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Entrevista con el sociólogo y filósofo Alain Touraine

«Las mujeres son los nuevos actores sociales»

Fuentes: Diagonal

El influyente sociólogo francés Alain Touraine habló con DIAGONAL, sobre todo, de mujeres: en la actualidad, en y después del ’68, y en el futuro. Considera que los próximos 500 años serán de ellas. Alain Touraine es uno de los más influyentes sociólogos y pensadores actuales. A sus 82 años, este filósofo francés y director […]

El influyente sociólogo francés Alain Touraine habló con DIAGONAL, sobre todo, de mujeres: en la actualidad, en y después del ’68, y en el futuro. Considera que los próximos 500 años serán de ellas.

Alain Touraine es uno de los más influyentes sociólogos y pensadores actuales. A sus 82 años, este filósofo francés y director de estudios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París sigue investigando, trabajando incansablemente y reflexionando sobre la sociedad en la que vivimos. En su último libro El mundo de las mujeres considera que hemos entrado en una sociedad de mujeres para los próximos 500 años y que los hombres siguen el camino con dificultad.

Siempre optimista, anuncia que van a pasar cosas «increíbles, impensables» en los próximos años.

DIAGONAL : ¿Cuáles son las características de la sociedad actual?

ALAIN TOURAINE : Pienso que hemos pasado de una sociedad determinada por términos políticos y luego económicos, a una sociedad definida por términos culturales. Teniendo en cuenta este cambio, me percaté de que las mujeres durante mil años no habían tenido derecho a una subjetividad, a pesar de los papeles fundamentales que desempeñaban. A veces eran reinas o putas de lujo, pero ninguna de ellas tenía subjetividad, no eran un sujeto. Una mujer no tenía el derecho de decir «yo», decía «ellos», «nosotros».

D. : ¿Esta subjetividad puede ser una herencia de mayo del ’68?

A.T. : No lo creo, ya que mayo del ’68 no representa un punto muy importante dentro de la historia de las mujeres. Se habló más de homosexualidad que de mujeres, se habló más de minorías étnicas o regionales. Lo que decían las mujeres en aquella época era «los hombres hablan y nosotras lo pasamos a máquina».

En 1967 en Francia, se legaliza el derecho a la contracepción y en 1975, con la ley defendida por Simone Veil, se autoriza el aborto. Son fechas mucho más importantes. No se puede negar que influyó mayo del ’68, pero no fue un momento clave.

Con esta transformación de la sociedad y la declaración de este nuevo feminismo o, mejor dicho, movimiento femenino, las mujeres son los nuevos actores, es decir, son ellas las que introducen ideas nuevas en la sociedad. Con la toma de conciencia de su subjetividad, las mujeres ven un mundo organizado alrededor de la creación del ‘yo mujer’. Es mi opinión, y creo que el resultado esencial de mi investigación es que las mujeres piensan que lo fundamental para ellas es construirse como mujeres.

D. : ¿En qué lugar quedan los hombres en sus relaciones?

A.T. : Puede ser un proceso esencial, pero la meta no es enamorarse o tener una relación de fusión con otra persona. No, se trata de crear una nueva relación consigo misma. No significa tratar a los hombres como instrumentos, pero estas mujeres se niegan a considerarse como parte de la pareja. La mujer es primero una mujer.

D. : ¿En qué momento cree que se encuentra Europa?

A.T : Los europeos están en peligro de extinción, son incapaces de apasionarse con nada. Ahora estamos en una época en la cual los europeos y las europeas se aburren, y ¡las mujeres europeas se aburren aún más! El periodo anterior de lucha se ha terminado, excepto quizás para el grupo más intelectual de un movimiento que es norteamericano y que piensa que hay que destruir no sólo el género, las construcciones de dominio del masculino sobre el femenino, sino también los sexos: el movimiento queer. Tienen ideas interesantes: no hay hombres, no hay mujeres, son conceptos construidos más que elementos biológicos.

En Francia por ejemplo, la imagen que prevalece es que las mujeres son víctimas: están mal pagadas, sufren violaciones, hay casos de incestos… Se trata de una visión totalmente negativa, pero en gran parte real. Descubrimos que el nivel de violencia es mucho más alto de lo que se pensaba. Una de cada cinco mujeres en Francia ha sufrido actos de violencia fuerte. Se inventó, por ejemplo, un concepto que no conocía que es el de la ‘violación conyugal’, es decir, la mujer violada por su propio marido. Pasa lo mismo con el incesto, que está mucho más difundido de lo que se creía.

D. : Usted vivió el mayo del ’68 como profesor en la Universidad de Nanterre y defendió a Daniel Cohn-Bendit ante el comité disciplinario. Muchos aspectos libertarios de entonces, al ser absorbidos por los medios de comunicación, han desaparecido totalmente, ¿no es así?

A.T : Cada 15 días hay una exposición de las serigrafías, recordamos «Il est interdit d’interdir» (Está prohibido prohibir), «Sous les pavés, la plage» (Debajo de los adoquines, la playa). Fundamentalmente, la imagen que se mantiene es la de la libertad sexual, aunque no fue tan grande en mi opinión. Las numerosas referencias a los homosexuales, la separación entre gays y lesbianas ocurrió más tarde, y otras cosas más, algunas infantiles desde mi punto de vista. Hubo un exceso de palabras porque la ideología oficial se entendía a través de los siguientes términos : anticapitalista, clase obrera, sindicalismo. La gente inventó un falso lenguaje que desapareció, pero los temas culturales, los que estaban vinculados con el cuerpo, el sexo, la lucha en contra de la manipulación del cuerpo de la mujer por servicios económicos, todo eso estuvo permanentemente presente.

D. : ¿Qué nos queda del ’68, aparte de las serigrafías, de los lemas?

J.L.B. : Creo que la relación de la mujer con su cuerpo, su sexo, con los hombres, ha cambiado profundamente. Para mí, la mujer ha puesto el centro de su existencia, de su identidad, de sus problemas, en ella misma. Me acuerdo de una mujer musulmana que me contó su historia, que me decía que el problema de la virginidad era insoportable, que su padre siempre la vigilaba. Era musulmana pero no aceptaba la sharia. Acabó llorando, y todo el grupo de estudio de mujeres lloró con ella. Todas habían vivido situaciones similares. Después de un momento, la chica levanta la cabeza y dice: «me doy cuenta de que es la primera vez en mi vida que he dicho yo». Eso es el ’68.