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Lo que no pueden perdornarnos

Fuentes: Rebelión

La resoluta actitud del pueblo cubano por alcanzar su independencia, en el siglo XIX, en la lucha contra la metrópoli española; en aquel entonces fue objeto de preocupación por los gobiernos de Estados Unidos, mucho más cuando ya tenían en el punto de mira la posibilidad de la anexión de la Isla, y así mostrarla […]


La resoluta actitud del pueblo cubano por alcanzar su independencia, en el siglo XIX, en la lucha contra la metrópoli española; en aquel entonces fue objeto de preocupación por los gobiernos de Estados Unidos, mucho más cuando ya tenían en el punto de mira la posibilidad de la anexión de la Isla, y así mostrarla como una posesión más dentro de la aberrante constelación de apagadas estrellas que con gran y cínico alarde agitan en su bandera. Anhelo pronunciado por el presidente norteamericano John Quincy Adams en su «Ley de gravitación política» o «fruta madura» (28 de abril de 1823). Pero la preocupación en el seno del imperio fue mayor cuando ese sueño de anexión se les fue de las manos con el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959.

La política del gobierno de los Estados Unidos, el mayor vociferante de la «democracia y la libertad de expresión«, sacó del desagüe su discurso hipócrita de la imposible coexistencia de las diferencias y desplegó las acciones más siniestras sobre la nación cubana, maniobras dirigidas en tres principales sentidos: Crear el pánico en la sociedad cubana, dañar la economía de la Revolución y ocasionar la desestabilización política de la Isla.

Una muestra inequívoca de la continuidad beligerante de los gobiernos estadounidenses son los manifiestos documentos donde se expresan la diabólica manera con la que piensan imponer la «democracia» en Cuba. Cita de éstos expongo solamente dos.

El primero es del año 1898, cuando el Mayor General Nelson A. Miles, jefe del Ejército norteamericano, recibió instrucciones del Secretario de Guerra de ese país, Mr. J. G. Breckenridge, sobre la manera de dirigir la contienda para lograr la anexión y donde expresa:

«Cuba, con un territorio mayor, tiene una población mayor que Puerto Rico. Ésta consiste en blancos, negros, asiáticos y sus mezclas. Los habitantes son generalmente indolentes y apáticos. Es evidente que la inmediata anexión de estos elementos a nuestra federación sería una locura y, antes de hacer, debemos limpiar el país, aun cuando esto sea por la aplicación de los mismos métodos aplicados por la Divina Providencia en Sodoma y Gomorra»… «Debemos destruir todo lo que esté dentro del radio de acción de nuestros cañones. Debemos concentrar el bloqueo, de modo que el hambre y su eterna compañera la peste, minen a la población civil y diezmen al ejército cubano.»

El segundo documento es un memorándum secreto mencionado por el compañero Raúl Castro en su Informe Central al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, desclasificado en 1991, del Subsecretario Adjunto de Estado para los asuntos interamericanos, Lester D. Mallory, el 6 de abril de 1960, cito : » La mayoría de los cubanos apoyan a Castro […] No existe una oposición política efectiva […] El único medio posible para hacerle perder el apoyo interno [al gobierno] es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria […] Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica […] negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno » .

Prácticamente un siglo de diferencia entre estos documentos y en ambos se expresan la misma inhumana y mezquina manera de hacer el mundo idílico que le conviene al imperio norteamericano. Cuba no es el único ejemplo a remitirse donde el imperio pone sus sádicos experimentos de laboratorio en práctica, aunque sí el país de más años resistiendo en una lucha por preservar su soberanía e independencia.

La campaña contra la incipiente Revolución cubana de 1959 se manifestó en un amplio abanico de ataques que aún hoy se viven, ejemplos de ellos son:

(1) Infiltración de bandas mercenarias, financiadas, entrenadas y apertrechadas de armamentos desde el mismo suelo de los Estados Unidos, quienes asesinaron a campesinos, maestros alfabetizadores, mujeres y niños.

(2) Incendio de centros comerciales y productivos por parte de contrarrevolucionarios alentados y pagados por Estados Unidos, así como el ametrallamiento de poblados costeros, por embarcaciones procedentes desde Estados Unidos, provocando muertes inocentes y heridos.

(3) Manipulación de otros gobiernos para desprestigiar a la Revolución y sus dirigentes con la divulgación de calumnias y mentiras.

(4) Puesta en marcha de campañas propagandísticas para crear caos y confusión en la población cubana: no olvidemos de entre tantas a la «Operación Peter Pan», que llevó a miles de niños cubanos al extranjero y cientos de ellos sin la custodia de sus padres, empujados por las mentiras imperiales sobre el proceder del gobierno revolucionario.

(5) La implantación de un genocida bloqueo económico, financiero y comercial contra Cuba, el cual se ha visto endurecido por leyes como las llamadas «Torricelli» y «Helms-Burton»; entre otras fórmulas ilegales, como la congelación de fondos cubanos en bancos extranjeros, adquiridos por transacciones comerciales y las violaciones de derechos de marcas cubanas; así como la amenaza o el chantaje a empresas extranjeras para que desistan de sus intensiones de invertir en la Isla.

(6) El silencio y el encubrimiento de actividades vandálicas contra Cuba y sedes cubanas en el exterior, llevadas a cabo por organizaciones paramilitares ancladas en Estados Unidos (EAS, Comando-F4, Alpha 66, FNLC, Omega 7, FNCA, entre otras) o terroristas residentes en ese país (Orlando Bosch, Luis Posada Carriles), quienes han sido apoyados y financiados por la misma Agencia Central de Inteligencia (CIA) y con la venia del gobierno de ese país.

(7) Un amplio espectro de guerra bacteriológica como la denominada «Operación mangosta» (1961-62) para hacer enfermar a trabajadores de la caña; también introdujeron la Fiebre Porcina Africana (1971), después fueron provocadas otras como la Pseudodermatosis Nobular Bovina, Mamilitis Ulcerina, la Hemorragia Viral del Conejo, la Varroasis y la Viruela (1987). Otras fueron el Dengue Hemorrágico (1981), Conjuntivitis Hemorrágica, Moho del Tabaco, Broca del Café y el Trips-palmis (1996). (1)

(8) Intentos de asesinatos a los dirigentes de la Revolución, siendo el principal objetivo el comandante Fidel Castro, con un récord mayor a los 600 intentos contra su vida. (2)

(9) Campañas de rapiña donde se manifiesta el patrocinio de la injusticia, como el absurdo teatro de El Paso con el caso de Posada Carriles frente a la injusta encarcelación de cinco cubanos que simplemente penetraron las organizaciones terroristas ancladas y amparadas en los Estados Unidos para evitar monstruosos actos contra el pueblo de la Isla.

Sin embargo, amén de todo el «angelical» esfuerzo que despliega el imperialismo, junto a sus lacayos (incluyendo a la culta Europa), la Revolución cubana sigue adelante con paso estable para las condiciones que enfrenta.

Como expresó el comandante Fidel Castro, palabras que nos recordó el compañero Raúl en el informe del Partido: « Eso es lo que no pueden perdonarnos […] que hayamos hecho una Revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos».

Por supuesto, no nos perdonan haber mantenido el espíritu aguerrido de los mambises, no nos perdonan nuestra resistencia histórica a pesar de sus agresiones, del bloqueo genocida, de sus pérfidas y farisaicas campañas de descrédito, de tener que hacer millonarios gastos en inútiles, incrédulos y virulentos disidentes (ideológicamente estériles productos, automatizados solamente con el dinero).

No nos perdonan seguir avanzando en parámetros de la salud, de la educación, del deporte.

No nos perdonan que exista un único partido estrechamente ligado al pueblo y que no viva de campañas millonarias, sino de la consciencia plena de los miembros que lo componen; siendo capaz de discutir y analizar directamente con el pueblo, con ciudadanos militantes y no militantes sus principales tareas para seguir llevando a cabo la Revolución.

No nos perdonan que nuestro Parlamento no esté conformado por enfermizos partidos políticos buscando solamente la mejor tajada del poder, sino por mujeres y hombres, estudiantes y trabajadores de todos los sectores, buscando las soluciones más factibles a los problemas de la sociedad y la economía del país; nacidos todos de la libre elección del mismo pueblo.

No nos perdonan haberlos derrotado en Girón, de haberlos derrotado en el África, cuando ellos apoyaban al genocida Apartheid.

No nos perdonan que Cuba sea capaz de llevar solidaridad humanitaria por todo el mundo sin que con ella haya un minúsculo ápice de interés geoestratégico, ni político o de servicio al imperio.

No nos perdonan que los pueblos hayan encontrado en Cuba Socialista la luz guía para los cambios necesarios de poder construir un mundo mejor, más humano y más genuino para los propios pueblos.

No nos perdonan por ser un pueblo tenaz y unido. Unido en cada tarea ideológica, en cada labor social, en cada obra económica, enfrentando cada adversidad de la naturaleza, en cada avance cultural, siendo capaz de discutir los principales problemas del país en el seno de cada una de las organizaciones de masas.

No nos perdonan que Cuba marche en un solo bloque compacto contra todo lo que la agreda.

¿Dónde se ha visto a un Partido que sea capaz de poner en mano de todo un pueblo sus principales lineamientos, incluso los cambie o transforme a solicitud del mismo pueblo?

Como expresó el compañero Raúl en el Informe Central, con este VI Congreso del PCC se puso una vez más «a prueba la confianza y unidad mayoritaria de los cubanos en torno al Partido y la Revolución, unidad que no niega diferencias de opiniones, sino que se fortalece y consolida con ellas.»

No nos perdonan tener un líder como el compañero Fidel Castro Ruz, con la alta moral que siempre lo caracteriza, quien levantó al pueblo en la lucha rebelde desde la Sierra hasta el llano, denunciando con severidad cada crimen del imperio en cualquier parte del mundo y sin miedo a exponer la vida; dando ejemplo de tenacidad en todo momento, exponiendo ideas claras en sus reflexiones y enseñanzas.

No nos perdonan por tener cuadros en la dirección del partido y el gobierno con alta capacidad para seguir las enseñanzas de José Martí y pasos de Fidel.

No nos perdonan, como dijo el compañero Fidel, que esta sea una » Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes».