Miquel Grau i Gómez fue asesinado el 17 de octubre de 1977 en Alicante, a la edad de 20 años; ocasionó la muerte del joven el lanzamiento de un ladrillo, cuando participaba -junto a tres compañeros- en una pegada de carteles con motivo del Día Nacional del País Valenciano (9 d’Octubre); Miquel Grau militaba en el Moviment Comunista del País Valencià (MCPV); por el crimen resultó detenido y condenado a pena de prisión un militante del partido ultraderechista Fueza Nueva; el grupo Al Tall compuso una canción que le rendía homenaje, titulada A Miquel assassinaren.
Es una de las muertes recordadas en el debate Una Transició no massa tranquila a terres valencianes, que tuvo lugar el 25 de septiembre en el Centre La Nau de la Universitat de València; la organización del acto corrió a cargo de la Escola Europea de Pensament Lluís Vives de la Universitat (Càtedra Alfons Cucó).
En las elecciones generales al Congreso, de 1977, el PSOE ganó en el País Valenciano con el 36% de los votos y 13 diputados, seguido de UCD (33% y 11 escaños); el PCE (9% y 2 diputados) y la derechista Alianza Popular con un escaño y cerca del 6% de los sufragios; en cuanto a los comicios generales de 1979, los votos sumados del PSOE y el PCE alcanzaban el 49% en el País Valenciano (16 diputados), frente al 36,5% de UCD (13 escaños).
Una tendencia similar podía observarse en el resultado de las elecciones municipales –de 1979- en la ciudad de Valencia: el PSOE y el PCE sumaron el 52% de las votaciones y 19 concejales, frente al 37% de la coalición centrista (13 ediles).
¿Con qué “estrategia rompedora” y de fragmentación respondieron políticos valencianos de UCD como Fernando Abril Martorell, vicepresidente del Gobierno de España entre 1977 y 1980? ¿Cómo se enfrentaron a la “izquierda adversaria” y el “movimiento valencianizador”?
El catedrático de Historia Contemporánea en la Universitat de València, Alfons Cucó, escribió en Roig i blau. La transició democràtica valenciana (Ed. Tàndem, 2002): “En los últimos años 70 (…) al equipo dirigente de UCD le hacía falta potenciar y ampliar los ámbitos de actuación de un anticatalanismo parafascista, y de un populismo primario y antiintelectual que se había incubado en pleno franquismo, claramente estimulado por el régimen, en los momentos aurorales de los primeros textos ideológicos fusterianos”.
El intelectual valenciano (que escribía en lengua catalana), Joan Fuster, publicó en 1962 la primera edición del ensayo Nosaltres, els valencians; al citado año corresponden asimismo Qüestió de noms y la guía geográfica El País Valenciano.
La cronología del libro de Cucó detalla en el último trimestre de 1978 los siguientes hechos: una bomba en el domicilio de Joan Fuster, en el municipio de Sueca (noviembre); un artefacto explosivo contra el Aplec (reunión) del País Valencià en los lavabos de la plaza de toros de Valencia, y el intento de asalto al Palau de la Generalitat por parte de manifestantes blaveros (por la franja azul –blau– en la enseña valenciana), en octubre; además en diciembre, un paquete-bomba contra la vivienda del profesor y filólogo Manuel Sanchis Guarner.
“Con la connivencia de los Gobiernos civiles; con la colaboración de Fuerza Nueva, del Grupo de Acción Valencianista (GAV) y otras ‘partidas de la porra’; con la cobertura y el estímulo de un elevadísimo porcentaje del conjunto de los medios de comunicación (de los que el diario Las Provincias fue siempre nave capitán) se creó (…) una mezcla de inanidad intelectual, de ‘regionalismo bien entendido’ y de histeria colectiva localista”, explica Alfons Cucó en Roig i blau.
En el acto de la Universitat de València ha intervenido el sociólogo Vicent Flor, autor de Noves glòries a Espanya. Anticatalanisme i identitat valenciana (Ed. Afers, 2011); el volumen de 380 páginas dedica un apartado a “fuerzas de choque” como el GAV, la más “combativa” y “radical” del blaverismo durante la Transición; surgió en 1977 y su actividad se prolongó durante las décadas siguientes; a este grupo se le ha atribuido la autoría de muchas de las pintadas y ataques contra asociaciones, personas y bienes a las que consideraba catalanistas.
Asimismo Vicent Flor analiza en el texto la función de algunas entidades que -en su día- reforzaron el blaverismo, como el Valencia Club de Fútbol, sobre todo en los años que ejerció la presidencia el industrial José Ramos Costa, entre 1976 y 1983.
Así, “a pesar de la pluralidad ideológica de la afición, las consignas anticatalanistas han sido una constante en (el estadio de) Mestalla, particularmente en los enfrentamientos con el Fútbol Club Barcelona”; el autor de Noves glòries a Espanya cita además el ejemplo de la peña ultraderechista (del Valencia CF) Yomus, “españolista”, “judeófoba” y “violenta”, caracterizada por el anticatalanismo (la denominada Curva nord anunció su disolución en 2021).
Tampoco fue menor la influencia de asociaciones e instituciones festivas como las fallas (un estudio del Ayuntamiento de Valencia y la Universitat, de 2023, señala que cada familia fallera gasta en la fiesta 1.760 euros al año); según Vicent Flor, la Junta Central Fallera (JCF) “se convirtió en una de las entidades más activamente promotoras del blaverismo, sobre todo en el primer periodo, entre 1975 y 1978”.
Ya en 1963, en uno de los monumentos falleros se quemó el ninot (figura o muñeco de cartón piedra) que representaba la figura de Joan Fuster; otro posible ejemplo de la conexión fue el último alcalde franquista de Valencia (1973-1979) y presidente ejecutivo de la JCF, Miguel Ramón Izquierdo.
En el debate de la Universitat, la catedrática de Antropología Social de la UV, Josepa Cucó, analizó el ideario y la actividad de las organizaciones comunistas revolucionarias -situadas a la izquierda del PCE- durante la Transición; Josepa Cucó es autora del libro De la utopia revolucionària a l’activisme social. El Moviment Comunista, Revolta i Cristina Piris (UV, 2016); se refirió a casos en que militantes de estas organizaciones, como Miquel Grau, fueron víctimas mortales de la ultraderecha.
¿Pueden cuantificarse las acciones violentas en la Transición valenciana? El historiador Borja Ribera realiza algunas aproximaciones en Una historia de violencia. La Transición Valenciana, 1975-1982 (Ed. Tirant, 2023); así, de las 162 acciones violentas graves registradas entre octubre de 1975 y abril de 1982, el 73% (un total de 119) tienen como autores seguros o probables a grupos de ultraderecha o anticatalanistas (la autoría del 10% es dudosa o desconocida).
La estadística de Borja Ribera incluye asesinatos, atentados con bomba (consumados o en grado de tentativa); incendios, el asalto a establecimientos, a edificios, agresiones a autoridades y tiroteos, entre otras.
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