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Memoria histórica y educación: la pedagogía de la democracia

Fuentes: Rebelión

Ponencia presentada por este militante del Foro por la Memoria en las jornadas «La historia reciente en las aulas (el conflicto como materia educativa)», organizadas por la Cátedra de Memoria Histórica del Siglo XX de la Universidad Complutense de Madrid entre el 11 y el 13 de septiembre

Después de casi 70 años de silencio, el Foro por la Memoria considera muy importante este tipo de debates, sobre todo por que están pensados en los niños y los adolescentes que estudian, o estudiarán muy pronto, la historia reciente de España.

Parto de la premisa, defendida por el profesor Fontana, de que lo esencial en la escuela primaria o en los institutos reside, más que en la cantidad de conocimientos (siempre muy básicos y necesariamente esquemáticos a tan tempranas edades), «en la posibilidad de enseñarles a pensar, enseñarles a dudar, a que no acepten los hechos que contienen los libros de historia como datos a memorizar (…), sino como opiniones y juicios que se pueden analizar…» Y cita a Marc Bloch, uno de los grandes historiadores del siglo XX, muerto cuando luchaba en la Resistencia contra los nazis, para añadir: «Introducir un pellizco de consciencia en la mentalidad del estudiante. Ésta me parece que es la gran tarea que puede hacer quien enseña la historia».

En definitiva, los profesores de historia, subraya Fontana, deben transmitir aquello que Pierre Villar denominó «pensar históricamente», lo que implica no aceptar de manera acrítica nada de lo que se pretende legitimar del pasado1.

En los últimos años ha surgido un heterogéneo movimiento social que lucha por la recuperación de la memoria, con un gran protagonismo de los nietos de las víctimas de la represión franquista, pero también de veteranos militantes sociales y políticos. Somos decenas y decenas las asociaciones y colectivos que nos rebelamos contra la visión de la historia hegemónica, aquélla que habla del fracaso de la II República, que define al régimen franquista como «autoritario» y edulcora cuatro décadas de represión, que santifica la Transición como un periodo ejemplar.

Nos rebelamos contra una visión de la historia que recurre al «reparto de responsabilidades», al «todos fuimos culpables», al valorar las causas de la última guerra civil. De hecho, la primera área de trabajo del congreso sobre la guerra civil que tendrá lugar a finales de noviembre en Madrid patrocinado por el Ministerio de Cultura se denomina «la quiebra de la democracia en España», evocando los trabajos escritos o dirigidos por Juan Linz sobre la II República o el Chile de Allende, que dieron una barniz científico a las tesis del «empate político». Sirva también como muestra que el proyecto de ley de memoria histórica aprobado por el Consejo de Ministros el 28 de julio aún habla de dos «bandos» en la guerra civil y no de un gobierno democrático legítimo que sufrió la agresión del fascismo nacional e internacional.

El Foro por la Memoria considera imprescindible introducir en la escuela las «voces de la memoria democrática» que, junto con unos libros de texto que han mejorado sustancialmente, pueden ofrecer a los estudiantes una visión más completa del pasado de este país. En este punto las nuevas tecnologías pueden resultar muy útiles.

Citaré tres ejemplos que parten de la convicción de que la escuela debe ser uno de los primeros ámbitos donde los niños se eduquen en los valores de la democracia.

1. Por qué no explicarles qué fueron las Brigadas Internacionales y que conozcan sus testimonios, las cartas que escribían en las trincheras, su sacrificio por la libertad en España, los recuerdos de los pocos que aún viven…

2. Por qué no explicarles el papel de miles de republicanos españoles en los campos de batalla de la II Guerra Mundial. Sus nombres aquí permanecen en un olvido ominoso, pero en países como Francia son homenajeados como Héroes de la Resistencia. Es el caso de Cristino García, comunista, fusilado por Franco en 1946. Por qué no pueden conocer el papel de los republicanos españoles recluidos en Mathausen y otros campos de exterminio, su contribución decisiva a los procesos de Núremberg contra los criminales nazis…

3. Por qué no explicarles que miles de personas lucharon desde la clandestinidad por la recuperación de las libertades democráticas durante cuarenta años y en muchos casos sufrieron por ello cárcel, torturas o incluso fueron asesinados y sacrificaron los mejores años de su vida. Su lucha contribuyó de manera decisiva para que el franquismo tuviera que hacerse el harakiri en 1976 y 1977.

La introducción en la escuela de «las voces de la memoria democrática», enmarcadas y contrastadas en su contexto histórico, contribuiría a saldar la deuda de la democracia española con varias generaciones de luchadores antifascistas, de la misma manera que en Italia o Francia honran permanentemente la memoria de sus partisanos o de sus maquisards para conjurar la sumisión de la burguesía al fascismo y la capitulación ante Hitler y el recuerdo amargo de Vichy,

Hace unos días el profesor Gabriel Tortella publicó un artículo sobre las movilizaciones de los estudiantes antifascistas en 1956 y al final del mismo sentenció2: «La realidad es amarga, pero tratar de convertir las derrotas en victorias, reescribir la historia según los gustos o las consignas del momento, es más propio del franquismo o del estalinismo que de una sociedad democrática».

No queremos convertir nuestra derrota de 1939 en una victoria imposible. Tan sólo consideramos necesario que los profesores de historia enseñen a los niños una historia de España que recupere el sacrificio y la lucha por la democracia de las gentes sencillas y en esta tarea las «voces de la memoria democrática» debieran acompañar el relato de los hechos históricos y potenciar sus significados.

No con la intención de escribir una nueva Historia Sagrada, sino para inculcar a las jóvenes generaciones la convicción de que las libertades no son una concesión graciosa de las clases dominantes, sino que han costado el sacrificio de muchas personas y que es imprescindible preservarlas de la amenaza fascista.

– Notas:

1 Fontana, Josep: «¿Qué historia enseñar?». Pasajes de pensamiento contemporáneo, nº 9. Otoño de 2002. pp. 5-14.

2 El País, 3 de septiembre de 2006. p. 15.