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Lo social debe ser central

Fuentes: Rebelión

Al igual que Artur Mas, el Lehendakari Urkullu sabe que con el Estado español (y sus fuerzas políticas principales) no es posible reforzar el autogobierno vasco; mucho menos con horizonte autodeterminista. Más aún, si analizamos lo acontecido durante años, concluiremos que el Estado está en franca involución en todos los órdenes, también en materia de […]

Al igual que Artur Mas, el Lehendakari Urkullu sabe que con el Estado español (y sus fuerzas políticas principales) no es posible reforzar el autogobierno vasco; mucho menos con horizonte autodeterminista. Más aún, si analizamos lo acontecido durante años, concluiremos que el Estado está en franca involución en todos los órdenes, también en materia de autogobierno. Esto es así tanto con el PP como con el PSOE.

Vayamos a otros ámbitos nacionales. El SNP escoces no ganó el referéndum por la independencia en 2014; sin embargo, su estrategia política no perdió. Tres meses antes de celebrarse aquel referéndum ELA estuvo con el líder del SNP Alex Salmond y le preguntamos sobre qué estrategia pensaba que era la más efectiva para alcanzar la soberanía. ¿Qué sacamos en conclusión? Aquella que tuviera en cuenta elementos identitarios (historia, cultura, idioma…), democráticos (derecho a decidir) y… el modelo de sociedad. Los tres, y juntos. Salmond sabía que solo con lo identitario no ganaba. Era consciente, además, de la fuerza democrática del «derecho a decidir» en un mundo en el que instancias antidemocráticas condicionan de forma muy negativa nuestras vidas. Y, por último, nadie discute que el modelo de sociedad del SNP en Escocia es más progresista que el de conservadores y laboristas en Londres.

El 7 de mayo de 2015 se celebraron las elecciones al Parlamento de Westmister en Londres. Hubo dos claros ganadores. El conservador Cameron y el SNP escocés. Cameron es un producto en serie del thatcherismo, de esos que abundan en Europa. El SNP ha obtenido 56 de los 59 representantes que se elegían en Escocia. El Partido Laborista ya había dicho que si perdían Escocia, donde tenían 41 representantes y se han quedado con uno, no ganarían en Gran Bretaña. Acertaron. Los analistas coinciden en que la razón de esa pérdida está en que sus históricos votantes no distinguen a los laboristas de los conservadores. Es el legado que la inexistente «tercera vía» de Tony Blair. Blair un «conservador disfrazado» que en la actualidad acumula fortuna dando conferencias al servicio del poder económico.

El SNP tiene que gestionar, con sabiduría, una nueva situación. No podrá lograr en Londres una alianza progresista para poner coto a las políticas neoliberales. Cameron tiene mayoría absoluta y ha anunciado una agenda muy dura contra lo social; una agenda que tendrá repercusiones en la Unión Europea. Prometió un referéndum sobre la permanencia en la UE y, si se produce una negociación para evitarla, lo más probable es que el resultado conlleve otra vuelta de tuerca de políticas antisociales y mano dura en políticas migratorias extra e intracomunitarias. Cameron tiene pendiente, además, cumplir las promesas de mayor autogobierno que hizo a los escoceses para que no apoyaran la independencia. Son temas importantes que, gestionados con audacia, pueden fortalecer un proyecto soberanista en Escocia. En Escocia la política está viva.

Desde Euskal Herria deberíamos sacar algunas conclusiones. La primera, en nuestra opinión, que la confrontación con Londres, unida a la firmeza en las convicciones políticas y a la fuerza de la pedagogía política y el militantismo político y social, da resultados. Da resultados y orienta dinámicas políticas y sociales hacia la gente que tiene que apoyar ese proceso. Sin embargo, en nuestro país la confrontación política con Madrid se rehuye. El Gobierno Vasco debería explicar a la sociedad vasca el balance del autogobierno desde que se elaboró la LOAPA hace más de 30 años. Se gestiona, magnificando transferencias devaluadas, la involución española y se da relevancia a hipótesis políticas ineficaces, salvo que las mismas se basen en la renuncia política por parte vasca. La constitución de una Ponencia para el análisis del autogobierno en el Parlamento de Gasteiz recuerda «El día de la marmota». Algo ya visto, ya experimentado y… fracasado ¿Se ha olvidado el portazo que el PP y PSOE dieron en Madrid al Estatuto Político? El camino no es agotar legislaturas con los mismos referentes políticos que ya fracasaron.

La segunda conclusión, la fuerza transversal de un modelo de sociedad más justo y solidario. Más, si cabe, cuando las desigualdades sociales, también en Euskal Herria, aumentan sin cesar al debilitar gobiernos y patronales los instrumentos que ayudan a repartir de manera más justa la riqueza (fiscalidad, gasto social, negociación colectiva…). Una apuesta, la social, capaz de convertir en independentistas a personas que no son nacionalistas. Sí, muchos votantes históricos laboristas votaron a favor de la independencia. Muchos de ellos, escoceses desengañados con su Labour Party de toda la vida. Otros, que no viven en Escocia, han lamentado no poder votar al SNP porque no se presentaba en sus circunscripciones.

La agenda política vasca tiene hoy otras prioridades. En ella, desgraciadamente, no está la suma soberanista. Las prioridades se sitúan en la legítima disputa electoral, en los pactos de gobernabilidad, en la certificación y homologación institucional de opciones políticas antes ilegales, en la agenda de normalización enquistada por la posición de los estados español y francés, en la aceptación -aunque de esto no se quiera hablar- de un marco institucional que impone políticas de ajuste… Lo inmediato absorbe casi todo sin dejar pausa para reflexionar sobre elementos estratégicos.

Es muy difícil recorrer el camino al soberanismo con políticas antisociales que no cuestionan las políticas de ajuste. En Gasteiz y en Iruña. El neoliberalismo no suma. Pensamos que mientras la prioridad social no esté presente en el proceso soberanista, éste no atraerá a la mayoría social. Es ahí, donde el sindicalismo abertzale debiera jugar un papel sindical, social y político con plena autonomía de partidos y Gobiernos. El PP sabe que, aplicando sus políticas neoliberales, no cambia nada esencial en la política vasca. En España, referentes políticos y mediáticos (hasta un editorial de El País), plantean que hay que acabar con el sistema «privilegiado» del Cupo vasco. Miguel Sanz, en Navarra, habla de que con el nuevo Gobierno no sucederá «nada extraordinario» porque «deberá cumplir las leyes» que dicta España.

Para quienes nos fijamos en Cataluña, no debería pasar desapercibido que el eje social ha sido incorporado como elemento de trabajo tanto por la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), como por Omnium Cultural. Nos parece un gran acierto que movimientos sociales y culturales que tienen claro que su función consiste en interpelar a la política, hagan suyo ese objetivo. En Euskal Herria por el momento somos incapaces de compartir un diagnóstico sobre la fase involutiva que practica el Estado. Son debates imprescindibles que no se ganan por elevación. ELA, con todas estas preocupaciones muy presentes, llama a acudir a los actos de Gure Esku Dago, este próximo domingo.

Adolfo Muñoz «Txiki», Secretario General del sindicato ELA

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.