El acopio de la producción agropecuaria era antes del triunfo de la Revolución en enero de 1959, una tarea de agentes privados; estos constituían una institución básica de la economía agraria cubana. Tras la promulgación de la primera Ley de Reforma Agraria en mayo de ese año, se planteó la necesidad de erradicar el comercio […]
El acopio de la producción agropecuaria era antes del triunfo de la Revolución en enero de 1959, una tarea de agentes privados; estos constituían una institución básica de la economía agraria cubana. Tras la promulgación de la primera Ley de Reforma Agraria en mayo de ese año, se planteó la necesidad de erradicar el comercio intermediario de la producción agropecuaria, fuente de explotación de los productores y de manipulación de los precios al consumidor. Al efecto, esta tarea quedó distribuida entre la agroindustria y las empresas estatales de acopio, creadas en el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) desde fines de 1959.
Estas empresas de acopio, especializadas en las distintas producciones, fueron el núcleo duro del sistema de acopio creado en la agricultura cubana en los años siguientes y que con más o menos suerte, permanece hasta nuestros días. El sistema estaba constituido por: el acopio directo de la agroindustria; el acopio por empresas especializadas en ciertas producciones como el tabaco, el café y otras; y el acopio de las producciones destinadas al consumo directo.
La principales y numerosas funciones de este sistema de acopio eran entonces: estimar las producciones en proceso; adquirir mediante compra la producción terminada; beneficiar los productos; preservar en almacenes y frigoríficos las producciones en reservas; balancear y distribuir la producción destinada al consumo; operar los grandes centros de abasto o de distribución mayorista; abastecer el consumo social y el racionado de la población. Para realizar estas funciones el sistema de acopio se ha dotado de numerosas empresas ramales y territoriales, de las respectivas redes de puntos y centros de acopios, de numerosos inspectores calificados, así como de los medios necesarios, tales como el transportes y los envases.
El sistema de acopio del INRA alcanzó en los años sesentas su mayor nivel de desarrollo, fue desarticulado en los años setenta-ochenta y parcialmente reconstituido en los noventa como una Unión de empresas de Acopio, en condiciones de baja disponibilidad de recursos.
En la primera mitad de los ochenta y de nuevo en los noventa, debió coexistir con la presencia de un mercado libre agropecuario y la emergencia de nuevos agentes intermediarios. Al comienzo de siglo XXI, el sistema está aun distante de recuperar sus anteriores capacidades y aún debe asumir nuevas funciones, tales como la distribución y venta minorista de productos y el abastecimiento a la esfera turística. De hecho, el sistema de acopio de productos agropecuarios ha dejado de ser, en general, una fuente de estímulo para la producción de los distintos sectores –campesino, cooperativo o estatal– y en particular, un mecanismo de control sobre la producción y los productores. [1]
Numerosos problemas lastran actualmente el funcionamiento del acopio estatal de la producción agropecuaria a pesar de ser este el único sistema que asegura a los productores la venta de toda su producción a precios conocidos, y el destino social de la producción.
Deficiencias de todo tipo relacionadas con la planificación, el acopio programado, la transportación, la preservación de los productos, etc. han afectado el prestigio de esta organización al punto de que se la responsabilice por las insuficiencias de la agricultura cubana actual, de la cual solo es una parte, y acuse de cuestiones fuera de sus facultades como los precios oficiales de acopio o la falta de recursos.
Actualmente, la reconstitución de un sistema estatal de acopio pasa por distintas condiciones, adecuaciones y desafíos. Entre las primeras están aquellas relacionadas con el conjunto del sector agrario, el sistema de dirección y planificación de la economía que se establezca para el mismo, así como los medios y recursos asignados.
Entre las segundas, a la necesaria descentralización del conjunto de las actividades agropecuarias, sugerida en la llamada «municipalización de la agricultura», así como a la recuperación del consumo social y la eventual supresión del racionamiento. Y entre los terceros, los numerosos desafíos que la recuperación y el desarrollo de la comercialización agropecuaria plantean a un sistema estatal de acopio que deba incidir en los resultados de la producción agropecuaria, entre otros:
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Reconstruir el sistema estatal de acopio sobre nuevas bases
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Disponer de las capacidades y recursos necesarios para el cumplimiento de todas sus funciones, nuevas y tradicionales.
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Constituir un mecanismo de incentivación al incremento y eficiencia de la producción, en todos los sectores.
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Elevar la eficiencia de la actividad de acopio mediante la racionalización de su gestión, la eficiencia económica y la satisfacción de las prioridades sociales establecidas.
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Funcionar en las mismas condiciones del mercado libre agropecuario.
Podemos concluir que la recuperación de la agricultura cubana y de sus bases socialistas, demanda la recuperación del sistema estatal de acopio al mismo tiempo o aún antes de que se recupere la producción agropecuaria, cuya circulación y destino planificado debe asegurar.
Juan Valdés Paz, sociólogo cubano, es autor de numerosos ensayos relacionados con el tema agropecuario así como sobre otros aspectos de la sociedad cubana.
[1] Ver del autor, «Los procesos de organización agraria en Cuba. 1959-2006». La Habana, 2008.