El desplome supuso un golpe para algunas de las mayores fortunas españoles. Pero el número total de millonarios crece por encima de la media europea. Y muchos retiraron su dinero de la construcción al ver los primeros nubarrones. Como en otros países que han pasado por largos períodos de dictadura, las élites conservan una influencia […]
El desplome supuso un golpe para algunas de las mayores fortunas españoles. Pero el número total de millonarios crece por encima de la media europea. Y muchos retiraron su dinero de la construcción al ver los primeros nubarrones.
Como en otros países que han pasado por largos períodos de dictadura, las élites conservan una influencia particularmente alta sobre la economía española. En su informe Una aproximación a la red social de la élite del poder económico en España, el profesor Iago Santos de la Universidad de Vigo, llega a esta conclusión : si se calcula la comunidad de negocios formada por los consejos de administración (un total de 1.400 consejeros), «tendríamos como élite un 0,0035% de la población, que controla un recurso que equivale al 80,5% del PIB». No tienen ese dinero, pero sí un poder decisivo sobre dicho porcentaje.
Tomando como referencia el millón de dólares (641.000 euros), la cifra de millonarios españoles siguió creciendo en 2007. A pesar del estallido del desinfle inmobiliario, el Informe sobre la Riqueza en el Mundo, publicación anual del banco Merryl Lynch y la consultoría Capgemini, indicó en octubre que el número de españoles millonarios creció en 2007 por encima de la media europea, hasta llegar a 164.000 personas, un 4% de aumento.
De hecho, en los últimos años los grandes patrimonios españoles han escalado posiciones en la clasificación mundial. En 2006, por ejemplo, el Estado español entraba por primera vez en el ‘top ten’ de países con mayor número de grandes fortunas. Un año antes, en 2005, el Estado español figuraba como segundo país de Europa con mayor número de «nuevos ricos».
La causa de esta multiplicación de fortunas nunca fue un misterio. «Hemos detectado algunos rasgos que ayudan a entender el origen de esa riqueza», declaraba en 2006 un responsable de Capgemini. «El sector inmobiliario es, evidentemente, una notable fuente de enriquecimiento». Bonanza poco compartida Sin necesidad de analizar datos, quien haya leído hasta aquí seguramente sabrá, por su experiencia de los últimos años, que esta etapa de bonanza no se disfrutó por igual en todos los sectores de la población. Antes de la caída en bolsa de las constructoras, el presidente Zapatero definió el 2006 como «el mejor año económico de la democracia». Mirando la bolsa, algunos datos así lo indicaban. En los primeros meses de 2007, el PIB español encadenaba cinco años de crecimiento y las principales empresas sumaban 12 trimestres consecutivos de ganancias. Sin embargo, en el mismo período, la economía española se situó como la tercera en «mayor desigualdad de distribución de la renta» de la UE, de tal forma que la riqueza del 20% más rico de la población superaba 5,5 veces la del 20% más pobre.
Tras el cambio de ciclo, algunas grandes fortunas no han quedado intactas. Entre el 1 de enero y el 31 de julio de este año, el valor de las acciones de los mayores patrimonios descendió un 32% (18.000 millones) . La cifra podría haber sido mucho mayor, ya que algunas de las personalidades más adineradas (como Amancio Ortega, Alicia Koplowitz o Juan Abelló) cambiaron de lugar sus activos en los primeros meses del año, pasando a comprar deuda pública, un valor menos rentable pero más seguro en tiempos de zozobra.