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Luchas tras el pensionazo y el pacto social

Fuentes: En lluita / En lucha

La exitosa huelga general del pasado 29 de septiembre creó en muchos sindicalistas, militantes y organizaciones de la izquierda radical la ilusión de que se podría abrir, por fin, una etapa de movilizaciones fuertes y sostenidas contra la crisis y los recortes. Es más, algunos sectores de la izquierda radical interpretamos que la huelga convocada […]

La exitosa huelga general del pasado 29 de septiembre creó en muchos sindicalistas, militantes y organizaciones de la izquierda radical la ilusión de que se podría abrir, por fin, una etapa de movilizaciones fuertes y sostenidas contra la crisis y los recortes. Es más, algunos sectores de la izquierda radical interpretamos que la huelga convocada por CCOO y UGT nos situaba en un contexto favorable para radicalizar a las bases de estos sindicatos y empujar a sus direcciones hacia un plan de luchas unitarias para confrontar las reformas del Gobierno. Muchas de las movilizaciones impulsadas por la izquierda radical y los sindicatos alternativos apuntaban hacia este objetivo.

Sin embargo, a pesar de la retórica más o menos beligerante del secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, esto no se ha producido. Las direcciones de los sindicatos mayoritarios se han comprometido con la negociación y han pactado el retraso de la edad de jubilación hasta los 67 años. En paralelo, el día 27 de enero la mayoría sindical vasca convocó huelga general en Euskal Herria, la CIG en Galiza y CGT, CNT, Solidaritat Obrera y la COS en Catalunya. Analizar y valorar las huelgas generales del pasado 27 de enero nos tiene que servir para abrirnos paso ante este nuevo escenario.

La estrategia del PSOE

El gobierno del PSOE está totalmente comprometido con las políticas neoliberales de la UE, el BCE y la clase dominante del Estado español. La secuencia de recortes (recortes de gasto público, disminución del salario de los empleados públicos, subidas de los impuestos indirectos, eliminación del subsidio de desempleo para parados de larga duración, etc.) que ha ejecutado Zapatero es muy similar al que efectuó su homólogo social liberal griego. La diferencia radica en que mientras en Grecia se anunciaron todas las medidas de golpe, en el Estado español el Gobierno ha tenido la precaución y discreción de aplicar las medidas de austeridad de forma paulatina. Ello no explica, sin embargo, el desigual nivel de respuesta entre Grecia y el Estado español, aunque sí representa uno de los factores que incide en él.

Siguiendo esta estrategia, las medidas más recientes con las que el PSOE espera ganarse la confianza de los mercados e impulsar lo más pronto posible una recuperación económica que pueda capitalizar políticamente en las próximas elecciones legislativas son el «pensionazo» y el saneamiento con dinero público y posterior privatización de las cajas de ahorro.

La reforma de las pensiones introduce principalmente tres retrocesos importantes: la subida de la edad mínima de jubilación a los 67 años (el de las prejubilizaciones a los 63), el aumento de 35 a 37 años de cotización para cobrar la pensión máxima y el incremento del periodo de referencia para calcular la pensión de los últimos 15 años cotizados a 25.

En conjunto, estos tres recortes supondrán una reducción media del 22,7% en las pensiones, según el diario Expansión. El retraso de la edad de jubilación y el aumento de 35 a 37 años de cotización para percibir la pensión máxima significará un recorte de entre el 12 y el 15% de las pensiones, mientras que el incremento del periodo de referencia para calcular la pensión reducirá esta cuantía en un 10,7%.

Por su parte, la reforma de las cajas de ahorro supondrá una inyección inicial de 20.000 millones de euros de los fondos públicos para entidades financieras privadas.

La contradicción es evidente: por una parte nos dicen que no hay dinero para los parados ni para los pensionistas, mientras que por otra gastan cantidades ingentes de dinero para rescatar entidades financieras. Detrás de este engaño hay, sin embargo, un objetivo claro para el PSOE: necesita calmar al especulación financiera con la deuda pública y atraer las inversiones de los mercados internacionales para activar un nuevo ciclo de crecimiento económico y, así, poder apuntarse el tanto de haber «acabado con la crisis» de cara a las elecciones del año que viene. No obstante, el PSOE está jugando un órdago contra las previsiones económicas, ya que, al descontento que está generando en la clase trabajadora hay que añadirle unas perspectivas de crecimiento económico bajo y de creación de empleo muy limitado.

La estrategia de CCOO y UGT

En mayo del año pasado, parecía que los sindicatos mayoritarios del Estado español iban a sustituir su estrategia pactista con el PSOE por la movilización ante los recortes sociales que iba a emprender el gobierno. A la huelga de empleados públicos y a la huelga general le acompañaron diversas manifestaciones con impactos desiguales. En diciembre, tras la manifestación del día 18, el secretario general de CCOO llegó a amenazar al Gobierno con una segunda huelga general si no retiraba el proyecto de retrasar la edad de jubilación a los 67 años. Sin embargo, al final todo ha quedado en un pacto que ha maquillado el «pensionazo» y ha dejado descontentos a los sindicalistas de base más combativos de estas centrales y a millones de trabajadores.

Más allá de teorías de la conspiración, existen argumentos racionales que explican por qué los sindicatos mayoritarios luchan y dejan de hacerlo. Lo primero que hay que decir es que los sindicatos existen para defender los derechos de la clase trabajadora contra los ataques de la patronal. De no haber sindicatos, los trabajadores estarían desorganizados e indefensos y tendrían que inventarlos.

Sin embargo, los sindicatos intentan representar al conjunto de la clase trabajadora, independientemente de su nivel de conciencia o ideología, a diferencia de una organización de la izquierda radical. A medida que crecen sin métodos de control democráticos eficaces, van generando una burocracia sindical. Los burócratas no tienen los mismos intereses que la patronal o el gobierno, ni tampoco que los y las trabajadoras. Ocupan una posición intermedia entre la clase dirigente y la clase trabajadora. Su poder se basa en continuar manteniendo y ejerciendo esta posición a través de una actividad principal: la negociación. La movilización es vista sólo como una forma de ayudar a la negociación o de canalizar la presión de la clase trabajadora cuando las ansias de movilización son muy fuertes. Es por esto que la tendencia a pactar es normal en todos los sindicatos mayoritarios en la mayoría de situaciones.

En la situación actual, las burocracias de los sindicatos mayoritarios se han decantado todavía más por la negociación debido a que se encuentran incómodas a la hora de plantar cara a un gobierno del PSOE por el temor de que conlleve una subida del PP. Esto se acentúa porque nos encontramos a pocos meses de las elecciones municipales del 22 de mayo.

No obstante, ésta no es la situación de Murcia, donde los sindicatos mayoritarios han participado en movilizaciones de masas contra los durísimos recortes impulsados por el gobierno regional. En Catalunya, CiU piensa gobernar bajo la bandera de la austeridad y la privatización, como en el sector de la sanidad, y habrá que ver qué nivel de combatividad muestran CCOO y UGT.

Pero más allá del color del gobierno de turno y a pesar de las burocracias sindicales de CCOO y UGT, no podemos descartar para las movilizaciones unitarias a las secciones sindicales, los comités de empresa y los sindicalistas combativos de estas organizaciones, ya que, como se ha explicado antes, los grandes sindicatos pueden aglutinar a trabajadores con niveles de conciencia muy diferentes.

Las huelgas generales del 27-E y la izquierda radical

Los paros convocados para el día 27 de enero tuvieron un seguimiento destacado en Galiza y Euskal Herria, pero muy bajo en Catalunya.

En Galiza, la CIG, que es el sindicato mayoritario, consiguió que la huelga general fuera casi total en el sector de los transportes públicos urbanos. En la industria y en la enseñanza la huelga fue ampliamente secundada, así como en sanidad. Donde hubo menor incidencia fue en el pequeño comercio y en las grandes superficies comerciales. Las manifestaciones que acompañaron la huelga general fueron masivas en todas las ciudades gallegas y la CIG cifra en unas 80.000 el número de personas que participaron en ellas.

En Euskal Herria, la huelga general convocada por ELA, LAB y otros sindicatos cosechó un amplísimo respaldo en la industria, los transportes y la enseñanza. En los puertos de Bilbo y Pasaia el paro fue generalizado. En Gipuzkoa, en empresas como Lemona Industrial, Financiera y Minera de Añorga y Arrigorriaga, Portland Valderrivas y Hormigones Lazkano, el paro tuvo una incidencia muy significativa. Por su parte, el nivel de seguimiento de la huelga en la educación pública y en las ikastolas osciló entre el 65 y el 85%. Durante la mañana y la tarde decenas de miles de manifestantes ocuparon las capitales vascas y las localidades más importantes para mostrar el rechazo a la reforma de las pensiones. Es de destacar la línea ascendente en Euskal Herria, pues esta huelga general ha sido incluso mayor que la del 29 de junio del año pasado contra la reforma laboral, momento en que también convocó CCOO.

La huelga general en Catalunya, como se comenta en la crónica de esta misma revista, fracasó totalmente excepto en los autobuses metropolitanos de Barcelona, donde tuvo un seguimiento del 30%. El elemento más positivo de la jornada fue la manifestación en Barcelona por la tarde, con una participación de 8.000-10.000 personas, doblando lo que había movilizado la izquierda sindical y radical en solitario hasta el momento contra los recortes.

En un contexto caracterizado por los duros recortes sociales y unos sindicatos mayoritarios que han abandonado la lucha por la negociación, domina en el ambiente la sensación de que hay que hacer algo, aunque sea prácticamente en solitario como ha hecho la CGT en esta huelga general. Además, la coincidencia de la convocatoria de huelga general por parte de la mayoría sindical vasca en Euskal Herria y de la CIG en Galiza ha acabado de forzar la decisión de convocar. Es verdad que, a pesar de que sea imposible una huelga general victoriosa sin CCOO y UGT en Catalunya, cuando éstos se han sentado a negociar y han abandonado la movilización, los sindicatos combativos tienen que salir igualmente a la calle. Ello no es óbice para pensar que convocar una huelga general en Catalunya de esta manera y en estas condiciones fuera la mejor solución. La forma en que se ha convocado esta huelga ha sido problemática por varias razones. Primero, la convocatoria se ha hecho unilateralmente, ya que no se ha intentado pactar con otros sindicatos combativos, como la IAC (en la que están USTEC, CATAC, etc.), Co.Bas, Sindicato Ferroviario, Sindicato Unitario u otros. Mucho menos se ha intentado convencer a alguna federación o comité de empresa combativo de CCOO o UGT. Segundo, la convocatoria se hizo totalmente desde arriba; no se han hecho asambleas en los centros de trabajo y ha habido muy poco tiempo para movilizar, teniendo el material de propaganda solo 10 días antes de la huelga.

La huelga general en Catalunya nos permite extraer algunas conclusiones importantes para las luchas que vienen. Un paro general sin los sindicatos mayoritarios no es viable hoy por hoy, aunque ello no debe impedir una estrategia de movilizaciones independiente que pueda llevar a otra situación. Esta estrategia debe pasar necesariamente por la unidad de las fuerzas de la izquierda radical y sindical, para la cual se puede aprovechar las estructuras creadas para la huelga del 29-S. Asimismo, es importante intentar conectar con los sindicalistas y las secciones sindicales de CCOO y UGT descontentas con el pacto de sus burocracias. Por otra parte, se puede barajar la posibilidad de organizar paros sectoriales o territoriales allá donde la izquierda sindical es más fuerte, como hizo el Sindicato Andaluz de Trabajadores/as (SAT) en algunas comarcas andaluzas. Y por último, continúa siendo urgente la creación de un referente político que aglutine a todas las fuerzas de la izquierda antineoliberal para dar una alternativa creíble para los millones de trabajadores y trabajadoras descontentas con los recortes y los pactos.

Luis Zhu es activista de En lluita / En lucha.

Fuente: http://enlucha.org/site/?q=node/15702