Las reformas de Cuba Por Saul Landau y Nelson Valdés Los líderes cubanos han comenzado un proceso de reformas -unificando algunos ministerios, abriendo más posibilidades a la agricultura y descentralizando ciertas funciones. No han dado señales claras de cuál es el modelo que va a emerger. El gobierno parece estar decidido a seguir el conocido […]
Las reformas de Cuba
Por Saul Landau y Nelson Valdés
Los líderes cubanos han comenzado un proceso de reformas -unificando algunos ministerios, abriendo más posibilidades a la agricultura y descentralizando ciertas funciones. No han dado señales claras de cuál es el modelo que va a emerger. El gobierno parece estar decidido a seguir el conocido camino de enfrentar pragmática y cautelosamente los problemas que han surgido durante cinco décadas, especialmente aquellos que se agravaron debido al colapso soviético en 1991. A medida que se acerca el Congreso del Partido Comunista, programado para octubre de 2009, resultados de las discusiones en todo el país, el Partido puede que agregue nuevos enfoques a la búsqueda que Cuba ha hecho durante medio siglo para construir un sistema justo. Nadie espere que Cuba abandone el socialismo positivo.
A partir del triunfo revolucionario en 1959, los líderes cubanos han realizado un enfoque singular del cambio social. Los medios occidentales han ignorado que el gobierno de Cuba ha operado por medio del consenso. Es más, los reporteros occidentales se refieren a la dictadura de Castro como si tal concepto fuese axiomático.
En su lugar, bajo Fidel –un maestro de la política del consenso– una dirigencia colectiva tuvo que eliminar el viejo orden y reemplazarlo con una sociedad justa, una tarea hercúlea que un solo hombre no hubiera podido hacer. Para hacer su propio sistema, los cubanos se enfrentaron a la ira de las antiguas elites y la furia de un vecino norteño. Cincuenta años después, los funcionarios norteamericanos aún echan espuma por la boca debido a la audaz desobediencia de Cuba. Raúl Castro y sus asociados, incluyendo una cifra significativa de personas más jóvenes, se enfrentan a una nueva y formidable aventura: la construcción de un socialismo sensato en una sola isla.
Raúl reconoció esto el 26 de Julio, cuando conmemoró éxitos pasados y se refirió a la necesidad de más reformas. La agresión perpetua de EEUU hizo que Cuba adoptara una mentalidad de seguridad nacional, pero los líderes cubanos pueden culpar a la hostilidad de EEUU solo de algunos de sus problemas. Veteranos del Moncada, la Sierra y la Clandestinidad ciertamente pueden enorgullecerse de haber logrado sus objetivos históricos.
En 1959, después de haber librado guerras y levantamientos desde la década de 1860, los cubanos obtuvieron la independencia. Cuba defendió entonces la revolución contra la beligerancia de EEUU mientras que simultáneamente establecía un sistema igualitario basado en derechos –el de comer, tener vivienda, cuidados de salud, educación, etc. Como salsa encima de la carne de sus éxitos, los cubanos bailaron –y siguen haciéndolo– en el escenario mundial: libertadores de partes de África, liquidadores de la Doctrina Monroe, proveedores de equipos médicos de emergencia que llevaron vitales servicios a pakistaníes, hondureños y otros que fueron golpeados por desastres naturales. Especialistas cubanos en oftalmología han salvado la vista a incontables personas del Tercer Mundo. Artistas, atletas y científicos cubanos han grabado sus nombres en el cuadro de honor del talento en todo el mundo. Y Fidel es uno de los grandes líderes del siglo 20. Cuando salía a los espacios públicos internacionales, hasta algunos de sus oponentes ideológicos aplaudían –debido al respeto que se ganó por enfrentarse valientemente a los dictados de EEUU.
Los medios norteamericanos no reportan acerca de Cuba. Brindan cobertura tonta a asuntos periféricos, tales como presentar el tema de Cuba como Fidel y Raúl. La noticia es típica del periodismo norteamericano acerca de Cuba, basado en rumores. Irónicamente, la «superior» prensa norteamericana descarta a los medios cubanos como no objetivos. En un artículo publicado en The New York Times el 31 de julio de 2008, el reportero Marc Lacey asumió la postura del conocimiento cósmico.
Lacey se burla de Fidel por haber «dejado al país en desorden económico». Es extraño, pero ¿cuándo el NY Times se refirió al desorden económico de EEUU mientras millones sufren los dolores del desempleo o la devastadora locura de las hipotecas de alto riesgo? 50 millones de norteamericanos carecen de acceso a los cuidados médicos o a las redes de seguridad. Ni tampoco uno encuentra referencias al «desorden» en las pocas noticias acerca de Honduras, África Sub-Sahariana y otras naciones del Tercer Mundo donde las mayorías carecen de alimentos, educación y cuidados médicos.
En vez de expresar sorpresa por el papel de Cuba en conformar la historia y brindar a millones de sus ciudadanos una oportunidad para participar en los hechos, a pesar de sus carencias diarias, Lacey habla de la «extraña dinámica» entre Raúl y Fidel. ¡Vaya! Los dos hermanos han sido socios en decisiones claves desde que ambos atacaron el Moncada en julio de 1953. Es más, en 2005 Fidel le recordó al Partido que se cambiara todo lo que era necesario cambiar.
Sin embargo, el Partido no ha cambiado todo lo necesario para satisfacer a los cubanos desafectos, aquellos que no están impresionados por los logros anteriores. «¿Qué tienen que ver las glorias pasadas con la incertidumbre de la vida diaria?», preguntan. En posesión de una educación de alta calidad, altos niveles de destreza y buena salud, consideran que merecen mejores empleos. Es más, toda su experiencia escolar, desde la guardería infantil hasta los doctorados, les ha enseñado autoestima y los ha estimulado a esperar lo mejor. Pero los empleos buenos son escasos en la isla –y en la mayoría de los países del Tercer Mundo.
Varios cubanos de veintitantos y trentitantos años adoptaron actitudes indiferentes a las referencias a los logros de la revolución y contestaron: «No veo que haya mucho futuro para mí aquí». Sí, un ingeniero calificado puede sentirse frustrado haciendo pizza ocho horas al día. La frustración también puede provocar que algunos hagan caso omiso de las condiciones externas que afectan su vida. Cuba existe dentro de la economía corporativa globalizada, posee recursos limitados y sigue siendo víctima de un súper embargo norteamericano aparentemente eterno.
Así que miles se van. El gobierno de EEUU, que está obligado por un tratado a conceder cada año 20 000 visas de residentes, entrega muchas menos. Sin embargo, ni la Administración Clinton ni la Bush trató de revocar el acuerdo Por lo tanto, los contrabandistas –no de la isla– se babean por sus ganancias (unos $15 000 dólares por persona) y algunos cubanos mueren en el mar. Estos traficantes de personas llevaron a unos 6 000 a México entre octubre de 2007 y abril de 2008. Tres mil más desembarcaron en el Sur de la Florida entre octubre de 2007 y julio de 2008. La Guardia Costera interceptó a otros 1 700 antes de que llegaran a EEUU. Tal movimiento migratorio sucede debido a que la Ley de Ajuste Cubano permite a los cubanos –y a nadie más– entrar a Estados Unidos. Esta ley debilita el proceso formal de visas, en el cual los funcionarios consulares vetan a los solicitantes.
Después de que Washington impusiera su embargo en 1962, Cuba implantó la libreta (cartilla de racionamiento) en un intento por garantizar la igualdad en la distribución y una red de seguridad, similar a la política británica durante la 2da. Guerra Mundial. En tiempos del «Período Especial», el estado no poseía suficientes artículos como para cumplir con sus obligaciones y EEUU hizo más estricto el embargo para restringir aún más la economía de Cuba. La gente comenzó a «negociar» para obtener comida. Para hacerlo, violaron la ley al comprar y vender de manera ilegal y robar al estado. Lógicamente, tal situación hizo descender la moral.
Los problemas de Cuba van más allá de la disminución del compromiso. Este año el gobierno anunció una dramática falta de maestros –oficialmente, 8 000, en parte debido a incentivos salariales insuficientes. Escribiendo desde su convalecencia, Fidel apeló a los cubanos para que comprendieran tales noticias en un contexto apropiado: «No nos desalientan las noticias de nuestros enemigos, quienes tuercen el sentido de nuestras palabras y presentan nuestra autocrítica como tragedia», escribió en Granma, el diario oficial de Cuba. Alentó a los lectores a comparar la educación de Cuba con los sistemas en Estados Unidos «y otros países ricos». «Sí, ellos tienen muchos más automóviles, usan más gasolina, consumen mucha más droga, compran más joyas y se benefician del saqueo a nuestros pueblos, como han hecho durante siglos».
Sin embargo, la falta de maestros no es nada en comparación con el desempeño de la agricultura cubana. El pasado año el gobierno tuvo que importar más del 70% de los alimentos que ofrece por la libreta de racionamiento. Cuba ahora «exporta» a graduados altamente calificados, una forma juiciosa de ofrecer ayuda educacional y técnica a países necesitados, y de paso a veces generar ingresos también.
Durante los dos últimos años, Cuba ha comenzado a reestructurar su sector energético, renovando sus redes eléctricas e introduciendo programas de ahorro de energía, desde el reemplazo de bombillas en busca de eficiencia, hasta la producción de energía solar y el incremento de la conciencia pública acerca del tema. Experimentos imaginativos en agricultura urbana y agricultura orgánica se han extendido en un intento por hacerse más autosuficientes. Los cambios en el uso de la tierra también son una respuesta al lamentable nivel de producción de alimentos. Este cambio incluye el ofrecimiento de claros incentivos materiales a agricultores existentes y potenciales, al mismo tiempo que elimina procedimientos burocráticos.
La productividad laboral, que debiera ser alta debido a los niveles de educación y entrenamiento de Cuba, había descendido a niveles decepcionantes. En el seno del movimiento obrero cubano, el diálogo sano ha comenzado a situar a los sindicatos más en consonancia con las actuales quejas. Este proceso comenzó anteriormente, cuando Fidel, en 1987, se refirió a la «chapucería» existente en los centros de trabajo, resultados descuidados o sin terminar que socavaron la fuerza económica y moral.
Fidel enseñó a los cubanos a comprender sus derechos, lo que significa que tienen el derecho a esperar que el estado les facilite esos derechos. Sin embargo, las generaciones más jóvenes no parecen reconocer las graves limitaciones materiales del estado ni están impresionados por la distribución igualitaria en Cuba de su riqueza insuficiente. Se quejan porque el gobierno no cumple con las expectativas que tienen desde la niñez. La televisión cubana retransmite programas como «Esposas Desesperadas», así que los cubanos ven a los norteamericanos que poseen televisores de plasma, y no las escenas diarias de la ira en la carretera y a los norteamericanos perdiendo la chaveta. La TV y los norteamericanos que van a Cuba alardean de su consumismo extravagante ante algunos cubanos.
Raúl ha hablado acerca de educar a la gente de acuerdo con las posibilidades reales de Cuba y acerca de la descentralización para aumentar la eficacia y la responsabilidad. Raúl –lo que quiere decir la mayoría del aparato interno del Partido– también alentó la diversidad de opiniones dentro del Partido para enfrentar lo que muchos percibían como una escasez de diálogo. Los líderes del Partido Comunista comprenden la necesidad de construir un socialismo sensato.
Estados Unidos continúa siendo una constante amenaza a la seguridad, lo cual limita su imaginación. Es más, la agresiva e impulsiva sombra de Bush será dominante hasta enero de 2009. Los líderes cubanos avanzan lentamente, con prudencia, y con participación desde la base. No quieren brindar ninguna excusa para una «sorpresa» por parte de Bush.
Saul Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política. Nelson Valdés Profesor Emérito de la Universidad de Nuevo México.