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Entrevista a Francisco Báez Baquet sobre "Amianto: un genocidio impune" (XXV)

«Los familiares de los presos políticos de la colonia penitenciaria fueron los que constituyeron la plantilla de la fábrica de amianto-cemento»

Fuentes: Rebelión

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las […]

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las páginas de Rebelión.org).

***

Seguimos con el libro, estábamos en el apartado 1.7, «Patrocinios y engendros», pero déjeme que le pregunte algo sobre las últimas informaciones que me han llegado. ¿Existen jueces españoles sensibles al tema que estamos tratando? Estoy pensando por ejemplo en una reciente sentencia de un Juzgado social de Barcelona que acaso usted pueda explicarnos. También, por supuesto, pensando en sus dos trabajos recientemente publicados en nuestra «Rebelión»: Amianto: la lupa sobre la toga (I y II).

Obviamente, sí que los hay, pero no se trata sólo de sensibilidad, aun con ser esto lo más importante, sino que también es una cuestión del conocimiento experto mínimo exigible, pues, de no mediar éste, y aun a veces a pesar de estar ya acreditada esa sensibilidad hacia la índole del problema, parece evidente que se pueden cometer notorias pifias judiciales, y de ello, por desgracia, existen ejemplos entre el elenco de sentencias españolas sobre amianto.

En cuanto a la reciente sentencia de un Juzgado social de Barcelona, su trascendencia viene determinada por el hecho de que atañe al resarcimiento económico del daño sufrido por una persona expuesta no ocupacionalmente, como es el caso de la esposa de un trabajador del amianto, que se contaminó a causa de la ropa de trabajo del esposo, que era llevada al domicilio, para su lavado.

Es usual que se atribuya la etiología del mal padecido, al hecho de que sea la esposa, en estos casos, quien se ocupó de efectuar ese lavado. Sin embargo, en mi opinión, y tratándose del mesotelioma, y aun sin negarle relevancia a esa circunstancia, a mi modo de ver lo decisivo es ya el mero hecho de que la ropa contaminada haya sido llevada al domicilio, pues tal circunstancia, por sí sola, la considero suficiente como para haber desencadenado la afectación.

Prueba evidente de que esto es así, es el hecho de que, a veces, el afectado no ha sido la esposa que lavaba la ropa de trabajo, sino algún otro familiar que también convivía con el trabajador, y que nada tuvo que ver con ese lavado de la ropa de trabajo, factor éste que, en todo caso, sólo viene a asumir el mero papel de importante agravante.

De forma destacable, esto es así, en algunos de los casos del llamado «mesotelioma familiar», en el que dos o más miembros de una misma familia, con o sin consanguineidad entre sí, resultan afectados, simultánea o sucesivamente, por el mesotelioma determinado por una exposición al asbesto, que en alguno de los afectados puede ser laboral, pero que para la generalidad de ellos no tuvo ese carácter.

Que una contaminación por asbesto, determinante de la aparición de mesoteliomas, no tenga por qué estar en la proximidad inmediata de una fuente visible de polvo no microscópico -visible- de asbesto (como sería el caso del manejo de la ropa de trabajo de los operarios que en su actividad laboral han trabajado con amianto, con su carga de polvo visible del susodicho mineral) nos lo evidencia ya el hecho de que la polución, con el mismo efecto de generación de mesoteliomas, en el entorno de vecindad de los focos industriales de dicha contaminación, sea apreciable, en los estudios epidemiológicos, en un radio expresable en kilómetros.

¿En kilómetros? ¿En cuántos kilómetros?

Tratándose de un gradiente de difusión muy suave, cualquier límite definido resulta ser un tanto arbitrario. En Maule et al. (2007), los autores concluyen, que a 10 kilómetros de distancia del foco de polución -una fábrica de amianto-cemento-, el riesgo de afectación por mesotelioma, sigue siendo el 60% del registrado en el entorno inmediato de dicho origen.

Las partículas del polvo de amianto, pueden mantenerse en suspensión en la atmósfera, en condiciones normales, hasta completar un recorrido del orden de los mil kilómetros, antes de depositarse sobre una superficie sólida. Un estudio realizado en California, confirmó la asociación entre la proximidad de viviendas a una fuente de polución de amianto, de origen natural, y el riesgo de mesotelioma, y estimó que las probabilidades de aparición del mesotelioma, disminuyen, aproximadamente, un 6’3% por cada 10 kilómetros de lejanía de la fuente más cercana, de difusión del amianto. Por lo tanto, dicho riesgo, incluso a larga distancia de la fuente, está lejos de ser insignificante.

Aun descontando el evidente esquematismo simplificador que supone tal aseveración, puesto que un contaminante no se difunde de forma simétrica en círculos concéntricos, haciendo abstracción del encauzamiento que configuran el relieve del territorio y el régimen de vientos predominantes en la zona, y aun además de otras carencias metodológicas, más o menos inevitables, lo que queremos resaltar, es que, a pesar de todos esos impedimentos, la causa subyacente, es lo suficientemente potente, como para posibilitar que emerjan unos datos epidemiológicos, que no por imperfectos son desdeñables, algo que en Epidemiología es canónico, porque esa imperfección, en mayor o menor grado, siempre se dará.

En Kurumatani & Kumagai (2008), similarmente, los autores exponen el estudio del entorno humano de una planta de fabricación de tuberías de amianto-cemento, en la ciudad de Amagasaki, perteneciente a la firma Kubota Corporation, y clausurada en 2006.

El citado equipo estudió a 35 hombres y 38 mujeres, que habían vivido cerca de la planta, entre 1957 y 1975, y que habían fallecido por mesotelioma, entre 1995 y 2006. Ninguna de esas personas había trabajado con amianto. La tasa de mortalidad femenina fue 41 veces más alta que la esperada, mientras que la de los hombres lo fue 14 veces. Al propio tiempo, la tasa de mortalidad por mesotelioma, para esos habitantes, era cuatro veces más alta que la esperada, y, además, el riesgo más elevado se registró entre los hombres y mujeres que vivieron dentro de un radio de trescientos metros alrededor de la planta.

El riesgo iba disminuyendo proporcionalmente, a medida que aumentaba la distancia desde su residencia, hasta la de la planta, con lo que las tasas más altas de mesotelioma, se registraron entre las personas que habían vivido, hasta unos 2’4 kilómetros de distancia, influyendo, también, la dirección de los vientos predominantes.

En el estudio realizado por Kotela et al. (2010), en la investigación correspondiente se ha realizado el análisis de la frecuencia y las causas de muerte por cánceres relacionados con el amianto, en un distrito contaminado con asbesto, en comparación con un distrito libre de contaminación. El aumento se ha destacado en la tasa de mortalidad a causa de mesotelioma pleural, entre los habitantes de la zona contaminada con residuos de amianto.

En un trabajo -Raunio (1966)-, correspondiente al estudio de la alta tasa de incidencia de placas pleurales, en la población general finlandesa, en el entorno de una mina de asbesto, las muestras de aire, tomadas hasta una distancia de hasta 20 kilómetros en torno a la mina, evidenciaron la presencia de fibras de amianto, del mismo tipo que el del minado, en concentraciones netamente superiores a las correspondientes al conjunto de todo el país, y en coincidencia territorial con el foco y extensión de la zona en la que se había detectado la alta incidencia de placas pleurales, en la población general.

Como indicaría mi buen amigo, el ingeniero Ignacio González Vila, en un informe citado en Embid (1999): «en condiciones ambientales externas, a la microfibrilla elemental la estimación teórica le asigna un radio de dispersión superior a los mil kilómetros antes de tocar el suelo por primera, y no por última vez». La fuente documental original, obviamente, es anterior: Altieri A, Biagi PF, Cecchetti G, Piro S Studio teorico sulla sedimentazione in aria delle fibre di asbesto/ Theoretical study of asbestos fiber residues in air Ann Ist Super Sanita. 1981;17(3):363-8

Por todo lo antedicho, es por lo que resulta tan ilusoria toda estrategia de prevención, basada en un TLV, en un umbral de seguridad para el trabajo con amianto; sólo la prohibición de uso, y el desamiantado, permitirán, a largo plazo -décadas-, que la sociedad, y el medio ambiente, en general, se vean libres de esta gigantesca contaminación. Contaminación medioambiental por amianto, originada por arrastre atmosférico, la ha habido hasta en la misma Antártida: Kohyama (1989).

Según NRC, «Natural Resources Canada» (2001): «inhalamos una pequeña cantidad de amianto en cada respiración». En un entorno civilizado, la contribución de la contaminación natural, a esa permanente y continuada dosis de asbesto, es ínfima. En su inmensa mayoría, corresponde a un origen industrial.

Prosiga, le he interrumpido.

Además, la realidad se salta alegremente a la torera las clasificaciones que los estudiosos del fenómeno idean para su manejo intelectual, porque nada impide, en efecto, e incluso resulta relativamente frecuente, que concurran en unas mismas personas las dos vías de contaminación: a través de la residencia en la vecindad de la fábrica, astillero, muelle o cantera, etc., y al propio tiempo conviviendo con familiar, trabajador que realiza su labor en ese mismo foco industrial de emisión, y que aporta al domicilio común la ropa contaminada por el mineral.

En efecto, ¿qué más natural, que el hecho de que sean los previos habitantes del entorno a donde se instala ese foco, que hayan sido ellos los candidatos más proclives a buscar y encontrar empleo en él?

Sí, sí, es natural, digámoslo así.

Es una situación, además, que ha sido la propia empresa la que frecuentemente lo ha propiciado, como ha sido el caso de la chilena «Pizarreño», construyéndole a sus trabajadores (naturalmente, con utilización de amianto-cemento incluida), viviendas en la inmediata proximidad de la fábrica, en terrenos que le pertenecían, sin solución de continuidad respecto de los terrenos de la propia factoría.

Pero no es el único caso, evidentemente. Cuando Uralita instala una fábrica en suelo americano, en el que sus habitantes previos, pasan a cambiar su anterior vida rural por un empleo en la nueva fábrica, desmantelan sus chozas, para pasar a reconstruirlas, aprovechando la valla perimetral de la fábrica, como refuerzo lateral improvisado, que viene a darle más consistencia a sus precarias construcciones, y al propio tiempo, esa disposición les permite minimizar el desplazamiento entre hogar y trabajo.

Cuando la ropa de trabajo, es la misma que la de calle, porque así lo deciden sus usuarios, los trabajadores, por ser la primera de mejor calidad, es evidente que su lavado en el hogar es sólo un factor más de una contaminación, que se generaliza por múltiples vías.

Pero no hace falta irse tan lejos para apreciar situaciones similares, ya sea en Cerdanyola (Barcelona), o en Sevilla, con la barriada de Bellavista o la localidad de Dos Hermanas, a cuyo municipio dicha barriada perteneció, hasta que al dictador se le antojó que así no fuera, segregándola e incorporándola al municipio de Sevilla, para que el hospital militar «Vigil de Quiñones» pudiera construirse en proximidad a los cuarteles y viviendas militares de Pineda.

Los familiares de los presos políticos de la vecina colonia penitenciaria que acogió a los constructores -mano de obra esclava-, del llamado «canal de los presos», del abastecimiento de aguas a Sevilla, fueron los que, en buena proporción, constituyeron la plantilla de la fábrica de amianto-cemento, a partir desde su misma apertura.

¿De qué año nos está hablando?

Si mal no recuerdo, la factoría se inauguró en 1949. Antes se habían instalado en Bellavista, para estar próximos a sus familiares encarcelados y forzados a trabajar casi gratis total, por su condición de adversarios políticos del régimen dictatorial, y ellos después permanecieron en la misma barriada, con motivo del empleo de esos familiares, en la fábrica de Uralita.

El círculo se cierra: el financiador del golpe militar y consecuente guerra civil -Juan March Ordinas-, será después el contratante de los familiares de los represaliados políticos.

¡De qué curiosos y significativos orígenes provienen los fondos de algunas fundaciones!

El «complemento perfecto» de la situación lo tendremos, cuando en la barriada «Fuente del Rey», vecina a Bellavista (sólo carretera Sevilla-Cádiz de por medio), Uralita haga unas descargas incontroladas de sus residuos de fabricación, a petición de los propios vecinos, ignorantes del riesgo, y para pavimentar sus calles. Años después, el mesotelioma desencadenado a una de sus habitantes, que cuando era niña jugó sobre tales montones de escombros de amianto-cemento. Sus familiares serán partícipes, como denunciantes, en un juicio colectivo contra dicha empresa. Las diversas vías de contaminación, se entrecruzan inextricablemente. Se trata de una cuestión que ya abordamos en nuestra entrevista número dieciséis.

Pero volvamos ahora a reconsiderar la cuestión de la sentencia comentada, que es la que nos ha conducido por estos derroteros de la «memoria histórica» del amianto en España.

Es apasionante -y doloroso- lo que usted explica. Volvamos cuando quiera a la sentencia.

La trascendencia de la sentencia, está en función del hecho de que nuestra legislación, al igual que ocurre con la de otros muchos países, no ampara de forma específica, más que a las víctimas ocupacionales, con mayor o menor atino, pero con olvido de las que no lo son, como es el caso de los afectados en razón de convivencia, o de residencia en vecindad a los focos industriales de contaminación por amianto (canteras, minas, fábricas en las que se lo utilizó, muelles, zonas portuarias, astilleros, vertederos incontrolados, instalaciones industriales abandonadas y/o derruidas, etc.), o de los usuarios de productos que contienen amianto, con friabilidad de origen, o sobrevenida, por obsolescencia, accidente o manipulación inadecuada, incluyendo al desamiantado mal hecho.

Como es sabido, la friabilidad es la condición de, potencialmente, desprender fibras microscópicas, invisibles, en el aire. Sin friabilidad, no hay inhalación, y sin inhalación, no hay retención de la llamada «fracción respirable», y por lo tanto tampoco hay afectación, ya que esa vía es, prácticamente, la única que esté fehacientemente demostrado que la desencadene.

¿Y por qué nuestra legislación no ampara lo que, en justicia, debería amparar?

Hagámonos la siguiente reflexión: si, para quienes han estado laboralmente expuestos a dosis netamente superiores, y con un vínculo indubitable, ya resulta cuestionado constantemente, en la práctica judicial, su derecho a recibir una indemnización, ¿qué cabe esperar, «por extrapolación», en el caso de las víctimas medioambientales, con un nexo causal mucho más problemático de demostrarlo, en términos de plena certeza?

No se vislumbra voluntad política de remediarlo, pero ello no es más que un reflejo de la indolencia con la que la propia sociedad, en general, se enfrenta a este tipo de riesgos, que no se manifiestan hasta décadas después de generada la contaminación.

No le he querido interrumpir antes. Pifias judiciales, decía usted. «Por desgracia», añadía, «existen ejemplos entre el elenco de sentencias españolas sobre amianto». ¿Nos recuerda alguno de estos ejemplos?

Sí; por ejemplo, lo indicado en nuestra entrevista número 12, respecto de la fabricación de neumáticos, en la que está presente el amianto, a través de su condición de contaminante natural, de origen geológico, en el talco industrial empleado en el desmoldeo, y mal que le pese a algunos de nuestros jueces españoles, que pasan por alto, en sus sentencias, ese «pequeño» detalle. También cabe aludir, por supuesto, al contenido de mis dos recientes trabajos, que usted ya mencionó antes aquí.

Pero las pifias judiciales las hay, además, de la más variopinta condición. Por ejemplo (STSJ PV 2856/2001), cuando la víctima fallecida, en un momento determinado del texto de la sentencia, pasa a ser confundido con uno de sus familiares, demandante, y vivo, para poder haber podido firmar la demanda, evidentemente.

O cuando (STSJ CAT 4043/2009), en referencia al investigador británico Richard Doll, se le nombra como «Sir Juan Antonio»… o cuando el texto pasa a ser un galimatías, digno del mejor Cantinflas: «pudo haber un gran número de enfermedades o factores concurrentes que propicia sentó a celebrarse el casino o pulmonar y la muerte»: (SAP SE 5700/2001).

El más completo galimatías aritmético lo tendremos en la sentencia STSJ CAT 1106/2005, cuando dice: «Así lo constata el hecho de que la primera norma que fijó el porcentaje máximo de concentración de polvo de amianto en el ambiente, fuera el Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas aprobado por el RD de la Presidencia del Gobierno de 30 de noviembre de 1961, cuyo Anexo 2, dentro del subapartado «Polvo mineral en suspensión», establece una concentración máxima permitida de asbesto de 150 millones de partículas por cada 150 metros cúbicos de aire», que equivale a 175 partículas por cada centímetro cúbico». Al igual que la aritmética, también la geometría hará su contribución: en la resolución judicial ATS 8382/2008, podemos leer: «No en vano la normativa española vigente hasta 1982, determinaba el nivel de fibras de asbesto en 175 por centímetro cuadrado«, reduciendo así las tres dimensiones espaciales, a sólo dos. Asimismo, lo veremos reflejado en: ATS 9594/2012, ATS 7522/2011, y STSJ CAT 4446/2005. Véase al respecto, también, la sentencia STSJ AS 2230/2008, en la que similarmente se incluye la expresión: «0,30 fibras/cm cuadrado«, para expresar una concentración de asbesto en atmósfera.

Cambio de tercio. ¿Qué sabe usted de una asociación colombiana llamada «No más asbesto»? Creo que están por la prohibición en Colombia del amianto. ¿Son gentes interesantes y luchadoras?

Se trata de una asociación que está promovida, en realidad, por el grupo ETEX (antes ETERNIT), que ahora les conviene que el asbesto se prohíba allí en Colombia, ya que han cesado de producir fibrocemento con amianto, para hacerlo con fibra sintética alternativa. Ya cuentan con la tecnología precisa, y si consiguieran que esa prohibición se alcanzase en Colombia, conseguirían una decisiva ventaja competitiva, al menos durante un largo intervalo temporal. Socialmente, el resultado sería bueno, pero la intencionalidad, específicamente, de éstos que la promueven, y a los que ahora nos estamos aquí refiriendo, es meramente oportunista y por motivos puramente crematísticos: por dinero. Los «desamiantadores» de hogaño, son los mismos «amiantadores» de antaño. Bienvenidos al cambio, pero a cada cual, según su pasado no tan lejano.

Cambio otra vez de tema. Me ha hablado usted muy bien de un estudio: Mensi C, Riboldi L, De Matteis S, Bertazzi PA, Consonni D, «Impact of an asbestos cement factory on mesothelioma incidence: Global assessment of effects of occupational, familial, and environmental exposure» Environ Int. 2015 Jan; 74C: 191-199. Creo se examina en él la incidencia de mesotelioma maligno (MM) asociado a distintas fuentes de exposición al amianto (laboral, familiar, o del medio ambiente). ¿Por qué es tan relevante?

Es un estudio epidemiológico que cuantifica el impacto de la implantación en el territorio de la ciudad italiana de Broni, de una fábrica de amianto-cemento. Se identificaron 147 casos de mesotelioma maligno (17.45 esperado), 138 pleural y 9 peritoneal, atribuibles a la exposición al amianto de la fábrica.

Los datos hablan por sí mismos: 8,42 veces más casos de mesotelioma que los esperados para el conjunto del estado italiano, que ya de por sí es muy elevado, a causa del uso intensivo que allí tuvo el amianto en el pasado, antes de que se adoptara la prohibición.

38 casos tuvieron exposición ocupacional, en el pasado, en la fábrica (2.33 esperados, 16.31 veces más), que suman 32 hombres (26 pleural, 6 peritoneal) y 6 mujeres (4 pleurales, 2 peritoneales). En las familias de los trabajadores, hubo 37 casos (4.23 mesoteliomas esperados, 8.75 veces más), en número de 5 hombres (todos pleurales) y 32 mujeres (31 pleurales, 1 peritoneal).

Entre los residentes en Broni o en los pueblos adyacentes / circundantes, hubo 72 casos de mesotelioma pleural (10.89 esperados, 6.61 veces más), en número de 23 hombres y 49 mujeres. El mayor exceso de mesotelioma fue encontrado en las ciudades de Broni (48 observados, 3.68 esperados, 13.04 veces más) y Stradella (16 observados, 1.85 esperados, 8.65 veces más). Este estudio documenta el gran impacto de la fábrica de amianto-cemento, con cerca de 130 casos de exceso de mesoteliomas, en un período de 12 años. La mayor carga de mesotelioma maligno, fue originada entre las mujeres de la exposición no ocupacional. Casi la mitad de los casos de mesotelioma, fueron atribuibles a la exposición ambiental.

En España, un estudio similar, es, por ejemplo, el realizado por el equipo del doctor Tarrés, respecto de la fábrica de Uralita en Cerdanyola (Barcelona). Si comparamos estos casos con el que padecimos en nuestro país por el aceite de colza adulterado, habremos de convenir en que el eco mediático respectivo no guarda proporción con el daño causado en cada caso.

¿Nos da alguna información sobre ese estudio?

Ha quedado reflejado en estos dos artículos:

Josep Tarrés, Rafael Abós-Herràndiz, Constança Albertí, Xavier Martínez-Artés, Magdalena Rosell-Murphy, Isabel García-Allas, Illona Krier, Emilia Castro, Gloria Cantarell, Miguel Gallego y Ramon Orriols Enfermedad por amianto en una población próxima a una fábrica de fibrocemento Arch Bronconeumol. 2009; 45 (9): 429-434 http://www.archbronconeumol.org/watermark/ctl_servlet?_f=10&pident_articulo=13146656&pident_usuario=0&pident_revista=260&fichero=260v45n09a13146656pdf001.pdf&ty=5&accion=L&origen=abn_eng&web=www.archbronconeumol.org&lan=en

y

http://apps.elsevier.es/watermark/ctl_servlet?_f=10&pident_articulo=13140349&pident_usuario=0&pcontactid=&pident_revista=6&ty=25&accion=L&origen=bronco&web=www.archbronconeumol.org&lan=es&fichero=6v45n09a13140349pdf001.pdf

Tarrés J, Albertí C, Martínez-Artés X, Abós-Herràndiz R, Rosell-Murphy M, García-Allas I, Krier I, Cantarell G, Gallego M, Canela-Soler J, Orriols R Pleural mesothelioma in relation to meteorological conditions and residential distance from an industrial source of asbestos Occup Environ Med. 2013 Aug; 70(8): 588-90 https://dub121.mail.live.com/default.aspx?id=64855#!/mail/ViewOfficePreview.aspx?messageid=8c4ce536-c783-11e2-9ddb-00215ad7f63c&folderid=923cfb5c-39ed-4f54-abb9-a8309cfe7b7d&attindex=0&cp=-1&attdepth=0&n=1245174293

Usted considera especialmente preocupantes las exposiciones generadas en el sector del agua. ¿Por qué? ¿Qué tienen que ver con nuestro asunto?

Permítame remitirme, en primer lugar, al contenido de un reciente artículo, publicado también en «Rebelión»:

De acuerdo. Muchas gracias por la referencia.

Antonio Bernardo Reyes, Paco Báez Baquet, Paco Puche Amianto por un tubo Revista «rebelión». Diciembre 2014 http://www.rebelion.org/docs/192613.pdf

Como se indica en el mismo, en España también hay extensas redes y conducciones realizadas con tuberías de amianto-cemento, fabricadas para poder conducir fluidos a presión, lo cual determinaba que en su composición interviniese el llamado amianto azul o crocidolita, anfíbol que resulta ser de un mayor poder cancerígeno. Tales tuberías se utilizaron para conducir agua, gas, para riego, y por su resistencia a los esfuerzos mecánicos exteriores, en las pistas de rodadura de aviones, en los aeropuertos.

Con arreglo a sus respectivas fechas de instalación, y teniendo en cuenta el tiempo habitual de obsolescencia de este tipo de productos, su vida útil ya se ha agotado, o está a punto de agotarse. En consecuencia, son frecuentes las averías, que obligan a reparaciones y/o substituciones, que conllevan la necesidad de realizar cortes de tubos, los cuales, dependiendo de cómo se hacen, pueden generar importantes niveles de fibras proyectadas a la atmósfera, afectando a los operarios, y en general a cualquiera que casualmente pueda pasar por allí en el momento de la reparación.

Lo habitual es, que las propias empresas de este sector (servicios municipales de agua, de alcantarillado, comunidades de regantes, etc.), cuenten con sus propias plantillas de operarios para realizar estas tareas, que no se suelen externalizar a empresas especializadas en el desamiantado, y eso puede ser determinante de una cierta falta de concienciación hacia el riesgo, que habría que vincular, no sólo a los propios operarios ejecutores de tales reparaciones, sino que también, de forma muy remarcada, a sus superiores jerárquicos, responsables y técnicos. En este contexto, téngase presente que, en el pasado, hasta algún manual técnico de la empresa Uralita, llegaba a recomendar que los cortes de tuberías se realizasen en seco, lo cual, evidentemente, multiplica extraordinariamente el riesgo, por los importantísimos niveles de fibras en suspensión en la atmósfera de trabajo (a veces, en una zanja de cierta profundidad).

Una evidencia indirecta de la situación, nos la marca el número de sentencias españolas por mesotelioma u otras patologías asociadas al asbesto, correspondientes a este sector. La legislación española determina que el amianto instalado ha de ser retirado del medio ambiente, al término de la vida útil de los respectivos productos. Si tenemos en cuanta lo dicho antes, respecto del caso de las tuberías a presión de amianto-cemento, de ello se infiere la necesidad de que las autoridades españolas diseñen ya un plan de retirada progresiva de todo el amianto instalado, si no se quiere que el problema llegue a resultar inmanejable, agudizando su gravedad, y convirtiendo en letra muerta ese imperativo legal.

Del movimiento Unidos Contra el Asbesto (UCA), me ha llegado una Declaración Pública al conmemorarse trece años desde que Eduardo Miño tomó la decisión de inmolarse frente al Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, para denunciar y visibilizar a las cientos de víctimas por la utilización del asbesto. ¿Qué pasó? No sabía nada. ¿Quién era Eduardo Miño?

Sí lo sabía usted, mi querido amigo; lo que pasa, es que no se acuerda. Eso ya lo abordamos en la segunda de sus siempre gratas entrevistas.

Perdón, perdón. ¡Dónde he puesto, dónde tengo mi cabeza! Menos mal que la suya está muy bien ubicada.

Eduardo se suicidó, quemándose a lo bonzo, en protesta por la injusticia cometida contra las víctimas, tanto laborales como medioambientales, de la empresa «Pizarreño», dedicada al amianto-cemento, y vinculada al grupo Eternit.

¿Nos hace un breve resumen del comunicado?

Viene a decir, en síntesis, que la situación, a pesar de todo el tiempo transcurrido, y del desgarrador grito de protesta que supuso esa inmolación, en lo fundamental, sigue siendo la misma, o incluso peor, en la medida en la que ese tiempo transcurrido permite que el intervalo de latencia, que transcurre desde cuando se produjo la exposición, haga manifiesto el daño causado, aflorando el mesotelioma, la asbestosis, el cáncer pulmonar, el engrosamiento pleural benigno, determinante también de insuficiencia respiratoria, etc., etc.

Un imprescindible según su criterio: https://geograficamente.wordpress.com/2014/11/30/lamianto-che-ancora-ci-circonda-la-assurda-prescrizione-di-reato-per-i-morti-che-continuano-degli-stabilimenti-eternit-di-casale-monferrato-cavagnolo-bagnoli-e-rubiera-non-deve/

¿Por qué?

Pues, en primer lugar, porque constituye todo un amplio recopilatorio de lo publicado en diversos medios, con ocasión de la reciente sentencia exculpatoria del propietario del Grupo Eternit, y en segundo lugar, porque uno de los trabajos ahí incluidos permite apreciar el inmenso daño medioambiental infligido a toda la nación italiana, a causa del amianto, la ingente carga de amianto instalado en buena parte del país, la abrumadora tarea pendiente, de desamiantado masivo, que es preciso acometer, y por el elevado número de víctimas mortales que se ha generado ya, por el número igualmente monstruoso de muertos que todavía se seguirán originando, y por el dilatadísimo tiempo que todavía resta hasta que se extingan los últimos efectos de esta inmensa catástrofe industrial, que sin duda es la mayor de toda la historia de la Humanidad, hasta el presente.

Pasamos, ahora sí, sin más dilaciones, al apartado 1.7. de su libro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.