Amaury. ¡Muy buenas noches! Estamos en «Con 2 que se quieran», ahora aquí, en 5ta. Avenida y calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala. Hoy nos acompaña un invitado especial, y digo especial porque en sus cartas y en el foro de Cubadebate que tenemos abierto para el programa, ustedes […]
Amaury. ¡Muy buenas noches! Estamos en «Con 2 que se quieran», ahora aquí, en 5ta. Avenida y calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala.
Hoy nos acompaña un invitado especial, y digo especial porque en sus cartas y en el foro de Cubadebate que tenemos abierto para el programa, ustedes han dicho que por qué no traemos a personas de otras ramas de la Cultura, tomando en cuenta que otras ramas de la Cultura también es la medicina, la investigación científica. Hoy está con nosotros un gran profesional, un gran médico, escritor, aquí están algunos de sus libros, esa es, quizás, la justificación que tengo para incluirlo en este grupo de artistas e intelectuales, que también es, ya hablaremos. Hace muy poco Gerardo Chijona hizo una película, una historia real, pero escrita, ficcionada por él en sus libros. Así que está con nosotros, el Subdirector Primero del IPK, Instituto Pedro Kourí de Medicina Tropical, mi amigo, y también en algunos momentos ha sido mi médico, porque también he padecido de enfermedades tropicales, Jorge Pérez.
¿Qué tal, Jorge, cómo está usted?
Jorge. Muchas gracias.
Amaury. Es un gusto extraordinario, doctor, que haya accedido a venir, yo tengo que agradecer que vengan, porque las personas tienen su tiempo muy ocupado y el de un científico, un médico como usted, es todavía más. Así que gracias doblemente por haber venido, y antes de llegar al gran tema, yo quisiera empezar por lo más elemental, hacer una entrevista, más bien cronológica. Yo sé que nació en Marianao. ¿Cómo era el Marianao del año 45, el año en que usted nació, ese Marianao y su niñez?
Jorge. Primero que nada, muchas gracias por haberme invitado al programa. Creo que nunca escatimamos tiempo para hacer aclaraciones y poder compartir temas de interés. Sobre todo, cuando además de la vida profesional, uno también lleva otra vida, un poco como escritor de algunas cosas que han interesado a las personas, y que hemos tratado de poner en el lenguaje más sencillo.
El Marianao donde yo nazco, allá en el año 1945. Nací en Maternidad Obrera. Yo era un muchacho de extracción muy humilde. Mi padre era trabajador de los Ómnibus Aliados en aquel momento, o sea, un guaguero, como la gente dice, y mi madre era, en aquel momento, un ama de casa. Había sido trabajadora textil, y una trabajadora del tabaco con anterioridad.
Nosotros vivíamos en una casa, era una casa grande, ahí en Marianao, pero ahí vivíamos toda la familia. Eso fue prácticamente hasta el golpe de estado de Batista, en el año 52, en que mi padre, que pertenecía al Partido Comunista, tiene que abandonar ese lugar. Además de esto, nace otro hermano mío, nosotros somos cuatro hermanos, o éramos cuatro hermanos y tenemos que empezar a movernos a distintos lugares, porque donde quiera, la policía iba a localizar a mi padre. Yo muchas veces hasta llevaba mensajes de mi padre a otros militantes del Partido y tenía que hacerlo callado.
Amaury. ¡Ah, bueno!, era una niñez feliz, pero riesgosa.
Jorge. ¡No! y no exenta problemas. Realmente mis padres eran personas maravillosas. Yo tengo un recuerdo de mi padre tan agradable también, porque era una excelente persona, nunca discutía, ni siquiera con mi madre. Pero cuando yo llego a cierta edad, 8, quizás 9 años, quizás un poco antes, mi padre nos reúne a mí y a mi hermano mayor y nos dice: Miren, yo veo que ustedes están haciendo carticas para los reyes, pero aquí el único Rey Mago soy yo y a mí me entró una decepción muy grande por dentro, porque yo decía: Mira para esto, me voy a quedar sin juguetes, porque me dice: mira, nada más hay dinero para los dos más chiquitos. Y entonces él, como vio que yo tenía esa decepción y yo tenía una relación muy especial con mi padre, siempre estaba montado con él en la guagua y salía con él. Me dice: ¡Chino, vamos a buscar los regalos a tus hermanos y a lo mejor se te pega algo! Fuimos por la calle Obispo, y allí había una tienda de efectos deportivos, y me dice: vamos a ver aquí. Entonces vemos un bate. A mí me encantaba la pelota. Díceme. Bueno, vamos a ver, vamos a ver el precio a ver si lo puedo comprar. Y entonces va para allá atrás y se para y me dice: Chino, suéltalo como una papa caliente. ¿Qué pasó?, que cuesta nueve pesos y yo no lo puedo comprar. Mi padre no tenía nueve pesos para comprarme un bate.
Amaury. ¡Qué bárbaro!
Jorge. Y bueno, lógicamente, aquellos son recuerdos que a uno le quedan. Si bien es cierto eso, también recuerdo como a mi casa, que era una casa pobre, pero que sí siempre almorzamos y comemos, venían personas a buscar comida, porque venían pidiendo. Me recuerdo de todas las cosas que, bueno, después he tenido oportunidad de ver en otros países cuando he ido a dar clases, o cuando he ido a trabajar en misiones internacionalistas, y veo esas diferencias tan grandes que lo golpean a uno, que uno no lo ve aquí en Cuba. Porque yo repito algo que el profesor Kourí muchas veces dice, que es que nosotros los cubanos, sabemos lo que nos falta, pero no sabemos lo que tenemos.
Amaury. Bueno, ayer yo, doctor, estaba leyendo, releyendo, más bien, una entrevista que le hizo la gran periodista Alina Perera Rubio, y hay una anécdota en la que quisiera detenerme, aunque sea breve. Y es cuando su mamá, usted no había nacido, pero su mamá fue arrestada cuando estaba en el Sindicato de la Aguja, porque ella trabajaba como tejedora.
Jorge. Sí, mi madre era una mujer muy humilde, que bueno, ya la madre se le muere cuando tenía 18 meses y el padre se casa, tiene una madrastra y por esas razones tiene un espíritu rebelde. Esta madrastra prácticamente la bota de la casa a los doce años, ella tiene que ir entonces a vivir con unos tíos, y se pone a trabajar, a lavar, a planchar, a despalillar tabaco y después a trabajar en un telar. Y entonces empiezan a crearse los sindicatos, y se empieza a luchar por la jornada de 8 horas. Ellos empezaron a poner propaganda, el sindicato, que sé yo, y a ella la arrestan y se la llevan presa por hacer estas actividades, que en aquel momento le dijeron que eran actividades comunistas. Cuando va al juicio, ella declara: Miren, lo que les voy a decir; yo no sé lo que es ser comunista, pero si el comunista es ese que quiere el bien de los trabajadores, la jornada de ocho horas y formar el sindicato, cuando salga de aquí, lo mismo condenada que libre, me voy a apuntar en el primer local del Partido Comunista que vea. Y así lo hizo, y creo que esa fue la mejor decisión que tomó en su vida, porque allí conoció a mi padre.
Amaury. Jorge, ahora hablamos de su mamá. Pero en dos, o tres momentos, me dijo: mi papá era una buena persona; mi papá, tuve una relación con mi papá, y por tanto, no quiero pasar el acero sobre la herida, pero ¿qué significó para usted la muerte de su papá?
Jorge. Aquello fue un golpe muy duro para mí y, bueno, lógicamente, lloré mucho. Yo creo que, bueno, eso es una pérdida que no tiene reparo en definitiva en la vida, y que bueno, lógicamente he tratado de revertir en dos situaciones: una de las primera es que, la primera cosa que hago yo dentro de mi carrera como médico, es trabajar, precisamente, hacer medicina interna, trabajar en terapia intermedia, en el Calixto García, que es donde me formo. Y lo primero fue volcar todas mis energías a tratar de revivir y de que las personas que tuvieran un infarto, ya sea un paro cardíaco, que pudieran vivir. Yo, en cada persona que veía, en cada persona que resucitaba, estaba viendo a mi padre.
Amaury. Ah, ¡qué bonito, qué bonito! Y homenajeándolo también con su condición de revolucionario, de patriota y de cubano dignísimo que es usted. Pero bueno, hablaremos de eso en el camino.
¿Y si siempre quiso estudiar medicina, si siempre fue uno de sus sueños, por qué estudió aviación?
Jorge. Bueno, desde muy niño también, triunfa la Revolución, me uno al fervor este revolucionario, después me uno a las milicias inmediatamente; paso escuelas en Managuaco, hago todo lo que en aquel momento teníamos que hacer, pero era un niño. Después ya se plantea la necesidad de un grupo especial que van a estudiar algo, y después nos plantean que es un grupo selecto que tiene que estudiar aviación. Yo, la verdad que te voy a ser sincero, cuando a mí me dijeron estudiar aviación, yo dije: ¡coño!, ¡aviación!, con el respeto que yo le tenía a los aviones. Pero me dicen que era una necesidad de la Revolución, y bueno, si es una necesidad, yo voy a estudiar aviación. Fui seleccionado en el primer grupo, inclusive, para ir a la Unión Soviética, que no fui, por suerte, además porque nada más que tenía 14 años, y bueno, allí también me coge la declaración de que Cuba era socialista. Yo brinqué en la trinchera.
Amaury. ¿Pero brincó en la trinchera y llegó a montarse en el avión alguna vez? ¿De la trinchera al avión? (risas)
Jorge. Sí, sí, cómo que no, llegué al avión, y cuando estaba allá arriba, que me vi allá arriba, me dije, Jorge, ¿qué cosa es lo que tú haces aquí arriba?, ¿tú entiendes?, yo le cogí miedo a aquello, te voy a ser sincero, cuando estaba allá arriba en el avión. (risas)
Amaury. Qué bueno que alguien dice que le tiene miedo a los aviones. (risas)
Jorge. Yo todavía le tengo miedo a los aviones. Entonces, realmente, el Comandante, cuando se termina, nosotros desfilamos en la Plaza después de la movilización de Girón, como todo el mundo que participó allí. Y escucho que Fidel dice que todo el que se quiera ir a alfabetizar, se puede ir a alfabetizar donde quiera que esté. Y yo dije, esta es la mía para salir de la aviación. Y entonces, inmediatamente…
Amaury. …Y hacer algo útil también.
Jorge. Exactamente, entonces me presenté en la oficina del jefe de mi unidad, y me dijo: Está bien, y con la misma cogí, y me fui para la Sierra Maestra. O sea, desde luego, hay que pasar por Varadero, inscribirse, hacer una serie de cuestiones.
Amaury. Todo el proceso que había para llegar a la Sierra.
Jorge. Y me llevé a mi hermano menor.
Amaury. Ya, de todas maneras alfabetizó, después fue a estudiar medicina, ya hablamos del Calixto, de todo eso. ¿Cuándo es que llega usted, doctor, al Instituto, al IPK?
Jorge. Mira, el profesor Gustavo Kourí, estaba formando un grupo de compañeros, por encargo del Comandante, de formarlos, reforzar las actividades del Instituto de Medicina Tropical, porque el Instituto de Medicina Tropical tiene una raíz muy antigua, en el 1937, cuando lo funda el profesor Pedro Kourí. Pero posteriormente se refuerza con la Revolución y se hace un edificio nuevo. En ese grupo inicial de personas, el profesor Kourí piensa que yo pudiera contribuir. Él realmente no habla conmigo, sino él describe a la persona que él necesitaba para hacer investigaciones clínicas, y en ese momento, entonces me llaman a mí, que es cuando yo cojo aquella carta, le digo: pero si yo estoy formado en cardiología, en hipertensión, en arritmia, ¿qué hago yo aquí con parásitos? Si yo de parásitos no sé prácticamente nada. Y bueno, lo primero que hice fue aprender, aprender aquí en Cuba, y después tuve posibilidad de ir a varias universidades fuera de Cuba también, en Inglaterra, algunas universidades en Estados Unidos, y después de eso, un viaje a África, allá a Ghana, a Tamale, en fin.
Amaury. Después a Angola, también, muchas veces.
Jorge. Después ya sí Cuba me manda a Angola que es mi gran escuela. Ya cuando yo veo aquella realidad angolana en el año 79, 80, que estoy allí, que es mi primer viaje allí, me di cuenta de la necesidad de estudiar estas enfermedades. De la diferencia, inclusive, de lo discriminatorio del concepto de Medicina Tropical. Porque realmente no es medicina de los Trópicos, porque en Estados Unidos, en Inglaterra, hubo paludismo, y hubo lepra, y hubo todas esas enfermedades, o sea, son enfermedades realmente del subdesarrollo que están relegadas ahora al Trópico, y empecé a estudiar, detecté los primeros casos de malaria resistente, cuando surgió la resistencia a las cuatro aminoquinoleínas, a la cloroquina en Angola, la describimos, y empezamos, entonces, a tratar de ver cómo cambiamos las estrategias para salvar vidas. Hicimos unas tableticas que le llamamos IPK-1.
Amaury. …¿La que curaba la malaria como en tres días, a veces cuatro?
Jorge. Exactamente, la malaria la podía curar, a los extranjeros en tres días y a los cubanos en cinco días, aunque tuvieran parasitemia alta y con aquello resolvimos el problema de la malaria.
Muchas veces estuve en Angola, hasta la última contienda, ya en el 88, allí estuve en Chandongo, en Cachama, en Cuito Cuanavales. Estuve en muchos lugares delicados, yo como médico, no como combatiente, eso es importante.
Amaury. Claro, como médico.
Jorge. Nuestra labor era en la retaguardia, salvar vidas, uno no era combatiente, pero sí en los servicios médicos…
Amaury. …Bueno, eso está en dependencia, doctor, perdóneme que lo interrumpa, pero para mí y para usted, y estoy seguro que para la inmensa mayoría de los televidentes, un médico que está en el frente de batalla, ahí, en la retaguardia del frente de batalla, salvando vidas para que los soldados se puedan incorporar, tienen que ser considerados también combatientes.
Jorge. No, no, está claro, combatiente, además, teníamos fusil. No, no, eso está claro.
Amaury. Yo estuve en Angola, y sé cómo era la cosa.
Jorge. Lo que quise era expresar, decir que no estaba directamente con las armas.
Amaury. Con las armas directamente tirando tiros.
Jorge. Exactamente.
Amaury. Doctor, ¿sobre qué año es aquel momento en que Fidel llega al IPK, y dice que hay que parar la epidemia del SIDA, que era una epidemia inminente?
Jorge. Mira, en el año 1983 hace el Comandante en Jefe su primera visita oficial al Instituto de Medicina Tropical, cuando aquello estábamos en las antiguas casas de Siboney.
Amaury. Ah, sí, lo recuerdo.
Jorge. A la antigua casa de Bacardí, que era la dirección del Instituto. Cuando él llega allí con el Presidente de Zambia, Kenneth Kaunda, empezamos a hablar, y el profesor Gustavo Kourí empieza a explicarle la importancia de las enfermedades tropicales.
Y Fidel, se echa para atrás y le pregunta al profesor Gustavo (Kourí): ¿que tú vas a hacer para que el SIDA no entre en Cuba?
En aquel momento había unos casos apartados en los Estados Unidos, otros casos apartados en Europa y Gustavo, que es una gente muy brillante, muy elocuente.
Amaury. Sí, el profesor es maravilloso.
Jorge. Le dice: Bueno, Comandante, esa es una enfermedad nueva, hay que esperar a que se desarrolle, no se sabe si es un virus, una bacteria, etc. Y ahí mismo Fidel le dice: Mira, según los estudios que yo he hecho, el SIDA va a ser la enfermedad de este siglo, y va a diezmar poblaciones completas. El mundo no está preparado para recibir esta enfermedad, y es tu responsabilidad y la del Instituto de Medicina Tropical de que el SIDA no se convierta en un problema de Salud Pública en Cuba.
Bueno, nos estaba dando la tarea, y ahí empezamos nosotros. Mandamos a un excelente profesional, que habla muy bien el francés, a trabajar en Francia, al profesor Juan Carlos Millán Marcelo, a entrenarse con Gentilini y con Luc Montagnier, que fue el descubridor del virus del SIDA. Y ahí comenzamos a estudiar. Yo comencé a estudiar el gremio autodidactamente.
Amaury. Sí, pero todavía, doctor, en aquellos años, todavía se trataba o se hablaba de las personas que tenían SIDA, y se era muy discriminatorio, porque se decía que era una enfermedad de los homosexuales.
Jorge. Sí, sí.
Amaury. Incluso algunas de estas sectas paranoicas, religiosas, decían que era un castigo divino.
Jorge. Un castigo de Dios, sí.
Amaury. Que había enviado Dios contra los homosexuales. Ya sabemos que eso está totalmente superado, y en la cabeza del que no está superado, pues que vaya y se cure, del SIDA no, pero que se cure de los prejuicios, pero en aquellos momentos sí ocurría. ¿Cómo lo enfrentaron ustedes eso, incluso el prejuicio?
Jorge. Bueno, mira, la primera cosa que aparece como el famoso gay syndrome, o sea, la enfermedad de los homosexuales, en New York es ligada a los homosexuales, eso era lo que pasaba en Estados Unidos, ¿ves?. En Europa ya era otro tipo de casuística, pero ya estaba allí. Se determina que esa es una enfermedad que se puede trasmitir por sangre y por contacto sexual, y nosotros comenzamos aquí inmediatamente a recibir y a ver qué era lo que pasaba. Primero, estudiar hacia atrás si teníamos las manifestaciones de esa enfermedad: las manchas en la piel por el sarcoma de caposis, o la neumonía a repetición por la neumonía por pneumocystis carinii, etc., y no detectamos nada hasta que llega una persona que venía de fuera de Cuba, y era un combatiente, además. Esta persona, era una persona heterosexual, y este fue el primer caso que recibe el Profesor Millán, me lo remite a mí, nos miramos los dos, ¿lo hacemos, no lo hacemos? Ya habíamos preparado a alguna gente del laboratorio también, pero no teníamos diagnóstico, porque no había un diagnóstico, que no surge hasta el año 1986. Así que nos quedamos con las ganas allí, unos días prácticamente, hasta que en el 86 se le pudo hacer el diagnóstico serológico, ¿no?, y sí vimos que tenía el VIH. ¿Qué pasa?, que a nosotros, yo digo que nos favorece, por así decirlo, que el primer caso que encontramos era una persona heterosexual, no fue un homosexual el primero que nosotros encontramos.
Amaury. Se rompía el mito.
Jorge. Y ahí se rompe el mito, porque además trajimos a su esposa. La esposa también estaba infectada, y llevamos esa noticia al doctor Héctor Terry. Ahí sale la noticia.
Después, un poco más tarde, ya surge otro caso que sí está relacionado con la transmisión sexual entre hombres, y este es el primer caso que fallece. Que mucha gente dice: el primero. No, el primero fue aquel otro. Y ya cuando este otro fallece, ya está el Sanatorio de Santiago de las Vegas abierto, y ya se aprovecha para en el Granma decir que hay equis cantidad de personas ingresadas en ese sanatorio. En ese primer año nosotros detectamos 99 personas. De esas 99 personas, 56 habían estado en África, porque se empezó a llamar a las personas que habían estado en África, hasta el año 86. Eso quiere decir que en la primera etapa, en los primeros años nuestra epidemia, -porque además buscamos en esa población, no por otra cosa-, estuvo ligada a la transmisión heterosexual, y eso un poco que a nosotros nos favorece. Años después, como sucede ahora, la transmisión está ligada a hombres que hacen sexo con otros hombres, y en el momento actual es hasta un 81%.
Amaury. Yo quisiera puntualizar. Yo recuerdo que cuando lo del sanatorio de Santiago de las Vegas, Los Cocos, le decían, no sé por qué le decían Los Cocos…
Jorge. …Porque está en el barrio de Los Cocos.
Amaury. Ah, ya, porque está en el barrio de Los Cocos, bueno, otra aclaración. Pues, la gente tuvo la sensación de que había un cierto estado de pánico médico excesivo. Y yo recuerdo que por aquella época yo me acerqué al profesor Terry y le pregunté, y él me dijo que incluso en Estados Unidos, los primeros médicos que trataron el asunto del SIDA, lo trataron como una amenaza a la Seguridad Nacional, eran médicos militares.
Y sin embargo, después conocí a muchos pacientes del sanatorio de Santiago de las Vegas, y me hablaban de usted como el hombre del SIDA, o sea, el doctor del SIDA. Y hablaban de usted con mucho cariño. Evidentemente usted llegó allí no solo a sanar el cuerpo, o a intentar sanar el cuerpo, sino también a sanar el alma, ¿no?
Jorge. Bueno, mira, Amaury…
Amaury. ¿Qué podría decir de eso?
Jorge. Yo estudié medicina para ayudar al ser humano. Cuando yo llego al mundo del SIDA, el SIDA tiene un problema muy serio. Es que en aquel momento no existía cura. Al no existir cura, ni siquiera tratamiento que alargara la vida, porque ahora no hay cura tampoco, pero existe un tratamiento que alarga la vida si se lleva bien. Pues el SIDA era igual a muerte. El médico está acostumbrado a salvar, y por lo tanto es muy difícil para un médico, atender a una persona que se va a morir. Y cuando yo llego allí, que a mí me ofrecen la dirección del Sanatorio y yo lo acepto, etc. Yo me rasqué la cabeza, porque dije, qué cosa es lo que haré. Y lo primero que hice fue aprender, y para aprender tenía que entrevistarme con los pacientes, y vivir con ellos, ir allí y tomar café, tomar agua también en sus casas, para compartir, para saber cómo eran. Yo entro en un mundo que yo no conocía. Aquí no hubo discriminación oficial nunca, en este país, está claro, porque se protegieron por ley y por trabajo. Pero las personas podían ser sujetas a discriminación. En el mundo eran sujetos a discriminación. Y la gente tenía miedo, tenían miedo porque si les apretaban la mano y se les iba a pegar; si el besito, si el vasito de agua. Me decían: y si esa gente va a comer al mismo restaurante que yo. En el libro mío hay descritas algunas anécdotas, además, muy interesantes con relación a eso, porque la gente tenía miedo. Que si orinaban en el mismo baño, etc. Por lo tanto esa persona podía ser discriminada, podía ser limitada para trabajar, para estudiar. Al mismo tiempo esas personas se encontraban en una institución donde estaban separadas de su familia, lejos de ese cariño, era otro problema convivir con personas diferentes.
Amaury. ¿Por qué estaban separados, doctor?
Jorge. Estaban separados porque fue una decisión de los primeros momentos para poder conocer la enfermedad, para poder saber, y para poder estudiar bien la enfermedad, era necesario que esas personas vivieran en el Sanatorio. Luego, esto puede amenazar a la sociedad, realmente. Y la amenaza si se va de control. Y allí nosotros pudimos estudiar a ese grupo de personas, pudimos conocerlas, y lo que hice fue, precisamente, entrevistarme con ellos hasta largas horas de la noche, a veces terminaba allí a las once, once y media de la noche. Y ahí empezaba…
Amaury. Una especie de padre confesor.
Jorge. Bueno, tú sabes. Cuando uno empieza a meterse en este mundo, empieza a…, y si escribí el libro, es porque además de eso, no delante de ellos, pero cuando me iba de las entrevistas -yo gozo de tener alguna memoria-, escribía lo que más me impresionaba. Yo llevaba un diario, inclusive, hasta de las personas que fallecían día a día, y por qué habían fallecido, y qué era lo que pasaba. Pero, además, pude ver cómo afectaba a este grupo de personas la situación de su preferencia sexual, los conflictos que tenían con sus familias. Los conflictos que podían tener en su trabajo, cómo podían ser ellos discriminados.
Y además, lo que sufrían, porque cada día me decían: el problema es que yo estoy viviendo un día menos. En la vida todo el mundo vive un día menos, porque tú no sabes cuándo te vas a morir, pero el paciente de SIDA sí sabía que en poco tiempo se iba a morir. Y todos los días se levantaban diciéndome que tenían un día menos. Y esto me traumatizó, y el hecho de que se enfermaban y se morían, también. Entonces tratábamos de hacer todo lo posible.
Para nosotros era una satisfacción tremenda, cuando no había tratamiento, cómo podíamos mantener a estas personas vivas, a los que enfermaban. Esto me hizo a mí adentrarme en este mundo, y compartir el dolor y el sufrimiento de estas personas como si fueran propios. Y, lógicamente también después tuve que hablar y hacer documentos para poder humanizar más aquella situación.
Amaury. Otro punto, usted dijo hace un momento: el SIDA no tiene cura, nosotros lo que hacemos es alargar la vida del paciente. ¿De qué depende el alargamiento de esa vida?
Jorge. Bueno, depende de un grupo de medicamentos que sean puestos en el momento correcto, y en el tiempo correcto. Medicamentos que una parte Cuba fabrica, muy importante, con la cual tratamos casi al 80% de las personas, que son tratadas en este país. Un esfuerzo grande que hace el país, pero depende de la disciplina que tenga el paciente, y la responsabilidad para tomárselo. Porque el SIDA mata y esa es una cosa que es importante.
Ahora, si el paciente se toma el tratamiento, es disciplinado y cumple, es muy difícil que el paciente fallezca. Digo muy difícil, porque en medicina decir que es imposible, es muy difícil también.
Amaury. Es riesgoso, sí.
Jorge. Es riesgoso, pero generalmente los pacientes que se toman el tratamiento, que son disciplinados y que cumplen tienen una vida feliz y contenta. Su replicación viral se hace cero y además su vida se transforma.
Y además, existe el otro problema, que la persona esta que es indisciplinada, que no cumple, también es indisciplinada para todas las demás cosas en la vida y también transmite la enfermedad. Al que se la transmite, cuando tiene estos problemas, ya se la transmite con un tenor de resistencia también y pone en riesgo la vida de otros seres humanos.
Amaury. Y también yo quería que usted se refiriera. Si uno se mete en Internet, por ejemplo, ¿no?, se encuentra una cantidad de teorías, de que el SIDA no existe; de que usted si usa dos peloticas por aquí, que si se toma remolacha y batidos de berenjena, pues eso se cura. Esas teorías que andan circulando, y que usted conoce muy bien, y por supuesto, mucho mejor que yo. Sería bueno que usted explicara que el SIDA existe, o no, realmente, y se cura con este tratamiento que existe, o con esos tratamientos alternativos que circulan como pacotilla por Internet y, que vuelven loco a muchos enfermos del VIH.
Jorge. Sí, mira, esas teorías dicen que el SIDA es expresión de factores en la sociedad como es el hambre y la desnutrición. Que no existe una entidad bacteriana o viral que lo produzca.
Se ha cultivado en un laboratorio, se tienen fotografías del virus y es un virus que se transmite de persona a persona. Y por lo tanto es el virus de la inmunodeficiencia humana. Este virus es el que causa un daño en las células que protegen al cuerpo, o que dan inmunidad, y este virus es el que al final produce al agotamiento de esa célula con la enfermedad que se llama SIDA y por lo tanto, la persona queda indefensa y ya ahí vienen las enfermedades oportunistas y matan a la persona.
Amaury. Esa es la realidad.
Jorge. Esa es la realidad.
Amaury. Lo otro es fanfarronería.
Jorge. Todo lo otro es parte de la mística, diría yo. Alguna persona que le gusta tener protagonismo en el mundo y empiezan a quitarse teorías y empiezan a decir, los antirretrovirales son tóxicos, lo cual no es mentira, es verdad también, ¿eh?, pero lo que causa la muerte, es el SIDA y sí usted puede manejar la toxicidad del medicamento, para eso el médico tiene estrategias. Pero lo que usted no puede es luchar contra alguien que tenga un virus que sea tratable y que además, no tome los medicamentos, por lo tanto, no tenga cura.
Amaury. Pero cuando, a ver, cuando un paciente usted lo sienta, ¿no?, lo sienta y le dice: usted ha dado positivo en la prueba. Lo primero que ese paciente -me imagino yo-, percibe, es la sensación de una muerte inminente. ¿Esa percepción, -y valga la redundancia-, ha crecido con los años?: me voy a morir mañana, o la gente lo está admitiendo como: tengo diabetes, tengo que cuidarme. Si me cuido duro más tiempo, hablo de la población cubana.
Jorge. A medida que ha pasado el tiempo, todos los conceptos van cambiando, y lógicamente, el tener medicamentos y el alargar la vida de los pacientes puede significar, para algunas personas, que el SIDA tiene un tratamiento y no se van a morir. Es una falsa percepción.
Amaury. No se van a morir de eso, pero nos vamos a morir de algo, todos.
Jorge. Está claro.
Amaury. No se van a morir de eso.
Jorge. No, pero depende, depende. Porque depende del virus que tú cojas.
Amaury. Ah, claro.
Jorge. Depende, si además tú puedes tomar los medicamentos y eres disciplinado para tomarlos, porque si no, comprometes tu vida de todas maneras. Pero, además, tú nunca sabes cómo tu organismo va a reaccionar, y hay quién reacciona más rápido. Yo tengo pacientes que tienen infección por VIH que los detecté en el 86, y están vivos y asintomáticos, todavía hoy en día, y los tengo, son mis amigos, además. Pero hay otros que se mueren en un año, un año y medio. Por lo tanto, la percepción, la falsa percepción de que con el tratamiento yo estoy seguro y no me puedo infectar, es mala. Lo importante es protegerse para que no tengan eso. Protéjase, señor, si lo puede hacer, tenga cuidado. ¡Ayude, evite a que eso suceda!
Amaury. Yo quiero terminar este tema del SIDA y pasar a otros temas. Esta mañana, cuando yo le dije a una persona que quiero mucho, que usted venía y que íbamos a hablar de este tema, me dijo: yo no quiero saber de eso, yo le huyo a todo lo que tenga que ver con el SIDA. Si sale un artículo en el periódico sobre el SIDA, yo paso la página, me aterro. Si sale un anuncio por televisión, yo miro para otro lado. Si hay un programa científico en la televisión donde se habla del tema, yo cambio el canal, yo no quiero saber de eso.
¿Usted cree, compartiría conmigo esta opinión, de que eso es un acto de irresponsabilidad capital?
Jorge. Estoy seguro de eso, yo le llamo a eso la política del avestruz, que mete la cabeza en la tierra y deja el cuerpo afuera. Usted no lo ve, pero está ahí. Usted no quiere escucharlo, pero está presente, y tiene que tener mucho cuidado.
Mientras más informado usted esté, mientras más usted conozca, es mejor, porque usted está protegiéndose usted mismo al tener el conocimiento.
Amaury. ¿Y usted cree que es suficiente, doctor, la cantidad de veces que insistimos en nuestros medios de comunicación masiva sobre el tema?
Jorge. Yo creo que…
Amaury. O a veces nos cansamos. Ya todo el mundo sabe.
Jorge. Mira, yo creo que mientras más hagamos, es mejor. Lo que hay que, cada vez, hacerlo de mejor manera, y de diversas formas.
Amaury. El mensaje.
Jorge. Exactamente. No es lo mismo un joven, que un viejo, que una persona que haga relaciones de sexo con otros hombres, que uno que no lo haga. Por lo tanto, los mensajes tienen que ir dirigidos. Y creo que nosotros, fíjate, hemos hecho un trabajo muy bueno, yo creo, en radio, en televisión, pero creo que tiene que ser más.
Yo soy de los que piensa que siempre debemos tratar de llegar a más poblaciones, publicar libros, dar mensajes cara a cara. Hacerse la prueba. Hay muchas formas que el Ministerio de Salud Pública está utilizando en este momento, pero que tiene que seguir diversificando para llegar a esa población, la más afectada, que es compleja, fíjate, el mundo de los hombres que hacen sexo con otros hombres, es complejo, porque hay hombres que solo hacen sexo con hombres, pero hay hombres que hacen sexo con hombres y con mujeres.
Amaury. Claro, el bisexual.
Jorge. Pero hay quien hace más con mujeres que con hombres y, hay quién hace más con hombres que con mujeres, ¿ves?, y hay personas que nada más que hacen relaciones con hombres nada más. Por lo tanto es complejo, y está el caso…
Amaury. Sí, y está el caso de los heterosexuales también, que hacen relación con una sola mujer, o con dos, o con tres, o diez.
Jorge. Exactamente, y se creen que esto es una enfermedad de hombres que hacen sexo con otros hombres, y se olvidan de que es así, igualito.
Amaury. A estas alturas del juego, y perdóneme que yo sea tan duro, pero a estas alturas del juego, el hombre que piense así, es un idiota.
Jorge. Es muy posible que tú lo puedas caracterizar así, pero si tú tuvieras la experiencia que muchas veces tengo yo en mi consulta, que llegan muy deprimidos, porque siempre dicen: nunca pensé que a mí me pasara esto.
Amaury. Claro, no me toca a mí.
Jorge. Y a veces lo dicen a los 60 años.
Amaury. Bueno, terminamos el tema del SIDA y yo quiero pasar a serenarnos ambos. Yo sé que usted oye mucha música. ¿Qué música es la que escucha?
Jorge. Sí, mira. A mí realmente me gusta mucho la…
Amaury. ¿Qué cine es el que ve?
Jorge. Mira, la música instrumental me fascina. Pero también hay agrupaciones musicales. Sexto sentido.
Amaury. El Sexto sentido a todos nos gusta.
Jorge. Buena Fé, también me gusta. Me gusta la música romántica, pero también oigo alguna música movida, la que más oigo, es la instrumental. Realmente es la que más me place, sobre todo cuando voy a escribir, cuando voy a hacer algo.
Amaury. ¿Y qué cine es el que ve, qué cine es el que más le gusta?
Jorge. Mira el cine me encanta, me encantan las comedias. También me gusta el cine de acción, realmente y un poco los dramas. Admiro mucho a los artistas, a los actores, a los buenos actores del cine y el buen cine, realmente. Y precisamente he compartido con algunos de ellos, ¿no? y he compartido con cineastas también, como tú conoces.
Amaury. Bueno, ahora una de las historias que está en estos libros ha sido llevada al cine por el gran cineasta y amigo, a ver si lo convencemos entre ambos para que en la próxima serie de programas venga, Gerardo Chijona.
Jorge. Sería bueno.
Amaury. A quien tanto queremos y a quien tanto respetamos, hizo una película sobre una historia suya. ¿Cómo fue esa experiencia?
Jorge. Chijona y yo nos conocimos en San Francisco.
Amaury. En San Francisco, California.
Jorge. En San Francisco, California, sí, no aquí en San Francisco.
Amaury. San Francisco de Asís, San Francisco de Paula.
Jorge. Nos conocimos allí, íbamos juntos en una delegación. Compartimos habitación y ahí surgió realmente un conocimiento, una amistad, y un respeto muto. Y cuando me decidí a escribir las historias estas, yo no sabía si lo que yo estaba escribiendo servía o no, Amaury, ¿eh?, porque tú sabes, empiezo a incursionar en un tema por primera vez, en el que no había incursionado. Yo he escrito libros científicos, pero no libros de este corte.
Amaury. Son historias reales, pero ficcionadas.
Jorge. No, no, no. Ah, sí, ficcionadas en el sentido…
Amaury. …Los nombres no son reales.
Jorge. Ni el pueblo, o la ciudad. Los nombres no son los mismos, pero sí son casos todos muy reales.
Yo, a una de las personas que le enseño los manuscritos que estaba escribiendo; llego a su casa por la noche y le digo: mira, Chijona, tengo esto y quiero que me digas si tú crees que esto sirve o no sirve. Y él estaba buscando un tema para una película y bueno, realmente cogió dos temas de mi libro.
Amaury. Dos temas y los convirtió…
Jorge. Y los convirtió en uno.
Amaury. ¿Cuáles son?
Jorge. La película se llama Boleto al paraíso.
Amaury. Sí, ¿pero cuáles son los casos?
Jorge. El caso -una de las historias más tristes- de la niña violada, y los friquis y los rockeros. Y bueno, al final surge la película, que creo que es una película que es un mensaje a los jóvenes, en el sentido de la irresponsabilidad y la inmadurez de un joven de cometer actos irreflexivos y, por lo tanto, conducirlos a una infección por VIH.
Amaury. Bueno, aquí está, SIDA, Confesiones a un médico, la segunda edición. Y SIDA, Nuevas confesiones a un médico.
¿Se pueden conseguir estos libros, la gente va a las librerías y los consigue? Porque después la gente me dice, Amaury, tú estás anunciado libros en el programa que yo no encuentro.
Jorge. Bueno, mira, el libro cada vez que lo sacan, se agota, realmente. Hemos publicado varias veces el libro. En la Feria de La Habana salió, y desaparecieron los libros como por arte de magia.
Porque lo importante, cuando escribí estas historias, es que todas tuvieran encerrada una enseñanza. Primero, lo que nosotros hacíamos en cada momento para que esta epidemia tuviera la incidencia que hoy en día tiene y el esfuerzo que hacíamos para mantenerla. Pero además, también que las personas pudiera conocer los caminos que los podían conducir a la enfermedad, los problemas que hay en la vida, y las complejidades, no solo en la atención, sino del ser humano.
Amaury. Doctor, bueno, hablemos un poquito de su familia, de sus hijos. ¿Cuántos hijos tiene?
Jorge. Yo tengo cinco hijos. Tengo dos hembras y tres varones.
Amaury. ¿A qué se dedican? Porque ya deben estar grandes todos.
Jorge. Sí. Todos están grandes. Mira, y además, tengo también cinco nietos.
Amaury. Cinco hijos y cinco nietos.
Jorge. Exactamente.
Amaury. Que son de alguna manera diez hijos.
Jorge. Exactamente sí, así mismo, así mismo. Tengo, bueno, la mayor de las hijas mías, es microbióloga.
Amaury. ¡Ah, sí!
Jorge. El que le sigue, que es un varón, es especialista de MGI (médico general integral), y además es pediatra, también.
Amaury. Ese es el que yo conozco, ¿no?
Jorge. Ese es el que tú conoces, Jorgito. Después le sigue una hembra, que se dedica a los problemas de la economía. Y tengo a otro, que es chef de cocina y tengo el más pequeño que está terminando el internado de medicina ahora, y bueno, recientemente me dijo que iba a dedicarse a hacer terapia intensiva, que es Guillermo.
Amaury. ¿Todos los hijos son con la misma esposa o con dos esposas, o tres?
Jorge. Yo me he casado dos veces.
Amaury. Dos veces, ya. Bueno, yo espero y confío…, yo he aprendido muchísimo en este programa, espero que nuestros televidentes también y que usted no considere que ha sido una pérdida de tiempo venir a conversar con su amigo Amaury.
Jorge. No, de ninguna manera. Todo lo contrario
Amaury. Quisiera agradecerle a usted, y a todos los médicos cubanos y a todos los científicos cubanos, lo que hacen por la salud de nuestro pueblo, y ya por la de otros pueblos además, que no solamente el nuestro. Solo decirles, como un cubano más, que la Patria os contempla orgullosa. Gracias, doctor.