«Clausuran un oratorio evangélico ilegal en Badalona», titulaba La Vanguardia el 27 de enero. El subtítulo ofrece detalles innecesarios para una información cabal: «Un centenar de personas de origen rumano utilizaban un local como centro evangélico sin licencia». En sentido parecido apunta otra noticia del informativo nocturno de Telecinco (8 de enero), sobre la agresión […]
«Clausuran un oratorio evangélico ilegal en Badalona», titulaba La Vanguardia el 27 de enero. El subtítulo ofrece detalles innecesarios para una información cabal: «Un centenar de personas de origen rumano utilizaban un local como centro evangélico sin licencia». En sentido parecido apunta otra noticia del informativo nocturno de Telecinco (8 de enero), sobre la agresión de dos agentes de seguridad privada a una pareja (se explicita en la información que la mujer es francesa de origen camerunés). Son estos algunos de los casos recogidos en el Estudio sobre Periodismo e Inmigración elaborado por Manuel Sobrino y Emma Garrido, del Área de Comunicación de Red Acoge. Esta federación de ONG de ámbito local y regional lleva más de dos décadas trabajando en la protección de las personas inmigrantes y asiladas.
El estudio revisa 1.700 noticias relacionadas con la inmigración durante el año 2014, incluidas en los 25 medios de comunicación de mayor audiencia en el estado español. ¿Qué problema plantean las informaciones de La Vanguardia y Telecinco? «Cuando se relaciona una nacionalidad con ciertos sucesos, sobre todo si estos son ilegales, se apoya la idea de que las personas de cierta raza u origen tienden a hacer todas lo mismo», explican los autores del informe. La responsabilidad de los medios informativos en estos casos no es un asunto menor, como evidencia el barómetro del CIS de noviembre de 2014 (citado en el estudio).
Según esta encuesta, hay un mayor número de españoles que perciben la inmigración como «problema», que quienes así consideran la escasa calidad del empleo, los desahucios o el fraude fiscal. En el estudio se incluyen ejemplos que apuntan directamente a la «criminalización de la pobreza»: «Detenido un inmigrante ilegal senegalés que vagaba por O Calvario; el sin papeles admitió a la Policía Local que carecía de recursos y no había pedido permiso de residencia» (titular y subtítulo de «El Faro de Vigo», 16 de julio de 2014).
La población inmigrante oscila en el estado español entre los 4,5 y los cinco millones de personas, según los datos del Observatorio Permanente de la Inmigración. Por eso acercarse al proceso migratorio es hacerlo a un asunto «extremadamente complejo y amplio»; si se reduce a lo que ocurre en la frontera, «se simplifica una realidad con miles de aristas a un mero suceso; hay procesos migratorios que pueden durar incluso años, durante los que las personas que los protagonizan son víctimas de numerosas violaciones de los derechos humanos», explica Manuel Sobrino.
El Estudio de Red Acoge reconoce un «notable avance» respecto al tratamiento informativo de los años 80 y 90, «pero todavía queda mucho por hacer». Limitaciones de las rutinas periodísticas como la inmediatez o la falta de tiempo y espacio, impiden que se profundice en las causas de las migraciones, que en todo caso «suponen procesos, no hechos aislados y puntuales». En las noticias sobre lo que sucede en la frontera con Maruecos, los autores han constatan que se informa sobre las concertinas o las devoluciones «en caliente», pero también se representan las llegadas de inmigrantes «como una amenaza para la seguridad y el bienestar de la población española» (la idea de «amenaza» se ha visto reforzada con la crisis).
Este punto es destacado en el apartado de conclusiones del estudio, pues los procesos migratorios que interesan actualmente a los medios de comunicación «se limitan casi exclusivamente a la llegada de personas procedentes de África que intentan llegar al estado español». De manera que no sólo «quedan fuera otros escenarios relativos a la población inmigrante», sino que se produce una «peligrosa simplificación» entre las personas que migran y las personas que buscan asilo. Las críticas actúan también en sentido inverso, pues los periodistas, recoge el informe, señalan que las ONG «sobreprotegen» en ocasiones a la población inmigrante y evitan su exposición ante los medios de comunicación. Los periodistas también destacan que les resulta «accesible» el acceso a fuentes como ONG, expertos y abogados, cosa que no ocurre cuando se trata de organismos oficiales y representantes políticos. Acceder a la información en estos casos es «difícil», sobre todo superar la primera barrera del comunicado oficial.
El 15 de enero de 2014 el diario El País publicaba el siguiente titular: «25 inmigrantes se atrincheran en un edificio de Melilla tras saltar la valla». En uno de los subtítulos se recogen unas palabras del subdelegado del Gobierno, quien denuncia la actitud «bastante violenta» de los extranjeros. El análisis de Red Acoge pone el énfasis en que toda la información proceda de una sola fuente, pese a que el libro de estilo de El País establezca que en los casos conflictivos «hay que escuchar o acudir siempre a las dos partes en litigio». Además de las connotaciones de la palabra «atrincherar», en el texto se utilizan expresiones como «entrada masiva». En parecidos defectos incurre un titular de El Diario Vasco (16 de enero): «Entran 60 inmigrantes en un asalto masivo». No menos alarmista resultó la publicación de otro titular de El País (17 de febrero): 30.000 inmigrantes aguardan en Marruecos para saltar a Ceuta y Melilla. La información procede de sólo una fuente, el Ministerio del Interior.
En estos textos el análisis de Red Acoge constata dos disfunciones. Por un lado, «el abuso de la Administración como fuente irrefutable y la simplificación de realidades». Además, se da en estos casos una «deshumanización de los inmigrantes», a quienes se representa como «hordas dispuestas a invadir un continente» y «masas sin rostro ni contexto». En cuanto a los usos del lenguaje, el informe aboga por desterrar expresiones como «inmigrantes ilegales», «inmigrantes de segunda generación» o «de origen inmigrante».
También subrayan los autores el empleo de un «lenguaje militar» en el ámbito de las vallas de Ceuta y Melilla, así como en las llegadas a la costa en patera o cayuco. ¿Qué es lo fundamental en el tratamiento de las noticias? Según Manuel Sobrino, «la diversidad de voces y la proximidad del periodista a la realidad de la que habla». Además, «contextualizar la información y buscar la raíz del conflicto». Otra de las cuestiones fundamentales es el interés por las personas, entendidas como individuos y no como meros apéndices de una colectividad homogénea. Sin embargo, señala Manuel Sobrino, «la población inmigrante sigue siendo representada de manera estereotipada en los medios de comunicación».
El estudio titulado «Inmigracionalismo. Hagamos autocrítica: medios de comunicación libres de xenofobia» recoge 38 ejemplos divididos en tres apartados: atención injustificada a la nacionalidad; alarmismo ante el proceso migratorio y criminalización. Algunas informaciones, como la publicada por Deia el 17 de febrero («Unos 200 inmigrantes intentan entrar en Melilla tras asaltar la valla fronteriza») realizan una aproximación sensacionalista a los hechos. En uno de los párrafos puede leerse: «Durante el recorrido, han lanzado cánticos, al tiempo que algunos se han ido despojando de algunas de sus ropas, que han dejado en las aceras y carreteras por las que han ido pasando»). Acompaña al texto, además, una fotografía con ropas manchadas de sangre en la valla.
Tampoco profundizaba Antena 3 en la noticia con la que abría el informativo del 19 de marzo, cuyo titular era: «Unos 500 inmigrantes entran en Melilla en el mayor asalto de su historia». Además de haber contactado con una sola fuente (gubernativa), la información no pasa de la superficie a pesar de que «este tipo de noticia venía coleando desde hace un mes». En otro de los ejemplos, una entrevista con el delegado del delegado del Gobierno en Ceuta (6 de febrero), el periodista de la cadena COPE se expresa del siguiente modo: «esta gente está tan desesperada que se tira al agua sin saber nadar y sin nada». En el informativo de Onda Cero (18 de marzo) se habla de «impedido el asalto», «los agentes españoles colmados de inseguridad» y «frenar una avalancha de esta magnitud es casi imposible».
En Telemadrid (10 de marzo) el titular «Unos veinte subsaharianos logran saltar la valla de Melilla» encabeza una información que, al hacer referencia a los heridos, sólo cita a un agente de las fuerzas del orden (otros medios informaron de que resultaron heridas también personas inmigrantes). Es posible que los ejemplos más inquietantes sean los de la criminalización en el titular. «Detenido un inmigrante ilegal senegalés que vagaba por O Calvario» (La Voz de Galicia) o el caso de «Orines con ébola, fuego y piedras, sobre la valla» (El Faro Digital de Melilla). Tampoco falta la cosificación periodística de la población inmigrante: «Italia amenaza con inundar Europa de inmigrantes si la UE no le ayuda» (ABC).
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