Salameh Kayleh es un escritor marxista sirio de origen palestino. El 23 de abril de 2012 fue detenido, encarcelado y torturado por publicar en Damasco una revista de izquierdas donde se decía que «Para liberar Palestina, queremos que caiga el régimen». Fue liberado después de tres semanas de detención y expulsado a Jordania. Dio entonces […]
Salameh Kayleh es un escritor marxista sirio de origen palestino. El 23 de abril de 2012 fue detenido, encarcelado y torturado por publicar en Damasco una revista de izquierdas donde se decía que «Para liberar Palestina, queremos que caiga el régimen». Fue liberado después de tres semanas de detención y expulsado a Jordania. Dio entonces entrevistas sobre las torturas que sufrió en los servicios de información del ejército del aire, en el distrito de Al Umawiyin, e incluso en el hospital militar. Salameh Kayleh nació en la ciudad palestina de Bir Zeit, cerca de Ramalah. Tras sus estudios en Bagdad, se instaló en Damasco. Es autor de numerosos escritos sobre el nacionalismo árabe, el imperialismo y la actitud inaceptable de una gran parte de la izquierda árabe frente a los regímenes dictatoriales. Salameh Kayleh había sido encarcelado ya en 1992. Pasó cuatro años en prisión. Fue torturado y sometido a aislamiento.
Su proceso tuvo lugar en 1996 y fue condenado a ocho años de prisión. Fue liberado en marzo de 2000 tras haber pasado los dos últimos años de cárcel en la prisión de Tadmor. Desde su salida, prosigue su combate por la justicia social y las libertades políticas en Palestina, en los países árabes y en Siria. Declaraba en mayo de 2012: «Si pudierais ver la fuerza moral de los jóvenes detenidos, incluso tras haber sufrido horribles torturas, comprenderíais que ese régimen no puede sobrevivir». Es uno de los miembros del comité coordinador de la campaña «La izquierda con la revolución siria». Le entrevistamos en Túnez durante el Foro Social Mundial.
Lucha Internacionalista- ¿Cuál es la naturaleza de la revolución siria?
Salameh Kayleh. Es una revolución de un pueblo empobrecido y duramente golpeado por el paro. Una revolución popular para desembarazarse de un régimen opresor. En los últimos años el régimen había seguido una política neoliberal que transformó el modelo económico para basarlo en el sector servicios y el turismo, en beneficio de una pequeña minoría. La tasa de paro está entre el 30 y el 33%, el salario mínimo apenas alcanza a cubrir una quinta parte de las necesidades básicas. El 80% de la población vive en la pobreza. Las revoluciones en otros países árabes fueron una motivación para el pueblo sirio, que empezó a reaccionar. Es una revolución de clases populares contra un régimen liberal y mafioso. Las consignas de la revolución no sólo reclaman libertad y democracia, también justicia social.
La represión del régimen ha llevado a un proceso de militarización de lo que empezó como una movilización popular.
Claro, la represión de las movilizaciones populares fue brutal desde el principio. El régimen construyó su estrategia en función de las conclusiones que extrajo de las revoluciones en Túnez y en Egipto: que esos regimenes cayeron porque no lanzaron una represión a gran escala contra el pueblo. Por eso Al-Assad decidió utilizar desde el principio todas las formas de violencia para reprimir. Durante los primeros meses lo hizo con la policía y las milicias, y desde finales de julio de 2011 lanzó al ejército para tomar el control de todas las ciudades y pueblos sublevados. Después de seis meses de revolución pacífica, los revolucionarios se empiezan a plantear que hay que utilizar las armas para defender las manifestaciones. Esto supuso la militarización de la revolución. La mayoría de los jóvenes que están armados hoy son los que estaban al frente de las manifestaciones pacíficas. Creo que es algo natural: los revolucionarios tienen que encontrar mecanismos para responder a la represión y defenderse. Hace poco, incluso el régimen reconoció que al principio era una revolución pacífica. La lucha armada es una respuesta a la represión.
¿Qué organismos populares han surgido del proceso revolucionario?
La revolución nació de forma espontánea. El régimen nunca sospechó que un pueblo empobrecido podría levantarse. Los Hermanos Musulmanes, por ejemplo, no tenían presencia dentro del país porque desde de la masacre de Hama estaban reprimidos y la mayoría vivía en el exilio. La revolución surgió de un pueblo que no estaba politizado ni encuadrado políticamente y que no tenía una experiencia revolucionaria. Hay participación de cuadros de organizaciones opositoras, pero a nivel individual, no en el marco de sus partidos. También se han implicado las bases de los partidos comunistas, tras romper con sus direcciones cómplices del régimen. Ningún partido juega un papel en esta revolución. Parte de las organizaciones han rechazado la reclamación popular de tirar al régimen para defender una reforma; otras se han aliado con los Hermanos Musulmanes para reivindicar una intervención extranjera. Ni unos ni los otros han pensado una estrategia para organizar la revolución. Por ello son los jóvenes revolucionarios quienes han tomado todas las decisiones y dirigen el proceso. En este contexto, hay grupos de jóvenes marxistas que se han empezado a organizar para dar una perspectiva. Es en este marco que se construyó la Coalición de la Izquierda Siria y otros grupos marxistas que participan en la revolución. Hay otros grupos de naturaleza progresiva, democrática y laica, pero la militarización de la revolución les ha debilitado.
Y los hermanos musulmanes han tratado de imponerse.
Porque la lucha armada exige un apoyo financiero y logístico, sobretodo porque los jóvenes que la tomaron no tenían experiencia política previa ni tampoco preparación militar. Este es uno de los problemas de la revolución siria, hoy. En estas condiciones, los Hermanos Musulmanes han tratado de imponerse y de controlar la revolución, con un apoyo mediático y financiero de los países del golfo para dar la imagen de una revolución islamista. Han utilizado las necesidades financieras de algunos grupos armados para imponerles consignas islamistas, pero a pesar de todo siguen siendo débiles. Esto incita a Arabia Saudí a empezar a enviar jihadistas a Siria para hacer fracasar la revolución y que no llegue a sus puertas. Arabia Saudí no ha dejado de financiar al régimen sirio, incluso después del estallido de la revolución. También otros países el golfo. Su objetivo es mandar grupos islamistas para que la revolución se convierta en una guerra confesional. Y ahora hay confrontaciones armadas entre los grupos revolucionarios y los que han venido del extranjero. Y también hay manifestaciones populares contra los jihadistas en las zonas liberadas.
El imperialismo ha tratado de frenar la ola revolucionaria en Túnez, en Egipto, en Libia y en Siria. ¿Qué papel juega?
En primer lugar hay que definir quién es el imperialismo. Hoy por hoy Rúsia también juega un papel imperialista. Durante décadas la única potencia que tenía un papel en la zona han sido los Estados Unidos, pero ahora las cosas han cambiado. Desde 2008 Estados Unidos ha retrocedido en la región y ha decidido que su prioridad es el Pacífico. En Túnez y en Egipto se basaron en el ejército para controlar las caídas de los regímenes, pero al ver que las cosas no jugaban a su favor han buscado otras estrategias, como la salida yemení, de sustituir al dictador por su número dos. En Libia no querían la caída de Gaddafi, pero la presión francesa les llevó a repartir los intereses entre Francia y Estados Unidos: por ello, un mes después de la revolución aceptaron la intervención de la OTAN. Su participación en la intervención militar fue muy limitada. En Bahrein, Arabia Saudí liquidó la revolución. Y en Siria, Estados Unidos mira más lejos: al principio no pedían la caída del régimen, tenían una posición muy ambigua; después decidieron entregar Siria a Rusia, en el marco de su reparto del mundo. Y también está Francia, que intenta recuperar su influencia en la región, y Turquía, que busca no perder lo que ganó en los acuerdos con Al-Assad. Y Qatar, que tenía relaciones muy estrechas con el régimen sirio, pensaba que el régimen caería rápidamente, y ha trabajado con Francia y con Turquía para encontrar una alternativa que preserve sus intereses.
Todos estos intereses están representados en el Consejo Nacional Sirio, que está dominado por los Hermanos Musulmanes. Toda su estrategia es pedir una intervención militar extranjera. Pero como ésta no se ha dado por el acuerdo entre Rusia y Estados Unidos, el CNS ha quedado muy debilitado. El principal rol imperialista es el de Rusia, que ha apoyado militar y financieramente al régimen desde el principio.
¿Cómo explica este apoyo de Putin a Bachar?
La relación entre Rusia y Siria prácticamente desapareció después de la caída de la URSS y, de hecho, cuando Bachar llegó al poder apartó a todos los cuadros militares formados en Rusia. Pero el régimen recuperó los contactos con Moscú para que le defendiera en la escena internacional a cambio de garantizar sus intereses en el país, sobre todo en el sector del gas y el petróleo y su única base militar en el Mediterráneo, que está en el puerto sirio de Tartus. Todo apunta que buscarán una solución a la yemenita: sustituir a Bachar por otro alto cargo del régimen y garantizar así su continuidad, con un gobierno transitorio formado con sectores de la oposición.
¿Como palestino, cómo valora la relación del régimen sirio con el estado sionista?
Desde los años 80 la estrategia del régimen sirio se ha basado en la paz y ha trabajado para conseguir una especie de equilibrio militar con el estado sionista. Durante los años 90 hubo negociaciones, pero no llegaron a un acuerdo. Cuando Bachar llegó al poder hubo contactos directos: Mazher al-Assad, hermano de Bachar, se reunió con generales israelíes. En 2005 cuando Estados Unidos impuso un embargo sobre Siria, el régimen reemprendió las negociaciones con Tel Aviv. Varios políticos israelíes declararon que Estados Unidos impedía que los líderes israelíes establecieran contactos directos con Damasco. Todo esto fue después del asesinato de Rafik Hariri, el primer ministro libanés. En aquél momento Estados Unidos pensaba en ampliar su dominio en la región a través de gobiernos confesionales como el de Iraq. Pero las negociaciones secretas del régimen con los israelíes nunca se cortaron. Después pasaron a ser abiertas, con la mediación de Turquía. Después del ataque a la Flotilla, Erdogan empezó a elevar la voz contra Israel y fue Bachar quien viajó a Istambul para pedirle que no rompiera las relaciones. El régimen utilizaba a Hamás y Hezbollah sólo para presionar a Israel para llegar a un acuerdo.
Su organización, la coalición de la izquierda siria, publicó una Carta abierta a la izquierda mundial reclamando un apoyo para la revolución siria.
Llamamos a toda la izquierda mundial a tener una posición unificada y clara en apoyo a la revolución siria. En la carta hemos tratado de analizar las posiciones de aquellos sectores de la izquierda que apoyan al régimen asegurando que es víctima de una conspiración imperialista. Rebatimos estos argumentos para explicar la naturaleza de la revolución. Espero que haya un diálogo serio para llegar a construir una alianza de la izquierda árabe y mundial en apoyo a la revolución siria y a la izquierda siria para que pueda jugar un papel más importante en el proceso. Espero que el congreso que se va a celebrar en Túnez en junio contribuya a este debate. Quiero agradecer el esfuerzo de Lucha Internacionalista en el impulso de esta campaña.