La noticia nos conmovió a todos. El diagnóstico de un ser querido con esa terrible enfermedad hace temblar a cualquiera. El 30 de junio sentí que se me repetía la historia vivida meses atrás. El mensaje que el Comandante Hugo Rafael Chávez transmitía a su pueblo anunciaba la lucha que librara por vencer ese terrible […]
La noticia nos conmovió a todos. El diagnóstico de un ser querido con esa terrible enfermedad hace temblar a cualquiera. El 30 de junio sentí que se me repetía la historia vivida meses atrás.
El mensaje que el Comandante Hugo Rafael Chávez transmitía a su pueblo anunciaba la lucha que librara por vencer ese terrible mal que afecta a una parte significativa de la población cubana y mundial. Sólo los que hemos tenido (o tenemos) familiares en situaciones similares podemos sentir con absoluta certeza todo lo que nos invade ante tan devastador descubrimiento.
Pero no pretendo hablar del mal, sino de todo lo contrario. Aprecié en la televisión un ser humano decidido a vencer. Con la única alternativa de «subir la empinada cuesta» que la vida ponía ante sí. Es y seguirá siendo el mejor de los «remedios» para vencer el cáncer. No valen de mucho los tratamientos con quimioterapia y citostáticos si no se acompaña de la férrea voluntad de vencer.
Eso pude apreciar en el Comandante Chávez. Era la misma decisión que ha acompañado a mi padre desde que noviembre de 2010 fue diagnosticado con ese terrible mal. También fue sometido a una complicada intervención quirúrgica y a varios ciclos de costosos tratamientos que aún no han culminado. Si no viviera en mi bella Cuba, no hubiera podido costear ni la tercera parte del valor de todo lo invertido en él.
Ahí está Chávez vencedor al igual que mi padre. Al que cada día le agradezco, junto con mi madre, la formación de revolucionario que me otorgaron.
El cáncer sigue sin tener cura. Sin embargo, en la sangre de muchos seres humanos se mantienen vivas muchas células que ninguna variante de la enfermedad puede destruir mientras respiramos. Se trata de las células que se alimentan de las revoluciones. Las que hacen que hombres como Fidel y Chávez renazcan ante cada nueva adversidad. Las que los convierten, como dijera Bretch, en los IMPRESCINDIBLES.
Esa seguridad, confianza y optimismo demostrados por Chávez desde su intervención aseguran, como en el caso de Fidel durante su recuperación, el éxito absoluto.
Pa’lante Comandante! Cuba sigue junto a usted en su camino triunfal.
Fuente: http://visiondesdecuba.wordpress.com/2011/07/01/las-celulas-que-ningun-cancer-podra-destruir/
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