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Leonardo Padura y los premios de la crítica cubana

Fuentes: Rebelión

Leonardo Padura ha ganado recientemente uno de los Premios de la Crítica Literaria 2011 en Cuba con El hombre que amaba a los perros. Felicidades para el premiado… y también para el jurado del Premio. Suele decirse, sobre todo en ciertos ambientes de la crítica especializada exquisita, que los criterios literarios de los jurados cubanos […]

Leonardo Padura ha ganado recientemente uno de los Premios de la Crítica Literaria 2011 en Cuba con El hombre que amaba a los perros. Felicidades para el premiado… y también para el jurado del Premio.

Suele decirse, sobre todo en ciertos ambientes de la crítica especializada exquisita, que los criterios literarios de los jurados cubanos dejan mucho, muchísimo que desear. Los adjetivos, ninguno de ellos bonito, se agolpan: desinformados, trasnochados, dogmáticos, fanáticos sin cintura, estalinistas cerriles, politizados ad nauseam, sin permitir margen alguno a la diversidad estética y a la disidencia artística, siempre al servicio de causas extra-literarias. Etc, largo y durísimo etcétera.

Concedamos para seguir avanzando. Acaso sea así en alguna ocasión pero no siempre, no en el caso del premio a L. Padura desde luego.

No estoy en condiciones de hacer una aproximación estrictamente literaria a la novela de LP pero parece obvio, en mi opinión, para cualquier lector atento, que mucha de la información histórica que maneja el novelista cubano para su ficción sobre la vida, la obra y el asesinato de Trotski no está siempre a la última (acaso por el proceso de composición de su texto) y que su aproximación a sucesos y personajes de la historia del comunismo del siglo XX no siempre evita la unilateralidad -el caso de Caridad del Río es claro- ni tampoco la afirmación imprecisa.

Un ejemplo entre otros muchos posibles. Habla el narrador: «[…] Aunque en los primeros días agradeció [Ramón Mercader] aquel paréntesis que le permitía recuperarse de las tensiones, hambres y noches de insomnio de los cuatro meses que habían pasado en el frente, pronto se sintió atrapado por la inactividad y empezó a pensar si Caridad, luego de la muerte del joven Pablo [hermano de RM], no había movido su influencias para sustraerlo de los peligros de la guerra y llevarlo a aquella Barcelona donde, a pesar de las profecías de Kotov, todo parecía reducirse a ofensas gritadas y consignas compulsivas, a complots subterráneos, reuniones secretas y algún que otro fusilamiento, cuanto más sumario mejor, a los que parecían adictos tanto los extremistas republicanos como los fascistas» [1] [la cursiva es mía]. Otro más: «Liev Davídovich recordó la mirada turbia de Zinóviev y la escurridiza de Kámenev (jamás entendió cómo su pequeña hermana Olga había podido casarse con él) cuando lo acusaron de querer hacerse con el poder» [2] [la cursiva es mía también]

Así, pues, visto lo visto, una disyuntiva excluyente parece imponerse. O los jurados cubanos de los Premios literarios están infiltrados de arriba a abajo por críticos alejados años-luz de toda tradición marxista, por críticos con pulsiones poco afables con el legado comunista, que premian todo lo que huele a disidencia, o bien, lo que me parece más razonable, la crítica literaria cubana no está cegada por ningún dogmatismo -o no lo está más de lo que pueda estarlo cualquier colectivo humano-, y es una crítica informada, generosa y nada sectaria, que es capaz de analizar creativamente las relaciones entre arte y política, y puede premiar por ello una novela a la que, indudablemente, no faltan valores literarios aunque no siempre esté a la altura de las circunstancias que describe.

En síntesis: el Premio elogia la novela de Padura y al Jurado que lo ha concedido, y hace pensar que las usuales afirmaciones sobre la crítica literaria cubana tiene mucho de agresión política y muy poco de crítica informada.

 

Nota:

[1] Leopoldo Panura, El hombre que amaba a los perros. Tusquets editores (colección Andanzas), México DF 2009, p. 162.

[2] Ibidem, p. 149.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.