África se prepara para recibir cientos de millones de dólares para proyectos de energía limpia y de adaptación al cambio climático, pero expertos advierten que las oportunidades se agotan con rapidez. Estas posibilidades se le abrieron a África luego de las reuniones sobre recalentamiento global que tuvieron lugar en la ciudad canadiense de Montreal, Canadá, […]
África se prepara para recibir cientos de millones de dólares para proyectos de energía limpia y de adaptación al cambio climático, pero expertos advierten que las oportunidades se agotan con rapidez.
Estas posibilidades se le abrieron a África luego de las reuniones sobre recalentamiento global que tuvieron lugar en la ciudad canadiense de Montreal, Canadá, del 28 de noviembre al 9 de diciembre.
Se trató de la Undécima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, adoptada en 1992, y la Primera Reunión de las Partes del Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 y en vigor desde febrero.
El mayor logro en Montreal, luego de dos semanas de tensas negociaciones, fue un compromiso de mantener conversaciones formales para el establecimiento de objetivos para la reducción de emisiones de gases invernadero –causantes del recalentamiento planetario– luego de 2012, cuando expiren las metas establecidas por el Protocolo de Kyoto.
La de Montreal fue la primera conferencia de signatarios desde que este tratado entró en vigencia, tras sumársele Rusia, en febrero de 2005.
Esto es de particular importancia para África, porque asegura el sistema de «tope y trueque» lanzado en Europa a comienzos de 2005, que alienta a las compañías «sucias» (generadoras de grandes cantidades de gases invernadero) de los países ricos a invertir en energía renovable en los países más pobres a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL).
«Esta es una victoria significativa en el contexto de estas negociaciones altamente discutidas», dijo Richard Worthington, de la Red Sudafricana de Acción Climática.
«Mientras que el avance general de la limitación de las emisiones de gases invernadero todavía sufre una inaceptable lentitud, estos resultados ofrecen la posibilidad de las acciones multilaterales, dentro de la reducida ventana de oportunidades, suficiente para evitar el caos climático que haría surgir cientos de millones de refugiados ambientales».
El Protocolo de Kyoto obliga a unos 30 países industrializados que lo ratificaron a reducir cinco por ciento sus emisiones, en relación a los valores de 1990, para 2012.
A las empresas o países que no cumplan con esos objetivos, el Protocolo les abre la posibilidad de comprar créditos de contaminación comercializables generados por compañías que sí cumplen los objetivos, o invertir en MDL.
El acuerdo para 2012 es crucial, pues los créditos, medidos en unidades de una tonelada de dióxido de carbono o su comercio equivalente de gases invernadero a los valores del mercado, perderían su valor por la falta de certeza a largo plazo sobre las reducciones obligatorias de las emisiones.
Estados Unidos retiró su firma del Protocolo de Kyoto en 2001, alegando que los objetivos dañaban su economía y eran injustos porque no se aplicaban a los países en desarrollo, incluidos gigantes económicos como China, cuyas emisiones seguramente superarán en dos decenios las del país norteamericano.
En Montreal, Estados Unidos aprobó un «diálogo» no vinculante sobre planes futuros para reducir las emisiones sólo después que se insertó una cláusula excluyendo específicamente a las negociaciones que condujeran a nuevos compromisos.
La mayoría de los analistas creen que Estados Unidos suscribirá el Protocolo una vez que el presidente George W. Bush –que fue quien retiró la firma del país apenas asumió el gobierno– desaloje la Casa Blanca.
Los países en desarrollo, donde vive 80 por ciento de la población mundial pero que consumen apenas 20 por ciento de su energía, acordaron iniciar conversaciones sobre futuros compromisos.
Estos pueden incluir objetivos de intensidad, relativos a las emisiones por unidad de actividad económica. Este paso es considerado una importante concesión y aumenta el aislamiento internacional de Estados Unidos.
En Montreal, los ambientalistas se sintieron desilusionados de que no se estableciera una agenda para implementar el acuerdo sobre nuevos objetivos.
Pero las decisiones obligatorias incluyen asegurarse de que no haya un quiebre de continuidad en periodos de cumplimiento de compromisos.
Se estableció una fuerza operativa para compromisos futuros, que comenzará a trabajar en mayo de 2006.
Es probable que los nuevos objetivos sean sustancialmente más elevados que la actual reducción de cinco por ciento. Hay un amplio consenso científico en cuanto a que se necesitarán reducciones de entre 60 y 80 por ciento sólo para estabilizar los valores de gases invernadero y, en consecuenica, el clima global.
«Ahora que hemos enviado a los mercados de carbono una señal de que continuarán creciendo luego de 2012, se debería destrabar una cantidad significativa y creciente de proyectos de MDL», dijo Steve Sawyer, de Greenpeace International.
Las oportunidades potenciales se tambalean. La Agencia Internacional de Energía, con sede en París, estimó que será necesario invertir 16 billones de dólares en los sistemas de energía mundiales en los próximos 25 años. Por lo menos dos billones de dólares deberían destinarse a energías renovables.
Pero en este momento África está pobremente posicionada como para poder sacar provecho de esta ganancia inesperada, en parte porque las reglas del juego son manipuladas en contra del continente.
Ken Newcombe, jerarca del Banco Mundial que fue un pionero del comercio de carbono, dijo que la Unión Europea (UE) discriminó a África prohibiendo inversiones en proyectos de forestación y agricultura para los cuales África tiene el mayor potencial: contar como generadora de créditos de contaminación, tal como permite el Protocolo de Kyoto.
«Efectivamente es una barrera comercial contra los pobres», dijo.
La UE acordó evaluar esta posición y que sus probables prácticas de forestación y de uso de tierras que ahorren carbono sean incluidas en el periodo del compromiso posterior a 2012.
Los calendarios de Kyoto y la innecesaria burocracia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) también juegan en contra de África.
La mayoría de las inversiones en MDL están radicadas en importantes proyectos de energía con ciclos de planificación de entre tres y cinco años.
Para contar con vistas al periodo 2008-2012, los proyectos debían haber sido registrados entre 2000 y 2005. Pero pocos países africanos tienen una autoridad nacional certificadora de MDL, un prerrequisito para registrarse ante las autoridades de la ONU.
«Esto deja a buena parte de África fuera de los beneficios de los MDL», dijo Lwazikazi Tyani, directora de la autoridad sudafricana en esa materia.
Tyani agregó que es imperativo que todos los países africanos establezcan estas autoridades sin demora, a riesgo de ver que los miles de millones invertidos en energía limpia se dirigen a otras regiones para la próxima ronda.
Hasta ahora, las disparidades son enormes. Las cifras de la ONU difundidas en octubre muestran que sólo dos por ciento de la cuota mundial de proyectos de MDL validados se encuentran en África subsahariana, comparados con 26,5 por ciento de India solamente (43,3 por ciento de Asia y el Pacífico) y 51,7 por ciento de América Latina.
Sudáfrica tiene el primer proyecto totalmente registrado, un asentamiento de viviendas cerca de la sudoccidental ciudad de Cape Town, de bajo costo y alimentado por energía renovable, y muchos más en planes.
Este proyecto vendió sus primeros 10.000 créditos al gobierno británico en la cumbre del Grupo de los Ocho (G- países más poderosos celebrada en la ciudad escocesa de Gleneagles en julio.
El G-8 está integrado por Gran Bretaña, Japón, Italia, Alemania, Estados Unidos, Canadá, Francia y Rusia.
Ahora Sudáfrica está considerando exportar sus conocimientos en materia de MDL a las 14 naciones de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC son sus siglas en inglés).
«Planeamos realizar talleres el año próximo para construir una capacidad en MDL en la región», explicó Tyani.
Tyani también advirtió que los proyectos africanos corren riesgo de ser bloqueados por acuerdos desfavorables, con compradores que condicionen sus futuras inversiones a la oferta o no de créditos de contaminación baratos.
«Algunos compradores intentarán estafar a desarrolladores de proyectos y necesitamos entrenarlos para que se protejan contra esto», dijo.
Quienes desarrollen proyectos también deben asegurarse de que haya una transferencia real de tecnología y capacidad de parte de los inversores, señaló Tyani.
Se espera que los MDL crezcan rápidamente en la SADC, que tiene buen potencial para proyectos de eficiencia en los centros mineros de Botswana, Namibia y Zambia. Los proyectos de relleno de tierras, transporte y energía renovable también tendrán un papel importante.
Eskom, la empresa de electricidad de Sudáfrica e importante exportadora de energía en la región, ya indicó que la decisión de Montreal le da al mercado la certeza necesaria para seguir adelante con muchos de sus proyectos de MDL que esperan concreción, pero se negó a ponerles un precio a las inversiones.
Entre enero de 2004 y marzo de 2005, Eskom contabilizó casi 7.000 millones de dólares en ganancias, generando 247 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono.
Al final, la falta de estabilidad política y de regulaciones aplicables, especialmente en los sectores financiero y de regulación de la electricidad, hace que muchos potenciales inversores en MDL teman invertir en África.
«El clima inversor de África ha mejorado fuertemente en los últimos 15 años, tal como ocurrió con el clima político tras el establecimiento de Nepad (sigla en inglés para la Nueva Asociación para el Desarrollo de África)», alegó el asesor ambiental William Greene.
«Desafortunadamente, muchos países en África son propensos a incertidumbres políticas y económicas a largo plazo, lo que puede desincentivar la inversión», añadió.
Otro importante logro de Montreal fue el reconocimiento de que el cambio climático es inevitable y que África, la región más pobre del mundo, necesitan más recursos para adaptarse.
El panel intergubernamental de expertos de la ONU sobre cambio climático describió África como «el continente más vulnerable a los impactos del cambio proyectado, porque la pobreza expandida limita las capacidades de adaptación».
Hasta 70 por ciento de la población del continente depende de la agricultura, el sector más vulnerable a los virajes climáticos, para el empleo y la subsistencia.
África austral será golpeada de modo particularmente duro. El Centro Hadley de Gran Bretaña, uno de los principales institutos de pronósticos meteorológicos del mundo, proyecta para 2080 aumentos de la temperatura en superficie para la región de 3,8 grados en verano y de 4,1 grados en invierno. El promedio mundial es de 3,4 grados.
El Centro prevé que haya más sequías en Angola, Namibia y Sudáfrica, y más inundaciones en Tanzania, Zambia, Zimbabwe, Mozambique y República Democrática de Congo.
Newcombe, del Banco Mundial, estimó que 4.000 millones de personas en todo el mundo son afectadas hoy por desastres naturales, por encima de 2.000 millones en 1990. «Los fondos disponibles para la adaptación son simbólicos respecto del desafío», dijo.
Los ambientalistas dieron la bienvenida a la decisión tomada en Montreal de lanzar por cinco años un programa de trabajo para la adaptación. Esto incluye el primer marco de trabajo financiero para solventar la investigación sobre la adaptación y la administración de los desastres.
«Este resultado fue muy positivo para nosotros», afirmó Lester Malgas, de la organización no gubernamental South North, que opera en Brasil, Indonesia, Bangladesh y Sudáfrica.
«Ahora habrá más fondos disponibles para ayudar a las comunidades pobres de África a adaptarse al cambio climático, sean productores agrícolas de pequeña escala o pescadores para la subsistencia», dijo.
Pero, una vez más, el tiempo está corriendo. El plazo para presentar proyectos sobre cómo debería ser dirigido el fondo para la adaptación expirará a mediados de febrero de 2006.
«África tendrá que moverse con esto si quiere tener voz», dijo Worthington, de la Red Sudafricana de Acción Climática. «No podemos perder otra oportunidad». (FIN/2005)