«Tengo una actitud crítica con el modo en el que se desarrolló la transición en España. Fue frustrante y ahora están saliendo a la luz» aquellos errores, según consideró ayer el catedrático emérito de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos París, quien presentó en el Ateneo Jovellanos su último libro, titulado «Memorias sobre […]
«Tengo una actitud crítica con el modo en el que se desarrolló la transición en España. Fue frustrante y ahora están saliendo a la luz» aquellos errores, según consideró ayer el catedrático emérito de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos París, quien presentó en el Ateneo Jovellanos su último libro, titulado «Memorias sobre medio siglo. De la contrarreforma a internet».
El filósofo se refería con esas palabras a que «ahora vuelve el problema de Monarquía o República. Entonces se concedió que España fuera una monarquía, cuando la monarquía es realmente una herencia del franquismo. La posibilidad de que llegue la tercera república aún está sin resolver», a lo que añadió que con el debate actual sobre «la (ley de la) memoria histórica estamos viendo que se concedió la impunidad del régimen franquista, como manera de tapar todas sus responsabilidades históricas en la represión», explicó Carlos París una vez concluida su conferencia.
París criticó la imagen que han dado los medios de comunicación, en especial las televisiones sobre la transición española: «Ha habido una leyenda que ha presentado la transición como si la democracia fuera un regalo hecho al pueblo español por Juan Carlos, el monarca, y por los aperturistas del régimen como Suárez y Torcuato Fernández-Miranda cuando la democracia llegó por las luchas en la calle de los opositores al franquismo», señaló al respecto.
Para el filósofo de izquierdas, «la mecánica de la transición fue dirigida en gran parte por la CIA y por la socialdemocracia alemana que ya había renunciado al marxismo y estaba en una postura claudicante» y eso fue lo que llevó al modelo de Estado que tenemos en la actualidad, según él muy alejado de lo que buscaba la oposición al franquismo. «La oposición entonces pensaba en la redistribución de la riqueza, en las reivindicaciones feministas y en que España tuviera una posición internacional solidaria con el tercer mundo. Sin embargo, hoy la distribución de la renta es la misma que en el año 1931 e incluso se ha incrementado en los últimos tiempos la desigualdad social. El feminismo ha tenido algunos avances, pero más de cara a la galería con muchas ministras que en la realidad, donde las mujeres siguen cobrando el 70% que los hombres por el mismo trabajo. En política internacional, España está integrada en la OTAN y participa en las actuaciones más represivas y de carácter imperialista que tienen lugar», razonó el filósofo. También criticó la política económica que se ha desarrollado en España, donde «en lugar de fomentar la ciencia y la educación, se optó por la política de la inmediatez, del ladrillo y del turismo», añadió.
Nacido en Bilbao en el seno de una familia conservadora, el pensamiento de Carlos París acabó en las antípodas y fue un activo opositor al franquismo, que le apartó de la cátedra que ocupaba en la Universidad Autónoma de Madrid. En sus memorias repasa los momentos históricos que le tocó vivir, desde la España del hambre y la represión hasta la actualidad; incluye su trayectoria personal y detalles íntimos de su vida familiar.
«La ideología de la contrarreforma no ha desaparecido. El franquismo sigue presente en muchas actuaciones sociales, no sólo de la derecha o la ultraderecha. También se ve en la apropiación que hizo el franquismo sobre el concepto de España y que sigue gravitando negativamente hasta nuestro tiempo. Para las nuevas generaciones hablar de España y lo español les parece fascista. Les diría que lean los partes de guerra republicanos, en los que a las fuerzas de la República se las citaba como las fuerzas españolas y a los sublevados, como las fuerzas invasoras», indicó París al público asistente.
El filósofo también consideró que Franco «tenía mentalidad militar y convicción religiosa, no pensaba en la redistribución de la propiedad, que era entonces la retórica de la Falange».