Sin@psis Vengo a dar aquí noticia entusiástica de la publicación de un nuevo libro de mi amigo Salvador López Arnal, Siete historias lógicas y un cuento breve. En torno a la obra lógica y epistemológica de Manuel Sacristán Luzón (Ediciones Bellaterra, S. L., 2017). Antes de adentrarme en comentarios sobre forma y contenido, es preciso […]
Vengo a dar aquí noticia entusiástica de la publicación de un nuevo libro de mi amigo Salvador López Arnal, Siete historias lógicas y un cuento breve. En torno a la obra lógica y epistemológica de Manuel Sacristán Luzón (Ediciones Bellaterra, S. L., 2017). Antes de adentrarme en comentarios sobre forma y contenido, es preciso que deje constancia de mi sentimiento discipular de Manuel Sacristán, en punto a rigor intelectivo y exigencia argumental de la verdad (que su hija se llame Vera, es, para mí, algo más que una curiosidad), sin por ello sentirme seguidor hoy de sus ideas políticas y sociales y sin estar a mi alcance la bondad que él demostró en su compromiso con los desgraciados, que llevó a extremos que me parecen exagerados e incluso contraproducentes. Fui su alumno a lo largo de tres años, primero de su asignatura Metodología de las Ciencias Sociales, en la Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Empresariales de la Universidad de Barcelona; otro año en un curso idéntico en la misma facultad, por puro placer intelectual, llevando a dos amigos de la Facultad de Medicina, que siguieron el curso completo; y un tercer año, como doctorando en el curso de doctorado sobre la biografía y la Lógica de John Stuart Mill. Antes, lo había conocido y pedido que impartiera un curso sobre el Capital, en la clandestinidad, cosa que aceptó, pero tuvo que anular después, al temer ser detenido dada la proximidad de su fecha de cumpleaños. Rigor, Verdad y Ciencia, son palabras constituyentes de Manuel Sacristán y que he hecho mías.
A Salvador López Arnal lo conocí mucho más tarde, hace años ya, pero no demasiados y le profeso enorme cariño, por su bondad sincera acreditada, por su fidelidad a la obra de Manuel Sacristán, que no podía encontrar mejor albacea intelectual para una obra polifacética y ética como la de nuestro gran pensador, y, como él, comprometido socialmente con los pobres, sin perderse en el sectarismo propio de los hombres de fe (no religiosa en su caso, sino en ideas de cambio social, trascendentes sólo si se actúa). Salvador es el gran conocedor de la vida y obra de sacristán, a la que ha dedicado innumerables horas y se ha ocupado en recopilar documentos y testimonios (doy fe de ello, en lo que a mí respecta). Salvador no se conforma con la apariencia, incluso cuando le duele en sus carnes descubrir espejismos.
Por todo ello, comprenderá el lector que mis juicios se vean condicionados, por más que intente ser objetivo, que es lo que me exigiría Manuel Sacristán. Pueden leerse reseñas mías sobre él en:
Notas de lectura y comentarios del Dr. Fernando G. Jaén, o cómo matar el tiempo placenteramente, Nº 2. Diciembre 2001.
Sin@psis N. º 15, marzo-abril, 2005: La práctica de Manuel Sacristán. Una biografía política, por Juan-Ramón Capella.
Sin@psis N. º 36, septiembre, octubre, 2008, Algunas meditaciones sobre universidad: M. Sacristán, J. Ortega y Gasset, P. Laín y J. J. López Ibor.
Sin@psis N. º 44, enero-febrero, 2010, Sobre dialéctica. Manuel Sacristán. Edición de Salvador López Arnal. http://www.unidadcivicaporlarepublica.es/CULTURA%20web%202010/sobre%20dialectica.htm
Sin@opsis N. º 59, julio-agosto 2012, ENTRE CLÁSICOS, Manuel Sacristán y la obra político-filosófica de György Lukács, de Salvador López Arnal. Se puede ver en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=152885
Vayamos, ahora, con el título del libro, que yo considero mejor invertido: poner primero de lo que va: En torno a la obra lógica y epistemológica de Manuel Sacristán Luzón, que se ajusta muy bien al abasto y contenido, pues «en torno» indica consideración sin estricta delimitación, y el resto nos informa de que sólo se adentra en la parte lógica y epistemológica de entre toda la obra producida por Manuel Sacristán. A continuación vendrían Siete historias lógicas y un cuento breve, aludiendo a la organización capitular, reflejando lo que se le ha acomodado expositivamente a Salvador para el tratamiento de la gran cantidad y diversidad de materiales que ha utilizado en la confección del libro para dar cuenta de las faceta lógica y epistemológica, las principales que desarrolló en el ámbito del pensamiento; siendo su compromiso político la causa de amenguar su dedicación a la lógica y a la epistemología, como queda constancia en el libro y como algunos le sugerimos (en mi caso, en sus últimos años de vida).
Salvador López Arnal, nos ofrece unas combinación poco usual, pero muy propia de él, que combina retazos biográficos, señalamiento de obras y actividades de Sacristán a modo de mojones que va plantando para el recuerdo, los retenga o no el lector, con la glosa, aclaración y ambiente intelectual de las ideas de Sacristán sobre la materia tratada. La producción polifacética y fragmentaria a veces, de Sacristán, combinada con su alterada vida clandestina durante muchos años y pendiente de asegurarse el primum vivere a base de ingentes y meticulosas traducciones y otros encargos editoriales escasamente retribuidos, hacen difícil tomar una línea de su estudio y producción intelectual, en este caso, la lógica y epistemología, sin olvidar la componente filosófica, y no incurrir en reiteraciones biográficas y de ideas que se han desarrollado extensamente en otros libros como líneas separadas (véanse mis comentarios citados más arriba), o incluso en diversos capítulos.
No se arredre el lector por el temor a enfrentar un libro abstracto y espeso de lógica y epistemología en una primera inmersión, que la técnica expositiva de Salvador le ayuda, pues no se enfoca ni a la síntesis ni al desarrollo de esas materias, sino que va insertando las ideas del Maestro en el ambiente intelectual en que esas ideas cobraron relieve en él, en forma de producción de libros, intervenciones públicas o traducciones de grandes autores de relieve mundial, correspondencia con colegas que compartían una visión similar o parecidos estímulos intelectuales. Con muy buen criterio, Salvador ha separado las sucintas notas aclaratorias a pie de página, del complementar o profundizar algunos aspectos relevantes, situándolos al final de cada capítulo en notas más extensas, lo cual permite al lector seguir el hilo sin haber de interrumpirse por densidades aplazables. Ciertamente, los estudiantes de lógica o epistemología podrán sacar mayor provecho que el resto en punto a esas materias, pero no se olvide que la filosofía del Derecho y la aplicación de la lógica a este, están presentes en las reflexiones de Sacristán y otros colegas en algunos momentos de su vida intelectual y quedan reflejadas en el libro. También los estudiantes de filosofía podrán hallar capítulos que les interesen directamente, como el dedicado a la dialéctica y Hegel. El dedicado a Quine requiere tener frescos conceptos básicos de la lógica moderna para situar las diversas controversias y las opiniones de Manuel Sacristán al respecto, pues no tratándose el libro de un manual ni de un ensayo sistemático, no contiene introducción al respecto. Más fácil de hacerse con él es el capítulo sobre Heidegger, con la orientación orteguiana que siguió Sacristán, y sus matices posteriores siguiendo a su maestro en Munster, Scholz. La polémica filosófica queda servida en estos capítulos, de más densidad de contenidos y menos biográficos en el sentido de mayor dominio de las ideas y los textos que las vivencias personales.
Manuel Sacristán fue un intelectual de primera; a mi modo de ver, es continuación de Ortega (no faltan en este libro las referencias pertinentes) como lo fue Zubiri, si bien por caminos bien distintos y con labor y productos diferentes en extremo, con un modo de habérselas con la realidad social también opuesta. Ortega, el gran pensador de la primera mitad del siglo XX, el único español que pudiera forjar una obra comparable a la de otros filósofos del mundo y épocas, dio frutos en sus discípulos, no un Marías (al que ya demolió en un prólogo a una historia de la filosofía de éste, si no recuerdo mal, al decir «donde acaba el libro de Marías, empieza la filosofía»), sino entre aquellos que hicieron de la profundidad y el rigor, su camino, con compromiso político o sin él. El ambiente intelectual español no era el de ahora, pero no por la falta de libertad, acicate al fin y al cabo, sino por la ausencia de interés en el conocer profundo, riguroso y veraz de las nuevas generaciones, sumidas en su mundo feliz consumista y abocado al espectáculo, a la sorpresa de lo nuevo per se, a la trivialidad y a la desidia, con la apariencia dominando. Dudo, pues que el esfuerzo de Salvador López Arnal sirva los intereses de los jóvenes universitarios de hoy, por más que a los que conocimos a Manuel Sacristán nos interese vivamente. ¡Ojalá me equivoque!
Fernando G. Jaén es profesor titular de Economía y Empresa de la Universidad de Vic-UCC.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.