Marzo de 1939 figura en los anales como el último mes de la Guerra Civil española, antes de la victoria franquista marcada a fuego en las memorias por el bando del primero de abril. Una parte del último gobierno de la II República en territorio español (anterior a los ejecutivos del exilio) partió a tierras […]
Marzo de 1939 figura en los anales como el último mes de la Guerra Civil española, antes de la victoria franquista marcada a fuego en las memorias por el bando del primero de abril. Una parte del último gobierno de la II República en territorio español (anterior a los ejecutivos del exilio) partió a tierras extranjeras desde el aeródromo de El Fondó, en Monòver (Alicante). Se embarcaron el presidente Juan Negrín, algunos ministros y señaladas figuras del periodo, como Dolores Ibárruri («Pasionaria»), Antonio Cordón, Rafael Alberti y María Teresa León, entre otros. El lugar de salida se explica porque la última sede del gobierno de la II República radicó por unos días en Elda, municipio próximo al aeródromo de Monóver. La importancia de no ser descubiertos justifica que se encriptara la sede gubernamental -una finca entre Elda y Petrer- con el nombre en clave de «Posición Yuste», al igual que una sede cercana del PCE, que se ocultaba bajo la clave «Posición Dakar». La zona de Elda poseía valor estratégico, ya que disponía de buenos accesos a los puertos del sur del País Valenciano y Murcia.
Si se amplía la lente historiográfica, esta pequeña porción de territorio alicantino cobra una dimensión mucho mayor. El 27 de febrero de 1939 Gran Bretaña y Francia habían reconocido oficialmente a Franco. Al día siguiente, el presidente de la República, Manuel Azaña, presentó la dimisión. En aquel momento el gobierno de Negrín confiaba en una estrategia de «resistencia escalonada», que permitiera replegarse a las tropas y personas refugiadas, así como un fácil acceso a los puertos de Alicante y Cartagena. Por eso era importante Elda y por esta razón acogía la sede gubernamental. Cuando el 5 de marzo de 1939 el coronel Segismundo Casado encabezó, con algunos socialistas y anarquistas, un golpe de estado en Madrid, se cierra la historia. El doctor Negrín, algunos compañeros de gabinete y destacados personajes de la II República se expatrían desde el aeródromo de El Fondò.
Explica la relevancia de estos hechos el profesor de Historia Contemporánea y miembro de la Comisión (des) memoria de la Facultat de Geografia i Història de la Universitat de València, Jorge Ramos Tolosa. La Comisión (des) Memoria promueve las actividades sobre «Valencia, capital de la República 2016-1936», coordinadas por el profesor Toni Morant. Desde finales de 2015 se han proyectado filmes, presentado exposiciones y programado rutas por la Valencia de la II República y la Guerra Civil, a las que se agregarán otros itinerarios guiados sobre la contienda en el País Valenciano todos los sábados de abril. Dos de ellos estarán dedicados a lugares de memoria por donde pasó el exrector de la Universitat de València y víctima de los fusilamientos del franquismo tras el final de la Guerra Civil, Juan Peset Aleixandre.
En medio del desastre de la guerra, de la carnicería y los territorios devastados, el investigador y miembro del Aula Història y Memòria Democràtica de la Universitat de València recupera un pasaje de valor humano, que tuvo como protagonistas a Rafael Alberti y María Teresa León. Se ha loado la obra del poeta comunista, pero también María Teresa León destacó durante la II República en la organización de las «Guerrillas del Teatro» y el traslado del «Tesoro Artístico Nacional» de Madrid a Valencia, formado por cuadros entre otros de Goya, Velázquez, Tiziano o el Greco, además de objetos y patrimonio móvil de imponderable valor, que terminaron en la sede de la Sociedad de Naciones en Ginebra antes de retornar al estado español. Miembro de la Alianza de Escritores Antifascistas, María Teresa León fue una escritora muy destacada y fundadora junto a Rafael Alberti de la revista «Octubre». En el momento que ambos abandonaban el país y con la República en los estertores, despegaron desde Monòver mientras veían, muy próxima, la Serra d’Aitana en las comarcas alicantinas. Dos años después, ya en el exilio de Buenos Aires, pusieron a su hija por nombre Aitana (Alberti León). «Fue la primera vez que a una niña se le llamaba así», recuerda Jorge Ramos Tolosa.
El investigador da cuenta de este retazo entrañable de la guerra y el exilio en el final de un itinerario guiado con alumnos de Historia de la Universitat de València. Pero en marzo de 1939 se vivieron otros episodios célebres, como el protagonizado por un buque carbonero británico, el «Stanbrook». Miles de personas refugiadas que huían de las tropas franquistas se concentraron en el puerto de Alicante para dirigirse al exilio, pero sólo una parte, pequeña, lo consiguió. El día 28 el «Stanbrook» zarpó desde el puerto alicantino, y unas horas después lo hizo otro bajel, el «Maritime», desde el mismo lugar aunque con muy pocas personas a bordo. Se dio la circunstancia de que un gran número de refugiados se quedaron atrapados en la zona portuaria, sin poder subirse a los barcos (unas 15.000, apuntan algunas fuentes). Poco después, las tropas italianas de la «División Littorio» empezaron con las detenciones.
«Condujeron a muchos de los capturados al campo de concentración de Los Almendros -en el término municipal de Alicante-, de 200 metros de largo, 80 de amplitud y rodeado por un alambre de espino», explica Jorge Ramos Tolosa. En este campo de prisioneros franquista las personas refugiadas estuvieron unos días. El historiador recuerda que eran apuntados por los cañones de artillería de una ladera cercana. Vivieron en condiciones penosas, por ejemplo por la falta de agua, en un campo de concentración («Los Almendros») que permaneció seis días operativo y por el que pasaron cerca de 20.000 personas. Buena parte de los presos fueron después «reconducidos» al campo de internamiento franquista de Albatera. En «Los Almendros» tuvo que dar a luz una mujer presa, Rosa Cremón, cuya historia recoge el libro «Nosotras que perdimos la paz», de la periodista Llum Quiñonero.
Hace un mes se cumplió el 80 aniversario de las elecciones de febrero de 1936, en las que se alzó con la victoria el Frente Popular. El próximo 24 de mayo el calendario señalará que hace 75 años fue fusilado el doctor Juan Peset Aleixandre, médico, catedrático de Toxicología y Medicina Legal y rector de la Universitat de València durante un periodo de la II República (1932-1934), además de cabeza de lista por el Frente Popular en la circunscripción de Valencia, en los comicios de febrero de 1936. Diputado electo, el doctor Peset estuvo presente en la última reunión de las Cortes republicanas celebradas en el castillo de Figueres (febrero de 1939). Después, al igual que otros representantes en la cámara, se exilió a Francia. Y pese a que se le sugirió lo contrario, Juan Peset Aleixandre retornó al estado español. «Es así como perdió una primera oportunidad de salvar la vida», apunta Ramos Tolosa. Tuvo la segunda en el aeródromo del Fondó de Monóver. «No se marchó, y trató de embarcar rumbo al exilio desde el puerto de Alicante a finales de marzo de 1939, pero tampoco lo consiguió», añade el historiador. De manera que Peset Aleixandre fue condenado a pasar por diferentes campos de concentración franquistas en el País Valenciano, como Los Almendros y Albatera.
También recaló el médico republicano en el campo de prisioneros de Porta Coeli (Valencia), muy cerca del lugar donde vivió una temporada durante la guerra Manuel Azaña. Allí escribió el mandatario «Cuadernos de la Pobleta». La represión y el castigo carcelario se prolongó después en la prisión Modelo de Valencia, donde compartió con los compañeros reclusos su experiencia acumulada en cuestiones médicas. El 24 de mayo de 1941, dos años después del final de la guerra, Peset Aleixandre fue fusilado en el cementerio de Paterna (donde resultaron ajusticiadas más de 2.000 personas), en un lugar que algunos han denominado «el paredón de España». Respecto al exrector y político, Jorge Ramos Tolosa señala un punto muy paradójico de la memoria pública de la ciudad de Valencia. «La avenida que lleva su nombre, una de las grandes arterias de la capital, es todavía hoy paralela a la calle Marco Merenciano, uno de los falangistas que le denunciaron para que resultara represaliado». La delación finalmente condujo, después de dos juicios, al fusilamiento del doctor.
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