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La Universidad martiana de Mella

Fuentes: JR

Una plena agitación universitaria caracterizó el año 1923. Las chispas del ambiente de tiranía que se respiraba en Cuba encendieron la llama del movimiento estudiantil. Julio Antonio Mella, al frente de la efervescencia política, estaba decidido a transformar la Universidad de La Habana, cuyas condiciones eran reflejo de los males de la República neocolonial. Mella […]

Una plena agitación universitaria caracterizó el año 1923. Las chispas del ambiente de tiranía que se respiraba en Cuba encendieron la llama del movimiento estudiantil. Julio Antonio Mella, al frente de la efervescencia política, estaba decidido a transformar la Universidad de La Habana, cuyas condiciones eran reflejo de los males de la República neocolonial.

Mella comprendía que los estudiantes aislados no podían llevar a cabo la lucha revolucionaria; que solo era posible mediante la unión con el proletariado, quien debía prepararse para luchar contra la explotación imperante en la Isla.

Un acuerdo tomado durante el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, acerca de la creación de una institución que desempeñara un papel importante no solo en la superación de los obreros, sino en el establecimiento de la unidad entre estos y los estudiantes, hizo realidad tal objetivo.

Fue entonces, en la sesión final del encuentro, que el propio Mella se refirió a la creación de la Universidad Popular José Martí. Cuando le correspondió su turno, dijo que «al proponer su fundación (el Congreso) se había inspirado en el propósito de abrir una senda de luz para la generación de nuestros obreros (…) la Universidad Popular es una institución para todos y un camino abierto para tener un futuro mejor».

El 3 de noviembre de 1923, por primera vez la histórica Escalinata de la Universidad de La Habana era ascendida por un centenar de obreros quienes, a partir de esa fecha, se convirtieron en alumnos de una institución excepcional, éxito que constituía un viejo sueño de los universitarios cubanos y cuyo principal impulsor fue Mella.

En el Aula Magna de la casa universitaria, donde tuvo lugar el acto inaugural, también por vez primera se unían estudiantes e intelectuales con los sindicatos, como prueba evidente de la transformación que debía tener el nuevo organismo educacional.

Sus casi 500 alumnos, quienes comenzaron el curso el 20 de noviembre, se reunían en las noches para recibir una variedad de materias impartidas por estudiantes y profesores universitarios.

Personalidades como Rubén Martínez Villena, Raúl Roa, Sarah Pascual y el propio Mella fungieron como profesores. José Zacarías Tallet aparecía como su presidente y la inscribió en el Registro de Asociaciones, mientras que Jorge Vivó funcionaba como secretario.

Sus incipientes alumnos aprendieron asignaturas como Historia de la Humanidad y de Cuba, Gramática y Literatura, Psicología y Lógica, Matemáticas, Maternidad y Profilaxis Sexual, Economía Política y Social, Legislación del Trabajo, Moral Antidogmática y Rudimentos de Ciencias de las Religiones.

El funcionamiento de la Universidad en el Alma Máter se hizo insostenible. La oposición de sus enemigos le cerraba las puertas en las instituciones oficiales de enseñanza, pero otras se abrían en los centros proletarios. Se dictaron conferencias en las sedes de diversos sindicatos de La Habana, San Antonio de los Baños y Santiago de las Vegas. Diferentes lugares acogieron a los ponentes, quienes brindaron veladas y disímiles actividades para el pueblo.

Denunciada como «peligroso foco comunista», por orden del gobierno de Machado se prohibió su funcionamiento en todo el territorio nacional. Ante el cierre, en 1927, su fundador escribió desde el exilio: «Las aulas se han cerrado pero las páginas de los libros se abren… La Universidad Popular José Martí vive. Muchos han caído. Muchos más caerán. Pero todavía no se ha matado una sola idea, un solo principio».

La Universidad Popular José Martí fue, desde su creación, un bastión de ideas y el primer proyecto de acceso de la clase obrera al libre conocimiento y la enseñanza en Cuba, al plantar la semilla de una educación masiva y de calidad. Por ello, Mella la llamaría «la hija querida de mis sueños».

La vigencia de aquella primera universidad popular ha permitido multiplicar la Colina primigenia y nutricia para cumplir finalmente el noble empeño de acercar la Universidad a todo el pueblo, y convertir a Cuba entera en una inmensa casa de altos estudios universitarios.

Fuente: http://www.juventudrebelde.cu/opinion/2010-11-02/la-universidad-martiana-de-mella/