La Cumbre sobre Sistemas Alimentarios, espacio de diseño de políticas globales para el agro, funcionó en total sintonía con los pedidos de las grandes empresas. Sofía Monsalve, de la organización FIAN Internacional, denuncia las falsas soluciones propuestas por corporaciones y gobiernos, y reitera la necesidad de escuchar a campesinos y organizaciones sociales.
La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de Naciones Unidas siguió el camino que denunciaron durante meses los movimientos campesino e indígenas, las organizaciones de la sociedad civil y de pequeños productores: fue coptada por los intereses de las empresas multinacionales nucleadas en el Foro Económico Mundial. Es que los ejes a futuro planteados en la cumbre encienden las alarmas sobre la gobernanza global de los sistemas alimentarios, con mayor poder de decisión para las multinacionales y ratifican los discursos de maquillaje verde para no realizar cambios profundos y urgentes, que tendrán repercusión en la próxima Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 26) de diciembre.
“Los funcionarios de los gobiernos y de la ONU han permitido que las empresas sean el centro de la Cumbre, basándose en la creencia de que las empresas transnacionales son esenciales para el suministro de alimentos, ya que tienen más capital, tecnologías e infraestructuras que la mayoría de los países y que las Naciones Unidas, pero son los pequeños productores los que alimentan la mayoría de la población mundial”, sentenció Sofía Monsalve, secretaria general de FIAN Internacional, organización por el derecho a la alimentación y la nutrición, en entrevista con Agencia Tierra Viva sobre las conclusiones de la cumbre.
FIAN es parte de la coalición global de organizaciones de pequeños productores, sociedad civil y académicos que se manifestó, a través de la campaña “Sistemas Alimentarios para los Pueblos”, en contra de los posicionamientos concretados por la ONU, con complicidad de la mayoría de los Estados miembro —entre ellos la Argentina, que tuvo al presidente Alberto Fernández como orador en el panel de apertura de la Cumbre—.
“Estamos especialmente preocupados porque la Cumbre socava los mandatos y las funciones de la plataforma intergubernamental e internacional inclusiva más importante de la gobernanza alimentaria mundial, el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU (CSA) y su Grupo de Expertos de Alto Nivel (Ganesan), la interfaz de política científica más innovadora en este ámbito”, analiza Monsalve a dos semanas del cierre de la cumbre.
La cooptación corporativa denunciada se transformó en realidad a partir de la “Declaración de Acción” pronunciada por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien anunció que las agencias con sede en Roma —la FAO, el FIDA y el PMA— dirigirán conjuntamente un «centro de coordinación» para “aprovechar las capacidades más amplias del sistema de las Naciones Unidas” y apoyar el seguimiento de la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios. “Este ‘centro de coordinación’ y un ‘Grupo Asesor’ por ser creado invadirían las funciones del CSA, que es precisamente el Comité de la ONU que tiene el mandato de garantizar el desarrollo de políticas inclusivas, la coherencia, la coordinación y la convergencia en todos los sistemas de la ONU sobre cuestiones de seguridad alimentaria y nutrición”, denuncia Monsalve y apunta que “el Secretario General de la ONU no tiene el mandato de establecer mecanismos de seguimiento de esta Cumbre”
La Secretaria General de FIAN advierte que las organizaciones de pequeños productores y la sociedad civil deberán reforzar su participación “en espacios públicos legítimos para poder incidir” desde la organización de “consejos alimentarios para influenciar en las políticas municipales” hasta la participación a escala global en espacios como el Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, que intenta ser vaciados por la última decisión de Guterres. También alzarán su voz en el encuentro global sobre la soberanía alimentaria, el Nyéléni III, que organiza la Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) para 2022.
Monsalve desmonta además las supuestas soluciones anunciadas por la Cumbre y asegura que «no mitigarán el cambio climático, el hambre o los conflictos sociales y políticos; de hecho, aumentarán las desigualdades entre países, empujando a más personas a la pobreza» y «promoverán aún más la ‘agricultura sin agricultores’» . De cara a la COP26, denuncia la influencia que pueden tener las denominadas “soluciones basadas en la naturaleza”.
—Durante el encuentro de contramarcha a la Cumbre fue tajante y sostuvo que «la Cumbre falló» por haberse construido a través del sistema de «múltiples partes interesadas» ¿Podría explicar qué significa este cambio significativo en el modo de gobernanza de la ONU?
—La gobernanza de «múltiples partes interesadas» es una forma de gobernanza que reúne a diversos actores que tienen un “interés” potencial en un asunto, con el fin de que lleguen a un acuerdo, pero ignora que las diferentes partes interesadas que se reúnen son diferentes en cuanto a su poder, intereses, derechos y obligaciones. La gobernanza de «múltiples partes interesadas» es contradictoria al multilateralismo y a los derechos humanos. En el multilateralismo los gobiernos (titulares de obligaciones) toman decisiones sobre cuestiones globales en nombre de sus ciudadanos (titulares de derechos) que se traducen en obligaciones y compromisos, que los Estados y las organizaciones internacionales deben cumplir. En el enfoque de derechos humanos los más afectados deben estar en el centro de la toma de decisiones y los gobiernos deben rendir cuentas a sus ciudadanos y hacer responsables a las empresas de sus violaciones de los derechos humanos.
—¿Cómo se modificó esta lógica con la decisión de aplicar el sistema de “múltiples partes interesadas” en la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios?
—Los funcionarios de los gobiernos y de la ONU han permitido que las empresas sean el centro de la Cumbre, basándose en la creencia de que las empresas transnacionales son esenciales para el suministro de alimentos, ya que tienen más capital, tecnologías e infraestructuras que la mayoría de las naciones y las Naciones Unidas, cuando en realidad son los pequeños productores los que alimentan la mayoría de la población mundial. Esta actitud legitima al sector empresarial como parte de la solución, cuando en realidad es el responsable de muchos problemas; a la vez que impide adoptar regulaciones vinculantes para las empresas transnacionales y aumenta la responsabilidad de los Estados poderosos. Resulta especialmente preocupante que las formas de gobernanza de múltiples partes interesadas estén marginando a los países menos desarrollados en la toma de decisiones internacionales.
—¿Qué debe esperarse a partir de la irrupción de este esquema de múltiples partes?
—Es un cambio significativo en la gobernanza de la ONU que les ofrece una entrada preferencial a las corporaciones en la toma de decisiones sobre políticas públicas y evadir la responsabilidad jurídico-material de sus operaciones. Representa una amenaza directa para la democracia participativa y la gobernanza justa basada en los derechos humanos. Estamos especialmente preocupados porque la Cumbre socava los mandatos y las funciones de la plataforma intergubernamental e internacional inclusiva más importante de la gobernanza alimentaria mundial, el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU (CSA) y su Grupo de Expertos de Alto Nivel (Ganesan), la interfaz de política científica más innovadora en este ámbito.
—Guterres confirmó en su declaración que los objetivos de la Cumbre se seguirán a partir de un «centro de coordinación», pero que la base serán los «diálogos nacionales». Desde Agencia Tierra Viva pudimos confirmar que en la Argentina se dieron con una nula participación del campesinado, organizaciones sociales y pueblos indígenas. ¿Cuáles son las opciones para los pequeños productores y para la sociedad civil para reclamar políticas públicas sobre los sistemas alimentarios que estén destinadas a cubrir sus derechos?
—Para poder reclamar políticas públicas que estén destinadas a cubrir sus derechos es importante que los pequeños productores y la sociedad civil participen en espacios que permitan una participación real y significativa. Para ello es importante oponerse a la influencia indebida de las corporaciones en los espacios públicos, buscar la implementación de salvaguardias contra los conflictos de intereses, y proteger el derecho de la sociedad civil a la auto organización, todos aspectos que fueron ignorados en la organización de los diálogos nacionales en el marco de la Cumbre. Los pequeños productores y la sociedad civil pueden reclamar políticas públicas sobre los sistemas alimentarios a través de diferentes modalidades en diferentes escalas.
—¿Cuáles considera las más relevantes?
—En primer lugar es importante la unión de la sociedad civil y la participación en espacios públicos legítimos para poder incidir. Por ejemplo, a nivel local pueden organizarse en consejos alimentarios para influenciar en las políticas municipales. En el sistema de las Naciones Unidas encuentran apoyo jurídico en la Declaración sobre los derechos de los campesinos y de otras personas que trabajan en zonas rurales (Undrop). A nivel global el mecanismo de participación directa en la elaboración de directrices y recomendaciones sobre seguridad alimentaria y nutrición es en el Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial.
—Los Estados miembro fueron parte de este nuevo esquema de gobernanza y en sus discursos pusieron el eje en las soluciones que se ofrecen desde las corporaciones: nuevas tecnologías, biotecnología y una perspectiva basada en la «seguridad alimentaria», el comercio internacional y los commodities antes que la «soberanía alimentaria». ¿Por qué cree que no se habló de «soberanía alimentaria»?
—El enfoque tomado en la Cumbre es para mantener el statu quo del modelo de producción y distribución de alimentos industrial, globalizado y controlado por las empresas y por eso ignora la “soberanía alimentaria” la cual es una visión totalmente opuesta que pone sobre la mesa cuestiones de poder y busca cambiar profundamente el sistema dominante. Es posible que los que no han seguido el debate no caigan en la cuenta de que las “soluciones” promovidas en la Cumbre no son soluciones reales. A largo plazo, estas «soluciones» empeorarán los problemas globales a los que nos enfrentamos porque están incrustadas en las ganancias corporativas. Estas soluciones no mitigarán el cambio climático, el hambre o los conflictos sociales y políticos; de hecho, aumentarán las desigualdades entre países, empujando a más personas a la pobreza.
—¿Cómo describiría estas falsas soluciones?
—Son intensivas en capital y están muy lejos de atender las necesidades y realidades de los países del Sur Global. Las soluciones impulsadas en la Cumbre exacerbarán la dependencia de las cadenas globales de valor y de las empresas transnacionales, y promoverán aún más la “agricultura sin agricultores”, que es lo contrario de lo que necesitan los países del Sur Global, que sería recuperar su autonomía sobre sus sistemas alimentarios y asegurar sistemas alimentarios locales funcionales y resilientes que puedan permanecer estables en tiempos de crisis.
—Desde la Respuesta Autónoma de los Pueblos se insiste en que el camino es la «agroecología», una palabra eliminada de los discursos oficiales de la Cumbre. ¿La negativa de la ONU y los Estados de optar por ese camino se debe a que no están preparados para desmontar el actual sistema económico?
—La Cumbre habla de agroecología, estuvo incluida en su pista de acción 3 e incluso se impulsó una coalición de acción sobre agroecología. Sin embargo, el enfoque tomado es muy contradictorio. La agroecología es mencionada como una opción entre muchas, como la agricultura de precisión, la intensificación sostenible y otras. Y la coalición de acción sobre agroecología es una coalición de múltiples partes interesadas, que cuenta con los mismos problemas de gobernanza que explicamos sobre la Cumbre en general. En el desarrollo de la coalición no hubo una participación real de productores de pequeña escala que son los que realmente practican la agroecología. Parece que la Cumbre quiere cooptar el concepto de agroecología para quitarle su potencial transformativo para no hacer cambios reales en los sistemas alimentarios, sobre todo respecto al tema de poder.
—Los objetivos de la Cumbre dicen estar sujetos a los Objetivos de Desarrollo y que el cuidado del ambiente debería ser central, al igual que las políticas que se coordinen en la próxima COP26. ¿Se puede tener alguna esperanza en la COP26 después de lo que se exhibió en esta Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios?
—Aunque aún no lo sabemos con exactitud, lamentablemente parece que la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios va a tener un impacto en la COP26. Nos preocupa especialmente que el tema de las soluciones basadas en la naturaleza pueda jugar un rol importante. Es un nuevo nombre para referir a soluciones que enumeramos bajo la “economía verde” o el “capitalismo verde”, que no son claramente definidas y pueden fácilmente ser usadas para el maquillaje verde (greenwashing) de las empresas. También muchas veces son relacionadas con la financiarización de la naturaleza. En la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios se promueve por ejemplo un “Global Soil Hub”, el cual va claramente en la dirección de volver a los suelos en un objeto de inversión y por ende de especulación, en nombre de la captura de carbono y la conservación de los suelos.
* Este artículo forma parte de la serie «Recuperando la narrativa de los sistemas alimentarios», que cuenta con el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo.