es de agradecer que, en la balanza del trasvase, IU se haya encontrado con el apoyo de nuevos sufragios. Tanto los electores incorporados al censo como, sobre todo, los provenientes de la abstención crítica de izquierdas, han frenado -un poco- el desastre. Sin la contribución de los electores (jóvenes) y de una parte de la izquierda abstencionista, que han volcado su esfuerzo viendo el desolador panorama que se anunciaba, IU estaría hablando de una irreparable derrota.

Entonces tendremos ocasión de renovar nuestras promesas; pues nos espera una misión terrible, y una vez que hayamos puesto un pie en el arado, no debemos retroceder. Bram Stoker, op. cit.

Los resultados de marzo de 2004 deberían invitar a la dirección de Izquierda Unida -la misma que, con total desprecio de su base (comunista) consolidada ha celebrado la victoria de Rodríguez Z. como propia- a una profunda reflexión. Si los (i)responsables dirigentes de IU no son conscientes de este varapalo, si no son conscientes de que una política errática, carente de criterio político definido, sólo conduce al fracaso y deciden enrocarse -como parece- aludiendo al destino trágico y la transfusión roja como fórmulas explicativas, la organización se enfrentará, con el PSOE en el poder, a una lenta agonía. Si contra el PP no se ha sabido articular y consolidar el voto, con el PSOE en el gobierno, la operación resulta, si cabe, más difícil todavía. Las condiciones eran óptimas para asistir, esperanzados, al crecimiento electoral y orgánico de IU. Pocos períodos han sido tan ricos en acontecimientos favorables al impulso de la conciencia crítica de la izquierda. Si con una importante huelga general, la repulsa ante la gestión del desastre ecológico y económico del Prestige y la contestación popular frente a la invasión de Iraq; si con este escenario social de protesta colectiva, IU no ha podido crecer, la formación ecosocialista necesita un cambio. El salvaje atentado y el voto útil no pueden justificar estos ridículos resultados. Urge, por tanto, un cambio de rumbo.

Coja la estaca con la mano izquierda, coloque la punta sobre el corazón y dele un mazazo con la derecha. Entonces empezaremos nuestra oración por la difunta…Bram Stoker, op.cit.