Se ha dicho que Mariana Grajales Cuello tuvo cualidades excepcionales, y sin dudas fue un ser humano que asombraba: Por la fortaleza física que demostraba en las difíciles circunstancias de la guerra, la valentía personal y ecuanimidad, que hacían imposible el desasosiego, que organizaban y disciplinaban en medio de las más complejas y peligrosas adversidades. […]
Se ha dicho que Mariana Grajales Cuello tuvo cualidades excepcionales, y sin dudas fue un ser humano que asombraba: Por la fortaleza física que demostraba en las difíciles circunstancias de la guerra, la valentía personal y ecuanimidad, que hacían imposible el desasosiego, que organizaban y disciplinaban en medio de las más complejas y peligrosas adversidades. Dotada de una peculiar inteligencia, de intransigencia, sagacidad y ternura, una mujer vanguardia ideológica de su época; pero si de excepcionalidad se trata, lo más característico, lo que la singulariza y destaca en el nutrido concierto de las heroínas de las guerras de independencia, es su representatividad. No hay cualidad o hecho que califique la entrega y el aporte de las mujeres cubanas al movimiento de liberación nacional del siglo XIX, que Mariana no haya emulado.
La propuesta que realizamos de otorgarle el título de Madre de la Patria a Mariana Grajales Cuello, se sustenta en una crítica historiográfica, cultural y premial [1] , que ha colocado cinco fundamentaciones a debate: 1) La representatividad de la vida y obra de la madre-heroína en su época; 2) la historicidad del culto patriótico a Mariana en los siglos XIX-XXI cubanos; 3) la justicia histórica del título que reclamamos, en tanto responde a un culto patriótico, nacido y asumido desde lo más profundo y sentido de las masas populares cubanas; 4) la pertinencia de hacer firme y legalizar el reconocimiento premial como parte de la estrategia de trabajo ideológico y fortalecimiento de la cultura patriótica del socialismo cubano [2] ; 5) la precedencia legal de una Ley que norma y estimula el otorgamiento de títulos honoríficos y condecoraciones, que incluye la nominación de una Orden con el nombre de la heroína Mariana Grajales.
La designación salvaría una deuda de la honorífica revolucionaria al reconocer, no la superioridad en mérito, o la excepcionalidad de Mariana sobre otras esposas y madres mambisas, sino su representatividad, aquello que una nación y su Estado deben rescatar de su propia historia, y considerar como símbolo de lo que se ha sido y se deber ser, como modelo e inspiración para saber de dónde venimos, y qué defendemos.
La madre-heroína
Mariana adelantó y modeló la dignificación humana del nuevo sujeto histórico cubano, que la guerra revolucionaria plasmaría en colectividad. H izo trizas los prejuicios sexistas y machistas de la época, dándole al amor la condición suprema de la realización en libertad, en la pareja, la familia y la socialidad. Fue una educadora social por excelencia, que cultivó en el ágora privilegiada de la familia, a los hombres y mujeres íntegras y plenas de su presente-futuro. T rascendió desde la cultura abolicionista y emancipadora de los sectores subalternos, desde la micro-etnografía local de resistencia a la colonialidad de los mulatos y negros libertos de la ruralidad oriental, para proyectar con solidez un paradigma de mujer, madre y combatiente revolucionaria cubana, representativa del aporte femenino al movimiento de liberación nacional.
Las actitudes morales y las virtudes cívicas y patrióticas de Mariana eran expresión en su conjunto de los más progresivos valores del mambisado cubano, y en particular de las mujeres insurrectas.
Mariana, fue raíz de lo real y maravilloso de la religiosidad popular cubana, portadora al amparo de las vírgenes de piel oscura ya transculturadas de la Caridad del Cobre y la de Regla [3] , de una avanzada concepción del Cristo histórico, hombre-ser social, primer liberal, entonces revolucionario. Entendió y asumió Mariana su fe católica, como ética de la emancipación personal y colectiva. No enviará a sus hijos al martirologio, si uno tras otro, al combate por la vida, al supremo acto de liberación humanista que es la guerra revolucionaria. Y estará junto a cada uno de sus hijos, y a muchos más, todos hijos de Cuba, durante los diez años de la primera guerra de independencia, defendiéndoles la vida a cada instante, como proveedora, sanadora y enfermera.
Como madre, esposa, preclara orientadora ideológica, jefa de la familia Maceo-Grajales tras la temprana muerte en combate de Marcos Maceo en 1869, madre de combatientes que alcanzaron una altísima consideración y liderazgo en las tropas libertadoras, responsable de una eficiente unidad militar sanitaria durante diez años de guerra revolucionaria, Mariana socializó y realizó su vitalidad y pensamiento, en escenarios colectivos, primero en la extendida familia de campesinos medios que formó, y luego en la familia multiplicada de los campamentos y la emigración revolucionaria. Los y las patriotas que enfrentaron con las armas al Ejército colonialista entre 1868-1878: s us hijos, nueras, nietos y demás parientes, los amigos de estos, los combatientes de fila, la oficialidad subordinada a los Maceo, otros oficiales superiores y generales como Julio Grave de Peralta, asistido y curado en el bohío de Mariana, en Piloto del Medio, durante el segundo semestre de 1872 , la conocieron en la amplitud de la zona de combates, en los montes cercanos a Santiago de Cuba, en el Camagüey o Guantánamo, y su s historias, los haceres y el decir de Mariana, pasaron a ser patrimonio colectivo, forjando a su alrededor simpatía y admiración, convirtiéndola en símbolo de la madre patriota.
La historia-leyenda de Mariana Grajales en la Guerra de los Diez Años, se multiplicó en un exilio patriótico, que siguió con pasión los andares del General Antonio, el héroe intransigente de la protesta de Baraguá, devenido en figura principal de cuanto plan o conspiración se tejió para reiniciar la guerra independentista. La familia Maceo-Grajales, extendida en el Caribe y Centro América, tenía por centro vital la casa de Mariana en Kingston, Jamaica, visita obligada de cuanto patriota llegaba a la vecina isla. Allí la conoció José Martí, quien comprendió con su superior sensibilidad humanista y fina agudeza política, cuánto valor y representatividad encerraba la madre de los Maceo, cuánto podía aportar su historia y prestigio, a la obra de unidad y rescate de la epopeya mambisa que se había propuesto. Martí multiplicó en el más amplio teatro de la nación en construcción, lo que ya se había revelado a los combatientes que la conocieron y aquilataron en la guerra. Presentó el Apóstol a Mariana, con la precisión del ideólogo, la pasión del propagandista revolucionario, y el verbo hermoso del poeta, y lo hizo en Patria, el órgano del Partido Revolucionario Cubano, que llegaba a todos los y las patriotas en la emigración, y se introducía clandestinamente en Cuba. La muerte de Mariana, cuando ya marchaban en rumbo definitivo los planes para reiniciar la contienda emancipatoria, también anunciada en Patria por magistral crónica martiana, consagraron definitivamente a Mariana como símbolo de la Revolución que se reiniciaba
El culto patriótico a Mariana
Sin lugar a dudas existe en nuestro país, un culto patriótico a Mariana, que se ha concretado a través de un proceso histórico de autentificación. Ninguna otra patriota y heroína cubana trascendió de manera tan significativa.
La tradición maceísta y el particular relieve que en esta tuvo la imagen de Mariana, fue un notable aporte al pensamiento revolucionario cubano. Se transmitió de generación en generación, primero en la guerra que se inició en 1895, y luego en medio siglo de resistencias de los y las patriotas, contra anexionistas y oligarcas pro-estadounidenses, traidores al mambisado y corruptos, que impidieron la república soberana e independiente, de justicia social y dignificación humana. El legado ideológico y ético de Mariana, se convirtió en culto patriótico popular, desde las primeras décadas republicanas, por la insistencia de las asociaciones de veteranos y la labor patriótica de la escuela cubana, sus maestros y maestras. Este culto fue valladar y tribuna contra la ideología ultraconservadora neocolonial y las prácticas racistas, sexistas y machistas que pervivieron desde la colonia y se enquistaron en la república mediatizada que se proclamó en 1902.
El movimiento artístico y literario, las asociaciones y gobiernos locales, donde en buen medida se refugiaba y daba su pelea la Cuba profunda, recordó año tras año a Mariana, desde el gesto y la convicción de Madre de todos los cubanos, tal como la había retratado Martí, y en su honor y recuerdo se nombraron escuelas, parques, plazas y calles a lo largo de toda la geografía de la nación, en medio del olvido injusto al papel de las mujeres en los combates por la independencia. La Madre patriota, la Madre salvadora, la Madre curadora, fueron imágenes recurrentes que se fijaron en monumentos, bustos y relieves, y transitaron al imaginario y la conciencia popular. En 1923, luego de treinta años de ausencia, bajo suscripción popular, pudieron repatriarse desde Jamaica los restos mortales de Mariana, en su tumba en el cementerio santiaguero de Santa Ifigenia, muy cerca del Mausoleo al Héroe Nacional José Martí, se le recuerda con la inscripción justa de Madre de la Patria.
Desde la corrompida política burguesa y el oportunismo de las dictaduras, se intentó manipular la imagen de Mariana, operaciones que una y otra vez fracasaron por la oposición de los sectores patrióticos y la pobre implantación de masas que tales engendros alcanzaron.
L as generaciones receptoras de la historia-leyenda de Mariana, enriquecieron ese legado y lo multiplicaron en los escenarios de las nuevas batallas emancipadoras. Lo prueba la historiografía antirracista y feminista, y tuvo su más alta plasmación práctico-simbólica en la Guerra de Liberación (1956-1958). El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, no por azar bautizó con el nombre de Mariana Grajales el primer pelotón femenino del Ejército Rebelde en septiembre de 1958. Las Marianas, multiplicaron la epopeya de Mariana Grajales, en la guerra, y constituyeron la primera vanguardia de la lucha revolucionaria que contra la discriminación de la mujer, emprendería la Revolución Cubana tras el triunfo de enero de 1959.
El lugar de Mariana Grajales en la historia fue sintetizado por Fidel precisamente el día en que nacía la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), el 23 de agosto de 1960: « Nuestro país puede sentirse afortunado en muchas cosas, pero entre ellas, la primera de todas, por el magnífico pueblo que posee. Aquí no solo luchan los hombres; aquí, como los hombres, luchan las mujeres (APLAUSOS). Y no es nuevo, ya la historia nos hablaba de grandes mujeres en nuestras luchas por la independencia, y una de ellas las simboliza a todas: Mariana Grajales (APLAUSOS)» [4] .
L a plataforma emancipadora de la Revolución Cubana , y las leyes a favor de los derechos, la igualdad y la plena incorporación de la mujer a la vida económica, social y política, y en particular la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas, permitió convertir el culto patriótico a Mariana en una de las tradiciones más raigales del movimiento ideológico-cultural revolucionario, en convicciones y en guía de pensamiento, para la actividad práctico transformativa de las mujeres, los hombres y sus circunstancias. Precisamente fue la FMC la organización que propuso al Consejo de Estado incluir a Mariana en el sistema de títulos honoríficos y condecoraciones de la República de Cuba, con la Orden que hoy lleva su nombre.
Numerosas instituciones educacionales y culturales llevan en el país el ilustre nombre de la madre heroína. Entre los más importantes centros educacionales se destaca la Universidad de Ciencias Médicas de la provincial Holguín fundada en 1976. La tradición monumentalista en la etapa pre revolucionaria continuó como fundamento del culto patriótico a Mariana. De todas las obras realizadas se destaca por su magnitud y significación la Plaza de la Revolución Mariana Grajales Cuello, centro de los grandes eventos políticos y culturales de la provincia de Guantánamo. La grandeza de la imagen de Mariana Grajales y de todas las mujeres cubanas mambisas, en el empeño noble de ver a la patria libre, fue recogida como sostén temático por los creadores del proyecto de esta Plaza inaugurada el 26 de julio de 1985.
Como dignas continuadora de Mariana y del Pelotón rebelde que enarboló su nombre, el batallón de milicias Lidia Doce y las unidades femeninas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, también nacieron y se fundaron bajo la fuerte impronta de heroína mambisa, las Unidades Femeninas de las Milicias de Tropas Territoriales. Las madres, esposas e hijas cubanas, como Mariana enviaron a sus esposos e hijos a defender con la guerra la paz y el bienestar de otros pueblos, y hoy lo vuelven a hacer para la colaboración en salud, educación, ciencia y tecnología. No existe tarea o logro de la Revolución en que no estén las nuevas Marianas. Y sin dudas las mujeres cubanas, fueron el más decisivo y firme sostén de la patria en los más difíciles años del período especial: «las Marianas multiplicadas», les llamó Fidel, en medio de la Batalla de ideas [5] .
El título honorífico de Madre de la Patria
El objetivo de afianzar en lo mejor de la memoria y la conciencia histórica nacional, como acicate, compromiso y aporte a la prospectiva del socialismo cubano. Y esta es también una tarea central de la honorística revolucionaria y su derecho premial.
En Cuba, como en la mayoría de los Estados, los Título honoríficos y las condecoraciones se define y regulan por ley. La nuestra es la Ley Nº 17 Sistema de condecoraciones y títulos honoríficos, aprobada el 28 de junio de 1978 . El Consejo de Estado de la República, en uso de la facultad que l e otorgó la Asamblea Nacional del Poder Popular , una vez evaluadas las propuestas de los organismos gubernamentales y organizaciones políticas y sociales, dictó los Decretos Leyes No. 30 de 1979 y No. 53 de 1982, que establecieron los títulos y las distinciones que se otorgarían en el país y los requisitos que las reglamentan [6] . En tal normativa se incluyó la denominación de una Orden con el nombre de la heroína Mariana Grajales. Sin embargo la voluntad premial que se concretó en la legislación cubana, n o vio la necesidad de honrar -como si lo ha hecho el nacionalismo latinoamericano y caribeño-, a la propia honorífica revolucionaria que nacía, con la titulación y el reconocimiento que merecían los más excelsos fundadores de la nación: Las figuras de Madre y Padre de la Patria, y Héroe Nacional, no fueron consideradas. Estas ausencias debemos corregirlas. Desde estos precedentes legalizar el reconocimiento a la Madre de la Patria, es una decisión de reafirmación patriótica y moralidad revolucionaria.
Mariana y la familia Maceo-Grajales, nos aportan, orientan y estimulan, en la misión imprescindible de renovar la educación y la política cubanas de hoy. La figura más excelsa de las mujeres cubanas, la Madre de la Patria, Mariana Grajales, ha afirmado Jorge Risquet Valdés, constituye sin lugar a dudas uno de los más arraigados paradigmas que podemos invocar a la hora de trasmitirle valores a las nuevas generaciones [7] . «Lo que debemos aprender de esta Madre -afirma con certeza Armando Hart-, es el concepto del deber, del honor y de la disciplina forjado en el alma de la familia Maceo-Grajales, y que le dieron una identidad esencial. Esto solo puede alcanzarse sobre el fundamento de la facultad de asociarse en que, para Martí, estaba el secreto de lo humano. Libertad y disciplina, he ahí lo que necesita el mundo de hoy, ello siempre es posible exaltando al más alto plano la justicia como sol del mundo moral y requisito primigenio de la cultura» [8] .
Si estudiamos con detenimiento el hacer de Mariana -de Marcos y sus hijos e hijas-, se nos revela una pedagogía, un método y estilo para la forja de hombres y mujeres de bien, entendida tal dimensión como piedra angular del proceso ideológico de formación ciudadana y patriótica. La dialéctica de las relaciones materiales e intersubjetivas en el espacio decisivo de la familia, en la comunidad y en las instituciones, constituye un universo praxilógico valorativo, que debemos ser capaces de decodificar y sistematizar, en una disciplina dialéctica del amor con exigencia y la sensibilidad con resultados.
En Mariana también está la simiente de las Iglesias y asociaciones religiosas revolucionarias, que en estos momentos construyen el socialismo en Cuba, de las y los creyentes que hacen patria.
Mariana y más
Hay quien dice que sin ganar una pelea no se anuncia otra, pero soy de los que piensan y hacen, en la meditada urgencia de los retos ideológicos y culturales que se nos imponen. No se trata solo de una batalla ideológico-cultural por el título honorífico que merece Mariana. Los reconocimientos institucionales sobre el Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo y los Héroes Nacionales Antonio Maceo Grajales y José Martí Pérez, imponen junto con el reclamo que hacemos sobre la Madre de la Patria Mariana Grajales Cuello, un debate plural sobre las deudas y necesidades de la honorífica revolucionaria de cara al ciudadano patriota del socialismo cubano en el siglo XXI.
La fertilización o el empobrecimiento de la honorífica revolucionaria, se inserta en la batalla filosófica e ideológica entre el ser y el tener que ahora mismo se libra en el mundo, y que para Cuba tiene una trascendencia vital. Tributa al esfuerzo por construir un potente y eficiente mecanismo de recompensa, impulso a la emulación, estímulo al virtuosismo e incentivo a la excelencia social, que estamos obligados a desarrollar si de la victoria ideológico cultural del socialismo en Cuba se trata.
[1] Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: Marian Grajales Cuello: Madre de la Patria. Fundamentación de la Propuesta, Unión Nacional de Historiadores de Cuba. Congreso Provincial de Historia de La Habana, La Habana, enero del 2014 (folleto), 17 p.
[2] Ver: Objetivo No. 64. En: Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba. En: Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba: Objetivos de trabajo del Partido Comunista de Cuba aprobados por la Primera Conferencia Nacional, La Habana, 29 de enero de 2012, Editora Política, La Habana, 2012, p 7.
[3] Como ha recordado la colega Lohania Aruca: Ver: Lohania Aruca Alonso: Mariana Grajales Cuello, Madre de la Patria, Cubaperiodistas.cu, Lunes, 14 de julio de 2014.
[4] Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, primer ministro del Gobierno Revolucionario, en el acto de fusión de todas las organizaciones femeninas revolucionarias. Salón-Teatro de la CTC, 23 de agosto de 1960. Departamento de Versiones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario, La Habana, 1960.
[5] Fide Castro Ruz: Discurso pronunciado en la Tribuna Abierta de la Revolución, municipio Cotorro, Ciudad de La Habana, 23 de junio de 2001
[6] Dicho sistema, según la Ley, está compuesto por Títulos Honoríficos, Órdenes, Medallas y Distinciones.
[7] Jorge Risquet Valdés: Mariana Grajales, manos para acariciar a quien le habla de la patria, Cubadebate, La Habana, 18 febrero 2015. [8] Armando Hart Dávalos: Aprender de Mariana, Juventud Rebelde digital, La Habana, 26 de Noviembre del 2013.