El deseo inconfesado con el que buena parte de los reporteros de las agencias internacionales de información arriban a Cuba (*), es el de poder ser testigos directos de alguno de los innumerables hechos represivos y demás atentados a los Derechos Humanos con los que la guerra mediática ideada por el imperio estigmatiza a la […]
El deseo inconfesado con el que buena parte de los reporteros de las agencias internacionales de información arriban a Cuba (*), es el de poder ser testigos directos de alguno de los innumerables hechos represivos y demás atentados a los Derechos Humanos con los que la guerra mediática ideada por el imperio estigmatiza a la isla revolucionaria. Esa motivación constituye una buena parte del peso en sus equipajes, que les hace llegar al aeropuerto internacional «José Martí» de La Habana con la vista casi nublada por las imágenes que han sido previamente impresas en sus conciencias.
Y no es para menos. Por un lado, de acuerdo a lo que difunden en el exterior la mayor parte de las informaciones sobre Cuba, existirían unas buenas decenas o centenas de partidos políticos de carácter «disidente», de multicolores y rimbombantes nombres, con no menores aspiraciones «humanitarias y democráticas»; todos ellos con una estructura orgánica ad hoc de voceros y militantes cuantificados minuciosamente. Igualmente existirían otras tantas organizaciones dedicadas a la «promoción y defensa de los derechos humanos en el interior de Cuba». No debe olvidarse mencionar también la serie de «bibliotecas independientes», y numerosos «sindicatos y gremios» idem. Todos ellos efectuarían periódicamente encuentros, mitines, ágapes o ayunos de acuerdo sea el caso, convenciones, elecciones, congresos, giras al exterior, conferencias y comunicados de prensa, y por supuesto miles y miles de movilizaciones desafiando a la «dictadura castrista» (**), floreciendo por doquier no obstante el riesgo de sus vidas.
Esta pléyade de partidos y organizaciones «disidentes», recibirían en tanto tales, importante financiamiento y variados recursos directamente de manos del gobierno de los EEUU y otras agencias subsidiarias del mismo, amén de reconocimientos diversos en la forma de premios, títulos, condecoraciones, medallitas de la suerte, y fotos de recuerdo junto a destacados políticos o personalidades del «mundo libre».
De acuerdo a esas informaciones circulantes, toda esta variada, numerosa y abnegada labor sería reprimida implacablemente por el régimen revolucionario y muchos de sus heroicos integrantes llenarían hasta el tope las mazmorras de Cuba, uno de los últimos reductos «comunistas»; sus vidas se encontrarían permanentemente en peligro.
Por lo menos eso es lo que se «dice» y «sabe», gracias a la globalizada cobertura instantánea de que disponen en los medios tradicionales de des-información y en los comunicados «oficiales» difundidos hipócritamente desde la SINA (***) en La Habana.
Pero todo parece indicar que la realidad dista de ser la descrita en los ya mencionados espacios. No volveremos aquí a mencionar los bochornos que continúan aquejando a los llamados «disidentes» y sus amos, después de conocerse que mientras la parte sustancial de la «ayuda» a la contrarrevolución cubana desaparece como por arte de magia en las manos y bolsillos de la mafia en el exterior, a los mercenarillos de poca monta y menor honra locales les envían -para que no se sientan abandonados- algo más que conservas de cangrejo, abriguitos de piel y jueguitos Nintendo para que no se aburran sin hacer nada. Todo ello bien envuelto en el «recibo» por los respectivos treinta denarios (****).
En todo este contexto no debe extrañar que alguno de los periodistas internacionales descritos al comienzo, motivados in extremis por la propaganda englutida, sean protagonistas de algunas anécdotas como las que se narran a continuación.
Cuentan ciertos amigos reporteros que, en su búsqueda infatigable por la geografía cubana de algo que les permitiera encontrar pruebas de la existencia de las organizaciones «disidentes» y recuperar la fe en ellas perdida (como dice el tango)… han llegado al extremo de detener en las calles habaneras -micrófono abierto presto a la entrevista in situ y el lente enfocado-, a algunas personas vestidas de blanco. La premura reporteril se ha debido pues aseguran haber escuchado -según ellos de muy buena fuente-, que algunos de los más famosos «disidentes» vestiríanse del albo color (o ni-color); pero al consultarles a los interpelados si ellos formarían parte del autodenominado movimiento «damas de blanco», los mismos paralelepípidamente han respondido que no… que ellos en tanto usuarios del blanco solo siguen de motus propio los ritos afrocubanos que creen en los poderes de los santos Orishas como Obatalá, Yemayá, Ochún, Changó y otras deidades por el estilo, pasando a continuación a intentar explicarle al anonadado reportero, lo más sincréticamente posible mediante el léxico cubano de uso entre ellos, acerca de las ventajas de tal o cual preferencia religiosa e invitándole sin más a que asista en persona a alguna de las actividades relacionadas. En duros e inimaginables aprietos han relatado haberse encontrado los pobres reporteros para rechazar la invitación, aterrorizados entre tanto de solo pensar que lo que se busca en realidad con ello, bien pudiera ser el imponerles subrepticiamente alguna de las formas de control ideológico astutamente manejadas por la «dictadura castrocomunista», mediante el método ampliamente difundido y vulgarmente conocido como «lavado de cerebro». Aduciendo desconocimiento del idioma caribeño y aferrándose al argumento que sus creencias personales estarían basadas en fuentes supuestamente más comprobadas de divinidad, en fin, abogando desesperadamente por sus propios e inalienables derechos humanos de libre libertad de creencia y antes de que la cosa pase a mayores, han eludido el bulto y escapádose acezando y con taquicardia a libar un daiquiri o un mojito en la mundialmente famosa «Bodeguita del Medio»…
Nos cuenta otro de los de marras que, un día, casi no creyendo lo que veía pero a la vez creyendo encontrarse por las vueltas del destino ante las puertas de un premio Pulitzer para su ego y curriculum vitae, contempló a la distancia lo que le pareció ser una violenta trifulca en uno de los parques del pleno centro citadino; preparó temblando de emoción y sentido del deber la videograbadora, ajustó asimismo los megapixeles de su cámara digital y partió raudo al encuentro con la gloria. A duras penas logró colarse por uno de los costados de la fajazón, imaginando que allí, en el centro de la acalorada rueda de personas, estaba la Policía Nacional Revolucionaria, PNR, repartiendo palos a imitación del más puro y libre estilo habitualmente utilizado por todas las policías del llamado mundo libre, contra algún grupo de inermes ciudadanos «disidentes» y que, con suerte, hasta él mismo podría tocar algún garrotazo que contribuyera a darle más efectividad y colorido a su crónica. Los parroquianos hicieron silencio respetuosamente mientras le miraban de arriba abajo y de abajo arriba, esperando hablara: algo sumamente importante que comunicar tenía que tener entre sus opiniones este extranjero jadeante y sudoroso para haber irrumpido a empujones justo en medio de uno de los tradicionales círculos de debate deportivo/político/económico/social/filosófico/religioso/científico/cultural/nacional/internacional e universal que se dan cita cotidianamente en la típicamente cubana «Esquina Caliente» del Parque Central en La Habana…
Cuentan que por esos días, la existencia de ron en sus diferentes variedades de preparación de la «Bodeguita del Medio» y «El Floridita» vióse seriamente afectada… y los barmanes declararon orgullosamente en la reunión de la célula respectiva del partido «haber sobrecumplido con los planes de venta de alcoholes», lo que les permitía depositar unos dólares más en el porcentaje de sus propinas que destinan sagradamente para los programas de compra de medicinas en la lucha contra el cáncer y otras enfermedades.
«Nadie sabe para quién trabaja», dice el dicho y parece ser verdad.
Referencias:
(*) En Cuba están representadas más de 100 agencias informativas internacionales, incluyendo a la BBC, CNN, EFE, AP, Reuters, ANSA, DPA, AFP…
(**) Informe sobre la actividad «disidente» en Cuba, USAID, página 4 en:
http://pdf.usaid.gov/pdf_docs/PDACH412.pdf
(***) SINA: Oficina de Intereses de los EEUU en Cuba. Por lo general sus miembros, de rango «diplomático», son los encargados de azuzar la formación de grupos de mercenarios «disidentes» contrarrevolucionarios y de servir de puente entre estos y los grupos terroristas cubanoamericanos amparados en los propios EEUU. Ver:
http://www.granma.cu/espanol/2008/mayo/mier21/21compromiso2.html
http://www.freethefive.org/usTerrorism/USTerrDialing4Dollars052408.htm
(****) Páginas 14 y 37 en: http://pdf.usaid.gov/pdf_docs/PCAAB525.pdf