Recomiendo:
0

Debate sobre el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES)

La universidad y la división social del trabajo

Fuentes: Universitat en marxa!

Estamos ante un mundo que, gracias a los adelantos en el campo de las telecomunicaciones, avanza cada día más deprisa. Esta aceleración afecta también a la Universidad, y dificulta el trabajo, de quienes la queremos analizar para lograr transformarla. Además, la mayoría de reformas que afectan a la universidad son, aparentemente, de carácter muy técnico, […]

Estamos ante un mundo que, gracias a los adelantos en el campo de las telecomunicaciones, avanza cada día más deprisa. Esta aceleración afecta también a la Universidad, y dificulta el trabajo, de quienes la queremos analizar para lograr transformarla. Además, la mayoría de reformas que afectan a la universidad son, aparentemente, de carácter muy técnico, y por consiguiente, es difícil discernir las que son estructurales de las que no lo son. Ante esta situación puede resultar interesante, retomar las ideas que expuso Manuel Sacristán en su célebre artículo «La universidad y la división social del trabajo».

¿Cuales son las funciones de la universidad?

La universidad históricamente ha tenido dos funciones diferenciadas: la escuela de estado y la escuela de empresa:

1. La creación y transmisión de consensos y hegemonías («escuela de estado»)

Sobre la primera función, debemos apuntar que la Universidad es una institución que produce y organiza hegemonías (que no tienen porqué coincidir con las de la clase dominante). Entendemos hegemonía como un cuerpo ideológico que garantiza la dominación política, juntamente con la violencia y la represión del estado. La hegemonía no se transmite únicamente mediante los contenidos sino también mediante las formas como se transmiten dichos contenidos. Así, la discriminación clasista al reclutar la población universitaria, o los principios jerárquicos tanto de la comunidad universitaria como del propio desarrollo de las clases, también forman parte de esta hegemonía. Veamos algunos ejemplos:

Construcción de la clase dominante: es necesaria, para reorganizar una sociedad de clases en fragmentación, como la actual, elevar un conjunto de personas para que puedan ejercer el papel de dominar. La sociedad capitalista necesita ingenieros, médicos y jueves, pero por encima de todo, necesita personas que manden.

Construcción del pensamiento dominante: la Universidad posee también la función de desarrollar una ideología que permita justificar la realidad. Esta función puede equipararse a la que hacen, de forma más grosera, la mayoría de medios de comunicación.

Erasmus y EEES: el desarrollo de programas de movilidad, favorecen la creación de sentimientos de cercanía entre los ciudadanos de los países de la Unión Europea que sirven para dar una base ideológica a un proyecto político, que es aun, fundamentalmente económico. La implantación del Espacio Europeo de Educación Superior es otro paso en esa dirección (dirección que no es necesariamente negativa pero que, en cualquier caso, debemos tener presente). Por otro lado, los programas Séneca son totalmente funcionales a la nacionalización del Estado Español, o sea, a la conformación en nación de dicho Estado.

Hemos afirmado anteriormente que la hegemonía puede no ser la de la clase dominante. De hecho ha habido numerosos intentos de alterar la dirección de la hegemonía (el más famoso fue, seguramente, el mayo francés). Existe la posibilidad que los académicos fuercen potencialidades de las clases dominadas. Esta posibilidad esta claramente condicionada a los siguientes factores: origen social de la población universitaria, papel del estado (represión, etc.); sin olvidar que la plusvalía que reciben los técnicos superiores es una garantía para que éstos no cambien de frente en la lucha de clases.

La presencia de la ciencia en la universidad es, en última instancia, un elemento que posee la capacidad intrínseca de producir oposición a la base social. La ciencia, por su naturaleza, cuestiona el estado de las cosas y es, por consiguiente, funcional a la transformación de la sociedad hacia un sistema justo.

2. La creación y transmisión de conocimientos técnicos («escuela de empresa»)

La segunda función, es quizás, la que todos los estudiantes tenemos más presente. La podemos clasificar entre la transmisión y la creación (investigación) de los conocimientos técnicos. La investigación es una herramienta potencialmente revolucionaria, ya que altera constantemente la división del trabajo. Nuestro papel es, obviamente, profundizar en las contradicciones que genere la investigación; y orientarla para que esté al servicio de las personas, en lugar del beneficio empresarial.

En resumen podemos decir que la función de empresa pretende dotar a los estudiantes de herramientas para administrar las cosas y no perpetua el orden social; mientras que la función de estado es una herramienta pera organizar la interiorización del poder sobre los hombres, y por consiguiente, para mantener el actual orden social.

Por otro lado, debemos reflexionar sobre la función estratificadota de la universidad. La educación es una de las herramientas ideológicas más eficaces para justificar la estratificación. Una mayor formación académica se correlaciona, en la mayoría de los casos, con una posición más elevada en el orden social. El acceso a la universidad, representa, en si mismo, un primer paso de esta estratificación. La escasez de becas suficientes y el precio de las tasas construyen una primera barrera económica para entrar en la universidad. La existencia de carreras más o menos complicadas (que requieren de más o menos tiempo de estudio) son otro elemento de estratificación, junto con la compartimentación de la formación en grado, postgrado, másters y doctorados; tal y como prevé el EEES.

Esta estratificación se complementa y justifica con la ausencia de recursos económicos que sufre la universidad pública en España, con el objetivo de actualizar la misma estructura de clases, de generación en generación. Debería ser pues tarea prioritaria de los y las universitarias, combatir contra la exclusión social en la universidad y contra la estratificación clasista (aparentemente técnica) del conocimiento.

Vista la situación, parece razonable sentenciar que la lucha por una mayor financiación para la pública (1,75% del PIB) debería ser el eje, sobre el que articular el resto de luchas del movimiento estudiantil.

* Antoni-Ítalo Moragas Sánchez, responsable de Universidades de CJC-Joventut Comunista y miembro del consejo nacional de AEP.