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Reseña de Ser de izquierdas es ser el último de la fila (y saberlo), de Gabriel Rufián (III)

Más sobre el prólogo de Oriol Junqueras

Fuentes: Rebelión

Estábamos en el prólogo de Oriol Junqueras del libro de Gabriel Rufián. Comentamos en la entrega anterior los cuatro primeros párrafos (*).  Con mayor brevedad en mis observaciones (mi compañera me ha regañado), vemos el siguiente apartado, el quinto: Esquerra Republicana nació para la república y con la república. Catalana, sí. Pero dispuestos a tender […]

Estábamos en el prólogo de Oriol Junqueras del libro de Gabriel Rufián. Comentamos en la entrega anterior los cuatro primeros párrafos (*). 

Con mayor brevedad en mis observaciones (mi compañera me ha regañado), vemos el siguiente apartado, el quinto:

Esquerra Republicana nació para la república y con la república. Catalana, sí. Pero dispuestos a tender todos los lazos de fraternidad, cuando más mejor, con toda España. De hecho, Frances Macià, proclamó el 14 de abril de 1931, tras ganar ERC holgadamente las elecciones, la república catalana «estado integrante de la Federación Ibérica» según el texto que leyó ese día.  

Aparte de que explica mal o a medias la proclamación de la República catalana por Macià (lo de «Catalana, sí» tiene su qué), una cosa es vindicar una república catalana integrante de la Federación Ibérica, y apostar mientras tanto por una España republicana federal, y otra cosa muy distinta es luchar, como lucha o dice luchar ERC (lo diga o no abiertamente), por la construcción de un muro-Estado que separe a Cataluña del resto de España para instaurar en Cataluña (tan vez en el futuro en esa entelequia político-histórica llamada «Países Catalanes») una República (muy autoritaria en las versiones conocidas). No es lo mismo, desde luego que no es el mismo. Y en todo esto, la palabra «fraternidad» (con «toda España»: en su lenguaje, sin incluir Cataluña) es vacía absolutamente vacía.

Lo segundo, la actual política de ERC, no tiene nada que ver con el federalismo ni con la construcción de una Federación Ibérica.

Por lo demás, conviene recordar un comentario del historiador José Luis Martín Ramos, un ex profesor de mi compañera que ella siempre tiene presente (yo también):

Dos matices sobre afirmaciones frecuentes en nuestra tradición que son erróneas. La primera: esa tesis de que en España no hubo revolución burguesa contiene tópicos y equívocos, cargas conceptuales discutibles y una proyección absurda […] Segundo matiz: eso de que el nacionalismo catalán todavía es federalista. Es inexacto en sus dos términos: en el de todavía y en el defederalista. Solo una parte del nacionalismo catalán fue federalista, mientras que el núcleo duro nació contra el federalismo (Torras i Bages, Prat de la Riba), y en la actualidad el paso que han dado sucesivamente CDC y ERC es el de la aniquilación del federalismo: CDC por la vía del «peix al cove» bilateral y ERC por la del independentismo irredentista unilateral.  

Lo remarco: aniquilación de federalismo por los que, en ocasiones, se presentan como defensores de tal opción. No van de eso, me permito insistir. 

El siguiente apartado, el sexto:

Esa Esquerra Republicana me atrae. No por esa declaración en concreto. Me atrae por su capacidad de interpretar la izquierda, de integrar un sinfín de tradiciones políticas y de convivir con contradicciones. Por ejemplo, muchísimas de sus bases y de sus dirigentes eran profundamente católicos y a su vez estaban afiliados a la CNT, sindicato que fue mayoritario en Catalunya. En esas elecciones-generales, pocos recuerdan que ERC concurrió aliada con la Unió Socialista de Catalunya. Y que sus dos principales dirigentes eran la síntesis de tradiciones dispares. Macià fue un militar de carrera y había sido miembro de la Liga Catalana Regionalista. El president Lluis Companys, capturado por la Gestapo y fusilado por Franco, era un abogado laboralista y provenía del sindicalismo. La fundación de ERC fue el resultado de la confluencia de muchas y diversas sensibilidades, no todas independentistas, ni mucho menos, pero sí todas profundamente republicanas. Desde el humanismo cristiano, que siempre me ha inspirado, a las corrientes libertarias y socialistas tan arraigadas en Catalunya, jamás he sido un ortodoxo, ni tampoco un dogmático. Catalunya no lo es. La nuestra es una sociedad muy plural. Y solo aunando esa pluralidad lograremos ser una mayoría suficiente para lograr los cambios en profundidad que perseguimos y que estamos convencidos de que es lo que más se ajusta a las necesidades y el futuro de nuestra sociedad.  

Si esa ERC le atrae (independientemente de la exactitud de su descripción), la ERC actual, la que él preside, no le debe atraer tanto… porque es otra cosa, muy distinta. La ERC actual no tiene ninguna relación con la CNT sino con la UGT (ha logrado infiltrarse en el sindicato socialista y lo ha conducido a posiciones nacionalistas, cogidos de la mano en ese punto, para nuestra vergüenza y sus afiliadas/os, con CCOO). Lo de convivir con contradicciones puede dar pie a cualquier desvarío sobre todo si se piensa como algo positivo en sí, no como algo a superar. Las izquierdas que conviven en ERC tienen como eje nuclear el nacionalismo (por lo que, de hecho, no pueden ser izquierdas), y ese nacionalismo se concreta en su apoyo a un gobierno neoliberal y xenófobo del que forman parte, el gobierno Torra, y a ser la punta de lanza y vanguardia en la declaración unilateral de octubre de 2017, sin olvidar su voto negativo, al lado de la derecha española y españolista, contra los presupuestos más sociales de estos últimos 40 años.

Lo de «la confluencia de muchas y diversas sensibilidades, no todas independentistas, ni mucho menos, pero sí todas profundamente republicanas» puede invertirse -profundamente independentistas y, en teoría republicanas- y ser verdadero. No hay colectivos no secesionistas en la actual ERC. Digan lo que digan y cuenten lo que cuenten.

Cataluña no es dogmática ni ortodoxa porque no es una entidad que pueda tener esos atributos. Eso sí, es plural en su composición, aunque a algunos, a ERC en lugar destacado, les cuesta reconocerlo. Lo de aunar «en pluralidad» para lograr una mayoría suficiente para lograr «esos cambios en profundidad» es el programa de la hora de ERC: contar milongas a sectores castellanohablantes para atraerles a sus finalidades secesionistas consiguiendo que pierdan, olviden o traicionen sus raíces. Su plan de trabajo con las consecuencias conocidas: fuerte división de las clases trabajadoras, ruptura de su unidad.

Lo de que estamos convencidos de que ese objetivo se ajusta a las necesidades y el futuro de la sociedad catalana es una afirmación desiderativa, no descriptiva por mucho que se disfrace, que equivale a decir: como somos secesionistas, queremos que Cataluña se escinda del resto de España porque creemos que es lo mejor. ¿Y por qué es mejor?… Pues porque sí. ¿Y mejor para quién o quiénes? Pues para ellos, para el mundo secesionista (según dicen, que igual resulta que no).

El humanismo cristiano que siempre le ha inspirado a Junqueras tiene mucho sabor católico y suena a confesión y misa diaria… y a tener muy buenas relaciones con una institución, la Iglesia católica catalana, cuyo historial en asuntos democráticos, republicanos y sociales no es de envidiar. Para la Iglesia, como se sabe, lo importante es conservar los feligreses. Las razones y finalidades cuentan poco. 

El siguiente párrafo:

Hoy, como ayer, creo que la república simboliza y aglutina a todas las gentes con voluntad transformadora, a la inmensa mayoría de los demócratas y en buena medida a la izquierda, por lo menos en Catalunya. La república de hoy, de nuevo, un ideal que entronca con los mejores valores de la ilustración: fraternidad, igualdad y libertad. Altero el orden tradicional de esos valores porque creo que hoy más que nunca nuestra aspiración es una sociedad para vivir y convivir, todos, ante los intentos del peor nacionalismo que encarna la derecha española que pretende resquebrajar la convivencia fracturando la sociedad.  

La república puede simbolizar y aglutinar a todas las gentes con voluntad transformadora pero no cualquier república por supuesto. No hace falta dar ejemplos de Repúblicas autoritarias e incluso criminales. Basta pensar en Chile.

Lo «de por lo menos en Cataluña» es, de nuevo, un ejemplo de supremacismo y de desconocimiento de la historia de España.

La República, a la que alude, la república-muro contra España, como sabe muy bien Junqueras, no aglutina a todas las gentes con voluntad transformadora. Ni muchísimo menos. Más bien es lo contrario: expulsa, excluye, ubica fuera, a mucha ciudadanía que apuesta por la transformación social pero no alejándonos ni traicionando a compañeros, hermanos y familiares de otras tierras de España sino con ellos, no contra ellos.

¿Los mejores valores de la Ilustración en boca de un dirigente nacionalista? ¿De qué fraternidad hablan defendiendo muros de separación y división de comunidades? ¿De qué igualdad gobernando con la derecha nacionalista desde hace años y sin temblor en el pulso? ¿De qué libertad levantado banderas de segregación en pueblos y ciudades donde imponen el silencio a personas que no piensan como ellos ni se identifican con sus símbolos, símbolos, las estrelladas por ejemplo, que excluyen a más de la mitad de la población? ¿Cómo alguien que es presidente de un partido secesionista puede escribir que aspira a «una sociedad para vivir y convivir, todos»? ¿Qué todos integran ese «todos»?

Escribe: «ante los intentos del peor nacionalismo que encarna la derecha española que pretende resquebrajar la convivencia fracturando la sociedad». ¿Qué decir entonces de los nacionalismos catalanes que han resquebrajado la convivencia fracturando la sociedad catalana? Vox es un desastre, de acuerdo, ¿y el nacionalismo de Torra que llama bestias a más de la mitad de la población es una dulce sinfonía catalana, molt catalana? 

El último párrafo:

Seguimos y seguiremos, siempre. Por eso suelo decir que soy demócrata y republicano y que «estoy» independentista. Porque este debe ser un estado transitorio mientras que luego seguiré siendo demócrata y republicano por este orden. Al final, como dice mi buen amigo Domingo Alfonso, hijo de Huelva, «los catalanes nacemos nos da la gana y vamos a ser lo que nos dé la gana».  

Lo de estoy independentista (expresión plagiada de otras formulaciones) es una forma más o menos elegante de hablar, sobre todo en alguien (recordemos el debate con Borrell en 8TV) que vino a decir que a él le importaban un rábano las razones esgrimidas: él era y se sentía secesionista-catalán independiente de cualquier otra consideración sobre razones, beneficios y consecuencias.

Por lo demás, aparte de ese extraño republicanismo que no quiere saber nada con los republicanismos españoles, el mismo que monta un cirio irresponsable y humillante de mucho cuidado en la visita a Mauthausen, si fuera demócrata no podría considerar, como así ha considerado, la agitación nacionalista del 1-O de una parte de la ciudadanía como un ejercicio ajustado del derecho de autodeterminación de Cataluña.

No sé si su amigo nacido en Huelva es inventado o real pero es algo extraño que ese amigo se olvide de sus raíces, y es mucho más extraña la afirmación que comparte: «los catalanes nacemos donde nos da la gana y vamos a ser lo que nos dé la gana». ¿Qué significa eso de que los catalanes nacemos donde nos da la gana? ¿Elegimos los catalanes el lugar de nacimiento? ¿Vamos a ser lo que nos dé la gana? ¿Quiénes? ¿Qué sectores sociales? ¿Y a costa de quién o quiénes? ¿Con la cuarta renta per capita más elevada de España mientras Andalucía (Huelva acaso peor) se distancia en unos 8.000 euros, más del 30%? ¿No hay ya, en la misma afirmación, el levantamiento de un muro: catalanes y no catalanes? ¿Cómo entonces se atreve uno o una a hablar de fraternidad? 

Finalizo ya.

Una duda: ¿ha dicho algo Oriol Junqueras del libro que prologa? No mucho o más bien nada. ¿Su prólogo era más bien para otra cosa? ¿Propaganda político de ERC tal vez? 

***  

Entregas anteriores:

1) Reseña de Ser de izquierdas es ser el último de la fila (y saberlo), de Gabriel Rufián (I). «Portada, solapa interior, contraportada y dedicatoria». http://www.rebelion.org/noticia.php?id=255444

2) Reseña de Ser de izquierdas es ser el último de la fila (y saberlo), de Gabriel Rufián (II). «El prólogo de Oriol Junqueras.» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=255671

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.