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Los nuevos mártires. ¿De Dios o de los intereses del Vaticano?

Fuentes: Rebelión

«Debo admitir que la experiencia de Auschwitz ha borrado de mí cualquier rastro de formación religiosa: existe Auschwitz, entonces no puede existir Dios». Primo Levi

He iniciado estas líneas con una reflexión del insigne Primo Levi y. como él, digo que si existen personajes como algunos de los que dirigen la Conferencia Episcopal, no puede existir Dios. El Cardenal Sr. Cañizares, el portavoz Sr. Camino o el doméstico del primero, el Sr. López Teulón, con sus declaraciones y proclamas hacen muy fácil creer que hablan en nombre de las doctrinas de Jesucristo. Pero como los dos primeros tienen bastante espacio mediático me voy a referir al Sr. Teulón y sus manifestaciones en la revista del partido ultraderechista Fuerza Nueva.

No obstante y para situar al personaje podría decir que, residente en Talavera y confesor de las monjas del Colegio religioso de Sto. Domingo o Compañía de María (coloquialmente conocido en esta ciudad como «las domingas»), ha sido encargado por sus jefes como uno de los promotores para la beatificación de los 497 mártires que, según sus teorías, fueron asesinados por sus creencias religiosas en la pasada Guerra Civil. Esta beatificación (casualmente coincidente en el tiempo con el debate de la llamada Ley de la Memoria) es, según palabras del propio promotor, la más grande de la historia del mundo mundial y, creo, debería ser contabilizada para el record Guiness.

Ya de entrada hay una seria duda ya que los supuestos mártires deberían serlo al ser muertos por causa de su fe y he aquí que uno de ellos, al que ahora se le van a dedicar homenajes en esta localidad, tiene muchas conjeturas para que así sea. Se trata de D. Saturnino Ortega, que fuera párroco de Sta. María la Mayor (La Colegial)arcipreste de Talavera. Según el Derecho Canónico, cuya norma debe ser ley dentro de su confesión, la beatificación no debería ser tal ya que hay informaciones de que su muerte pudo ser debida a su actividad política. A saber. Según el libro de José Pérez Conde, Juan Carlos Jiménez Rodríguez y Benito Díaz Díaz titulado «La Guerra Civil en Talavera de la Reina. Conflicto bélico, represión y vida cotidiana» y que fue premiado con el Premio Jiménez de Gregorio 2006 de Historia sobre Talavera y Comarca, relata así, en sus páginas 196 y 197 el perfil de D. Saturnino:

«Saturnino Ortega era un claro representante de la Iglesia más conservadora y firme aliada de los sectores económicos más poderosos de la ciudad. Frente a las reivindicaciones de las asociaciones obreras que pretendían mejorar sus lamentables condiciones laborales y de vida, Saturnino Ortega abogaba por la resignación cristiana de aceptación de las injusticias y por la práctica de la caridad, monopolizada por la Iglesia para mejor control de las mentalidades. Con intención de quitarle fuerza a los sindicatos y a los partidos obreros, fundó el llamado «Sindicato de la aguja», establecido en el colegio de las Religiosas de la Enseñanza. Lejos de plantear ninguna demanda o mejora laboral, este pretendido sindicato lo que buscaba en realidad era adoctrinar y moralizar a las jóvenes, apartándolas de las asociaciones domiciliadas en la Casa del Pueblo. También quiso fundar un sindicato para obreros, pero en esta cuestión obtuvo un rotundo fracaso.

Esto hizo que sus enfrentamientos con los sectores obreros y reformistas fuesen continuos, pues eran enemigos irreconciliables dada la defensa a ultranza que el párroco hacía de los sectores de los sectores más adinerados y conservadores. El 6 de agosto le sacaron de la cárcel y le llevaron a la Fundación Joaquina Santander donde le injuriaron y le pusieron un cencerro al cuello. Pero no se contentaron sólo con eso, sino que le torearon y le rejonearon con una navaja cabritera, dejándole «hecho un guiñapo». Finalmente le asesinaron en el camino de Calera junto a Eugenio Cerro y Víctor Benito, apareciendo sus cadáveres en las proximidades de la venta del Conejo, término de Calera. Saturnino Ortega fue enterrado en este pueblo, pero el 26 de septiembre de 1936 trajeron sus restos con un gran ceremonial a Talavera».

Dígame si su labor no excedía de sus responsabilidades espirituales y se posicionaba (como es habitual en la jerarquía católica) en ayuda a los poderosos. De nuevo la resignación, el mayor atentado contra la libertad y la liberación de los oprimidos, de nuevo las tesis católicas de que Dios nos da la libertad de elegir y somos nosotros los culpables si no sabemos arreglar nuestra vida La muerte cruel de D. Saturnino Ortega, no justifica su ideología política, que se describe por si misma. Tampoco justifica que se le considere mártir de Cristo, ya que a D. Saturnino Ortega no le mataron por rezar Rosarios o dar limosna a los pobres. Su asesinato, que es deplorable en si mismo, no justifica, el golpe de estado del General Franco, no justifica los fusilamientos de Badajoz, entre otros, ni los que se produjeron en Talavera, cuando las tropas de Yagúe entraron en la ciudad, y no justifica la actitud de la iglesia en aquel momento, alineándose, con una Junta Militar, que asesinaba en masa a campesinos, sindicalistas, republicanos, y personas de izquierdas, sin mas delito que sus ideales, lo que es algo bastante anticristiano.

La muerte de D. Saturnino Ortega, no da la razón, a los que en nombre de sus privilegios desterraron a una de las mejores generaciones literarias de la historia de España, con el asesinato de Lorca a la cabeza, o el encarcelamiento y muerte de Miguel Hernández, o el exilio de Picasso. La ideología de Don Saturnino Ortega, tampoco justifica su muerte, por muy despreciable que pudiera parecer a los ojos de los que sufrían las consecuencias de su ideología, que solo beneficiaba a los ricos y poderosos de toda la vida. Que la Beatificación de estos mártires católicos, coincida con la elaboración de la Ley de la Memoria Historia, se puede considerar como una casualidad o como una manera de intentar tapar la realidad social de centenares o miles de de tumbas anónimas en las cunetas, de hombres encarcelados, sin mas delito de la lucha por la legalidad, y una represión que se puede considerar como la mayor matanza de españoles de toda la historia de este país, que para desgracia del Cardenal Cañizares y de su domestico el Sr. López Teulon, vive a espalda de sus doctrinas y de la mayoría de la jerarquía Católica, (ley del divorcio, uso de preservativos, matrimonio homosexual, parejas de hecho, minorías religiosas judías o musulmanas, y una tendencia ascendentes de mayor laicismo y agnosticismo).

Pero no solo basta con decir esto es necesario señalar una vez mas, para que no se olvide, que el asesinato de D. Saturnino Ortega, no fue un acto planificado ni consentido por el Gobierno de la Republica, sino la respuesta incontrolada, y el odio sembrado durante décadas justificando la absoluta miseria y la pobreza en nombre de Cristo. Es este odio y esta indignación lo que llevo a que unos exaltados mataran cruelmente a D. Saturnino Ortega, o a asaltar iglesias y conventos, y no una Republica, que no pudo controlar a estos despiadados a su pesar, como lo demuestran los telegramas dirigidos a alcaldes y autoridades para controlar a las turbas, donde se mezcla la ira, la rabia, el odio y la indignación, que repetimos, no es justificación, ni motivo para la violencia sobre D. Saturnino Ortega.

A diferencia de la República, los golpistas, sí planificaron el asesinato desde arriba de cualquier elemento de oposición, fusilando sin juicio, ni piedad, solo en las cárceles de Talavera a más de 700 personas, como se puede comprobar por los datos oficiales. Victimas estas que siempre olvida la Iglesia católica, que si tiene un recuerdo para D. Saturnino Ortega, a quien a pesar de su ideología, le considera Beato y ejemplo para sus fieles. Ideología, centrada en la resignación, la sumisión y la justificación divida de la pobreza, como fruto de la voluntad de Dios, a la que el hombre debe plegarse. Tampoco le debe parecer al Sr. López Teulon, que la Iglesia católica, deba pedir perdón por contribuir a crispar el ambiente, y que a algunos les lleva a justificar en nombre de este ambiente crispado, el golpe de estado, contra la una cortes elegidas democráticamente y que representaban la voluntad mayoritaria en aquel momento del pueblo Español. La mayor hipocresía, si el Sr. López Teulon nos los permite decir, es que no se puede condenar el asesinato de D. Saturnino Ortega, sin condenar el asesinato y la represión ideológica de centenares de miles de Españoles, y que a demás se pretenda crear una visión en blanco y negro de la Guerra Civil, sin asumir responsabilidades, y para colmo, entre octavillas justificar el Golpe de Estado del General Franco, como un mal necesario, que curiosamente sirvió para erradicar todos los derechos sociales conquistados durante la republica y quitar la voz del pueblo.

El Sr. Teulón explica en el titular de la revista anteriormente citada que «Este Gobierno quiere rehacer una historia que sólo fue de una única manera» y es que le traiciona el subconsciente. Dicen que la historia siempre la cuentan los vencedores y así él se siente parte de los que se levantaron contra el pueblo español que había elegido democráticamente a sus instituciones y a sus representantes. Se siente partícipe de esa parte de la jerarquía de la iglesia católica que participó de manera activa para derrocar a los que habían sido elegidos democráticamente. La jerarquía católica que desde el año 1931 conspiraba contra la República porque veía que los privilegios de siglos se iban a acabar. Privilegios que, sobre todo, se fraguaban en la educación donde siempre habían mangoneado y creado un monopolio para adormecer en la incultura a las clases más desfavorecidas. Nunca dudaron en seguir apoyando a las clases dominantes para satisfacer sus ansias de poder terrenal.

Y es que, a pesar de predicar la mejor vida después de la muerte (siempre la muerte, el pecado y la resignación) bien se ocupaban de que en esta tierra no les faltara de nada a sus aliados de clase (léase el caciquismo en sus más variadas acepciones). Siempre he recordado una canción de Atahualpa Yupanqui que se refería a las preguntas de un niño a su abuelo sobre Dios. Este, en una de sus estrofas, aseguraba que si existe siempre estará en la mesa del patrón, esto lo tienen muy bien aprendido.

Otra de las declaraciones del Sr. Teulón se refieren al expolio que sufrieron en sus construcciones y alega «¿quién va a devolvernos los templos, las obras de arte, las imágenes, los cuadros… que nos quemaron y destruyeron? ¡Para cuando el reconocimiento del martirio de las cosas?» Es curioso que ni matice, aquí, a parte del materialismo, parece que las quemas de iglesias (que las hubo) o los destrozos en mobiliario o imágenes son comparables a un ser humano, pero no solo eso, también generaliza y no habla de casos en que los propios curas fueron partícipes en ocultación de imágenes (que luego aparecían milagrosamente).

En el colmo de la mentira (que es pecado según sus normas y dictados) hablan de reposición de esos bienes, pero no de todas las obras que los presos políticos desarrollaron para la Iglesia, restaurando templos y trabajando en sus diversos proyectos. Muchas de esas labores está descritas en muchas investigaciones sobre el trabajo esclavo. Por ejemplo la reconstrucción de la catedral de Vich, la iglesia del Carmen de Valladolid, el Convento de las Adoratrices (Cartagena, Valladolid, Alcalá de Henares), el Seminario de Vich, el Seminario de Ervedelos (Ourense) o el Colegio de loa Escolapios en San Antón (Madrid), etc..La Iglesia alemana ha indemnizado por motivos similares a los esclavos del nazismo que trabajaron para ella. Pero entrando en detalles de este patrimonio no dice como consiguieron esas propiedades que, dicho sea de paso, no les pertenece. El patrimonio eclesiástico lo generaron los trabajadores esclavos que construyeron templos, los impuestos revolucionarios que han cobrado durante siglos, los diezmos que han recaudado, las donaciones de particulares y las aportaciones públicas de todos los ciudadanos aplicadas por decreto, etc…

Pero de todo esto hay un análisis que la curia no ha hecho (o la habrá realizado de puertas adentro). ¿Por qué en un momento determinado hubo grupos o personas que focalizaron su ira contra los sacerdotes y sus templos? ¿Cómo fue posible que aprovechando el secreto de confesión (que es secreto) pudieron poner en manos de los caciques, golpistas y demás elementos facciosos toda la información que poseían de sus feligreses? Muchos de ellos fueron asesinados al conocer los elementos fascistas esas historias que habían contado en el confesionario.

Es curioso (siendo suave en los términos) que los sacerdotes que murieron a manos de los falangistas y demás grupos franquistas no están en ese listado de beatificados, los curas vascos que se posicionaron contra Franco debieron morir por ser vascos. En definitiva todo muy edificante. En una sociedad normal estas eminencias estarían en lugar adecuado.

*Emilio Sales Almazán es abogado y miembro del Foro por la Memoria de Toledo