MADRID – Parece increíble: mientras los políticos cacarean sobre la emergencia climática y hacen promesas vacías para frenarla, han gastado seis billones (millones de millones) de dólares del dinero de los contribuyentes para subvencionar los combustibles fósiles en tan solo un año: 2020. Y están dispuestos a aumentar la cifra hasta casi siete billones en 2025.
A esto hay que añadir que los gobiernos duplicarán la producción de energía a partir de estos mismos generadores de calentamiento global altamente peligrosos.
En septiembre de este año, en una actualización mundial y nacional de los subsidios a los combustibles fósiles, el Fondo Monetario Internacional (FMI) informa de que, a nivel mundial, los subsidios a los combustibles fósiles fueron de 5,9 billones de dólares en 2020, o alrededor de 6,8 % del producto interno bruto (PIB) global.
El reporte, encabezado por Ian Parry, experto principal en Política Fiscal Ambiental en el Departamento de Finanzas Públicas del FMI, prevé además que las subvenciones aumentarán hasta 7,4 % del PIB en 2025.
Según el estudio, 8 % de la subvenciones de 2020 refleja la subfacturación de los costes de suministro (subvenciones explícitas) y 92 % la subfacturación de los costes medioambientales y los impuestos al consumo no percibidos (subvenciones implícitas).
Una tarificación eficiente de los combustibles en 2025 reduciría las emisiones mundiales de dióxido de carbono en 36 % por debajo de los niveles de referencia, lo que está en consonancia con el objetivo de mantener el calentamiento global en 1,5 grados Celsius, al tiempo que se recaudarían ingresos por valor de 3,8 % del PIB mundial y se evitarían 0,9 millones de muertes por contaminación atmosférica local.
Al comentar este hecho, António Guterres, secretario general de la Organiación de las Naciones Unidas (ONU), dijo que “las promesas suenan vacías cuando la industria de los combustibles fósiles sigue recibiendo billones en subsidios, según las mediciones del FMI. O cuando los países siguen construyendo plantas de carbón”.
Todos los países, ciudades, empresas e instituciones financieras deben reducir sus emisiones y descarbonizar sus carteras de forma «radical, creíble y verificable», demandó Guterres.
¿Se acaba el tiempo para el petróleo y el gas?
Resulta difícil de creer que la era de los hidrocarburos está finalizando cuando solo 11 países presentaron la Alianza Más allá del Petróleo y el Gas durante la 26 Conferencia de las Partes (COP26) de la convención sobre el cambio climático de la ONU, realizada en los 13 primeros días de noviembre en la ciudad escocesa de Glasgow.
Irlanda, Francia, Dinamarca y Costa Rica, entre otros, así como algunos gobiernos subnacionales, pusieron en marcha una alianza inédita para fijar una fecha de finalización de la exploración y explotación de petróleo y gas a nivel nacional.
Una de las representantes de la Alianza, Andrea Meza, ministra de Ambiente y Energía de Costa Rica, comentó: «Cada dólar que invertimos en proyectos de combustibles fósiles es un dólar menos para las energías renovables y la conservación de la naturaleza».
Devoradores de energía fósil
En 2050, se prevé que 1600 millones de personas que vivan en ciudades estén expuestas regularmente a temperaturas extremadamente altas y más de 800 millones de personas que vivan en ciudades serán vulnerables a la subida del nivel del mar y a las inundaciones costeras.
Según ONU Hábitat, que se ocupa de los asentamientos humanos y el desarrollo urbano sostenible, las ciudades consumen 78 % de la energía mundial y producen más de 60 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que representan menos de 2 % de la superficie de la Tierra.
Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), afirmó que «cada semana construimos el equivalente a edificios nuevos del tamaño de París, y si esa es la forma en que se espera que nos expandamos, tenemos que reflexionar sobre cómo lo hacemos por el clima, la biodiversidad, la habitabilidad y la calidad de vida”.
“Tenemos que construir mejor”, subrayó,
Según Andersen, la edificación y la construcción son responsables de 37 % de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), y los materiales de construcción, como el cemento, representan 10 % de las emisiones mundiales.
También señaló que más de la mitad de los edificios que estarán en pie en 2060 aún no se han construido.
Según el Pnuma, solo 19 países han incorporado códigos de eficiencia energética para los edificios y los han puesto en marcha, y la mayor parte de las construcciones futuras se llevarán a cabo en países sin estas medidas.
“Por cada dólar invertido en edificios energéticamente eficientes, hay 37 que se destinan a edificios convencionales que son ineficientes desde el punto de vista energético. Tenemos que pasar de estos cambios graduales porque son demasiado lentos, necesitamos una verdadera transformación del sector. Tenemos que construir mejor», dijo Andersen, al pedir a los gobiernos más ambición si quieren cumplir la promesa de cero emisiones.
Automóviles, buses, camiones, barcos…
El sector del transporte es responsable de aproximadamente una cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
Las emisiones del sector se han duplicado con creces desde 1970, y alrededor de 80 % del aumento se debe a los vehículos de carretera. El Pnuma calcula que el sector del transporte mundial depende casi por completo de los combustibles fósiles.
«Un mundo en el que todos los automóviles, buses y camiones que se vendan sean eléctricos y asequibles, en el que los barcos utilicen sólo combustibles sostenibles y en el que los aviones funcionen con hidrógeno ecológico puede parecer una película de ciencia ficción», asegura.
Así es como los gobiernos gastan billones de los bolsillos de los contribuyentes para subvencionar combustibles fósiles que solo pueden agravar la actual emergencia climática.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
T: MF / ED: EG