La Confederación que reúne a las agrupaciones religiosas que gestionaron los centros del Patronato de Protección de la Mujer pide disculpas públicamente, pero el gesto no ha servido a las víctimas de la institución, que han coreado “verdad, justicia y reparación” con carteles que rezaban “No” al final del acto.
Por primera vez las congregaciones religiosas que regentaron los centros del Patronato de Protección de la Mujer han pedido perdón a sus víctimas. Lo ha hecho la Conferencia Española de Religiosos (Confer) en un acto celebrado este lunes en Madrid en el que, 40 años después de la disolución de la institución, ha reconocido el papel de las religiosas, que regentaron estas ‘cárceles’ para adolescentes en las que miles de jóvenes fueron encerradas sin haber cometido ningún delito. “Pedimos perdón a todas aquellas mujeres que no fueron reconocidas en su dignidad y sus derechos”, ha leído Antonia López, superiora provincial de las Adoratrices del Santísimo Sacramento y de la Caridad.
El perdón público, sin embargo, no ha servido a las víctimas del Patronato, que junto a una parte importante de las asistentes al acto han encabezado una protesta al final del mismo. Portando carteles que rezaban ‘No’ y coreando “verdad, justicia y reparación” durante unos diez minutos, las supervivientes de estos reformatorios han querido mostrar que las disculpas no son suficientes. Y es que lo que en un principio era visto como un símbolo de reparación ha acabado tiñéndose de decepción con el paso de los días.
A ello contribuyeron las palabras del presidente de la Confer, Jesús Díaz Sariego, que el pasado viernes aseguró que la “experiencia” por la que pasaron las víctimas“ hay que situarla ”en un contexto de la época“ y afirmó que tras escuchar a las mujeres había constatado que ”a muchas les sirvió como promoción personal y profesional“. Las palabras enfadaron a las víctimas, que ven en el acto ”un lavado de cara“ de las congregaciones religiosas, en palabras de Consuelo García del Cid, que pasó por varios centros del Patronato y que lleva años investigando y buscando a supervivientes del mismo.
“El mal es atemporal, que no se achaque a un contexto histórico porque no tiene justificación”, ha querido responder al presidente en su turno de intervención en el acto. “No nos hagan comulgar con ruedas de molino”, ha proseguido antes de añadir que “lo que necesitamos es justicia, no condescendencia. Ningún perdón puede estar condicionado”. Al acto han acudido la ministra de Igualdad, Ana Redondo, el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, y la eurodiputada de Podemos, Irene Montero, que ha participado en la protesta final.

García del Cid, impulsora de la asociación Las desterradas hijas de Eva, en la que están varias de esta mujeres, asegura, además, que otro de los motivos para no aceptar el perdón de la Confer es que esta le habría impedido hablar de bebés robados durante el acto a pesar de que es algo que está presente en los relatos de algunas de las víctimas. “Sí, robo de bebés”, ha dicho sin embargo la portavoz del resto de mujeres desde el escenario haciéndose eco de lo que clamaban también algunas de las asistentes como público. “A nosotras la democracia nos debe diez años de vida”, ha recordado Consuelo haciendo referencia a la duración del Patronato, que arrancó en 1942 pero siguió funcionando hasta 1985, diez años después de la muerte del dictador.
“Con humildad y profundo dolor”
Las heridas y los recuerdos de quienes pasaron por este tipo de reformatorios, cuyo objetivo era “reeducar” a chicas jóvenes que transgredían las normas morales que imponía la dictadura, siguen estando muy presentes. Todas narran haber sufrido durísimas condiciones de vida en los centros y recuerdan los castigos, las habitaciones de aislamiento, el adoctrinamiento religioso, las jornadas de trabajo en los talleres o la mano de hierro de las religiosas que dirigían los centros. Para ingresar bastaba la denuncia de la policía o de las autoridades, pero la mayoría acabaron allí entregadas por su propio entorno.
Entre las congregaciones que los dirigían figuraban las Adoratrices del Santísimo Sacramento y de la Caridad, que actualmente tiene varios programas de ayuda a mujeres vulnerables y ha recibido 18 millones de euros de subvenciones en fondos públicos. A ellas se sumaban las Oblatas del Santísimo Redentor, las Cruzadas Evangélicas, las del Buen Pastor o las Capuchinas.
Tres representantes de tres de ellas han sido las encargadas de leer el perdón público durante el acto en un escenario en el que la palabra “Perdón” se proyectaba con letras grandes. “Nos dirigimos hoy con humildad y profundo dolor a todas ustedes, y con ustedes a todas las mujeres, fallecidas, vivas y a sus familias, que pasaron por estas instituciones y sufrieron bajo nuestra tutela”, ha comenzado reconociendo Carmen Ortega, superiora provincial de las Oblatas del Santísimo Redentor.

La religiosa ha reconocido que “el sufrimiento causado no puede ser reparado con palabras”, a lo que ha añadido: “Pero asumimos como un deber moral reconocer nuestra responsabilidad y contribuir en la medida de lo posible a sanar esta pagina de la historia haciendo memoria de lo acontecido y pidiendo perdón por justicia hacia todas aquellas mujeres que padecieron en estos centros”. Por su parte, Mar Mena, terciaria de la congregación de las Capuchinas se ha comprometido a “escuchar y acompañar” a las mujeres que pasaron por ellos y a impulsar “formación” y “protocolos concretos” focalizados en “la prevención, el buen trato y la equidad de género”.
Antes de las palabras de las monjas, se ha proyectado un vídeo con fotografías de varias de las mujeres que fueron encerradas al tiempo que se escuchaban audios en los que algunas de ellas relataban el horror que vivieron. Dependiente del Ministerio de Justicia y presidido por Carmen Polo, el Patronato fue el organismo encargado de vigilar y controlar la conducta social de las adolescentes. “La dignificación moral de la mujer, especialmente de las jóvenes, para impedir su explotación, apartarlas del vicio y educarlas con arreglo a la religión católica” era la finalidad que, según decreto franquista, tenía la institución incluso bien entrada la democracia.
El presidente de la Confer, que agrupa a más de 400 congregaciones religiosas presentes en España, también ha intervenido en el acto y ha calificado de “ejercicio de responsabilidad histórica y moral” el “reconocimiento de aquello que en el pasado no hicimos bien”. “Nos encontramos aquí para hacer lo que consideramos necesario y justo: pedir perdón”. “Nos dirigimos a todas aquellas mujeres que pasaron por estos centros y sufrieron las consecuencias de un sistema injusto, reconocemos nuestra participación en lo que han vivido y queremos decirles que las escuchamos, creemos en su testimonio y nos duele profundamente el sufrimiento que padecieron. Reconocemos esta página de nuestra historia”, ha añadido.
Con todo, los primeros compases del acto han estado cargados de emoción y reconocimiento a las mujeres que pasaron por los centros, que han sido ovacionadas en repetidas ocasiones. Las lágrimas y los largos abrazos entre ellas dejaban atisbar que, a pesar de las decepciones y las asignaturas pendientes, era un día importante para quienes fueron silenciadas durante décadas. “Cuando empecé a investigar hacae 15 años nadie me creía. Ahora eso ya ha cambiado”, ha dicho Consuelo García del Cid.