Ambientalista de largo recorrido en Reino Unido, presentador de la BBC, horticultor y escritor, Chris Baines es el precursor de los jardines silvestres en Reino Unido. Revindica más lugares verdes en las ciudades para tener mayor calidad de vida y para luchar contra el cambio climático. Baines ha visitado Madrid recientemente para impartir dos conferencias. […]
Ambientalista de largo recorrido en Reino Unido, presentador de la BBC, horticultor y escritor, Chris Baines es el precursor de los jardines silvestres en Reino Unido. Revindica más lugares verdes en las ciudades para tener mayor calidad de vida y para luchar contra el cambio climático.
Baines ha visitado Madrid recientemente para impartir dos conferencias. El Salto ha charlado con él. Su visión verde de las urbes concita mucho interés, aunque es fácil imaginar más espacios verdes en Reino Unido, donde llueve a menudo. No tanto en nuestras ciudades, donde las sequías son recurrentes. Pero Baines mantiene que la solución pasa por los árboles. Por ello, explica que las ciudades españolas necesitan plantar centenares de árboles para mitigar el cambio climático, porque «las hojas de los árboles son ‘nuestros aires acondicionados’ y filtran la contaminación».
Afirma que, si conseguimos más arbolado y más parques interconectados, «estos pueden ayudar a ralentizar los efectos del calor extremo e incluso las inundaciones que se van a producir debido a las lluvias torrenciales características del cambio climático».
Baines ha compartido mesa con el naturalista Joaquín Araújo en el marco del Café Scientifiques, que organiza la Casa Encendida, este año con la colaboración del British Council. Durante la entrevista, el ecologista describe nuestras urbes y mantiene que «el tráfico, la contaminación, el ruido o la mala gestión de los residuos en las ciudades son formas de violencia».
CIUDADES MÁS AMABLES
Frente a esto, es necesario que los ayuntamientos creen grandes «anillos verdes, espacios abiertos y tranquilos para poder respirar». Asegura que existen estudios científicos sobre cómo las personas mejoran si están en un entorno natural. «Está comprobado que si una persona con estrés se puede tumbar, caminar o sentarse en un jardín tranquilo, en sOlo cuatro minutos, mejora y se relaja. Los espacios verdes son beneficiosos para la salud».
Mientras aquí hablamos de despoblación y recuperación de los pueblos, en Reino Unido el discurso se centra en las ciudades. Es obvio, admite Baines: «El 90% de la población en mi país [más de 65 millones de personas] vive en grandes aglomeraciones, y en los últimos años estas se han vuelto espacios hostiles. Por eso es necesario hacerlas más amables».
Baines fue cofundador del colectivo de defensores de la vida natural urbana Urban Wildlife Group, ha participado en un gran número de asociaciones en defensa de la jardinería silvestre, la gestión del agua y la conservación de la naturaleza. Además ha escrito varios libros, algunos de ellos para niños.
JARDINES SILVESTRES
Explica con naturalidad qué es y cómo se diseña un jardín silvestre, privado o público: «No es una reserva de la naturaleza. Está concebido como un espacio agradable, con muchas flores silvestres para atraer a los insectos y aves, un pequeño lago con anfibios, una protección natural alrededor y claros para que entre el sol». Y aclara que «por supuesto no se emplea ni química ni pesticidas». Pero también es un lugar donde relajarse: «Un jardín tiene que tener bancos, sillas y una mesa …».
Su libro Wildlife Gardening (Vida Silvestre, 1985) es un clásico en el que da consejos prácticos para elegir las plantas que van a atraer a aves e insectos a través de la jardinería. En Reino Unido se usa también el glifosato en los jardines públicos, como en el Estado español. Es «un problema universal,» asiente.
La alternativa en las ciudades, si no hay mucho espacio, es hacer jardines urbanos en las fachadas, «como, por ejemplo, hacen los pub de Londres, donde existe una especie de corredores de madera en las fachadas con plantas colgantes y flores, a donde llegan abejas y pájaros», relata el ambientalista. Y así transformar la ciudad, como «en Nueva York, donde están triunfando los jardines y huertos en las azoteas de los edificios», cita Baines. También sostiene que es «una buena iniciativa la renaturalización de los ríos de las ciudades», tal y como se ha hecho con el Manzanares , en Madrid.
Central Park, en Nueva York. Imagen de Héctor Arguello
A la pregunta de cuáles de sus luchas como activista le han marcado más, responde sin vacilar: «La de convencer a políticos e ingenieros para que no corten los árboles de las aceras». Relata que, al enterrar los cables de la luz en las ciudades inglesas, se talan todos los árboles, pero no es imposible hacerlo de otra manera. «Las raíces crecen de forma horizontal y es cuestión de convencer a los ingenieros de que se cave más abajo y se respeten los árboles». Y sentencia: «La mayor amenaza para los árboles no son los ingenieros, sino las políticas de los ayuntamientos para prevenir riesgos para la ciudadanía».
TALAS DE ÁRBOLES Y PODAS
Pero nuestros árboles tienen más amenazas: «Se podan cada vez más para hacerlos más seguros y eso es malo; al final el árbol se pierde porque todo el beneficio está en la copa, las hojas nos ayudan contra la subida de las temperaturas por el cambio climático».
Otra tendencia ha sido la corta de árboles en las carreteras. Asegura que en su ciudad, Sheffield, en South Yorkshire, sur de Inglaterra (534.500 habitantes), se ha conseguido un acuerdo con el Ayuntamiento contra la tala de árboles en las carreteras. Hasta ahora se habían cortado hasta un 25% de los situados en las vías de acceso a la ciudad «porque dicen que son un riesgo para los coches y que esa es la única manera de evitar los accidentes». Esta medida ha provocado una gran oposición por parte de la ciudadanía. «Muchas mujeres se han encadenado a los de las carreteras y han conseguido parar las talas».
Baines explica que su trabajo ahora es el de ‘mediador’ entre ayuntamientos, empresarios y ecologistas. «Son necesarias las luchas de los ecologistas para contrarrestar las ideas moderadas de los políticos y conseguir acuerdos. Los ecologistas son más pragmáticos y pueden demostrar que conservar los árboles tiene beneficios», concluye.